—¿Qué nos has traído, Laila? —preguntó Vishous mientras mordía la parte superior de la abundante teta de Ava con fuerza, haciéndola gritar fuerte y dejando un moretón rojo en su sedosa piel.
La azafata sonrió y levantó la tapa de la bandeja que había traído en el carrito. El dulce olor a chocolate envolvía el aire, mezclándose con el olor almizclado de la excitación.
—El pastel volcán de chocolate, señor. Tal como usted lo había pedido —respondió Laila con una sonrisa profesional.
Una sonrisa iluminó la cara de Vishous. Señalando con el dedo para que Laila se acercara a ellos, su mano se deslizó hacia la ranura del culo de Ava, hacia su pequeño agujero para follar por detrás.
Ava escondió su rostro en el cuello de Vishous ya que no soportaba los ojos de la azafata mirándolos a ambos como un halcón.
Al agacharse hacia su cintura, la azafata ya sabía lo que Vishous quería de ella. De repente, el pulgar de Vishous presionó hacia abajo, y la presión rasgó la panty de Ava por detrás.