Punto de vista de Seraphina
Kit me miraba con la mandíbula perdida, ruborizado, con gotas de sudor en su grueso cuello. Parecía tan desesperado como yo. Su sabor se me pegó a la lengua, espeso en la garganta. Embriagador y masculino.
Parecía completamente agotado por el orgasmo, con las pupilas dilatadas por el éxtasis, ligeramente entrecerradas y hambrientas. Todos sus ruidos me incitaron, aumentando mi propio placer hasta que tuve que apretar los muslos para sofocar parte de aquel calor.
Nunca pensé que querría ponerme de rodillas delante de un hombre y dejar que me menease, pero no era eso. En lugar de eso, tenía a este hombre macizo de hombros anchos doblándose y retorciéndose para mí.
No me estaba controlando.
No tenía poder sobre mí.
Fue todo lo contrario.