En este punto de su vida, Zhou Zishu no estaba en absoluto preocupado por nada: Después de todo, estaba familiarizado con cortejar a la muerte; así que la vulgaridad del pescador cayó en oídos sordos.
El bote navegó tranquilamente por el agua. Al otro lado del río, una joven gritó melodiosamente: —¡Vendo castañas de agua! ¿Desea alguna?
Era como si el tiempo se hubiera ralentizado con el flujo del río. Incluso si muero aquí, valdrá la pena, reflexionó Zhou Zishu.
La idea se le había cruzado antes, cuando estaba a mitad de escalar la Montaña de los Inmortales en Penglai. Pero luego recordó que no había visitado Jiangnan y toda su belleza natural; así que se había ido al sur y nuevamente había resurgido la idea en este lugar.
Una emoción desconocida surgió dentro de él. Mordió el pastel seco y duro, haciendo todo lo posible por masticar y tragar. Luego inclinó la cabeza de lado a lado en la contemplación; había terminado de viajar por Jiangnan, pero aún le faltaba ver las cinco montañas sagradas*, detenerse aquí sería una gran pena.
Debido a eso, todos sus pensamientos sobre morir en este lugar fueron abandonados.
De repente, como si se ahogara con su propia saliva, el pescador dejó de maldecir.
Se inclinó con la cabeza hacia una dirección sin rumbo, sin pestañear.
Zhou Zishu estaba intrigado, por lo que asomó la cabeza desde el interior de la cubierta del bote para seguir la mirada del anciano.
Lo vio escudriñando a dos personas que caminaban por la orilla del río: Eran el guapo hombre vestido de gris y la hermosa joven vestida de púrpura que había visto en la taberna.
El pescador podría ser viejo pero era excepcionalmente perceptivo y al mirarlo más de cerca, se podían ver sus protuberantes* sienes debajo de ese cabello rebelde; manos fuertes y gruesas ,y músculos apretados. Estaba muy claro que había más en él de lo que parecía.
La pareja a la que el viejo estaba mirando definitivamente tampoco era ordinaria, ya que lo habían puesto en guardia.
La chica bonita era vivaz, pero caminaba unos metros detrás del hombre, sin sobrepasar nunca su límite.
Una mirada fue suficiente para que Zhou Zishu supiera que esta chica era una sirvienta o una concubina; Ella tenía un poco de maldad combinada con belleza, la cual él apreciaba mucho. Pero al final ya le pertenecía a otra persona, así que dejó de pensar demasiado en eso y retiró su mirada, volviendo su atención al pastel seco y duro.
Era el jianghu después de todo; la ambigüedad era uno de sus elementos básicos.
Si la corte real era un campo de batalla entre la fama y el poder, el jianghu era un campo de batalla entre el blanco y el negro. Aunque hubía algunos no lograban entender esto y tomaban el título de héroes demasiado en serio, incluso hasta el día de su muerte.
Pero, ¿Cómo podría afectar todo esto a un hombre sin hogar incesantemente hambriento como él?
Zhou Zishu se sintió algo aburrido después de que el pescador dejó de maldecir, por lo que dijo: —Viejo, este pastel no tiene sabor. No me importa si es sal corriente o fina, al menos deberías ponerle algo.
El otro se puso furioso de nuevo: —¿Cómo puedes seguir hablando mierda con tanta comida metida en tu boca? Mierda codiciosa, te morirás de hambre en tres días, veremos si te quejas entonces...
En el momento en que abrió la boca, sus palabras se convertieron en una corriente interminable. Zhou Zishu sonrió, comiendo su pastel con más vigor y sintiéndose un poco desvergonzado.
Cruzar el río sólo costaba unas pocas monedas, pero Zhou Zishu le arrojó un pedazo de plata al pescador de todos modos. Este último no se sintió agradecido o inmerecido en absoluto, lo tomó y se alejó, como un cobrador de deudas insatisfecho.
Ya no podía esperar para patear al más joven fuera del bote en el momento en que llegaron al otro lado: —¡Piérdete, piérdete! No pierdas mi tiempo, tengo asuntos importantes que atender.
Zhou Zishu terminó tranquilamente el pastel, se estiró y bajó de la cubierta. Luego respondió mientras masticaba: —¿Tienes que reencarnarte o algo así? ¿Por qué tanta prisa?
Los ojos del pescador se abrieron tan grandes como platillos, parecía querer maldecir a toda la familia y los antepasados del mocoso; pero se tragó su furia una vez que se recordó a sí mismo algo, navegando y gruñendo en su lugar.
Era un alivio que el comportamiento del pescador fuera sólo una fachada para su negocio, si fuera de verdad entonces sería muy pobre.
Mirando fijamente el bote que navegaba alejándose de su vista, Zhou Zishu murmuró deliberadamente una considerada despedida de absoluta excelencia literaria, "Jódete".
Durante la mayor parte de su vida se había mezclado con el lado culto pero degenerado de la sociedad; todo lo que hacía era gritar "Confucio esto y Confucio aquello", nunca una palabra grosera había escapado de su boca, por lo que se sintió increíblemente encantado después de soltar esa maldición, como si años de frustraciones acumuladas se hubieran desvanecido por completo con ella.
Y para su sorprendente revelación, maldecir resultó ser algo muy agradable de hacer. Todo sonrisas, susurró una vez más: —Come mierda bastardo, obtuviste mi dinero y ni siquiera hiciste tu trabajo correctamente.
Después de reflexionar sobre sus palabras, sintió que sabían aún más dulces y eso le levantó el ánimo enormemente. Contento, caminó por la orilla del río.
Zhou Zishu viajó aquí y allá durante todo el día y llegó a las afueras de la ciudad al anochecer. Encontró un estanque y se lavó a fondo, porque incluso él mismo no podía soportar más el olor, al menos debía parecerse a un humano.
Pensó en encontrar un lugar para pasar la noche; y después de unos cientos de metros de camino, encontró un santuario abandonado en ruinas. Hizo una cama de heno y se durmió a los pies de la estatua de Buda.
En la oscuridad de la noche, se sentía desprovisto de preocupaciones y podría haber dormido sin soñar hasta la mañana, de no haber sido por los pasos y ruidos humanos cercanos.
Tres siluetas aparecieron por la puerta del santuario con un aparente olor a sangre, lo que provocó que Zhou Zishu abriera los ojos y frunciera el ceño.
El herido llevaba un sombrero, siendo apoyado por un niño que tenía algo de gongfu básico, pero cuya energía aún era inestable. Como un toro enfermo, le faltaba el aliento y ayudaba al herido con un esfuerzo extenuante.
La última persona era una anciana vestida como una sirvienta, tambaleándose detrás de ellos con una bolsa en la espalda.
El joven entró por la puerta, examinando el santuario con cautela como un animal herido. No se dio cuenta de Zhou Zishu, ya que este último estaba oculto en la sombra de la estatua y su respiración era muy ligera.
Volviéndose hacia el hombre con el sombrero, el niño dijo en voz baja: —Li-shushu* escondámonos aquí por un momento, tu herida...
No pudo terminar su oración, ya que la persona con la que estaba hablando luchó por salir de su ayuda, haciendo todo lo posible por ponerse de pie. Luego hizo un ademán en dirección a Zhou Zishu: —Ah... Este hombre...
Se detuvo después de levantar la cabeza. Zhou Zishu también podía verlo claramente: esta persona era el pescador que conoció antes. En su espalda había una herida de espada que empapaba todo su cuerpo en carmesí.
El más joven se enderezó: —¡Eres tú!
El pescador se rió amargamente: —Maldita sea, por supuesto que es el mocoso mendigo...
Tropezó hacia adelante antes de que pudiera terminar y el niño corrió apresuradamente a apoyarlo en sus brazos; sin embargo, como este último no tenía fuerzas, ambos cayeron al suelo, con el niño sollozando: —Li-shushu...
El pescador tuvo un espasmo repentino. Zhou Zishu no pudo evitar acercarse para examinar la lesión y notó un extraño color púrpura mezclado con el enrojecimiento normal de la sangre, cuyo efecto se reflejaba en sus labios pálidos. Él frunció el ceño.
El anciano hizo todo lo posible por sonreír y habló en voz baja: —No es como si estuvieras cagando sobre tus antepasados, muchacho, ¿Puedes detener ya las lágrimas? Ni siquiera estoy muerto todavía...
La mujer también se estaba secando las lágrimas: —Viejo Li, ¿Qué haría nuestro joven Maestro si algo te sucediera?
Él la miró e inhalando con gran dificultad le dijo al niño, temblando: —Yo... sólo soy alguien sin futuro... pero estaba en deuda con tu padre desde hace mucho tiempo. Aparte de mi propia vida, no tengo nada más con lo que pagar esa deuda. Tosió y volvió a tener espasmos justo después: —Muchacho, recuerda esto con cuidado...
No pudo decirle qué recordar, ya que se escucharon pasos más urgentes fuera del santuario.
Entró un hombre vestido de negro; ni siquiera se había molestado en cubrirse la cara, en la cual había una cicatriz de espada. Al ver a los tres arrinconados como ratas, su boca se torció: —Lo hiciste bien, logrando escapar tan lejos.
El chico se mordió los labios. Sacó la espada atada a su cadera y se arrojó al hombre de negro: —¡Te voy a matar!
Fue terriblemente desafortunado que su asombroso impulso no estuviera respaldado con suficientes habilidades; sin importa cuán prometedor se viera, su ejecución fue torpe y mostró su inexperiencia.
Fue desarmado con un movimiento de mano antes de que pudiera dar un solo golpe y después fue derribado a unos metros de distancia tras recibir un golpe en el estómago.
El chico se levantó después de eso, con la cara cubierta de mugre. Sin miedo, gritó y volvió a arremeter con las manos vacías.
El pescador también quería ponerse de pie, pero estaba tan gravemente herido que cayó de inmediato.
El enemigo sonrió con frialdad: —Mira a este conejo tratando de morder.
Esquivó el ataque, torciendo los dedos con la intención de arañar el centro de la espalda del joven adolescente. Bajo la luz de la luna, esos dedos no parecían estar hechos de carne y sangre humana, brillaban con un tenue color azul, listos para dar el golpe mortal.
Inicialmente, Zhou Zishu se abstuvo de meter la nariz en esto, pero había tenido la fortuna de compartir el bote con este percador; y el chico era demasiado joven como para encontrarse con la muerte a su edad. Tomó una pequeña piedra en la palma de su mano, pero antes de que pudiera disparar, de repente se escuchó un silbido. El hombre de negro se estremeció y se arrojó al suelo llano, haciendo que el niño tropezara en el aire, ya que no atrapó nada.
Justo donde el hombre de negro había estado parado unos momentos antes, se encontraba un arma oculta* en forma de loto.
Escucharon una delicada voz femenina: —¿Qué clase de persona intimida a los ancianos y a los niños tan tarde en la noche y en medio de la nada? Qué obstinado.
Zhou Zishu se sobresaltó ya que esta voz era bastante familiar. Entonces regresó a su cama improvisada para observar en silencio cómo se desarrollaban las cosas.
El hombre de ropa negra se crispó, su mirada titubeó y su rostro se congeló, luciendo un poco divertido a pesar de la crueldad. Él habló enojado:
—¡Muéstrate, puta!
La joven apareció por la puerta, sonriendo. Zhou Zishu la reconoció como la chica de púrpura que lo había amenazado con envenenarlo antes. Se preguntó en qué situación se había metido el día de hoy, al ver que la mitad de la gente reunida aquí eran personas con quien se había encontrado de antemano.
El Maestro de la chica no se encontraba en ninguna parte; ella inclinó la cabeza, apoyándose en la puerta con una expresión inocente y un dedo rascando ligeramente su rostro: —Viejo bastardo desvergonzado, ¿Cómo te atreves a venir aquí para atacar a ancianos y niños, sin perdonar a nadie que esté al borde de la muerte?
Al ser llamado "Alguien que está al borde de la muerte", el pescador que había estado maldiciendo vigorosamente unas horas antes, colapsó en silencio.
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(Montañas Sagradas) Se refiere a las tres montañas famosas: Huangshan, Lushan y Yandangshan; y las Cinco Montañas Sagradas: Gran Montaña del Este Taishan, Gran Montaña del Oeste Huashan, Gran Montaña del Sur Hengshan (en Hunan), Gran Montaña del Norte Hengshan (en Shanxi) y Gran Montaña Central Songshan.
(Protuberantes) Alguna vez se creyó que los hombres con sienes sobresalientes eran más cuidadosos, perceptivos y capaces en las finanzas.
(Shūshu) Honorífico de respeto que se utiliza en medios rurales para dirigirse a hombres más grandes.
(Armas Ocultas) Armas ocultas de alguna manera (a menudo ocultas en la ropa del propietario). Su efectividad depende en gran medida del elemento sorpresa.