[Advertencia: Violencia Leve]
Las flores de ciruelo florecían en el patio, cayendo a lo largo del suelo junto a la nieve que aún no se había derretido y mezclándose con ella a primera vista. Los pétalos eran suavemente arrastrados a través del patio por el viento.
El anochecer había caído como una cortina, y en los tejados la luna se reflejaba tan fría como el agua.
Al fondo del pequeño patio, medio oculta por el ciruelo en flor, había una puerta que parecía haber estado allí durante mucho tiempo. Dentro de dicha puerta había un espacio claramente grande, siendo protegido por dos hombres bien formados con armaduras y armas. La extensión de la puerta era estrecha y pequeña y se alzaba sobre un camino empedrado que conducía a una prisión totalmente oscura.
El ambiente ahí dentro era sombrío y pesado, con el hedor de la muerte dominando, ya que el tenue olor de las flores aparentemente era cortado por la puerta, incapaz de llegar al interior en absoluto.
Más guardias armados permanecían quietos adentro; las barras de las celdas que protegían eran tan gruesas como el brazo de un hombre adulto.
Siguiendo ese oscuro y estrecho camino, más adentro de la prisión se encontraban tres grandes puertas de piedra con mecanismos dentro, cada una de ellas cuidadosamente vigilada. Detrás de esas puertas todo estaba completamente desprovisto de vida mortal, como si el largo camino que conducía hasta aquí fuese el camino hacia el mismo Inframundo, lleno de almas perjudicadas que parecían carentes de voluntad.
Desde la celda al final de la prisión, se escuchó una voz baja y masculina que dijo algo, luego le siguió un breve silencio y aparentemente un suspiro cansado.
De repente, un grito penetrante atravesó la oscuridad total de la prisión, atenuando la luz por una fracción de segundo. El grito era terriblemente desgarrador, como el de un animal moribundo, que le dio escalofríos a toda alma humana cercana.
Uno de los dos guardias que se encontraba de espaldas a la celda parecía ser carne fresca, con sus expresiones jóvenes e inexpertas. No pudo evitar temblar al escuchar el grito, pero después de mirar a su compañero, se dio cuenta de que el otro parecía sordo y seguía tan erguido como una montaña; entonces él también se recompuso y miró hacia abajo.
Sin embargo, el grito se volvió más estruendoso, la persona siguió gritando hasta que su voz se cortó y su respiración se agitó; finalmente el grito se convirtió en gemidos y sollozos, más evidencia de su miseria.
El recién llegado sintió escalofríos continuos en su cuerpo.
Fue después de la duración de un incienso que el sonido finalmente se calmó.
Pasó un corto periodo de tiempo hasta que un hombre de mediana edad fue arrastrado por dos personas que parecían medio muertas. Tenía los brazos desnudos, la cabeza a un lado, el cabello empapado en sudor, los labios mordidos, y rastros de sangre que hacían espuma en la comisura de su boca. No había lesiones visibles, excepto por los siete puntos principales de acupuntura en su estómago y pecho, que habían sido apuñalados por profundos clavos carmesíes.
Parecía un mapa horrible.
El joven guardia no pudo evitar seguir al hombre con los ojos hasta que desapareció detrás de una puerta de piedra.
En ese momento, alguien detrás de él dijo: —¿Te arrepientes de haber visto eso?
El joven se estremeció. Visiblemente asustado, se volvó para ver a un hombre con túnicas turquesas que había aparecido silenciosamente detrás de él por los cielos sabían hace cuánto tiempo. El otro guardia ya se había arrodillado, por lo que rápidamente hizo lo mismo, "Maestro".
El hombre de la túnica parecía tener poco más de veinte años, portándose con una gracia académica, aunque había rastros de enfermedad en su tez. Su rostro era agudo, sus ojos brillantes y sus pestañas eran tan gruesas que aparentaban ocultar la mitad de su rostro cuando miraba hacia abajo, lo cual era un hábito común.
Las raras veces en que el hombre levantó la vista, se podía ver un frío escalofriante en sus ojos. La adición de una elegante nariz recta y una sonrisa despectiva era un toque traicionero para su hermoso aspecto.
El hombre miró al más joven después de notar los honoríficos, sonriendo suavemente. —Debes ser nuevo.
El joven asintió. —Sí, Maestro.
Luego le dio dos palmaditas en el hombro. —Entonces debes recordar nunca llamarme así. De ahora en adelante, el título ya no es mío. Simplemente llámame "Señor Zhou" la próxima vez.
El joven levantó la vista rápidamente y luego volvió a mirarlo con respeto. —Sí, Señor Zhou.
Él asintió, agitando los brazos. —Ustedes dos pueden irse, quiero algo de espacio para mí.
Los dos guardias obedecieron y salieron uno al lado del otro. El más joven no pudo evitar mirar hacia atrás por un segundo para observar al hombre apoyado en el marco de la puerta; sus ojos miraban algo en el aire pero también nada al mismo tiempo. De alguna manera sintió que parecía desear irse a un lugar muy lejano.
Después de que se abrió la primera puerta de hierro, el viejo guardia a su lado de repente habló en voz baja: —Habiendo visto al Maestro Zhou todo amable, cordial y erudito, ¿Puedes creer que él fue quien le puso los Clavos de las Siete Acupunturas para Tres Otoños a el viejo Bi?
El más joven lo miró impresionado y el anciano de pelo blanco suspiró: —Todavía hay muchas cosas que no entiendes. Si ingresas a Tian Chuang no hay salida, intentar escapar sólo resultaría en la muerte o en la incapacidad. Para el cuarto año bajo el reinado de Rong Jia de Da Qing, tan sólo escuchar el nombre Tian Chuang hacía temblar a toda la corte de miedo.
Era una organización de asesinos y recolectores de inteligencia, leales sólo al emperador. No había información de su número o paradero, pero sin duda su poder se extendía hasta el fin de la tierra. "Tian Chuang" había sido formado por el "Emperador He Lianyi" de la "Secta Rong" cuando era el Príncipe Heredero y ahora ya estaba completamente estructurado y estrictamente regulado.
Y el primer líder de Tian Chuang era el hombre de la túnica turquesa, antiguo Lord de Si Ji: —"Maestro Zhou", Zhou Zishu.
No había secretos en Tian Chuang si se trataba de asuntos judiciales o de problemas cotidianos; por lo tanto, una de sus reglas era que si una persona aún podía hablar, no podía abandonar la organización a menos que estuviera muerta o pidiera los clavos.
El castigo de los "Clavos de las Siete Acupunturas" para "Tres Otoños" significaba que la persona sería apuñalada por clavos venenosos en los siete puntos de acupuntura más importantes de la parte interna superior del cuerpo, bloqueando sus ocho meridianos, paralizando sus habilidades de artes marciales y erradicando su capacidad para hablar o moverse; después de tres años, el veneno se extendería por completo en sus vísceras y finalmente la persona moriría.
La persona sometida pasaría su vida sin propósito durante esos tres años y la experiencia sería peor que la muerte misma.
Pero incluso entonces, todavía había algunos que voluntariamente pedían ser puestos casi en coma sólo para abandonar "Tian Chuang".
Esos tres años, para ellos, eran el mayor favor.
Después de despedir a todos, Zhou Zishu regresó a la pequeña celda, cerró la puerta con las manos detrás de la espalda y se paseó un momento, pensando profundamente. Luego se detuvo en una esquina de la habitación, sacando una pequeña caja con clavos adentro.
Esas pequeñas cosas aterradoras tenían un sombrío aroma similar a las flores de ciruelo. Zhou Zishu respiró profundamente, luego se desabrochó la túnica.
Parecía relativamente bien formado, pero una vez que se quitó la túnica, apareció un cuerpo marchito, como si algo hubiera drenado su vida por completo. En su demacrada forma había seis clavos que ya se habían colocado aparentemente hace mucho tiempo, casi convirtiéndose en uno con la carne.
Bajó la mirada hacia su cuerpo, riendo burlonamente y recogiendo un cuchillo cercano. Ligeramente apretando los dientes, hizo un trabajo rápido para cortar la piel que se aferraba a los clavos, como si no fuera su propia carne. Su pecho se empapó rápidamente de sangre, pero las clavos lucían como nuevos.
Gritó de dolor, apoyándose débilmente en la esquina de la pared y deslizándose lentamente hacia abajo, su cuerpo temblaba incontrolablemente. Sus labios estaban mortalmente pálidos y aún apretaba los dientes; de repente se convulsionó, primero con los ojos bien abiertos y luego ligeramente cerrados. Justo después, su cabeza se inclinó hacia un lado.
Pálido y cubierto de sangre, parecía un cadáver.
Una vez que amaneció, el hombre se enroscó en la esquina de la celda. Sus ojos se abrieron lentamente y trató de levantarse, pero sus débiles piernas se rindieron y cayó. Se las arregló para ponerse de pie después del segundo intento.
Sacó un paño y lo sumergió en agua para limpiar con cuidado la mayor parte de la sangre en su pecho. Se estabilizó y recogió un clavo para esconderlo en su túnica.
Respirando profundamente, abrió la puerta de la celda y salió.
Al salir de la prisión para ir hacia el patio lleno de flores y nieve, Zhou Zishu sintió un aroma relajante que penetró profundamente en él, limpiando el hedor a sangre. Permaneció un buen rato bajo el árbol de ciruelo, oliendo las flores y sonriendo inconscientemente.
Luego suspiró y habló en voz baja: —¿Hay alguien aquí?
Una persona vestida de negro surgió de la nada, con el cuerpo inclinado a la espera de sus órdenes. Zhou Zishu le entregó una ficha de comando de color opaco y dijo: —Dile al Jefe Duan que me acompañe para ver a Su Majestad.
Tomó la ficha y luego se desvaneció de la misma forma en que apareció, como si nunca hubiera existido.
El "Jefe Duan Pengju" había sido promovido por el propio Zhou Zishu después de que este último comenzó a hacerse cargo de "Tian Chuang" y operaba sólo bajo sus órdenes; Él era capaz y descaradamente ambicioso.
A veces, Zhou Zishu veía la versión más joven de sí mismo en ese hombre.
Con la suficiente rapidez, Duan Pengju lo saludó con la ficha en mano. Este último estaba confundido; ya que las personas de su organización rara vez se mostraban, con la excepción de su líder, no tenían muchas oportunidades de ver a Su Majestad.
Zhou Zishu no dijo mucho, pero le permitió tomarse un momento para desayunar. "Vámonos", dijo después, considerando que el emperador celebraría una reunión judicial anticipada.
Duan Pengju lo siguió en silencio de camino al palacio, aunque no sabía exactamente cuál era su intención.
Finalmente, ambos llegaron al palacio del emperador y como Su Majestad He Lianyi ya estaba esperando, los hizo llamar de inmediato. Después de los saludos, Zhou Zishu sacó un tubo de bambú de su manga y se lo presentó a He Lianyi.
—Su Majestad, aquí está el resultado de la última encomienda.
He Lianyi lo tomó pero no tenía prisa por mirar, más bien evaluó a Zhou Zishu frunciendo el ceño: —Últimamente te ves cada vez peor; es importante que llames al médico real después de esto. No confíes sólo en tu fuerza juvenil ni pases por alto cualquier lesión interna.
Zhou Zishu sonrió pero no asintió, simplemente le dijo: —No merezco la preocupación de Su Majestad.
Lianyi miró a Duan Pengju y preguntó después de unos segundos de sorpresa: —¿Por qué Pengju está aquí también? Ha pasado un tiempo desde la última vez que lo vi, veo que sigue con el espíritu en alto.
Duan Pengju sonrió con los ojos entrecerrados: —Es un gran honor permanecer en los pensamientos de Su Majestad.
Lianyi sintió que Zhou Zishu tenía algo más que informarle, por lo que primero atendió el asunto con el tubo de bambú, extrayendo una pequeña nota del interior.
Hojeó rápidamente con una sonrisa en su rostro, luego levantó la cabeza hacia Zhou Zishu: —Lo has hecho excelentemente. ¿Con qué quieres ser recompensado esta vez, Zishu?
Zhou Zishu se arrodilló e hizo una reverencia de repente, Duan Pengju guardó silencio ya que no sabía qué hacer.
He Lianyi frunció el ceño: —¿Qué estás haciendo?
Zhou Zishu estaba casi sin aliento, respondió suavemente: —Sólo me atrevo a pedirle un favor a Su Majestad.
He Lianyi se rió: —No hay necesidad de arrodillarse. Después de haber arriesgado tu vida y tu integridad por mí; con la excepción de esta nación, ¿Realmente crees que no te daría nada de tu deseo? Sólo ponte de pie y habla.
Zhou Zishu enderezó la espalda, aún arrodillado. Luego se quitó en silencio las capas frontales de su gruesa túnica y el olor a sangre llegó instantáneamente a las fosas nasales de los presentes.
Sus heridas recientemente cicatrizadas estaban sangrando de nuevo, posiblemente por el paseo rocoso a caballo.
—"¡Zishu!" -He Lianyi se levantó de su asiento-.
Duan Pengju estaba silenciosamente aterrorizado.
Zhou Zishu abrió su delgada palma, sobre la cual descansaba un solo clavo: —Su Majestad, yo mismo he puesto seis de ellos. El séptimo me hará incapaz de ocuparme de asuntos reales; vengo a despedirme y sólo le pido a Su Majestad que le permita a Pengju llevar a cabo mi petición.
He Lianyi estaba estupefacto, las palabras no salían. Después de un largo rato, se sentó abatido, estirándose para mirar las vigas en el techo del asedio. Luego murmuró: —Yun Xing está lejos en el noroeste, Beiyuan... Beiyuan ya no está aquí, ¿Ahora incluso tú me abandonas?
Zhou Zishu permaneció en silencio.
Después de algunos momentos de contemplación, He Lianyi suspiró y dijo: —Estoy realmente solo, ¿No es así?
Zhou Zishu continuó: —Su Majestad no debe preocuparse por Tian Chuang. Pengju me ha estado ayudando durante años, creo en su capacidad...
Duan Pengju interrumpió: —¡Mi Señor! No debe decir eso, nunca he tenido tales intenciones... Usted... no puede...
Zhou Zishu susurró: —Son los "Clavos de las Siete Acupunturas" para "Tres Otoños", eventualmente moriré después de tres años. Está hecho, no se detendrá...
Se inclinó ante He Lianyi, negándose a mirar hacia arriba: —Por favor, tenga en cuenta todos los años que he estado a servicio de Su Majestad y cumpla mi deseo.
Lianyi miró rígidamente al hombre empapado de sangre, y en ese momento nadie supo lo que este emperador estaba pensando; la cautela, las estrategias de ataque, los antiguos llamados de guerra, las luchas amargas, todos esos años... Eventualmente reclamó el trono, pero todos habían fallecido, dejándolo solo.
Nadie podía escapar de la inevitabilidad de este mundo, o abandonar el paso del tiempo.
Después de un largo rato, cerró los ojos y agitó el brazo.
Las esquinas de los labios de Zhou Zishu se curvaron en una sonrisa: —Gracias, Su Majestad.
Parecía haber experimentado la historia más divertida, con su tez enfermiza y pálida sonrosada. Con gran deleite, se volvió hacia Duan Pengju y dejó el clavo en las manos de este último, "Hazlo".
Duan Pengju dudó un momento, mordiéndose los labios. Luego levantó el objeto vagamente carmesí y lo clavó en el cuerpo de su Maestro.
Después de años de presenciarlo, sabía que este proceso causaba un gran dolor, hasta el punto en que incluso el hombre más fuerte se acobardaría y gritaría; pero Zhou Zishu sólo tembló un poco, su cuerpo se mantuvo rígido. No hubo gritos, sólo ocasionales gemidos inaudibles.
E incluso esos gemidos parecían contener alegría.
Duan Pengju pensó que su Maestro se había vuelto loco.
Zhou Zishu se quedó quieto durante mucho tiempo, luego se volvió hacia He Lianyi con la cabeza gacha y la cara blanca como el papel.
La fuerza en su cuerpo disminuyó lentamente, mientras el entumecimiento se acrecentó. Sus últimas palabras fueron: —Cuídese, Su Majestad.
Sin esperar una respuesta de He Lianyi, salió del palacio. Toda la carga a lo largo de los años ahora era ligera como una pluma. Su silueta pareció brillar por un momento y luego desapareció sin dejar rastro.