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Chapter 5 - AMASANDO SENTIMIENTOS -2-

.... las Ninfas, esta fue una de las batallas que a lo largo de mi vida perdí. No eran mascotas a la carta. Eran humanoides y no esos engendros, mezcla de varias especies de animales, que se crearon para el deleite de los hombres. Las Ninfas son hombres y mujeres, clones de humanos, a los que cauterizamos un pedacito de su cerebro tras cada servicio sexual. Las Ninfas son humanoides de nivel H-3 dedicados a la prostitución....

.... el horror, el verdadero horror, lo encontré allí, en medio del paisaje lunar que la explosión nuclear creó. No lo puede soportar y vomité en el interior de mi escafandra; ella retuvo la bilis que mi estómago no pudo aguantar. Yo estuve en el epicentro de la última explosión nuclear que se produjo en la tierra y busqué tapar el inmenso socavón, que la bomba creó, con la losa de la vida eterna.... 

.... de un salto me volví a despertar. La almohada que cubrió mis vergüenzas mientras la Ninfa se vestía, ahora me ahogaba y me provocó esta pesadilla. Con el pulso acelerado y sudoroso abandoné la cama para que no me atrapara otro sueño.

Tomé una ducha, me arreglé para salir, quería alejarme de estos muros de obsesión. Cogí el comunicador y contacté con Blanca.

¡Buenos días, Alex!, ¿qué te pasa?, te veo demacrado, cómo si te hubieses caído de un avión. ¿Te encuentras bien, necesitas ayuda? Necesito tu amistad, ¿estás libre para comer y pasar la tarde juntos?, he de contar mis penas a un amigo. Lo que tú necesitas es el sillón de un psiquiatra, ¡te advierto que éste, te saldrá más barato que invitarme a comer! Pero él no me dará tu calor y cariño. ¡Uy, uy, uy, si lo que quieres es comer carne – dijo sonriendo y haciendo una mueca de tierno desprecio – contrata los servicios de una Ninfa!

Mi cara debió ser un poema, aún no terminó de pronunciar aquella maldita palabra cuando, con un dulce gesto conciliador, se desdecía.

¡La he cagado, verdad! Yo sé que me perdonas. Bueno, cariño, suspendo todas mis citas y nos vemos dentro de una hora en el restaurante Elfos, es tu preferido y así compensaré mi metedura de pata. Al terminar iremos andando a mi apartamento para seguir hablando. Un beso.

Llevaba un rato esperando en la pequeña barra de la recepción del restaurante cuando entró ella. Espectacular, terminaba de recibir una breve sesión de belleza. Era muy atenta y amante de los detalles, siempre estaba pendiente de que, a su alrededor, no faltase nada, de que a su lado te sintieses a gusto y no quiso volverme a defraudar con un físico imperfecto. Abriéndose el abrigo se acercó para besarme. Intuyendo que necesitaba más que un simple saludo un pronunciado contacto carnal. Apretó su mejilla contra la mía y se dejó ruborizar por el fino roce de mi mano cuándo se deslizó entre el abrigo y su roja camisa de seda al contornear su cadera.

¿Va todo bien? – dijo ella, lanzando un beso al aire. Bien, todo va jodidamente bien. – Durante dos largos segundos, sin pronunciar palabra, la mantuve a mi lado oliendo su cuello, empapándome de contacto humano, de su dulce energía, de su pasión. – ¿Qué te apetece tomar?, hoy sólo está permitido aquello que provenga del fruto de la tierra, que sea natural, que genere sabor. Un champagne con cuatro gotas de dulce frambuesa. Camarero, por favor le pone a la señorita un Kir Royal y para mi otra copa de vino tinto.

Teníamos toda una tarde para compartir, así que empezó por banalidades sin importancia, de esta forma iba alejando a los malos espíritus y se aproximaba suavemente a mi intimidad. Por eso acudí a ella, por nuestra amistad y porque ella sabía cómo llegar dulcemente a lo más profundo de mí ser, comenzó a tirar de la guita.

¿Cómo va tu trabajo? Últimamente con mucho ajetreo, pero eso hace que los días sean más veloces. ¿Qué te ha sucedido que hoy no se te puede hablar de sexo?

Brevemente le conté mi vergonzante incidente con la Ninfa, justamente llegó el camarero al acabar mi relato.

Cuando los señores quieran pueden pasar. – dijo señalando el lugar.

La tomé por el brazo y nos dirigimos hacia la mesa. Una vez pedida la comida, comencé un largo monólogo que ella interrumpía con breves preguntas o con breves frases aseverativas. Iba narrando mi relato mientras ella deshacía, pacientemente, la madeja de mis enmarañados sentimientos. Tras algo más de una hora, estaba seguro de que se había hecho una idea de mi demencial situación emocional.

Alex, vayamos a mi apartamento y tomemos un excepcional ron añejo. Además, te daré una buena sesión de masaje que te reconfortará. ¿Cómo has conseguido esta joya?, prácticamente no se produce caña de azúcar y la destilación alcohólica es un método artesanal cuyo oficio sólo lo dominan un puñado de personas. Dirigí un reportaje sobre la conservación de la selva venezolana. Allí tuve la oportunidad de adquirir, en una recóndita bodega, unas espléndidas botellas de ron. Para triunfar en mi profesión debes conocerlo todo y relacionarte con todos, tengo que estar siempre atenta porque la noticia no se hace, nace, y cuando aparece la tienes que coger con todas tus fuerzas para que nadie te la quite. ¡Sensacional, acabo de poner la cabeza en la boca del león contándote mis penas a la directora de redacción del Global News!, ¡ves cómo estoy hecho un lío! Haberme pedido secreto de confesión. ¿Vosotros no lo llamáis "off de record"? ¡Qué antiguo eres!, ya no se graba. Cuando llego a la oficina pongo mi cerebro en manos de un traductor encefálico, realizo una transferencia mental limitada y luego proceso todo lo que me han dicho.

Riendo nos pusimos los abrigos, salimos a la calle, donde comenzaba a refrescar y descendimos por la Gran Vía, camino de su apartamento, un ático con vistas.

Blanca es una gran amiga mía. Acaba de ser sometida al primer reciclaje muscular y de órganos, por lo que desborda la energía de su juventud. Es una versión 1.3 y el metro ochenta de altura la sitúa en una talla ideal, aunque está cinco centímetros por debajo de la media. En un mundo donde la ciencia permite moldear a nuestro antojo nuestra fisonomía, todos los hombres seguimos unos patrones de belleza, dentro de los cuales la altura marca nuestra singularidad. Es una mujer dinámica. Ha cursado sus estudios en el tronco de las ciencias sociales, doctorada en psiquiatría, es medica endocrina y de nutrición; es licenciada en sociología, doctora en ciencias económicas y máster en ciencias de la información y de la comunicación audiovisual; además, en sus ratos libres se sacó el diploma de terapias corporales y esoterismo. Ejerce como periodista y es la directora de redacción del Global News.

Su apartamento es magnífico, tiene una vista espectacular sobre los jardines del Moro. En primera fila y a quince metros del suelo, te produce la sensación de vivir sobre una nube, desde la que se divisan las frondosas copas de la arboleda del parque. Todas las paredes de extramuros son transparentes, tiene cristales programables que se oscurecen y colorean a voluntad. Dispone de cocina, dos baños, una amplia habitación y un gran salón comedor que está decorado en tonos pastel, con toques salteados de marrón y de naranja. Los verdes manzana de los cojines y de las pantallas de las lámparas le dan el justo tono de color para hacerlo una estancia relajante y acogedora. 

Apoyó la mano sobre la puerta de madera de nogal dando paso al recibidor. Blanca no había facilitado las instrucciones previas sobre cómo quería encontrarse la casa al llegar, por lo que cuándo sus sensores detectaron mi presencia activaron al H54-hábitat para reclamarlas.

Alex bien venido a su hogar. ¡Hola Cuco!, veo que sigues estando en plena forma. ¡Oh!, gracias. Blanca, buenas tardes, ¿recreo un ambiente específico o prefieres un entrono abierto y natural? Entorno natural únicamente en el comedor, música clásica de Blues y Jazz para acompañar una copa en la sobremesa. Mantén el apartamento en condiciones primaverales de principios de mayo, prepara hielo y ponte en fase de espera pasiva.

Cuco es el nombre que Blanca dio a su computador central, un H54-hábitat, que controlaba su casa. Servicial, abrió el armario de la entrada donde depositamos nuestros abrigos y pasamos al salón. Me senté en el sofá desde el que se veía el verde tapiz de las frondosas copas del parque. Blanca sacó dos vasos anchos y una cubiletera repleta de hielo que depositó sobre la mesita; se giró, flexionó sus esbeltas piernas y al volverse portaba en sus manos el preciado tesoro. Una botella de cristal transparente, panzona, cuellicorta, cuya vieja etiqueta, escondía parte de su aromático líquido de color miel.

Aquí lo tienes, puro ron añejo de origen venezolano, doce años en barrica de roble americano, para tu regocijo personal. Manjar de ancestros dioses que tanto escasea en nuestra eternidad. Solo o con hielo. Solo, por favor, quiero saborear todos los matices de su interior. El hielo, además de aguarlo, lo enfría impidiendo que los olores aromáticos pesados suban a la nariz para ser apreciados. En la actualidad hay pocas personas que sepan catarlos. Con tanta cultura light y con las innovadoras bebidas de síntesis, hemos ido uniformando los gustos hasta anular los sabores primarios. Sin olvidar a los alucinógenos de vivencia programada, que te permiten tener experiencias holográmicas en el salón a través de los sentidos. Es cierto que no tiene efectos adictivos, pero nunca llenan el vacío que crea la soledad. – Estiró su brazo ofreciéndome una copa.

Cogí el vaso de ron envolviéndolo con la mano, le di un par de vueltas, lo acerqué a la nariz para olfatearlo e inhalé su dulce efluvio, al estar recién liberado de la botella, éste era espeso y se apelotonaban todos sus aromas; entre ellos despuntaban ciertas tonalidades de roble sobre fondo de caramelo. Tomé un suave sorbo y cerré los ojos, para no dejar escapar detalle, lo mecí dentro de mi boca paladeando su dorado cuerpo, para una vez templado tragarlo al tiempo que expulsaba el aire por la nariz para oler sus idílicos perfumes. Luego me concentré otra vez en el paladar dónde quedaba el inconfundible sabor que produce la solera de un roble nacido para criar los mejores caldos.

¡Sublime!, ¡cómo hacía siglos que no probaba!

Se sentó a mi lado, me dio un beso en la mejilla y bebió un sorbo.

No detecto tantas sutilezas como tú, solo me encanta su suavidad y el sabor a miel que te queda con el tiempo. Ensaya cada vez que bebas líquidos nacidos del fruto de la tierra y terminarás por encontrarlas.

Blanca sintió que era el momento y sin rodeos se lanzó sobre el núcleo del asunto.

¿Cómo te dejaste embaucar en esta trama? Yo no me dejé, la bola de nieve fue engordando hasta que llamó a la puerta de mi trabajo y tuve que intervenir. Pero hoy te encuentras en el centro de la conspiración. La culpa la tenéis vosotros, los medios de comunicación que buscáis el morbo allá donde sólo hay naturalidad. Ten cuidado, que muriese el Adalid no es natural, ni tampoco un tema menor. Nadie se cree que se pueda fracasar en una operación rutinaria, esto es un hecho muy grave y como mínimo os pueden acusar de negligencia profesional con agravante de muerte No, no lo harán, hemos seguido el protocolo a pie juntillas y ellos lo saben. Esa es precisamente vuestra soga, habéis actuado como si tuvieseis programado ejecutarlo bajo un amparo procedimental. Si la opinión pública pide cabezas, se las tendrán que dar. ¡No digas estupideces, sabes que en estas intervenciones se aplica con rigor un detallado protocolo, no se deja nada a la improvisación! Teníamos dos clones con los cerebros en blanco para cargar la copia simplificada del emperador y durante la transferencia los dos se colapsaron. Te conozco y esto me huele a chamusquina. Alex, tú has hecho lo correcto, pero hay personas sumamente poderosas que están interesadas en aprovecharse de la situación para sacar partido de ella, lo que se juega es muy importante y no dudarán en machacarte.

Se dio cuenta de que estaba oliendo el fondo de mi vaso vacío, tomó la botella y lo rellenó. Aprovechó esta pausa para cambiar de conversación, reímos, nos contamos anécdotas, banalidades, alguna que otra cosa trascendente de nuestro trabajo y sin percibirlo había pasado la tarde, eran las ocho y la noche nos alcanzó.

Se levantó, se fue al baño volviendo con una toalla de manos blanca.

Desnúdate y túmbate bocabajo en el canapé, mientras yo voy a mi dormitorio para ponerme cómoda.

El eficiente H54-hábitat hizo aparecer un catre de la pared, también subió las membranas cegadoras de los extramuros. El ordenador adormeció el apartamento, aislándonos del exterior y dejando el interior con una luz tenue que incitaba a la relajación.

Volvió admirable, entre nuestras pieles sólo nos separaba una pequeña toalla y una fina capa de algodón. Un pantalón y una camiseta de manga corta se ajustaban a su figura contorneando, en blanco, su esbelto cuerpo. Traía una cesta con velas aromáticas que distribuyó, convenientemente, por el salón; les prendió fuego y quedamos envueltos por el cálido destellar de sus llamas y el aroma que desprendían.

Para ambientar la sesión de terapia corporal que te prometí, he comenzado prendiendo las velas con un perfume primaveral de flores de cerezo. Voy a empezar por una terapia de Atlasprofilax, así liberarás las tensiones acumuladas entre la columna y el cerebro.

Tomó mi cuello con las dos manos y comenzó a masajearlo con los pulgares realizando movimientos giratorios, a la par deslizaba su mano izquierda desde los trapecios hasta los hombros y su mano derecha subía desde los esplenios hasta la base del cráneo y al terminar su recorrido se permutaban, equilibrando sus efectos. Lentamente, como si amasara pan, mis músculos se fueron reblandeciendo y calentando hasta que se quedaron completamente relajados. Cuando creí que mi cabeza se despegaba de mis hombros, Blanca la cogió por el occipital y le dio un fuerte tirón a la vez que la giraba. Un clic encendió mi nuca y mis cervicales. Un intenso alarido salió del centro de mi estómago para escupir el fuego de dolor que quemaba mi cuerpo.

¡No me seas quejica! Tenías la vértebra Atlas dislocada. ¡¿Que coño es eso? Es la primera vértebra, sobre ella se apoya la cabeza. Si está desplazada, presiona la médula y las arterias cerebrales, impidiendo un correcto funcionamiento de la regeneración linfática y neuronal. ¿Estás segura de que no me has dejado tetrapléjico?, no siento mis extremidades. Es por el dolor, ahora vengo y te insensibilizo.

Dejó caer la toalla y le dio una palmada a mi desnudo trasero, marchándose hacia la cocina. Al regresar, abrió suavemente mis piernas, apoyó su pubis en mis nalgas y suavemente deslizó sus pechos sobre mi espalda, pasó sus brazos por debajo de mis axilas y cuando me tuvo inmovilizado volvió a martirizarme dejando caer sobre mi nuca, una compresa de gelatina helada que sostenía entre sus dientes. Poco a poco me fui atontando hasta que mi mente se quedó en blanco. Pasado un tiempo acercó el calor de su aliento a mi oreja y dulcemente la mordisqueó.

Si me prometes que eres capaz de seguir soportando el frío de tu nuca sin el calor de mi cuerpo comienzo la segunda etapa de la terapia. A partir de ahora sólo sentirás placer. Te lo prometo, no me moveré de aquí. Me encuentro un poco aturdido, mareado, sin ganas de moverme. Es normal acabo de agitar tus líquidos linfáticos, el frío te ayudará a reponerte y ahora, a medida que te relajes, irás sintiendo una gran sensación de bienestar.

Se incorporó, sopló una a una las velas y encendió las que permanecieron apagadas. Poco a poco el aroma de flores de cerezo fue perdiendo intensidad. Otra fragancia fresca tomaba fuerza, suave como la brisa, olía a campo recién mojado.

¿Sientes el primaveral olor a té verde? Es el ambiente que debe predominar para aplicar la terapia del Shiatsu. Me vas a reblandecer para luego darme una estocada. Es un tratamiento ancestral japonés, basado en el mismo principio que la acupuntura, se trata de estimular con los dedos los puntos energéticos de tu cuerpo. Pretendo calmar la ansiedad y el estrés que estas sufriendo. ¿Al final hay sorpresa? No, en absoluto. He puesto a calentar unas piedras energéticas de basalto, al terminar las aplicaré sobre tu espalda. Para marcarme con tu divisa como se hace con los caballos. ¡Qué remolón y exagerado eres!, estarán a cuarenta grados. Con la Atlasprofilax he liberado el flujo linfático y ahora voy a forzarlo para que fluya veloz por todo el cuerpo. Debes mantener una respiración rítmica y profunda, intenta sincronizarla con la presión del masaje.

Comenzó a presionar armónicamente el centro de mi espalda, dejando entre sus manos la columna vertebral. Empezó desde arriba, a la altura de la séptima vértebra y fue suavemente bajando. Presionaba con los nudillos de la mano derecha los músculos y con la yema del dedo gordo de la mano izquierda los huecos intervertebrales. Prosiguió metódicamente siguiendo la ruta vertebral hasta allá donde ésta pierde su nombre y lo repitió consiguiendo que mi espalda se derritiese como helado al ardiente sol de verano. Amasó mis manos y las plantas de los pies hasta dejarlos ingrávidos. Retiró la compresa y se marchó, volviendo con las calientes piedras volcánicas que esparció minuciosamente sobre mi dorso.

Noté que estaba quitando el peso de mi espalda y que recorría con cariñosos besos mi cuerpo. No sabía cuánto tiempo había transcurrido.

Vayamos al dormitorio, está preparado para la tercera y última fase de la terapia. ¿Cuál es? Acabaré con un masaje tailandés. Estirando tu cuerpo me aseguraré de que todas tus líneas energéticas estén descongestionadas y mañana te encontrarás más flexible y ligero.

Me cogió de la mano y me llevó, completamente desnudo, a su aposento. En el extremo de su amplia cama había un almohadón cilíndrico de cuero para que apoyase la cabeza durante el masaje. Repartidas por la estancia había llameantes velas que desprendían un aroma dulzón de fresa y canela.

No pienses en nada, para llegar al profundo placer que te va a producir la relajación profunda, debes dejar tu mente en blanco. Sentir un cuerpo fluido sólo es compatible con una mente vaporosa, sin pensamientos trascendentes. ¿Quieres aflojarme aún más de lo que estoy? Sí, debes olvidarte de las preocupaciones que estos días has sufrido, tienes que liberar las tensiones para poderte enfrentar a los halcones que te quieren destripar.

Deslizó tiernamente las palmas de sus manos desde mis hombros hasta las plantas de los pies.

Ponte boca arriba

Levantó mi pie derecho y comenzó a mover las articulaciones con breves rotaciones, después hizo lo mismo con el izquierdo. Abrió mis piernas presionando primero los muslos y después las pantorrillas, estirándolas y doblándolas para flexibilizarlas. Como hacen las hilanderas para desenredar el hilo del capullo de seda, sin romperlo, ella trabajó con mis músculos y tendones hasta que estos se fueron lentamente esponjando. Destensó los abdominales y pectorales, siguió con breves presiones relajando el brazo, el antebrazo, la muñeca, la mano y los dedos. Sin darme cuenta me sumergí en un placentero sueño.

Al amanecer me desperté abrazado al cálido calor de su desnuda piel, le besé la nuca y continué durmiendo.