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Chapter 4 - Dónde todo salió mal

Uno de los mercenarios, con una velocidad sorprendente, agarró a la maga por el cuello, su mano apretando con fuerza mientras sus ojos expresaban crueldad.

―Si mato a la maga, la barrera se rompe y ustedes se quedarán sin su preciada protección amenazó, su voz resonando con un tono gélido que helaba la sangre. ―Así que no tomen a la ligera mis demandas. Las dos personas a las que busco se irán sin que nadie haga ninguna estupidez―.

Sin embargo, en un rincón oscuro de la habitación, alguien observaba con una pequeña chispa de intención asesina brillando en sus ojos. Era una figura enigmática, oculta en las sombras, cuya presencia pasaba desapercibida para los demás.

―¡Detente! ―exclamó, su voz llena de autoridad y enojo dijo uno de los mercenarios .

—sentí una leve sed de sangre entre ustedes pequeños rufianes pero esto debe ser un chiste la sed de sangre proviene de ti que no porta ni un rastro de mana en tu cuerpo jajajajajaj—.

Todos miraron a Retzu con incredulidad y enojo.

— ¡Que piensa el que hara! —.

—¡Que está haciendo ese bastardo!—.

—¡Estás loco! —.

—Se ha vuelto loco del miedo o que? —.

—¡Que esperas de alguien sin Mana alguno en su cuerpo ya debe estar muy asustado !—.

— ¡ Escuche que lo espulsaron y   a vive  en el busque de los susurros! —.

—¡Si, que no se haga el imbecil puede hacer que nos maten a todos !—.

—¡Es hijo de esa bruja !—.

Retzu observaba con desdén cómo todos, egoístamente, solo pensaban en salvar su propia piel.

Retzu jugueteaba con el mango de su espada, mientras Jiro y Leonardo intercambiaban miradas preocupadas.

Jiro susurró, —Retzu, ¿no crees que deberías calmarte un poco? No queremos que esto se ponga más feo de lo que ya está—.

Leonar asintió con gesto serio, —Tiene razón, Retzu. Si te lanzas ahora, podrías arruinar todo y herir a Sara en el proceso —.

Retzu frunció el ceño, pero finalmente cedió, bajando lentamente la mano que sostenía la espada. —Está bien—.

Con un movimiento ágil, Volteando se aproximó sigilosamente a Jiro en pocos pasos , su figura envuelta en sombras en el rincón oscuro de la habitación aquello solo 3 persona lo notaron . Con un gesto misterioso, inclinó su cabeza hacia Jiro y le susurró algo al oído. Un destello de sorpresa cruzó el rostro de Jiro, sus ojos se abrieron de par en par en una expresión de pura incredulidad. El resto del grupo observaba con intriga, tratando de descifrar qué era lo  tan impactante había compartido Volteando. Un silencio  mientras la curiosidad se apoderaba de todos, ansiosos por conocer  que acababa de ser revelado en aquel oscuro rincón.

En ese mismo momento , un estallido de energía aparecio , iluminando el ambiente con destellos brillantes. Cuatro figuras emergieron de las nada. Sus miradas chispeantes y posturas seguras revelaban que no eran simples espectadores, sino actores clave de este ataque ya no solo a la casa Yamada sino al imperio  Suru .

En medio del deslumbrante resplandor, una voz temblorosa rompió el silencio. "Es el Canciller de Minrra", balbuceó alguien, apenas audible sobre el zumbido de la energía que aún vibraba en el aire. Antes de que pudiera decir más, su propia mano tapo su boca.

El canciller Mahjul moviendo sus manos les ordenó a sus dos guardias que ataran bien a las rehenes viendo que había otro rehén más pregunto.

—¿Porque tenemos una maga?—

El mercenario respondió rápido— Ella es valiosa es la prodigio de la torre blanca y creadora de esta barrera que nos protege de las bestias—

— lo acepto, la llevaremos con nosotros no serviría para el largo viaje —tocando le la barbilla a la ves que la maga se apartaba brusca mente de el.

—¡Señor!—.

Que? — Respondió Mahjul irritado .

—algo le pasa a Kenia — .

—creo que es el retroceso por usar esa habilidad de desplazamiento más de una ves el desgaste de mana debe estar pasando le factura —.

Con paso firme, Mahjul se acercó al joven Kenia con una determinación palpable. Con una delicadeza inesperada, colocó sus manos en el rostro del joven, como si estuviera sosteniendo el destino mismo entre sus palmas. Con voz suave pero llena de autoridad, pronunció las palabras que resonarían en la mente del joven Kenia para siempre: —Tu misión está llegando a su fin, soldado —.

—Todo lo que has hecho ha sido por nuestra gente Kenia. Nadie te juzgará —.

secundando esas palabras uno de los guardas de Mahjul dijo —Todos estamos manchados de sangre tu puedes levantate — dijo con voz suave animandolo .

Con una determinación ardiente reflejada en sus ojos, Kenia se levantó de su asiento y comenzó a recitar su habilidad para sacarlos a todos de lugar. Un suspiro colectivo escapó de entre ellos, mezcla de alivio y pequeñas sonrisas, pues todo parecía estar transcurriendo según lo planeado.

La chica del grupo de mercenarios sintió un líquido cálido salpicar su rostro, y al girar la cabeza, descubrió con horror que era la sangre de su compañero. Su corazón se detuvo por un momento al ver el cuerpo inerte de su amigo, con una espada cruelmente atravesando su cuello.Un grito desgarrador escapó de sus labios, resonando en la habitación como un eco de angustia. Los demás mercenarios se volvieron hacia ella, tomando la sus rostros mostrando una mezcla de conmoción, incredulidad y rabia. Algunos retrocedieron instintivamente, Los guardias del canciller lo protegieron rodeándolo .

 con determinación, desatando un torbellino de acción en la sala. Con movimientos que parecian gráciles, empujó el cuerpo del mercenario hacia la chica y su compañero, utilizando el momento como distracción. En un movimiento audaz, se lanzó hacia el Canciller con la intención de cortarlo, pero fue interceptado por los guardias deteniendo su curte.

Sin embargo, Retzu no se detuvo. En un giro repentino, desplegó una daga oculta que había tomado del cuerpo del mercenario caído y la lanzó con precisión hacia Kenia, revelando su verdadero objetivo que era Kenia la daga impacto en su estómago , desestabilizándolo y desatando un estallido de mana en la sala envolviendo a todos en su habilidad.

 Todos fueron desplazado aleatoria mente en lo profundo del bosque pero antes del desplazamientos  Retzo desvaneciéndose por la habilidas con una intencion asesina palpable y y una sonrisa macabra  lanzo estas palabras.

—Los encontrare pronto—.