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Chapter 22 - La Fuerza Crea Uniones.

— ¡KHUUAGH!El espadazo resbalaba por encima del fornido pecho de aquel enorme hombre con aquella peculiar máscara de color rojo, hombre el cual dejaba salir un fuerte grito cuando su pecho fue cortado, la gema había caído al suelo rebotando algunas veces hasta que finalmente el hombre cayó al suelo, Yakta estaba de pie enfrente de él aunque el dolor en sus manos quemadas comenzaba a golpear, estaban con quemaduras tan grandes que dejaban ver la carne levemente chamuscada, Ayleen dejaba en el suelo a ruy y se levantaba sacando de su botiquín unas vendas.— ¡Enfermeras, médicos necesito que todos vengan a ayudarme!Gritaba Ayleen con todas sus fuerzas incluso desgarrando sutilmente sus fuerzas vocales, esta sacaba un elixir de color verde el cual dejaba caer encima de aquellas vendas, se fue corriendo tratando de no tocar al hombre que estaba en el suelo y llegó hasta ponerse enfrente de su compañero, una vez enfrente de él comenzaba a envolver las manos de Yakta, en cada paso un gemido de dolor, tanto era el dolor que incluso perdió el equilibrio cayendo de rodillas al suelo, las enfermeras llegaron y sin dudar tomaron el cuerpo de ruy, cuerpo que subieron en una camilla y rápidamente se lo llevaron, aun así aquel hombre dejaba una de sus grandes manos en el suelo.— ¡¿Enserio crees que eso fue suficiente, mocoso!? ¡Ahora por eso los carbonizaré a los dos!Ayleen estaba asustada pero continuaba vendando las manos hasta terminar en un firme nudo, sus manos temblaban más cuando aquel hombre se acercaba, aunque antes de que este pudiera agarrar la gema qué se encontraba en el suelo su mano fue aplastada por algo, fue en cuestión de segundos así que cuando se dió cuenta esto ya había sucedido, aquello que estaba aplastandole la mano no era nada más que el pie de una mujer, al levantar la mirada se encontraba con una enorme mujer, esos grandes bíceps marcados por las venas más cuando la mujer le dió un buen gancho en el mentón, el hombre retrocedía poco a poco hasta finalmente frenar sus pasos, una vez que este estaba quieto y viendo fijamente a aquella mujer, comenzó a respirar de forma agitada, la sangre recorría los pectorales de aquel hombre causando una sensación enorme de fatiga, la mujer echaba una de sus piernas hacia atrás, una de sus manos bajaba poniéndose en la altura de su abdomen, y la otra quedaba arriba en la altura de su garganta.—.. Oh, esa es..—Ayleen susurró— La técnica de los 21 golpes infernales..—Yakta complementó.Y así fue, el hombre no sabía que estaba haciendo aquella fuerte mujer por lo que levantaba sus grandes antebrazos enfrente de él en forma de guardia, estos habían tapado su visión por unos momentos dándose cuenta de que aquella mujer había estirado sus dedos, sacando sus garras como una fiera, el rostro del hombre pasaba a algo de confusión hasta que sintió sus abdominales desgarrados por aquellas filosas garras, la carne quedó totalmente desgarrada y dejando una enorme mancha de sangre, poco tiempo de reacción cuando la mujer apretaba sus manos agarrando al hombre de aquella prenda en su cabeza, con el enfrente suya sus golpes comenzaban a golpear el cuerpo de aquel hombre, sus manos se movían a una velocidad anormal, solo la pequeña forma de sus manos y el color de su blanquesina piel resaltaban en el aire, aun así cuando esta dejó de golpear, la nariz, ojos, e incluso oídos del sujeto comenzaban a sangrar, aunque esto no había acabado, aún faltaban esos últimos 3 golpes.— ¡Hm!Golpeó hacia uno de los tobillos, separando la pierna derecha del hombre, otra fuerte patada justo en la canilla que hizo gritar al hombre de dolor.— ¡Hyargh!La gravedad hizo su efecto, y aquel hombre comenzó a caer aunque justo cuando estaba por tocar el suelo la pierna derecha de aquella mujer subió a toda velocidad, y así, clavando la punta de su zapato en toda la ingle del sujeto terminó por darle el último golpe que dejó al hombre totalmente inconsciente, con este en el suelo la entrenadora le tomó de su cabello levantándole del suelo, la mano derecha de la mujer se cerraba en un fuerte puñetazo y cuando estaba por darle el golpe final una piedra le golpeó la espalda, no era grande pero si lo suficiente para llevarse su atención.— ¡Agh, nghrr!Soltó al sujeto por unos momentos y se dió la vuelta con sus ojos púrpuras brillando como si de dos hermosas perlas se tratara, atrás suya se encontraba amelia, lukta y una misteriosa mujer que se encontraba bajando de una clase de ola, ola la cual dejó completamente empapado el suelo.— ¡Porfavor, maestra déjelo vivir!La maestra se quedaba viendo a amelia por unos segundos, viendo esos ojos esmeralda brillar en forma de súplica, ella bajó su cabeza un poco aunque luego de unos pocos segundos bajó su mano a toda velocidad en dirección a la cabeza de aquel hombre, amelia dejaba su mano encima de su Gatillo y disparó dándo directamente hacia una de las farolas que estaba encima suya, las chispas hicieron que cerrara sus ojos perdiendo su concentración y soltando a aquel hombre, lo único que veía fueron algunas luces hasta que su visión volvió, aunque en ese corto periodo de tiempo de ceguera amelia se encontraba enfrente suya, ya estando enfrente suya su estudiante le agarró de sus macizos brazos bajando sus cejas e implorando dijo.— ¡Porfavor!.. Porfavor, detengase, lo necesitamos..— ¡Kaytou!.. Oh dios..La albina al ver a su hermano en el suelo no tardó en salir corriendo pasando por enfrente de aquellas dos mujeres, una vez estando enfrente de su hermano dejó una de sus manos sobre el pecho de este, la gema no se encontraba ahí y eso le generaba algo de angustia, pero rápidamente llevó una de sus manos hacia el cuello de su hermano dándose cuenta de que aún tenía pulso, con la respiración agitada volteó a ver hacia atrás, lukta estaba atrás de todos y después de dar algunos pasos hacia adelante y ponerse al lado de Ayleen su mirada fue directa a esta, con una sola mirada Ayleen entendía pero.. ¿Darle la ayuda, a alguien como el?, esta frunció el ceño y bajó la mirada unos segundos.— Se salvan criminales qué irán a vivir toda su vida en la cárcel, Ayleen.. ¿Porque no darle la oportunidad? —Decía lukta dejando su mano en el hombro de Ayleen.—.. Mph.. Bien.. Iré a pedir algo de ayuda..Tras decir eso Ayleen veía que Yakta se estaba recuperando, o Almenos parecía estar haciéndolo por lo que se fue corriendo de ahí dejando a todos, la entrenadora posaba sus manos encima de las de amelia por lo que amelia alejaba sus manos de los brazos de su entrenadora, aquella mujer fuerte se dió la vuelta y comenzó a caminar hacia aquella mujer de cabello blanco hasta finalmente acabar enfrente suya, la albina se estaba levantando y al ponerse de pie se encontró de frente con la entrenadora.— Escuché que le llamaste hermano, ¿Fuiste tu quien mandó a ese idiota.. A destruir todo, y a hacerle eso a mis estudiantes?La albina al oír aquello frunció sutilmente el ceño, estaba insultando a su familiar al fin de cuentas, levantó la cabeza y le vio fijamente.— Fue una misión, además no tenía planeado que acabara así —Respondió la albina, levemente decepcionada.— Ni yo, porque planeaba acabarlo con mis propias manos..Habia una tensión entre medias de las dos, una tensión tan fuerte que podía sentir que rompía mareas enteras, aunque esta presión desapareció en el momento que la albina de la nada abrió sus ojos tanto como pudo, sus pupilas comenzaron a temblar hasta que esta bajaba la mirada dándose cuenta del nudillo de aquella mujer incrustado en su abdomen, el rostro de la albina se puso completamente pálido en segundos y poco después esta terminó cayendo al suelo de rodillas, su pecho apenas y podía moverse incluso el sudor qué corría por su cuerpo denotaba el esfuerzo de solo tomar algo de aire, la entrenadora se agachó hasta ponerse enfrente suya.— Todo acabó aquí por mi alumna, pero quiero que sepas que si vuelvo a ver a tu hermano haciendo desastres lo mataré con mis propias manos, aun si eso significa encargarme de ti en el proceso.Los ojos púrpuras de la mujer estaban clavados en aquella albina, albina quien la mano que estaba en el suelo trataba de apretarlo, sus ojos estaban siendo cegados por los ojos de la contraria, sentía un frío en su cuerpo tan grande que jamás sintió, ¿respeto, miedo? Probablemente una fusión de aquellas con una enorme dosis de dolor, la entrenadora se levantó del suelo dejando ver el rostro asombrado de todos, incluso los enfermeros qué habían llegado y ayudaban a subir a aquel hombre no tardado en irse, lukta tragaba saliva de una forma lenta controlada, Yakta fruncia el ceño levemente y bajaba sus cejas, mientras amelia, que estaba en un shock de ver a su entrenadora de esa forma comenzó a temblar levemente hasta que aquella mujer se terminó yendo.—. Eso.. Estuvo.. ¡Bárbaro! —Dijo lukta, con una nerviosa sonrisa.— ¡Lo se, sentía que me iba a morir del susto!, oh.. ¡Mi hermana! ¡¿Dónde está mi hermana!? —Preguntó amelia algo nerviosa.— Está.. En la enfermería.. Fue gracias a ella que pudimos detener a ese sujeto, Almenos.. Por algo más de tiempo —Respondió Yakta, débilmente.—.. ¿Y tú, te duele demasiado..?—Amelia se puso enfrente de Yakta.— Bastante.. Pero.. No te preocupes, tu hermana me ayudó mucho.. Si soltaba mi espada esto pudo acabar aun peor..—Yakta dijo, levantando la mirada.—.. Muchas gracias..Amelia se acercaba hacia lukta dejándole un corto beso en la mejilla de este, Yakta se quedaba en shock por unos segundos al sentir esos suaves labios contra su piel, incluso aunque quisiera decir algo sus palabras no salían, amelia se levantaba del suelo dándole la espalda a todos y se terminó yendo de ahí, tras meterse en uno de los ascensores de emergencia desapareció de la vista de todos, Yakta parpadeaba sorprendido de lo que había sucedido aunque volvió a la realidad cuando sintió las palmadas en su espalda por lukta.— ¿Te sientes mejor, Capitán? —Preguntó lukta con algo de sarcasmo.—.. Aun me duele como el infierno.. Aunque gracias a Ayleen no perderé las manos, ¿Y tú, como estás? —Yakta le volteó a ver.— Bueno, pude haber salido peor de la batalla que tuve con ella, anda.. ¡Hmgh!.. Levántate, ayúdame a llevarlos a un lugar seguro para hablar..Lukta se agachaba tomando con cuidado uno de los brazos de Yakta, pasándolo por atrás de su nuca y así levantándole usando su cuerpo como apoyo, Yakta comenzaba a caminar al lado de lukta teniendo pasos algo torpes debido a que aun se estaba recuperando, el tiempo había pasado y finalmente los ojos de la albina comenzaban a abrirse poco a poco, cuando estos se abrieron del todo veia que enfrente suya habían algunos barrotes, la albina se puso nerviosa y levantó sus manos tratando de controlar algún líquido aunque nada sucedía, al esta voltear a ver vio a su hermano en aquella misma celda por lo que esta se levantaba viendo hacia los lados.— Wow, hey relajate, no queríamos encerrarte pero tenemos que estar seguros de que no causaran más inundaciones —Dijo lukta, dando algunos pasos hasta llegar frente a la celda.— ¡Lo sabia, estabas por traicionarme.. A mi y a mi hermano, robar nuestras gemas.. Te mataré, te mataré tal como hice con!-— Oye.. Calmate, las gemas están seguras al igual que ustedes dos.. —Interrumpió lukta a la albina.— ¿Como podría confiar en ti..? —Preguntó enfadada.— Ustedes siguen vivos, ¿No es suficiente? —Respondió lukta, levantando una ceja.— Solo podría significar qué nos necesitas vivos..La voz de la chica se había quebrado sutilmente, sus manos que agarraban los barrotes perdían fuerza junto a sus emociones, lukta qué estaba afuera se alejaba de ahí por unos segundos, lo que podía escucharse de fondo eran algunos platos y cucharas, la albina se separaba de esa zona y al bajar la mirada vio que una de las rejilla se abrió viéndose la mano de lukta con un plato, plato el cual tenía una rebanada de pastel de vainilla, un cuchillo junto con un tenedor, la albina se quedaba viéndole por unos segundos y luego le vió fijamente.—.. ¿Qué?.. No.. Yo..—Ante el tacto de lukta la chica retrocedió sutilmente.— Si quisieras matarme hubieras tomado ese cuchillo pero solo viste el pastel, confío en ti.. Asi como tu deberías de confiar en nosotros —Lukta, sonrió asintiendo con la cabeza, y dejándole el pastel enfrente.— Confiar..—Susurraba la albina, dejando correr alunas pequeñas lagrimas por sus mejillas.