06 de Octubre de 2021
Día 75
Nuestras capacidades físicas tienen ciertos límites para evitar que nos hagamos daño a nosotros mismos… y debería tenerles más respeto a dichos límites de ahora en adelante.
Moverse a tanta velocidad puso una presión sobrehumana en mis articulaciones y ligamentos a tal grado de impedirme moverme al día siguiente, sin contar que otra de las secuelas probablemente fue disminuir mis niveles de azúcar o de hierro… o quizá ambos, es difícil estar seguro sin verdaderos análisis, pero es la única explicación que encontré a la jaqueca y debilidad que me aquejaron por varios días.
Nicolás tampoco está en su mejor condición, usar los núcleos como potenciadores de la cristalización es conveniente… pero usar una cantidad tan grande en un periodo tan corto tal y como hizo lo dejo muy debilitado.
Con ambos en un estado tan deplorable, no tuvimos de otra más que buscar un lugar seguro para recuperarnos antes de intentar regresar al refugio.
—¿Cómo se siente hoy? —su pálido rostro ya me responde la pregunta.
—Mejor… —su voz es áspera, por lo que le ofrezco un poco de agua que conseguí en la mañana—, lo suficiente para retomar nuestro camino.
—Sobre eso, quizá deberíamos tomarnos un par de días más, aún tenemos comida… suficiente.
—Aun no llego a la edad de la senilidad, se exactamente cuanta nos queda.
—Ninguno de los dos nos hemos recuperado por completo, será mejor que…
—Para mañana estaré lo suficientemente bien como para regresar al refugio, en realidad, un poco de ejercicio me ayudaría —dice con una sonrisa—, además, tú ya estas al 90%, incluso hasta fuiste a recolectar el combustible que necesitábamos. Juventud divino tesoro, para mañana estarás en perfectas condiciones.
—No tiene idea lo mucho que me costo —respondo con un suspiro de cansancio—. Sobreestima el estado en que estoy.
—¿En serio? ¿Cómo te sientes? ¿Has tenido síntomas de infección de hielo? —su expresión se torna rápidamente a una de angustia.
—No, no, no… eso ya está descartado —respondo rápido en un intento de tranquilizarlo—, solo siento el cuerpo un tanto adolorido y aun no me termino de acostumbrar a… esto…
En cuanto ve los torpes movimientos de la prótesis en mi mano derecha, la angustia que reflejaba es sustituida por aflicción.
No soy capaz de sentir enojo o tristeza por haber perdido tres dedos, era la única solución y al menos obtuve una habilidad:
◆Habilidad Aprendida◆
◆Petro Prótesis — Puedes crear y controlar prótesis de piedra como si fueran una extensión de ti◆
Es una habilidad útil, pero que espero no volver a necesitar, me exige mucha concentración y solo logro moverlos de manera rígida, aunque supuestamente con el tiempo me iré acostumbrando hasta el punto en que será como respirar, aun asi, quisiera mantener mis demás extremidades de carne y hueso.
Nicolás se siente culpable, pero en realidad no entiendo el porqué, no fue algo traumático o algo por el estilo… bueno, solo si dejamos de lado la brutal amputación sin anestesia seguida de la insufrible cristalización forzada para detener el sangrado…
Lo que a mí me angustia de verdad, es que ahora no tenemos idea de cómo purificar la cristalización causada por bielementales o cristalizados de hielo, dejándonos con la amputación como única alternativa… algo no muy tranquilizador dado que tarde o temprano tendremos que adentrarnos a la zona helada.
08 de Octubre de 2021
Día 77
Dicen que el viaje de regreso siempre se siente más corto… puras patrañas. Con Nicolás incapaz de ir a un paso veloz y sumado a que avanzamos con extremo cuidado para evitar cualquier tipo de enfrentamiento innecesario, ha dado como resultado un viaje lento y estresante.
09 de Octubre de 2021
Día 78
—Nicolás, un momento… ¿Escucha eso?
—No… ¿De qué hablas? —me pregunta tras unos segundos en silencio.
—Una especie de… pitido —respondo sin saber cómo describirlo—, se escucha muy lejos… o muy débil.
—¿Como una alarma?
—Quizá, aunque no ninguna que reconozca.
—Entiendo… —responde mordiéndose el labio—, hay que apresurarnos, no estamos lejos del refugio.
Aceleramos el paso lo más que podemos y el extraño sonido empieza a hacerse más claro hasta el punto que Nicolás empieza a escucharlo. Para cuando tenemos el refugio a la vista el origen del ruido es, por desgracia, evidente.
—Mierda… —maldigo con frustración, algo cada vez mas usual.
—En efecto… mierda.
La alarma débil y distorsionada del edificio contiguo al sótano resuena en el lugar. El mal estado del equipo y/o las baterías deben ser los responsables del decadente sonido, mientras que las leves, pero muy visibles, grietas en las estructuras de los alrededores explican que la activo en primer lugar.
—La entrada está rodeada… ¿Qué haremos…? —pregunto desesperanzado ante los quince… veinte… treinta… casi cuarenta cristalizados atraídos por el ruido.
—Esta más que claro —responde moldeando un par de cañones ballestas en sus brazos.
—¿Cuál es el plan?
—No hay plan
—¿Qué?
—Estoy muy cansado… —dice irritado—, iremos de cabeza, derribamos a todo lo que se nos ponga en frente y una vez detrás de los muros estaremos seguros. Desde esa posición los acabaremos uno por uno.
—Es un plan muy… —estoy demasiado cansado como para considerar los riesgos—. ¿Hay suficientes cristales por posibles rasguños y mordidas?
—Si.
—Entonces hagámoslo.
Pese a que dijo "de cabeza", hemos llegado a un punto en el que nuestra coordinación es suficiente para acabar con varios de ellos en un par de minutos, los necesarios para cruzar el foso y la muralla que rodea el sótano. Con una posición más ventajosa acabar con ellos se convierte en una tarea fácil… tediosa y extenuante… pero fácil.
—Ese fue el último —exhala Nicolás apretándose sus sienes claramente cansado.
—La alarma también se detuvo… ya deberíamos estar seguros… —respondo tendido en el suelo.
—Entonces busquemos algo de comer… estoy famélico.
—No podría estar más de acuerdo… —me levanto dispuesto a seguirle el paso… pero una inusual y siniestra corriente de aire proveniente del estacionamiento me causa un repentino escalofrió.
—¿No vienes? —me pregunta extrañado al verme paralizado.
—¿Sera prudente irnos a comer sin despejar los alrededores por completo?
—Aun si queda algún errante estamos seguros tras los muros, además, no creo que ningún cristalizado se enoje si lo hacemos esperar un poco —su propia broma le hace suficiente gracia como para reírse mientras baja las escaleras.
Mi estomago rugiendo disipa mis dudas por lo que me resigno a seguirlo al sótano… hasta que un antinatural silbido llega a mis tímpanos.
—¿¡Escucho eso!? —exclamo justo en la entrada de las escaleras.
—¿Escuchar qué? —vocifera desde el interior.
—¡Un silbido muy extraño! Como de un pájaro… pero diferente.
—Debiste haber escuchado mal —me contesta asomándose desde abajo—, ningún ave se acerca a esta zona.
—Pero lo escuche fuerte y claro…
—Quizá fue el viento… —contesta obstinado en no darle importancia—. Marco, ambos estamos cansados, no subestimes como tus sentidos te pueden engañar tras tantos días de estrés continuo.
—¡Iré a revisar! —le grito haciendo caso omiso a lo que me dijo—. ¡Se que escuche algo… o alguien!
—¡Espera! ¿¡Que!? ¿¡Alguien!? ¡No vayas solo! —replica.
Entre más me acerco más siento que es posible que me esté imaginando cosas… porque aunque suene muy estúpido, ese sonido se escuchaba como un llamado, algo improbable, pero y si… ¿Y si son Rubén y Santiago?
Al llegar a la base del edificio que funciona como estacionamiento un extraño pero familiar ruido me pone los pelos de punta: Piedras frotándose y golpeándose las unas con las otras, el habitual ruido que hace un cristalizado al moverse, pero un poco… diferente.
Respondo en automático moldeando el cañón ballesta en mi brazo en cuestión de segundos. Me intento convencer de que el eco del estacionamiento hace que un simple cristalizado haga un sonido tan intenso, me repito eso… hasta que veo esa cosa frente a mí.
La gigantesca espalda de un cristalizado capaz de alcanzar el techo con su cabeza se encuentra a escasos metros. Aunque nunca haya visto uno antes, no necesito confirmación de nadie, con solo ver que esta encorvado dentro de un estacionamiento de más de tres metros de altura me queda claro que estoy ante un coloso.
Es tan inmenso que raspa el techo con cada movimiento, en especial al girarse… en mi dirección. Me quedo paralizado por el miedo, esperando estúpidamente que no me note si no muevo ningún musculo, algo que como es de esperar no funciona.
Su profundo y grave gruñido retumba en toda mi cuerpo haciéndome reaccionar. Me doy la media vuelta sin saber que hacer contra esa cosa, solo sé que pelear no es una opción. Sus pisadas resuenan por todo el estacionamiento acompañadas del sonido del techo resquebrajándose, la perfecta combinación para hacerme olvidar el hambre y el cansancio.
De la nada el silencio se cierne, no puedo evitar mirar sobre mi hombro con la esperanza de que se haya distraído, pero mi campo de visión es obstruido por una camioneta… en el aire… a toda velocidad… casi sobre mi…
Salto a un costado y giro en el suelo justo a tiempo para ver la camioneta que denominamos "de repuesto" estrellarse contra el suelo, rodando y destrozándose hasta salir del estacionamiento. Mi mirada pasa directamente hacia el coloso, es lo suficientemente fuerte para lanzar un automóvil como si fuera un juguete… ahora está claro, pelear esta completamente fuera de discusión.
Me levanto y observo mis alrededores con pánico buscando hacia donde huir antes de que me arroje la otra…
Oh mierda…
Mis piernas tiemblan, mi corazón late a toda velocidad aterrorizado y mi sentido común me grita que empiece a correr… no obstante, levanto el cañón ballesta en contra del coloso ignorando todo instinto de supervivencia.
—¡Por aquí adefesio! —pongo todo mi espíritu en mi voz para evitar que esta flaquee por el miedo.
La estaca se clava en su cráneo pero esa cosa solo reacciona como si se tratara de la picadura de un mosquito. Me responde con un gruñido a la vez que estira su mano hacia la otra camioneta, no obstante, un segundo disparo a su cara lo detiene.
Evitar que destruya nuestra única vía de escape es una prioridad, no puedo permitir que haga pedazos el fruto de meses de esfuerzo de la profesora Cruz y Nicolás.
Mis piernas se mueven por su cuenta, pero no para huir, si no para acortar la distancia entre los dos. Si estoy cerca de él, desistirá de lanzarme cosas… en su lugar probablemente intente aplastarme con sus enormes manos.
Moldeo la lanza más gruesa y densa que me es posible para apuñalarlo en la rodilla… haciendo polvo mi arma a costa de un misero rasguño. Intenta darme un puñetazo, pero sus movimientos son bastante lentos y predecibles, por lo que esquivarlo no me supone un gran esfuerzo, por otro lado, el ver como la columna en que su puño aterriza se convierte en polvo me hela la sangre, un error de principiante que le da la apertura para darme una patada frontal.
Sus piernas son desproporcionadamente cortas, aun asi, a tan poca distancia, es capaz de hacerme caer varios metros hacia atrás y romper la poca defensa de piedra con la que logre cubrirme en el último momento.
Me pongo de pie anteponiéndome al aturdimiento. El piso temblando me hace voltear hacia el coloso solo para verlo haciendo su mejor intento de correr hacia mí en un espacio tan reducido. Al menos parece haberse olvidado de la camioneta… ahora mi prioridad quizá deba ser no ser aplastado por esa mole.
—¿¡Donde esta…!? —me encuentro con Nicolás justo afuera del estacionamiento, recubierto en piedra y listo para pelear, pero en cuanto ve el tamaño del coloso a mis espaldas su rostro palidece y empieza a correr a mi lado.
—¡Eso no servirá! —exclamo con la respiración agitada al verlo preparar el cañón ballesta—, solo lo hará enojar más.
—¡Por eso traigo un plan B! —dice mientras toma la escopeta que cuelga de su espalda—. ¿La camioneta sigue en una pieza?
—¡Si!
—¡Bien, sácala de ahí! —me da las llaves directo de su bolsillo a la par que carga la escopeta—, si queremos una oportunidad de sobrevivir debemos llevar la pelea a donde tengamos ventaja.
—El estacionamiento…
—¡Exacto!—responde mientras cambia de dirección y dispara el cañón ballesta hacia el coloso para ganarse su atención — ¡Yo me encargo de esta cosa!
Doy media vuelta y corro sin perder el ritmo hasta llegar a mi objetivo, donde no pierdo el tiempo y conduzco la camioneta hacia el exterior, desde donde logro divisar a Nicolás disparando al cristalizado mientras mantiene su distancia y lo acerca a la entrada del estacionamiento, aunque no tarda en empezar a verse arrinconado por la abrumadora resistencia de esa cosa.
Me estaciono a una distancia prudente para después saltar del interior y exigirle un 110% a mis músculos. Mis piernas arden, hoy ha sido un día demasiado pesado… pero ya falta poco… un esfuerzo más. Activo tanto la habilidad de Instintos de Guerrero como Pensamiento Lateral, lo más importante ahora es una estrategia.
Me acerco a ambos sin ser percibido por el coloso, lo que me da la perfecta oportunidad de activar Trepa Muros justo al estar detrás suyo y escalar su espalda en una ágil maniobra.
—¡La escopeta! —le ordeno a Nicolás.
No duda ni un segundo en darme la única arma con suficiente poder de fuego como para mantener a raya al monstruo que tiene enfrente.
Trepado en su espalda, a la altura de su cuello, apunto a su nuca y jalo el gatillo a quemarropa. El retroceso es más intenso de lo que esperaba, suficiente para hacerme caer al suelo… pero logrando reducir la mitad de su cráneo a escombros.
—¡Bien hecho! ¡Ahora levántate! —grita jalándome del brazo—, ¡Eso solo nos dará un poco de tiempo! ¡Es nuestra oportunidad de huir!
—¿¡Que!? —lo cuestiono confundido soltándome de su agarre—, no podemos huir, ¡Estando los dos juntos podemos hacer algo!
—¡Volveremos después, no podemos contra eso ahora! Es un coloso de cuádruple núcleo, no tenemos la fuerza para…
—¡El irnos no solucionara nada! Podría perseguirnos, o peor, quedarse rondando por aquí por semanas.
—¡Ese es el punto! Ganar tiempo para pensar en un plan —replica desesperado.
Nuestra discusión es interrumpida por un torpe manotazo que aterriza en el suelo levantando una nube de polvo. Con solo media cabeza, el coloso es capaz de moverse y sigue empeñado en acabar con nosotros. Es increíble que sea capaz de moverse con todo el daño que…
—¡Eso es! —exclamo al ver como el puño con el que destruyó aquella columna tiene grietas—, ¡Su resistencia es incalculable, pero su velocidad de regeneración es mínima! No se ha recuperado ni del primer disparo que le di con el cañón ballesta.
—¡Eso no será suficiente! —me replica a la vez que me toma a la fuerza del brazo para alejarnos.
—¡Solo necesitamos que acumule suficiente daño!
—¡Del dicho al hecho hay mucho trecho! Lastimarlo sigue siendo una tarea titánica.
—No es necesario que nosotros lo hagamos —me detengo y señalo su brazo en decadencia tras golpear el suelo a su alrededor repetidas veces—. Necesito que cree un cañón de embolo igual o más fuerte que el que uso contra aquel esquelético en el pasado.
—Pero…
—Al mismo tiempo necesito que me dé indicaciones de que columnas son prescindibles.
—¿Qué? Ninguna columna es… A ver, primero que nada, ¿Cuál es tu plan?
—Hacerlo estrellarse contra las columnas de concreto y para luego darle el golpe de gracia.
—Eso es…
—¿Cree que podamos dar con un mejor plan si retrocedemos sin comida ni recursos?
—¡Carajo ahí viene! —responde empezando a moldear piedra en su brazo—, ¡Esta bien! ¡Seguiremos tu plan! ¡Pero dame un poco de tiempo!
Disparo al pecho del coloso con el cañón ballesta para que no vaya a por Nicolás. Me gano su atención y no batallo mucho es hacerlo dar vueltas mientras me persigue, tenemos la ventaja que al contrario del bielemental… este es muy estúpido.
—¡A tus 15:00! —me grita tras un par de minutos.
Ubico la columna al instante y corro hacia ella solo para saltar a un costado en el último segundo, el coloso parece confundirse con mi finta pero antes de que pueda reaccionar se estrella de cabeza.
Los escombros se esparcen por doquier, la mayoría de lo que antes era una columna, pero entre ellos hay un par que sin duda son del cristalizado.
¡Funciona!
Antes de que pueda terminar de levantarse me acerco lo justo y necesario para disparar la escopeta directo a su pecho, resquebrajando una buena parte de este con los perdigones.
—20 metros a tus 17:00 —me indica Nicolás mientras el cañón de embolo más grande que había visto empieza a tomar forma en su brazo.
Repetimos lo mismo un par de veces, pero tal y como me intentó advertir, no hay tal cosa como columnas prescindibles. Las grietas en el techo se hacen cada vez más pronunciadas y no ayuda que el coloso crea muchas más al no caber en el lugar.
—¡No! ¡No! ¡Esa no! —tras varios minutos dudando, Nicolás me había señalado una columna, solo para retractarse a último momento—, ¡Ya no hay manera! ¡La integridad del lugar está al límite!
—¿¡Que!? —refuto al ver que el daño que le hemos hecho aun no es suficiente.
—¡Tráelo hacia mí! ¡Es ahora o nunca!
Con el cañón de embolo aparentemente listo me dirijo hacia él, ignorando como los músculos en mis piernas queman. Con el último cartucho que resta en la escopeta doy un disparo certero en el pecho del coloso, creando la apertura perfecta.
Nicolás salta hacia el cristalizado y en una épica escena de película da el golpe decisivo. El embolo sale disparado y su golpe retumba por el eco, las múltiples heridas que logre hacer con la escopeta se convierten en una única y enorme grieta por la cual un familiar brillo morado se hace presente. Sin embargo… lo que termina hecho polvo es el cañón.
—Oh no… —murmulla Nicolás momentos antes de recibir un manotazo que lo manda a volar como un muñeco de trapo.
Mierda.
Activo Tiempo Bala. Enfoco toda mi concentración y energía en crear un escudo frente a mí, el más denso y complejo posible para poder absorber el…
La principal ventaja de una habilidad como Tiempo Bala es aumentar tu velocidad de procesar las cosas y con ello mejorar tu tiempo de reacción… en contraposición, la mayor desventaja fuera de las terribles secuelas, es que te permite sentir todo a mucho detalle… absolutamente todo, como la sensación de recibir un golpe tan fuerte que rompe los huesos de tus brazos como si fueran de cristal. Percibir esa sensación en cámara lenta es multiplicar el sufrimiento unas cuantas veces.
Para cuando desactivo la habilidad, el dolor ya me tiene al borde de perder la consciencia… aunque de eso ultimo se encarga el golpe contra al parabrisas en el que me estrello.
—Tu capacidad de aferrarte a la vida es alucinante, muchos han muerto por menos —exclama esa irritante voz en medio de la oscuridad.
Abro los ojos de golpe, solo para encontrármelo a pocos centímetros de mi cara.
—¿¡Que paso!? ¿¿¡¡Porque estoy…!!??
—Tranquis, aquí estas seguro… por ahora.
—¡No! ¡Devuélveme al mundo real! ¡No puedo dejar a Nicolás solo!
—Shhh, no necesitas gritar —responde con su irritante relajación.
—¡Déjate de estupideces y hazme regresar!
—Que malos modales Marcos, ni siquiera me preguntas el porque te llame… uno que está dispuesto a ayudarte de buena fe y lo tratas así —replica Adler mientras se sienta de piernas cruzadas en un banco y posa el dorso de su mano en su frente victimizándose.
—¿¡Qué diablos quieres!?
—¿Qué manera de hablarme es esa? ¿Así como esperas que te ayude?
—¡Escúchame! ¡No estoy de modo para tus juegos! —le grito mientras lo tomo del cuello de su camisa.
—Tranquis Marcos, seré breve —se desvanece de entre mis manos y reaparece a mis espaldas—. Como note que estas en una situación… "complicada", te vengo a ofrecer mi ayuda en manera de un favor divino.
—Si es otro de tus juegos…
—Yo, Adler, te ofrezco mi favor divino, elige: ¿Deseas fuerza y energía? La suficiente para continuar tu batalla con el petrocristalizado —me interrumpe con su pregunta mientras extiende su mano derecha hacia mí— ¿O deseas conocimiento? La manera definitiva de acabar con la amenaza a la que te enfrentas —continua mientras extiende su mano izquierda de la misma manera.
—Dime como acabo con esa cosa —respondo al instante para terminar con esto rápido, sin esperanzas de que realmente me diga algo de utilidad.
—Como desees, Marcos —responde en una voz seria y en calma—. Para acabar con ese ser que tu denominas "coloso" y que amenaza tu vida asi como la del otro ser humano, llamado Nicolás Sapiens, hay una y solo una manera en que podrás hacerlo: todo yace en su mayor debilidad, si logras usarlo en su contra en tu enfrentamiento haciendo uso de las herramienta a tu alcance, podrás acabar con su existencia de manera definitiva y de una vez por todas, le darás un fin, si y solo si, sigues mis indicaciones tal y como te las dicte, porque un ser como ese solo puede ser eliminado de muy pocas maneras, siendo la más efectiva en esta especifica situación, la que te diré a continuación, porque es la forma en que ustedes, dos humanos, tienen mayor oportunidad de tener éxito, ya que está al alcance de sus capacidades y que por lo tanto presenta las mayores probabilidades de éxito, por lo que…
—¡¡Basta!! —exclamo molesto— ¡Lo estás haciendo a propósito!
—Uy… que temperamento —responde indignado—, está bien pues, su punto débil es… ¡Su núcleo!
—¡Maldito Bastardo…! —lanzo un puñetazo que como era de esperar solo golpea el aire que Adler deja tras de sí al desaparecer—. ¡Devuélveme a la realidad! Deja de hacerme perder el tiempo… imbécil.
—Es tu mente, tú puedes irte cuando quieras, siempre has podido —dice carcajeándose—, te traigo aquí porque te dejas, pero no puedo retenerte a la fuerza, tu controlas este lugar.
Si lo que dice es verdad, solo necesito concentrarme y salir por mi cuenta… algo difícil con la rabia y el intenso deseo de partirle la cara.
—Tranquis, tranquis, te hare un pequeño favorcito para que se te pase el enojo —con un ademan mis brazos empiezan a brillar… aunque no siento nada diferente en ellos—. Si quieres irte, solo cierra los ojos y respira profundo.
—Sigo pensando que eres un imbécil —gruño mientras sigo sus indicaciones.
—Yo también te quiero, bye, bye, Marcos ♪♫ —dice mientras su risa y todo lo demás empieza a desvanecerse.