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Chapter 12 - Quien con mostrous lucha

Kasir podía percibir el aura de grandeza que emanaba de Retzu en ese momento. Era como si estuviera viendo al líder del clan en sus años de juventud, con esa misma fuerza que una vez inspiraro a todos.

—Por Kalus, aunque esto es molesto, sabes que no puedes hacer lo que piensas hacer —dijo Kasir con firmeza, intentando controlar el curso de acciones , Retzu lo miró con sus penetrantes ojos rojos oscuros brillaban con fervor.

—¿Y quién va a detenerme Kasir tu? —respondió Retzu con un tono desafiante—. He esperado demasiado tiempo.

Kasir prestó atención a cómo la personalidad de Retzu había cambiado drásticamente. Aquel chico calmado y pasivo que conocía ahora tenía los ojos de un depredador.

—No se trata de quién te detendrá, Retzu. Se trata de lo que está bien. No puedes sacrificar los a todo por tu venganza.

—¿Venganza? —Retzu soltó una carcajada amarga—. Esto no es solo venganza, Kasir.

— Sabes que recibirás un juicio marcial por la imprudencia que piensas cometer más el emperador está residiendo en el clan - advirtió con seriedad.

— Soportaré todo el peso de mis acciones respondió Retzu, antes de desaparecer frente a Kasir.

La tercera esposa, Janer Yamata, estaba sentada, disfrutando de una taza de té bajo la suave luz de los cristales mágicos , mientras conversaba animadamente con sus damas de compañía. La brisa acariciaba su rostro, añadiendo serenidad al ambiente.De repente, una explosión resonó en el patio principal de su residencia, estremeciéndola profundamente.— ¿Quién sería el audaz que se atrevía a irrumpir en mi hora del Tė ? Levantando una mano con arrogancia, Janer llamó a un guardia para que le diera un informe.

—Mi señora, es Retzu—, informó el guardia.

—Retzu, pero debería estar muerto para está ahora—, murmuró Janer mientras se mordía las uñas , frunciendo el ceño. —Traédmelo ante mí—.Retzu había derribado a varios guardias, mientras ella observaba desde un balcón. Dos guardias se acercaron a Retzu — la señora lo invitó a tomar el té con ella—.

—Aunque las cosas sean así, le seguiré el juego—, murmuró Retzu con una sonrisa traviesa.

Se encontraron cara a cara mientras una sirvienta les servía el té. La sala en la que estaban estaba rodeada por unos 50 guardias y dos guardias de élite que se encontraban de guardias personal de la señora . La tensión en el aire era palpable, pero ambos mantuvieron la compostura mientras se enfrentaban con palabras afiladas y sonrisas falsas.

—¿Sabes que no puedes tocarme y aunque tuvieras la oportunidad de matarme, sería tu error más grande y te enfrentarías a un juicio marcial?—, dijo Jane con una sonrisa socarrona, mientras sorbía su té.

—Solo quiero preguntarte algo: ¿fuiste tú quien estuvo involucrado en los intentos de asesinato en el Bosque de los Susurros hace 6 años?—preguntó Retzu.

—Sí, mi error fue no enviar a personas más capacitadas para el trabajo aunque fue una sorpresa para mí que sobrevivieras a eso y más aún que sobrevivieras a ese maldito bosque—, respondió Jene sin rodeos, adoptando una pose elegante. —Y sí, lo seguiré haciendo—, añadió mientras Jane tomaba un sorbo de su té.

—Tu plan tuvo tres fallos—, dijo Retzu con una sonrisa enigmática.

—¿Cuáles fallos?— preguntó Jane con intriga en las palabras de Retzu.

—El primer fallo fue permitirme entrar a tu residencia—, respondió Retzu con calma.— Y el segundo fallo es pensar que tus crímenes están totalmente ocultos. Todo está siendo reportado al patriarca—, agregó, observando la sorpresa en el rostro de Jane.— Es bien sabido que los asesinos del clan nunca revelarían nada; preferían la muerte antes que ser descubiertos— grito Jane miéntras golpeaba la mesa con enojo.

—Y un tercer fallo—, continuó Retzu mientras le esplicaba esto con los dedos , —fue pensar que tu inmunidad me importa. Pero estás equivocada me importa un carajos tú inmunidad — Jane lo miraba mientras él hablaba, sintiéndose mareada ante sus revelaciones.

—No vine aquí para hablar, tercera esposa. Vine aquí para matarte—, declaró Retzu con una mirada gélida y afilada. —Vine para enseñarte lo que es la desesperación y el poder absoluto—.

Los guardias de élite que estaban detrás de la señora sacaron sus espadas, apuntando hacia Retzu. Jane estaba pálida ante las revelaciones, mientras los guardias mantenían sus espadas a centímetros de él. Retzu comenzó a liberar un aura oscura, emanando una malevolencia palpable.

—Mírame, Jane mira mi rostro —, ordenó Retzu. Jane levantó la mirada temblorosa para encontrarse con los ojos rojos de Retzu, que casi se volvían de un negro rojizo. —Mírame—, repitió Retzu, exudando un aura maligna que envolvía la habitación, haciendo que pareciera como si todo se desvaneciera a su alrededor, devorado por su oscuridad. El aire en la habitación se volvió denso, como si estuviera cargado de oscura tangible . Cada palabra de Retzu resonaba en los oídos de Jane como un eco ominoso. Su corazón latía con fuerza, sintiendo el peso de la amenaza que emanaba de Retzu. La atmósfera se volvió opresiva, como si estuvieran atrapados en un universo paralelo donde el tiempo se detuvo y solo existían ellos dos.

Por un instante, Jane contempló horrorizada cómo el rostro de Retzu se transformaba en el de una criatura oscura y maligna. Sus rasgos se distorsionaron, sus ojos brillaban con una intensidad infernal y su sonrisa se curvaba en una mueca siniestra. Era como si la esencia misma del mal se manifestara a través de él, convirtiéndolo en un monstruo que acechaba en las sombras.

El caos reinaba en medio de las llamas que devoraban todo a su paso, envolviendo la escena en una danza infernal de destrucción. Los pasos resonaban con urgencia mientras se acercaban hacia la residencia de la tercera esposa. Entre la multitud de personas que llegaron se distinguían figuras de gran importancia: el emperador, Gill, jefe del clan del norte, su hijo Jiro, las hijas del emperador, Sara, el guardia mayor Kasir y su discípulo Danis, así como Takamura, el hijo de la tercera esposa, y otros miembros destacados del clan.

Cuando todos llegaron y contemplaron el desolador panorama, divisaron dos figuras que se destacaban entre las llamas. Una de ellas estaba arrodillada en el suelo, mientras la otra se mantenía erguida sosteniendo una espada en alto. La figura arrodillada era Jane, la tercera esposa, cuya mirada desesperada se cruzó por un instante con la de su hijo, reflejando pánico, miedo y horror en sus ojos.

Frase del día :

"Quien con monstruos lucha, cuídese de convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti." - Friedrich Nietzsche