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Chapter 23 - Hermanos Elementales.

— ¿Entonces quienes son ustedes, jeannice, kaytou? —Preguntó lukta.— Espera un momento ¿Ese no era mi pastel? ¡Hijo de tu!-Jeannice que estaba con el pastel en su mano se acercaba el plato hacia su boca, en el momento que sus mejillas se llenaron de ese delicioso sabor sus oídos brillaron como si jamás hubiera probado algo igual, seguramente así habría sido, Yakta había llegado y al ver que la albina estaba comiendo volteó a ver que su plato ya no estaba, así que agarró a lukta de su cabello jalando este hacia arriba, lukta solo bajaba sus cejas moviendo sus manos de lado a lado hasta que ambos fueron interrumpidos por la voz de jeannice.— Mi nombre es jeannice, Asesina de primer grado —Dijo firmemente.— Si, eso explica el porque habías venido con intenciones de cortarle la cabeza a este idiota, aun así ¿Quien te trajo aquí? —Preguntaba Yakta.—.. Fue hace algunos meses, aunque no siempre fue así, no me siento orgullosa, pero tampoco me arrepiento de la sangre que estuvo en mis manos.. Depende de ustedes si quieren escuchar mi historia.Yakta soltó el cabello de lukta y ambos se vieron fijamente, ya estaban por decir algo cuando algunos pasos se llevaban su atención, los tacones golpeaban de forma firme contra el suelo, aquella sedosa y negra cabellera se movía de lado a lado como si fuese una marea y así, aquella enorme y fuerte fémina se puso frente a la celda, los dos hombres daban un paso hacia atrás, la mujer se puso enfrente de aquella celda y bajaba su mirada, sus ojos púrpuras se colapsaban con los ojos azules de la albina, quien no podía mantener el contacto directo, la enorme mujer suspiró y dijo en forma de orden.— Habla.Aquella orden fue la que hizo que la mujer se sentara en el suelo de aquella celda, su pecho se levantó por unos segundos y después de suspirar una Ventisca cubrió todo el ambiente, los recuerdos comenzaban a ser contados por ella, habían dos niños en lo que parecía ser un pueblo lejano, la nieve caia del cielo sin control alguno y dejando todo el suelo al igual que los techos cubiertos de aquellas grandes capas de blanquesina nieve, nieve que caia al suelo y era arrastrada por lo que parecía ser una pala de color rojo, manos cubiertas en guantes de color negro era quien sostenía aquella pala, estaba siendo recogida por una señora, era una mayor de edad aunque se veía bastante activa, además había algo en ella, en su espalda había una canasta en donde se encontraban tres pequeños niños, una niña y dos varones.— ¡Abuela! ¿No crees que ya va siendo hora de entrar?, tu turno en teoría ya terminó —Decía el pequeño niño de cabello marrón.—.. Si lo se corazón, pero ya sabes que el jefe le gusta tener la entrada de su local bien limpia —Respondía la anciana.— ¡Pero eso no es justo! Debería de seguir las ordenes del horario, para algo las ponen.La Mayor al escuchar eso solo Reia en voz baja y levantaba una de sus manos, el varón tomaba la mano de la señora y con su ayuda se caia al suelo de pie.— Mantén esa boquita tonta cerrada, iré con ustedes en unos minutos ¿Bien?, ve con tus hermanos.. Hoy les hice el pastel de carne qué tanto les gusta.Los niños al oir aquello brincaron de alegría, sobretodo resaltando en dos de ellos los cuales tenían consigo un collar, la niña tenía un collar de color azul mientras que el chico tenía uno de color rojo, el trío emocionado y cantando una canción infantil se fueron a casa, una vez llegada a aquella cabaña con el fuego encendido todos se sentaban viendo como quedaba un asiento libre, el asiento de su madre, todos comenzaban a comer menos el hijo mayor quien estaba sospechando que algo estaba sucediendo pues su madre se había tardado mucho en llegar, fue así como este se bajaba de la mesa y se acercaba a la puerta, su mano se acercaba lentamente hacia la perilla y cuando estaba por llegar la puerta se abrió, quien había llegado era una mujer aunque sus cabezas quisieran subir no podían, era como si tuvieran una capa encima suya que no les dejaba subir, aunque si algo les calmó fue escuchar la voz de su madre quien estaba sana y salva.— Señorita.. ¿Está segura que podría darme todo ese dinero? Son unas hermosas rocas.. Pero.. Sigue siendo muchas monedas de oro.. —Decía algo incrédula la mayor.— Jaja, oh como le digo señora, no haría negocios sabiendo que no puedo pagarlos, entonces pequeños ¿Podrían dejarme sus gemas por unos momentos? Si es así su madre podrá ganarse todo este dineroEn la mano de aquella misteriosa mujer se encontraba una gran bolsa llena de monedas de oro, la mujer acercaba su mano hacia el cuello de la hermana menor, hermana quien al ver esa mano acercarse solo retrocedía sutilmente hasta que su pequeña espalda chocaba contra él cuerpo de su hermano mayor— Esta gema me la dio mamá antes de irse al cielo.. No la vendería por nada..los labios de la misteriosa mujer se encorvaban por unos segundos aunque luego formaban una sonrisa maliciosa, aquella mujer se alejaba de los niños y dejaba la bolsa de monedas encima de la mano de la madre de los pequeños.— Creo que ha habido un cambio de planes, siento que las gemas no es suficiente, quizás podría darme a sus pequeños —Dijo la misteriosa mujer, sin pelos en la lengua.—.. ¿Está loca? Jamás le daría mis nietos a una desconocida nisiquiera por todo el dinero del mundo.. Le digo cordialmente.. Váyase de aquí, tome su dinero y fuera.La mujer solo Reia en voz baja viendo como en sus manos se encontraba la bolsa llena de monedas de dinero, la puerta de la cabaña fue abierta dejando ver la calle así que la mujer misteriosa solo asentía con la cabeza, esta daba un paso hacia al frente aunque justo en ese momento le dio un suave toque a la mujer, la anciana había salido disparada contra uno de los sofas, el hermano mayor al ver eso se puso enfrente de los menores, la mujer misteriosa bajaba viendo al pequeño y solo Reia acercándose hacia el pequeño.— ¡Jeannice, vete a por la abuela, y kaytou ya sabes nuestra maniobra chinwua!Los hermanos obedecían y salían corriendo cada uno por una zona, la mujer solo suspiraba cansada de que lo había sucedido pero aún así decidió seguir al hermano mayor, hermano que estaba corriendo por los pasillos, fue ahí cuando llegaba a la cocina que esta veía hacia los lados tratando de encontrar al pequeño, aunque sus oídos escuchaban una cuerda siendo quemada, cuando esta se dio la vuelta vio una cabeza de alce yendo directamente hacia ella, así que esta solo golpeaba rompiendo la cabeza en dos partes, el hermano del medio corría hasta envolver los pies de la mujer con una soga, la mujer confundida bajaba su mano para golpear al menor cuando sus pies se unieron haciendo que esta cayera al suelo, la puerta de atrás se abrió dejando ver que el hermano mayor había jalado la cuerda.— Malditos mocosos.La mujer se levantaba del suelo estirando sutilmente sus pies rompiendo aquella soga y así volvía a la zona de la sala encontrándose qué nadie estaba por ahí, así había sido hasta que una tabla enfrente suya aparecía, la madre de familia estaba enfrente de ella con una enorme tabla de madera, tabla la cual usaba para golpear la cara de la mujer, aquella mujer se movía esquivando el primer golpe aunque fue distraída cuando algo de agua hirviendo cayó sobre su espalda, el dolor invadió todo su cuerpo haciendo que se echara hacia adelante dando un fuerte grito, grito el cual fue callado cuando fue golpeada en la cara por aquella tabla tabla qué se rompió al momento de chocar contra su rostro.—.. ¡Uhg! —Quejido soltó la mujer.— ¡Alejate de esta casa, llama a los guardias mayro, esta criminal va a pagarlo caro!Los niños asentian con la cabeza y salían corriendo de la casa, Almenos uno de ellos pues los otros dos se habían quedado, la pequeña tenía en sus manos una burbuja de agua mientras el varón tenía unas pequeñas flamas saliendo de sus manos, fue en ese momento que la mujer en el suelo se levantaba, posaba sus manos en el suelo y se levantaba dando un brinco, ya estando frente a la mujer esta sacaba de su bolsillo lo que parecía ser una aguja, aguja la cual metía en el cuello de la madre dejando salir un extraño líquido, los niños al ver eso no dudaban en atacar, lanzando sus elementos contra la mujer aunque sin resultados, la mujer esquivaba las burbujas con facilidad mientras que las pequeñas flamas eran amortiguadas con trozos de madera quienes al ser mojadas por las burbujas se apagaban de golpe, al estar frente a los menores esta golpeaba en el estómago a la chica, la pequeña cayó sin aire al suelo y se desmayó poco después mientras que el pequeño de un fuerte puñetazo fue undido qué la pared, el hermano del medio se escuchaba llegar así que la mujer solo se agachaba tomando a los dos pequeños de sus cabellos, tras subirlos en sus hombros como si fuesen dos juguetes se acercaba hacia la puerta dejando de caminar cuando su pie fue agarrado por algo.—.. ¡No te dejaré.. Que te lleves a mis.. Pequeños..!La señora estaba en el suelo, su piel se estaba viendo algo más pálida de lo normal y pese a que sus manos no tenían fuerza para continuar aquella continuaba apretando el pie de la captora de sus retoños, de sus viejos ojos caían lagrimas de agonía y desesperación, sus hijos estaban apunto de desaparecer de su vista, y aunque quería soportar más acabó siendo noqueada por aquella mujer, la mujer salió de aquella cabaña con ambos niños en sus hombros encontrándose con el hermano del medio impactado por ello.— ¡Suéltalos, o te haré trizas.. Jeannice, kaytou.. Porfavor vuelvan!La mujer al ver la desesperación del pequeño le dió una mirada sin emoción alguna, solo se fue corriendo con aquelllos pequeños en sus hombros, la Ventisca comenzaba a cesar poco a poco.. Hasta que se revelaban a los dos hermanos a una edad bastante más mayor, ambos se encontraban alejados de cualquier tipo de civilización siendo entrenados en las situaciones más duras para el ser humano, sus gemas y elementos les habían condenado por eso, jeannice debía de entrenar en el medio de las aguas e incluso dentro de ellas, había noches en las que debía de controlar el agua lo suficiente para crear una burbuja qué le permitiera no ahogarse, kaytou debía de pasar calores infernales, caminando por desiertos descalzos para evitar que su cuerpo colapsara ante el control del calor y el fuego, los años pasaban y así como los carteles de desaparecidos de ambos niños iban cayendo a pedazos la mente de los mismos igual lo hacía, la voz de la chica quien estaba contando la historia comenzaba a cortarse.. Incluso sus memorias se cortaron de golpe.—Fue ahí cuando nos enteramos de la verdad, pensábamos que trabajando para ella para salvar a nuestra madre, solo nos usaba como sus armas... Hasta que llegó el peor de nuestros trabajos..Las llamas llenaron la mente del hermano quien se había levantado del suelo para continuar con aquella historia, un joven había caído al suelo mientras otros dos estaban enfrente de él, la mano de la mujer se levantaba dejando ver una pequeña corriente de agua corriente que estaba por bajar hasta que aquel hombre que se encontraba en el suelo levantaba la morada encontrándose con que quien estaba enfrente de ellos no era nada más y nada menos que su hermano, la mujer retrocedió dejando caer aquella agua, el hermano mayor de igual forma cesó sus flamas, ambos tenían sus rostros cubiertos así que no eran reconocidos por lo que en un momento fue su hermano.— ¿Acaso estamos dejándole más tiempo?, termina el trabajo, kaytou —Ordenó la misteriosa mujer.—.. ¡Porfavor!.. Hemos obedecido todas sus ordenes.. Podríamos.. ¿Dejar a este espía vivo? No le dirá nada a nadie.. —Comenzó jeannice a rogar.— ¡Claro que lo haré, le diré la verdad a todos sobre ustedes asquerosos asesinos! —Gritaba enojado aquel chico.— ¡Silencio!.. Porfavor, su señoría.. Haremos lo que sea si usted lo deja vivir —Jeanice aun más desesperada comenzó a chantajear.— Qué yo sepa no estamos aquí para aceptar sobornos, jeanniceLos ojos del chico que estaban en el suelo se abrieron más que nunca, ambos jóvenes vieron hacia abajo, el chico en el suelo veía a sus dos captores con una mirada perdida, sus ojos estaban pequeños, ¿Jeannice?, sus ojos fueron directos hacia la mayor de pelo blanco, la chica bajaba su cubrebocas revelando el rostro de su hermana, hermana quien tenía sus lágrimas cayendo por su rostro, sus ojos fueron hacia el gran hombre y así, cuando este bajaba su máscara veía a aquel chico quien en un momento fue su hermano mayor.— Kaytou, ¿Qué estas esperando?, termina el trabajo, ahora.. No queremos que tu madre empeore.. ¿No es así?La voz femenina de aquella misteriosa mujer golpeaba contra lo profundo de su cerebro, las lágrimas en su rostro comenzaban a caer evaporandose a los pocos segundos, kaytou subió su cubrebocas y tras haber cubierto su rostro este levantaba sus manos llevándolas en aros de fuego, este miró por última vez a su hermano, jeannice negaba varias veces con la cabeza pero de nada sirvió, ambos hermanos se vieron por última vez y así, una enorme llamarada salió de las manos de kaytou cayendo encima de aquel hombre en el suelo.— ¡AHHHHH!Gritó el chico en el suelo cuando las llamas cubrieron todo su cuerpo, ambos hermanos se encontraban devastados por aquello mientras atrás se encontraba la mujer sonriendo, los gritos de dolor de su hermano chocaban en la cabeza de ambos jóvenes mientras rápidamente aquellos gritos comenzaban a desvanecerse entre las llamas, la piel del joven estaba siendo quemada viva, sus ojos se perdían entre las llamas tras ser calcinados y cuando sus músculos fueron calcinados en un eterno y agonizante dolor fue cuando este dejó de gritar mientras las llamas se encargaban de calcinar el cuerpo del joven, cuando el recuerdo acabó la entrenadora veía fijamente a la albina quien se encontraba lagrimeando mientras era abrazada por su hermano, esta se levantaba y tras compartir miradas con la albina se fue, tras darle una mirada de pena, la puerta de metal de aquella prisión se abrió y poco después se cerró fuertemente.