El punto de vista de Kit
No crucé la frontera para desafiar a Will porque Sera me pidió que no lo hiciera. Ésa era la única razón. Sus manos menudas me hacían un agujero en el pecho y sus ojos azules ardientes me imponían su autoridad. Me había acostumbrado tanto a las tendencias recatadas y tímidas de Sera que había olvidado lo fogosa que podía ser debajo de todo eso.
Especialmente ahora que no estaba hablando del elefante en la habitación. Cerraba los ojos y tensaba la mandíbula, pensando bien lo que iba a decir, y luego utilizaba esas palabras con convicción.
Podía ser audaz, lo vi entonces.
Y a mi lobo le encantó. Su tacto sofocó la rabia, sofocándola casi al instante como si apagara el oxígeno de un incendio. Yo estaba bajo la superficie, doblegado a los caprichos de la bestia, pero ella lo domó sin mucho más que un toque.
Me dejó sin aliento.