El punto de vista de Kit
Sera encajaba perfectamente en el pliegue de mi brazo, con la nariz pegada a mi clavícula. Sus estrechos brazos me rodeaban el cuello y me sujetaban con fuerza, como si en cualquier momento me fuera a arrebatar todo aquello.
Yo sentía lo mismo.
Su aliento resoplaba contra mi cuello, su corazón bombeaba sin cesar. Me olía por todas partes y lo único que me haría sentir aún mejor sería poder volver a oler esa agua dulce entrelazada con mi aroma.
Peinando sus cabellos con mis dedos, la tormenta parecía un recuerdo lejano. La lluvia relampagueaba contra mi techo. Pronto tendría que llevarla a casa. De vuelta a casa de Rosie, fuera de mis brazos. Era difícil siquiera pensarlo. No quería dejarla ir.
No cuando aún podía saborearla en mis labios.
Recuerda cómo se estremeció y se rindió a mí.