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Chapter 2 - Habia una vez una humana

Entre los matices de un nuevo mundo que aspiraba a ser justo, se encuentra Violet. Esta joven humana, que apenas había cruzado el umbral de los treinta, era vista tanto por elfos como por humanos como una mujer de extraordinaria belleza, respetabilidad y éxito. Muchos hombres soñaban con desposarla, atraídos no solo por su apariencia sino por su brillantez. A su corta edad, Violet ya había colaborado en numerosos artículos de revistas médicas, compartiendo sus avanzados estudios sobre la modificación del ADN para curar enfermedades degenerativas que aquejaban a diversas razas. Su pasión y objetivo eran corregir esos errores evolutivos, una tarea monumental que emprendía junto a su equipo.

Utilizando la información genética de los elfos, Violet aspiraba a erradicar enfermedades que limitaban la calidad de vida de muchas razas. Los elfos, reconocidos en el ámbito médico por su robusta salud y longevidad, rara vez sufrían de enfermedades que acortaran sus vidas. Esta característica genética les permitía ocupar posiciones importantes en la sociedad, convirtiéndolos en una inversión valiosa para cualquier empresa. Nunca se enfermaban y, en consecuencia, nunca faltaban a sus responsabilidades. Su genética les había permitido convertirse en la raza que más se beneficiaba del sistema, dominando sectores clave y disfrutando de una vida sin las cargas de la enfermedad.

Por estas razones, Violet estaba decidida a cambiar esta disparidad. En su opinión, ¿cómo se podía hablar de verdadera igualdad cuando algunas razas estaban plagadas de problemas que otras? Era una injusticia evidente para ella que las razas más débiles debieran competir al mismo ritmo que los elfos, quienes parecían sólo preocuparse por respirar. Esta desproporción era intolerable para Violet, quien creía firmemente que la igualdad no podría ser alcanzada mientras tales diferencias biológicas persistieran.

Para Violet, el futuro de la igualdad pasaba por la ciencia y la genética. En su mente, solo nivelando el campo de juego genético se podría hablar de una auténtica justicia. Sus esfuerzos y estudios eran vistos con tanto admiración como escepticismo, enfrentándose a las resistencias de un sistema que se beneficiaba de las desigualdades existentes. Pero ella, con la tenacidad y la convicción de una mujer dedicada a su causa, se mantenía firme en su camino, dispuesta a desafiar las normas establecidas para crear un mundo donde todas las razas pudieran gozar de las mismas oportunidades y derechos. En esta lucha, Violet no solo buscaba cambiar la ciencia, sino también redefinir el concepto de humanidad y justicia en un mundo nuevo que aún luchaba por encontrar su verdadera identidad.

Lo curioso es que Violet, una humana, discutía en voz alta sobre los privilegios de una raza que dominaba no solo la élite médica, sino también muchas otras disciplinas de poder. A primera vista, esto podía interpretarse como una muestra de la apertura de los elfos, permitiendo que personas como ella se expresaran libremente. Sin embargo, la realidad era mucho más compleja. Violet había sido adoptada por elfos, y no eran unos elfos cualquiera, sino figuras de renombre que en su tiempo fueron célebres abogados especializados en materia penal.

Sus padres adoptivos, conocidos y respetados, habían ganado notoriedad por su habilidad para defender a los desamparados que se enfrentaban a un sistema judicial injusto y adverso. Ganaron muchos casos emblemáticos, luchando contra la corriente y asegurando justicia para aquellos que de otro modo habrían sido aplastados por el peso de la ley. El apellido de Violet, por tanto, estaba asociado a una reputación impecable, una reputación que sin duda le había salpicado y protegido a lo largo de su vida.

Cuestionar la buena voluntad de Violet al proponer una solución que pretendía acortar las brechas genéticas entre las razas era, en efecto, ir en contra de la imagen intachable de dos ídolos élficos. Sus padres adoptivos, venerados como héroes por muchos, le conferían a Violet una especie de inmunidad social y moral. En cierta medida, Violet era vista como una humana intocable, una figura que podía agitar el avispero de la élite sin sufrir las consecuencias que otros podrían enfrentar.

Esto le permitía a Violet no solo criticar abiertamente las desigualdades biológicas y sociales, sino también desafiar el statu quo con una audacia que pocos podrían permitirse. Su postura era tanto una extensión de la herencia de sus padres adoptivos como una declaración personal de su compromiso con la justicia. Al ser una humana en una posición tan singular, Violet encarnaba una paradoja viviente: protegida por el prestigio élfico, pero luchando contra los mismos privilegios que ese prestigio le otorgaba.