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Chapter 8 - Capítulo 8: La complicada vida de Carlos Hernández

Bajábamos de la cima con el sol en el punto más alto, al llegar al pie de la montaña vimos una modesta casa junto a un árbol, era una casa de adobe con techo de madera era la casa de Carlos. 

Cuando mi padre contrato a Carlos, les ofreció esta casa a las afueras de la hacienda a su familia, la casa está en los límites de los campos de cultivo, ciertamente me pareció extraño que no le diera una habitación en la hacienda o más cerca como a los otros trabajadores.

La casa de Carlos era un poco grande pero no lujosa, no entendía la motivación de Carlos para querer vivir aquí con su familia, pero podría preguntarle después ya que habíamos llegado a su casa.

Carlos abrió la puerta y entro directamente, yo lo seguí cerrando la puerta.

"¡Familia ya llegué, preparen la mesa que tenemos visita! adelante moco..."

"Papa, llegaste"

"Papi"

Antes de que pudiera terminar de hablar, un niño y una niña de cuatro años llegaron corriendo y saltaron a los brazos de Carlos para abrazarlo, detrás de ellos venían dos mujeres de aproximadamente 25 años con una sonrisa.

"Bienvenido esposo, debes ser Leonardo bienvenido a nuestra casa, mi nombre es Beatriz ¿cómo estás?" me pregunto una de las mujeres.

"Estoy bien gracias, señora, lamento llegar sin avisar" dije con una sonrisa.

"No te preocupes querido, en esta mesa siempre habrá un plato para ti, yo soy Bonifacia vengan siéntense en la mesa la comida ya casi esta lista" respondió la otra mujer.

Ambas eran muy bellas, Beatriz tenía piel clara, cabello negro, cara afilada y un poco alta, mientras tanto Bonifacia tenía piel bronceada, cabello negro y cara redonda, ambas se dirigieron a lo que parecía la cocina mientras Carlos me llevo al comedor mientras llevaba a un niño en cada mano.

"Mocoso te presento a mis hijos" dijo Carlos mientras sentaba a sus hijos en la mesa "este pequeño es mi hijo Juan Hernández, y esta pequeña adorable es Rosa Hernández"

Ambos niños eran tímidos por lo que solo me dirigieron una mirada antes de bajar la cabeza, ambos tenían cabello negro y piel ligeramente bronceada por haber jugado en el sol, ambos deberían tener tres o cuatro años, pero entonces me entro una duda.

¿Bonifacia era la hermana de Carlos? o quizá la nodriza, pero a juzgar como actúan no lo parece, estaba a punto de preguntarle a Carlos cuando Beatriz y Bonifacia entraron al comedor con varios platos de comida.

Una vez que todos estuvimos sentados dimos las gracias antes de empezar a comer, había frijoles, nopales junto con tortillas, no era una comida de lujo, pero mi padre me enseñó a comer de todo y nunca negar una comida, además la comida ciertamente estaba deliciosa.

"Lamento no poder ofrecerte algo mejor Leonardo" dijo Beatriz 

"No se preocupe señora, usted cocina muy bien, sin duda es una de las mejores comidas que he probado" respondí con una sonrisa.

"Oye mocoso no coquetees con mi esposa" espeto Carlos mientras tenía comida en la boca.

"¡Carlos compórtate!" le grito Bonifacia, luego me volteo a ver con una sonrisa "disculpa a mi marido Leonardo, él es un bruto, pero es un buen hombre"

"No te preocupes, estoy acostum..." mi mente se quedó en blanco cuando escuché a Bonifacia y dirigí mi mirada a Carlos "¿Marido?"

"¿Qué? ¿tu padre no te dijo?" Carlos me pregunto, pero luego sonrió como si hubiera ganado en el juego de la vida "Beatriz y Bonifacia son mis esposas y madres de mis hijos"

"¡Carlos!"

"¡Carlos!"

Ambas mujeres le gritaron a Carlos, pero yo no prestaba atención, mi mente se quedó en blanco procesando la información que acababa de recibir, no entendía como era posible ¿no iba esto en contra de todo lo que conozco? 

Pero entonces una palabra me llego a la mente de mis recuerdos de mi otra vida e inconscientemente la pronuncie.

"Donjuán" todos me voltearon a ver cuándo lo dije así que cambié de tema " entonces ¿me podrías explicar cómo es posible?... si no es mucha molestia"

"No, es mucha molestia dile a tu padre que te cuente" respondió indiferente Carlos mientras seguía comiendo.

Sus esposas parecían querer decir algo, pero al final callaron y continuaron comiendo, el ambiente era incomodo, hasta que Beatriz me pregunto cómo iba el entrenamiento a partir de ahí la conversación fue fluyendo hasta el final de la comida.

Al finalizar me despedí de todos cuando me escoltaron hasta la puerta, Carlos ya había terminado el entrenamiento de hoy por lo que ya no tenía sentido que regresara a la hacienda, por lo que continue el resto del camino por mi cuenta.

Al llegar a la hacienda mi cuerpo gritaba que me fuera directo a mi cama a descansar, sin embargo, con fuerza de voluntad me dirigí a mi siguiente deber en el horario estudiar con los chicos.

De camino a la fortaleza león me encontré con María que venía en mi dirección.

"¡Leonardo, Finalmente llegas!" dijo con una sonrisa "por favor espera un momento en lo que te preparo el baño" 

"No es necesario María los demás deberían estar esperándome para estudiar, deberíamos darnos prisa"

desestime a María mientras seguía caminando, pero antes de continuar ella me agarro la mano y me detuvo.

"¡No, deberías bañarte!" exclamo María antes de calmarse y hablar con más calma "Tu hermana Elena les está enseñando a los demás en tu ausencia, tu deberías tomar un baño, seguro estas cansado, además..."

María pareció decir algo, pero no pude escuchar porque bajo la cabeza y hablo en voz baja, pero podía ver como sus mejillas se ponían muy rojas.

"¿Además?" pregunte intrigado.

"Además Leonardo" después de un tiempo hablo, pero sin voltearme a ver "Hueles feo, creo que deberías bañarte"

Cuando escuché lo que dijo sentí mi rostro tan caliente que parecía una fogata, solo ahora recordé de todo el ejercicio que hice desde la mañana, y que estaba bañado en sudor, espera ¿eso significa que olía mal todo el tiempo que estuve en la casa de Carlos? 

"María, ¿podrías preparar agua para bañarme?" dije mientras María empezó a correr a prepararme agua.

Una vez ya bañado fui con los demás, a la fortaleza león al llegar vi a todos sentados en pupitres mientras Elena les enseñaba matemáticas al frente junto a un pizarrón, todos estos muebles fueron cortesía de mi padre, con ayuda de mis recuerdos hice esto lo más parecido a un salón de clases moderno.

En la parte de atrás del salón había estanterías con libros, y un gran espacio libre donde les enseñaba a los chicos lo que aprendía de esgrima.

Al llegar todos me saludaron, dimos por terminada la clase de matemáticas para enseñarles esgrima, Mateo, Gabriel, Elena y yo nos dirigimos al espacio libre donde practicábamos.

Mientras Ana, Sofia y María se dirigían a la parte de atrás donde había una pequeña habitación adjunta de tres metros cuadrados, donde las chicas se cambiaban de ropa para la práctica de esgrima.

Debido a que evidentemente no podían practicar con falda les preste a Ana y María algunos de mis pantalones, camisas y chalecos para que las usaran durante la práctica, mi ropa le quedaba demasiado grande a Sofia, Gabriel le presto la suya.

Una vez que regresaron las chicas nos pusimos a practicar, María y Sofia parecían un poco incomodas aun al usar pantalón, pero Ana ya se había acostumbrado rápidamente o no le importaba realmente.

Lo que me enseñaba Carlos yo se los enseñaba, aunque no era tan eficiente de momento era suficiente, Mateo era el segundo más bueno después de mi con la espada sin duda tenía talento, después de Mateo estaban Ana y Gabriel si tuviera que decirlo estaban al mismo nivel.

En un duelo entre ellos los resultados varían, a veces ganaba Ana otras veces Gabriel, los dos eran buenos, pero no estaban al nivel de Mateo o yo.

 Finalmente, María y Sofia eran el eslabón más débil hablando de esgrima, sin duda se defendían bien pero aún estaban lejos de ser promedio. Mi hermana Elena solo dijo "una dama no empuña una espada" y nunca lo intento. 

Al finalizar Elena guio a las chicas al baño donde tomarían un baño, mientras yo y los chicos nos dirigíamos al arroyo a tomar un baño también, sinceramente prefería tomar los baños en el arroyo, me gustaba la sensación de libertad y naturaleza.

Una vez bañados y cambiados, Gabriel y yo nos despedimos de Mateo cuando nos dirigimos al comedor donde nos esperaba nuestra familia para cenar, una vez toda la familia reunida dimos las gracias.

Al finalizar la cena pedí platicar con mi padre quien me llevo a su estudio, se sentó detrás de su escritorio, mientras me sentaba en la silla frente a él.

"Bien Leonardo, ¿ahora que te trae aquí?" pregunto mi padre con cara seria.

"Seré breve padre, quiero saber la historia de Carlos y sus dos esposas" soporte su mirada y lo mire con la misma seriedad "él me dijo que tu podrías decirme"

Mi padre se quedó en silencio un momento antes de abrir un cajón de su escritorio y sacar un puro, lo llevo a su boca antes de encenderlo.

"¿Así que te enteraste?" dijo mi padre "supongo que en algún momento lo sabrías, bien presta atención porque solo lo contare una vez, hace algunos años Carlos era la escoria del virreinato, era un soldado, musico y vagabundo, y su pasatiempo era engañar mujeres ingenuas para aprovecharse de ellas..." 

Mi padre me miro un momento con los ojos entrecerrados, lo que me hacía sentir como si estuviera escaneando mi alma.

"Ya eres mayor ya deberías saber a lo que me refiero" Dijo antes de continuar "Carlos enamoraba a innumerables mujeres para acostarse con ellas, todos lo sabían y todos lo despreciaban, pero entonces el final de su historia solo unos pocos lo sabemos incluyéndome, ¡el muy idiota embarazo a dos mujeres al mismo tiempo!

y cuando pensábamos que Carlos huiría, nos sorprendió a todos haciéndose responsable de ambas mujeres, él quería casarse con las dos, pero la iglesia nunca lo permitiría por lo que solo se casó con una, pero mantuvo a las dos mujeres junto a él, después de eso el busco el modo de mantener a dos mujeres y dos niños.

todo este tiempo Carlos y su familia habían estado viviendo al límite hasta que los contrate, comida y un techo donde vivir, esa es su historia Leonardo, ¿qué opinas cambio tu opinión sobre él? ¿te parece despreciable? ¿Lo quieres despedir?"

Mi padre me miro esperando mi opinión, parece que esperaba que me repugnara su historia, pero tal vez mis recuerdos del futuro influyeron en mi porque lo único que podía pensar era ¿No es un hombre que ha ganado el juego de la vida?

Pero luego pensé algo más, tal vez pueda hacer que Carlos enseñe directamente esgrima a los chicos.

"Padre, quizá ¿podamos hablarle a Carlos sobre nuestra conspiración?"