Punto de vista: Leonardo Leonez
12 de noviembre de 1803
El sol brillaba intensamente golpeando mi nuca, y podía sentir el sudor en mi frente cuando un ataque de espada llego desde arriba a mi izquierda, rápidamente lo bloqueé con mi espada en mi mano derecha y aplique más fuerza desviando la espada, aprovechando la inercia me di una vuelta golpeando a mi contrincante con mi mano izquierda.
Mi golpe fue lo suficientemente fuerte para tumbarlo, a lo que rápidamente le apunte con mi espada en el pecho mientras seguía en el suelo.
"Te volví a ganar Mateo ¿te estas volviendo más malo? deberías dejar de distraerte con las chicas" dije sonriendo mientras le ofrecía la mano para levantarlo.
"¡Cállate! simplemente me sorprendiste" exclamo Mateo.
"Si, lo que tu digas, vamos se está haciendo tarde, y ya es aburrido ganarte siempre" dije mientras comenzaba a caminar ignorando las excusas de Mateo.
Cuando iniciamos con la esgrima Mateo era muy bueno, diría que el segundo después de mí, pero últimamente parecía que estaba empeorando, incluso Ana empezaba a vencerlo más seguido.
Claro seguía siendo lo suficientemente bueno, pero mientras los demás mejoraban parece que Mateo se queda atrás, en mi opinión era culpa de Mateo que se distraía en perseguir chicas.
Desde hace un tiempo ha empezado a atraerle más las chicas, especialmente mientras extendía mi nombre por la ciudad de Guadalajara, Mateo se encargó de expandir su nombre entre las chicas de Guadalajara.
Pero supongo que es normal en un adolescente de 13 años que dentro de poco cumplirá 14, bueno seguro cuando se le pase retomará su disciplina entrenando más duro.
Cuando entramos en la hacienda nos dirigimos a nuestro salón de estudios mientras platicábamos de cosas banales, al llegar nos encontramos con Ana, Sofia y María, las tres estaban leyendo diferentes libros.
Ana fue la primera en notar nuestra llegada por lo que dejo de leer y nos miró.
"Ya llegaron, ¿cómo les fue? ¿le volviste a ganar Leonardo?" Pregunto Ana con una sonrisa.
"¡Oye porq!..."
"Claro que le gané, ya ni representa un desafío" respondí interrumpiendo a Mateo.
"Que arrogante, ¿quieres practicar conmigo?" dijo Ana sonriendo pícaramente.
Ella dejo su libro en la mesa y se puso de pie antes de agarrar la empuñadura de su sable que cuelga de su cintura.
Después de dos años de practicar esgrima decidí darles a Ana, Mateo y Gabriel un sable de con filo para cualquier eventualidad, después de todo ya saben usarla y este es un mundo peligroso.
En cuanto a mí, también le pedí una espada a mi padre, pero el me entrego un hermoso sable de oficial que perteneció a mi abuelo, estaba bien cuidado y tenía una empuñadura dorada con una cabeza de león.
Al final tanto María como Sofia decidieron no continuar con la esgrima y mejor concentrarse en el estudio, ambos se centraron en la medicina, además María aprendió varios idiomas.
Entonces al final solo Ana, Mateo, Gabriel y yo somos los únicos que aprendimos esgrima de Carlos.
"¿Con nuestras espadas o buscamos las de entrenamiento sin filo?" le pregunté a Ana sonriendo mientras agarraba la empuñadura de mi espada.
"¿Acaso me tienes miedo Leo?" pregunto Ana con una sonrisa.
"Bien, entonces vayamos al patio"
Estábamos a punto de salir del salón cuando nos detuvo una voz melodiosa.
"¡Espera Leonardo!" era María que había dejado de leer "tu hermana vino hace rato, dijo que tu padre te buscaba"
"Lo siento Ana, tendré que darte una paliza otro día" dije mientras salía del salón antes de escuchar la réplica de Ana.
Me dirigí hacia la oficina de mi padre para hablar, al llegar toqué la puerta y escuché un "adelante" entré a su oficina mientras me sentaba frente a él, cuando me senté el levanto la mirada y me miro.
"Necesitamos hablar Leonardo, como sabes se acerca navidad, el nuevo virrey José de Iturrigaray nos ha invitado a la familia Leonez a un baile que va a dar en la ciudad de México, y está vez tu nos acompañaras"
Me sentí sorprendido, pocas eran las ocasiones que acompañaba a mis padres y a mi hermana a las fiestas, reuniones y bailes que nos invitaban, mucho menos a las del virrey.
Por lo que entrecerré los ojos y miré a mi padre oliendo una conspiración o motivo oculto.
"¿Puedo saber por qué esta vez los acompañare padre?" pregunté.
"Bien, tienes el derecho a saber, principalmente tengo dos propósitos con llevarte a este baile, el primero es presentarte a mis conexiones en el ejercito virreinal para que el siguiente año puedas entrar en la academia militar de artillería en Veracruz, podrás ingresar cuando cumplas los 12 años como cadete y cuando cumplas los 14 ingresaras a la academia de oficiales" dijo mi padre con la mirada seria.
Me pareció bien ya era tiempo de empezar a hacer mi carrera militar y ganar méritos y reconocimiento además de mis propias conexiones en la milicia, pero ahora me interesaba saber el segundo motivo de mi asistencia.
"¿Y el segundo motivo padre?"
"Bien, esto surgió mucho antes de tiempo, pero es necesario si queremos estar preparados para el futuro, ...he encontrado tres posibles prometidas para ti que nos garantizaran una fuerte alianza y apoyo" dijo mi padre después de un suspiro.
"¿Prometidas? ¿matrimonio?" pregunte inconscientemente.
"Así es, aun no es nada seguro, simplemente las conocerás en el baile, aunque no es mucho te he dejado la decisión de escoger entre las tres chicas de una familia influyente, y no te preocupes, te casaras hasta los 18 o 19 años, pero es fundamental que acordemos un compromiso desde este momento"
Después de pensarlo lo acepte en mi mente, sabía que esto pasaría y que también debería hacer sacrificios por el bien de la familia, pero aún me causo una sensación de malestar.
"Entiendo padre, me prepararé para el baile, gracias por decirme" hable con una voz decidida.
"Puedes retirarte Leonardo"
Después de eso me retiré de la oficina de mi padre perdido en mis sentimientos, inconscientemente caminaba por el pasillo sin rumbo fijo, hasta que me recosté en la pared y susurré "prometida"
"¿Prometida?" la voz de María me asusto y me recompuse "¿Estas bien Leonardo? te ves distraído ¿puedo hacer algo por ti?"
Mire a María quien todo esté tiempo había estado sirviendo como mi doncella, siempre preocupándose por mí, y como todo este tiempo al igual que todos se esforzaba por estudiar y mejorar.
"No te preocupes María todo está bien, simplemente estaba pensando en el futuro"
"Sabes que si necesitas algo aquí estaré a sus órdenes Leonardo" dijo ella con una reverencia.
"Basta, sabes que te veo como una estimada amiga, no necesitas comportarte como mi sirvienta"
"Pero soy su sirvienta" María parecía confundida.
"Olvídalo, vamos a reunirnos con los demás, sería bueno despejar mi mente"
"¿Seguro estas bien Leonardo?" pregunto María entrecerrando los ojos.
"Claro, ¿porque crees no?"
Mentí descaradamente con una sonrisa, y empecé a caminar para que no viera mi rostro, fui a buscar a los demás para darles la propuesta de ir al arroyo, al llegar al salón me encontré con todos alrededor del espacio de esgrima observando a Mateo y a Ana que tenían un duelo.
Cuando me acerque pude ver como Ana empezaba a dominar a Mateo hasta que finalmente con un estoque de la espada de Ana golpeo el pecho de Mateo.
"Te lo dije, Ana supero a Mateo" le dijo mi hermano Gabriel a Sofia a su lado.
"Claro, mi hermana es mejor" contesto Sofia con arrogancia.
"Bien chicos, ya sabíamos quién era mejor" hable mientras llegaba al centro con todos "ahora qué tal si vamos a divertirnos un poco al arroyo, ustedes dos están muy sudorosos"
"¡No me bañare con ustedes!" Respondió Ana mientras me volteaba a ver con un sonrojo.
"¿Quién dijo algo de bañarse? solamente vamos a nadar y divertirnos, puedes quedarte en la orilla si no quieres entrar"
Respondí con una risa por el malentendido.
"Claro me gustaría" dijo Sofia.
"Sería bueno distraerse un poco" agrego Gabriel.
Con todos de acuerdo los lideré para salir de la hacienda y dirigirnos al arroyo, mientras platicábamos entre nosotros pude notar que no era el único distraído, Mateo parecía distraído después de ser derrotado por Ana, quizá finalmente se esté dando cuenta que se está quedando atrás.
Me acerqué a él silenciosamente y puse mi mano sobre su hombro, el me volteo a ver a lo que solo respondí con una sonrisa, no lo culpaba al final, todos nos estábamos sobre esforzándonos para nuestra edad.
Quizá sea bueno salir más regularmente a simplemente jugar y distraernos un rato, o la tensión nos romperá.
"¿Alguien le aviso a Carlos que no llegaríamos al entrenamiento?" pregunto Ana y todos se detuvieron a verme.
"Claro, le mande a decir y le deje una nota" mentí nuevamente, como dije necesitan tiempo para relajarse.
Aunque cuando regresemos Carlos me va a hacer la vida imposible, enterré esos pensamientos en lo más profundo de mi mente, y continuamos caminando hacia el arroyo.
Después de unos minutos de haber pasado el límite de los cultivos nos adentraron en el bosque y unos minutos después llegamos al arroyo, nos detuvimos un momento admirando el agua cristalina que corría suavemente sobre las piedras.
El sonido del agua, los pájaros cantando y el viento que sacudía las ramas en los árboles creaba un ambiente relajante.
"¡Este lugar siempre es perfecto!" exclamo Mateo, quitándose las botas, su cinturón con su espada y entrando directamente al agua.
"Espérame ya voy" dijo Gabriel quitándose sus botas, saco y chaleco antes de entrar al agua.
Las chicas simplemente se quitaron sus botas y zapatos sentándose en la orilla y metiendo sus pies, mientras empezaban a platicar entre ellas, María y Sofia simplemente levantaron su vestido hasta las rodillas para que no se mojara.
Ana era la única que usaba pantalón porque hace poco estaba practicando esgrima, además que creo que ya le gusta más el pantalón que la falda, ya ni siquiera le importa si los trabajadores la ven con pantalón, el cura de la iglesia le llamo la atención a mi padre, pero él logro acallar al cura.
Por eso Ana simplemente se remango su pantalón y dejo su cinturón con su espada junto a la roca a la que se sentó.
Yo contemple todo esto, sentí que no debería preocuparme por nada, debería tomar de frente todo lo que me llegara, soltando un suspiro sentí como un peso abandonaba mi cuerpo antes de quitarme mis botas, saco y cinturón, y correr al arroyo.