meses después...
Melia.
—Debes de dejar de preocuparte tanto, Mel...
—¿Y como?.— Pregunté impaciente.
Estos últimos días han sido un calvario, el tratamiento de mi madre cada vez es más costoso y ya ni siquiera se de donde sacar dinero. A pesar de que Liam se ha encargado de la mayoría de los gastos, y que Helen también me ayuda con algunos ya no puedo mantener esto más.
—Creo que es momento de que cierres la florería.— Murmuró Helen.
Es algo que me he planteado hace mucho, si, quisiera poder seguir manteniendo la florería de mi madre pero ni siquiera genera lo suficiente como para pagar a los proveedores y la cuota mensual del establecimiento. Pero ¿como? ¿como haría esto sin romper el corazón de mi madre? ella ama con locura su florería, su lugar seguro, ¿como podría yo quitarle el único lugar en el que mi madre se siente libre de ser ella misma?.
—No, no...
—Mel, tienes que...— La interrumpo.
—¡No! No puedo y no lo haré. Ya está decidido.— No lo haría, no podría hacerle eso a mi madre...
—Entonces es momento de buscar un nuevo empleo. Yo podría ayudarte con la florería y podríamos hablar con Liam...
—Supongo que eso podríamos hablarlo.— Murmuré mientras íbamos caminando por los pasillos del hospital, que a pesar de ser ya casi de noche, aún seguía repleto de gente.
Cabizbaja y con ganas de desaparecer de este mundo iba sumida en mis pensamientos, choqué accidentalmente con un hombre bastante más alto que yo, me disculpé y segui adelante. Entré al cuarto donde se encontraba mi madre, el cuarto que compartía con otra persona, y alado de mi madre estaba Liam quien agradezco al cielo que sea tan buen amigo y siempre me apoye.
Nos quedamos unos minutos hablando, mi madre se encontraba dormida, casi todo el tiempo la mantenian asi, ha empeorado y sus dolores también. Minutos más tarde entran unos doctores a hacer el último recorrido del día, conocía bien sus rostros y sus nombres, eran muy amables y cariñosos con mi madre, la trataban como una niña chiquita, le tenían bastante paciencia lo cual les agradecía infinitamente.
Más de una ocasión les he traido regalos como postres o alguna comida en agradecimiento, se que no es mucho a comparación de lo que ellos hacen por mi madre, pero ellos me lo aceptan felices, he forjado una muy buena relación con varios médicos aqui, diria que son mis amigos.
Fui a la cafetería un rato, necesitaba un buen café para poder mantenerme despierta y seguir con mi turno esta noche en el bar, Liam fue a su casa ya que pasó casi todo el día de hoy con mi madre y Helem fue a comprar la cena ya que ella era quien se quedaría hoy de guardia mientras yo trabajaba.
La verdad no se que sería de mí sin ellos 2.
—Melia.— Me interrumpió Jorge, uno de los médicos de mi madre.
—Te estaba buscando.— Dijo mientras se sentaba en la mesa donde yo me encontraba bebiendo mi café.
—Hola Jorge.— Lo saludé con pereza, estaba realmente muerta de sueño y sin ánimos de nada.
—Escúchame.— Me extendió sus manos y agarró las mías, Jorge era con quien más me había encariñado, un hombre de treinta y dos años, está casado con una mujer tres años mayor que él y tiene 2 preciosos hijos. Jorge es una de las personas más amables y carismáticas que he conocido. –Te he conseguido un trabajo.— Dijo con felicidad.
—¿Jum?.— Me ha tomado por sorpresa. —¿Un trabajo?.— Pregunté con un poco más de animo. Tenía trabajo, la florería de mi madre y por las noches trabajaba en un bar, ya le había comentado a Jorge la situación, pero nunca le había dicho que quería cambiar de trabajo.
—¡Sí!.— Exclamó felizmente. —Uno muy bien pagado y que te va a dejar más tiempo para poder hacer otras cosas, atender a tu madre, volver a la universidad...— Me explicó de que trataba el trabajo.
Un amigo suyo que trabaja en una empresa muy grande necesitaba una ¿secretaria? la verdad no entendí muy bien, una persona de confianza. La paga era realmente buena, dos veces más de lo que ganaba en dos meses trabajando en el bar junto con propinas. Era una excelente oportunidad que no podía desaprovechar.