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Chapter 24 - Capítulo 13: Antibióticos (2)

Pensé que escucharlo agonizar seria la peor parte… pero en realidad, el silencio sepulcral que quedo una vez que la cristalización avanzo lo suficiente como para dejarlo inconsciente, es la verdadera infierno. Lo único que tengo para saber que sigue vivo es ese cada vez más débil brillo tornasol que, poco a poco, es consumido por la energía del cristal

Con cada segundo el proceso se vuelve más complicado. La energía dentro de Nicolás se vuelve más inestable y es necesaria más energía y concentración de mi parte.

No puedo darme el lujo de cometer el más mínimo error e ir demasiado lejos, pero…

¿Cuál es limite?

¿Hasta dónde tengo que llevar la cristalización?

¿Cuál es el punto de no retorno?

Mientras pueda ver ese brillo tornasol quiere decir que Nicolás sigue "ahí", o al menos eso creo… pero en algo tan difuso y abstracto como lo es "visualizar energías", es difícil saberlo con certeza.

El miedo me supera y decido detenerme. No sé si es suficiente pero sí sé que es el límite de lo que puedo controlar.

Al abrir los ojos, frente a mí se cierne una escena que me perturba demasiado: donde antes estaba Nicolás ahora solo esta una estatua de piedra que apenas y mantiene algunos de sus rasgos. La sangre se me hela y siento escalofríos… pero no hay tiempo de tener miedo, lo que sigue es lo más difícil.

 

Era muy frustrante no ser capaz de usar la purificación… no solo por el obvio problema que eso conllevaba, sino que también por ser incapaz de encontrar un misero buen recuerdo, el ser consciente de lo vacía y fría que haba sido mi vida en el pasado… no obstante, existe un presente, lleno de agonía, terror y angustia tras el apocalipsis, pero en el que, irónicamente, he tenidos los momentos más gratificantes de mi vida.

 El sentir genuino cariño de alguien más, tanto en la forma de una taza de té que no me supo a agua sucia… hasta un abrazo que por primera vez me hizo sentir calidez y preocupación de alguien más hacia mí.

Aun siendo corto el tiempo que hemos pasado uno al lado del otro, Nicolás logro que un frio sótano se sintiera como un hogar y la comida enlatada como un banquete. Desde momentos mundanos hasta otros más especiales, todos se han vuelto recuerdos preciados, asi como el origen de la fuerza con la que me he mantenido aferrado a una vida que ya había descartado.

¿Un mejor mañana?

Creo que toda la vida había estado soñando con ello… pero con Nicolás, con alguien a quien siento que por primera vez puedo llamar amigo sin sentir dudas, más que un sueño se siente como una meta que de verdad puedo alcanzar.

El sonido que hace al dar un largo y profundo respiro con el que llena sus pulmones de aire me devuelve a la realidad.

Aun esta inconsciente y quedan algunas costras de piedra en su piel… pero aun asi no puedo evitar que lágrimas de alivio broten de mis ojos al verlo respirar una vez más, al ver como su piel recupera color y ya no quedan rastros de aquel rostro demacrado.

 Conforme el cristal se hace polvo junto a los restos de la piedra en su cuerpo una inconmensurable paz y felicidad me invade.

El peso del estrés, la angustia y el miedo de este último par de días desaparece súbitamente… y sintiéndome ligero como una pluma caigo rendido en el suelo.

 

13 de Octubre de 2021

Día 82

La felicidad y el alivio no duraron mucho. Ayer desperté tras dormir todas las horas que no había podido los últimos días y me sentía tranquilo al saber que había logrado curar a Nicolás… pero la noche cayo sin que él recuperara la conciencia. Sus signos vitales parecen haber vuelto a la normalidad, lo que lo hace más extraño. Podría ser solo un efecto secundario o podría…

 Debo mantener la calma, es muy temprano para sacar conclusiones. Si no recuerdo mal, él me comento que también estuve inconsciente un par de días cuando me encontró al filo de la fase 4.

Por ahora, debería dar una vuelta en los alrededores para ver si encuentro un poco de comida o agua, este viaje se alargó más de lo que pensábamos.

 

 

14 de Octubre de 2021

Día 83

Tras una no muy buena noche de sueño, la luz que entra por la ventana y golpea mi cara me arrastra de vuelta a la realidad, debería estar agradecido que no será otro día nublado y frio que…

 Espera… Yo había bloqueado la ventana…

 Me levanto de golpe ante la terrible posibilidad de que algo o alguien hubiera entrado a la fuerza, solo para encontrarme con una silueta frente a mí que no logro distinguir con mis pupilas aun intentando ajustarse a la luz.

 —Hasta que te despiertas, ya es casi medio día.

 Al escucharlo, mi miedo se transforma en confusión, luego pasa a ser asombro y finalmente se convierte en un gran sentimiento de dicha.

 —¡Nicolás! —exclamo a la par que, sin pensarlo dos veces, me le acerco y lo abrazo con fuerza.

 —Tranquilo, tómalo con calma, aún estoy un poco… destemplado —me dice, no sin antes, responder el abrazo.

 —Oh, lo siento, lo siento —me disculpo a la vez que doy un paso atrás e intento recuperar la compostura—, solo que… fue difícil estar tanto tiempo con la incertidumbre de no saber si despertaría.

—Lo comprendo, pero… lo lograste Marco, te dije que eras capaz —dice mientras se acomoda los lentes oscuros que… nunca le había visto—, pese a ello, considero que fue un poco imprudente no tomar medidas precautorias como inmovilizarme en caso de que lo que despertara no fuera "yo".

—¿Por qué los lentes? —le pregunto pasando por alto sus comentarios.

—Oh, no es nada, siempre he sido sensible a la luz, por eso siempre los cargo conmigo —me explica restándole importancia—, tras todo lo que paso desperté con un poco de dolor de cabeza, supongo que por eso me siento especialmente sensible.

—¿Dolor de cabeza? ¿Qué tan intenso? ¿Siente algo más? ¿Tiene temperatura alta?

—Tranquilo Marco, no es nada —da un paso hacia tras mientras me intenta calmar—. ¿Qué día es hoy? Podría tratarse de una simple deshidratación y/o una leve inanición.

—No lo sé… estamos a 14 —respondo tras ver mi reloj.

—Ahí está, debe ser una descompensación, te recuerdo que tu estabas en peor estado cuando te encontré —insiste al verme no muy convencido.

—Eso es cierto… entonces será mejor que hagamos algo.

Empiezo a hurgar entre la comida que nos queda, tanto la que trajimos como lo poco que encontré ayer en busca de lo que tenga mejor valor nutrimental.

 

Tras comer estuve observando detenidamente a Nicolás, tenía genuina preocupación de que su recuperación no fuera completa, pero, todo apunta a que solo necesitaba que algo le cayera al estómago.

 Creo que lo que causa mi angustia es mi incredulidad ante los alcances de la purificación, es decir, esto deja en los suelos a la medicina "tradicional", por lo que la pregunta más recurrente desde que aprendí sobre la cristalización da vueltas en mi mente.

 ¿Cuál es el límite?

 

—Frena… esto es lo más que nos podrá acercar la camioneta —tras un par de horas después de haber comido, estamos a nada de llegar al taller.

Un arroyo es todo lo que actualmente nos separa de nuestro destino. Es difícil afirmar con seguridad si la camioneta podría o no cruzarlo, pero independientemente de ello, lo que nos detiene de intentar descubrirlo es la horda de cristalizados que se extiende desde la entrada del taller hasta casi la orilla del arroyo.

—Parece que aquellos que vio junto a la profesora Cruz nunca se dispersaron.

—No… sin lugar a dudas hay menos que antes, pero ahora están incluso adentro del taller —añade con desgana—, alguien debió haber intentado saquear el lugar o convertirlo en su refugio… claramente fallando en el intento. Los cristalizados no podrían haber abierto ese portón por su cuenta.

—Pero para reunir a tal cantidad debió haber una estruendosa explosión… o un aullador.

—En efecto… ambos escenarios son plausibles.

—¿Entonces…? —pregunto con desanimo—, la camioneta aun sirve, si buscamos algún otro taller…

—No, no podemos darnos el lujo de perder tiempo y energía, tendremos que hacer algo.

—Sé que tenemos prisa, pero la prioridad debería seguir siendo nuestra seguridad —contesto ante su idea—, el más mínimo error nos puede poner al filo entre la vida y la muerte, ya pasamos por eso… varias veces.

—Deambular sin rumbo es igual o más peligroso, además, ya estamos aquí, no podemos rendirnos ante la primera señal de peligro.

—¿Cómo mínimo tiene un plan? —pregunto extrañado por su inusual osadía.

—En efecto, vine preparado para algo como esto.

—¿Para una situación tan especifica?

—Una horda de cristalizados interponiéndose en nuestro camino no es una situación "especifica", es nuestro día a día —me responde mientras busca algo en su mochila—, por lo que siempre hay que tener un "Plan C".

—¿Y porque es la primera vez que escucho de ello?

—Porque por lo general sería una imbecilidad hacer uso de algo como esto —exclama sacando una granada.

—¿¡Ha estado cargando con eso todo el tiempo!?

—Es solo una granada aturdidora, no es peligrosa per se.

—Oh… quiere usarla como cebo…

—¡En efecto! —me felicita con una sonrisa—, usando el cañón ballesta para lanzarla podemos atraer a los cristalizados a donde queramos como polillas a la luz.

—Y asi despejar el lugar por completo.

—Quiza no del todo, pero si a los suficientes para poder abrirnos camino al interior.

—Entiendo.

—Si logramos cerrar el lugar la cantidad de cristalizados a los que tendremos que enfrentar será finita —exclama con un tono positivo.

—Suena como un plan que en teoría es perfecto… y en la práctica será otra historia.

—Lo se… pero es nuestra mejor opción —responde de manera un poco más apagada.

—Pero supongo que hemos logrado cosas más difíciles ¿No? —digo en un intento de animarlo.

—¡En efecto! Aunque, por desgracia, el tiempo no está a nuestro favor el día de hoy, tendremos que esperar un poco.

Nicolás dirige su mirada al oeste, hacia donde el sol poco a poco se acerca al horizonte. Agradezco que su osadía conozca limites, con un plan con tantas lagunas es mejor descartar la posibilidad de vernos obligados a pelear a ciegas en caso de que la noche nos alcance.

 

El lugar más cercano, que cuenta con un segundo piso y un mínimo de seguridad se convierte en nuestro refugio temporal por esta noche.

—Mañana será un día intenso, necesitaremos energía y buen ánimo —exclama con efusividad mientras saca comida que yo no recuerdo haber empacado—. Tenía planeado que este jamón enlatado fuera nuestro festín para la inauguración del nuevo refugio, pero creo que le daremos un mejor uso como banquete antes de la batalla… sin mencionar que no nos quedan muchas otras cosas para elegir.

Me rio un poco al verlo tratar un par de latas de jamón barato como un tesoro invaluable, sin embargo, lo que me causa más gracia es que lo comprendo en su totalidad. Tal y como dice Nicolás, el hambre es el mejor condimento, a eso se le suma que es lo más parecido a carne que podemos comer en la actualidad.

 

—Ya es de noche ¿Por qué sigue llevando esos lentes? —pregunto mientras me llevo un bocado a la boca.

—¿Bromeas? La fogata me encandila aún más que el propio sol, ya tendrás mi edad para comprender lo terrible que es envejecer.

—Está más sano y en mejor forma que la mayoría de personas de mi edad —respondo riéndome.

Acompañamos el "banquete" con una amena platica, principalmente sobre la purificación, la cristalización y mejoras para el cañón ballesta, pero no tarda mucho en convertirlo en un monologo acerca de su hijo. Hay dos opciones: o se trata de un pequeño Stephen Hawking o Nicolás se convierte en la persona menos objetiva y realista del mundo cuando se trata de Nick.

Lo último que discutimos es acerca de quien hará la primera guardia, discusión la cual yo gano. Aun no estoy convencido de que él este completamente recuperado y conociéndolo, terminara dejándome dormir más de lo que me toca.

 

Hacer guardia es de las cosas más aburridas, es necesario estar en silencio y atento. Hacerlo es difícil ya que tanta quietud me empieza a dar sueño, por suerte, hace mucho que descubrí que la habilidad de "Meditación Shikantaza" me ayuda a sobrellevar las guardias si la enfoco de una manera específica.

—¿Problemas para dormir? —le pregunto a Nicolás al notar que despiertas mucho antes de que sea su turno.

—No… no es eso, solo… desperté y ya no pude conciliar el sueño nuevamente —responde con la expresión débil y desorientada propia de alguien que acaba de despertar.

—Esos suenan como problemas para dormir ¿Todo bien?

—Dormí como por dos días, es normal que mi ritmo circadiano este un poco descalibrado —ciertamente paso varios días inconsciente mientras yo… apenas descansaba un par de horas en las noches—, además, no debe faltar mucho para el cambio de turno, aprovecha tu ese tiempo extra, te lo debo.

—No me debe nada… —respondo reprimiendo un bostezo—, aunque creo que le tomare la palabra…

—Marco… —dice con una voz un poco apagada mientras me acerco a mi saco de dormir.

—¿Qué sucede?

—Gracias… —responde pasados un par de segundos mientras esboza lo que creo que es una sonrisa, está muy oscuro como para ver bien su rostro.

—No hay nada que agradecer, solo devolví una fracción de toda la ayuda que me ha dado.

—Has hecho mucho más de lo que crees… en serio.

—¿Seguro que se encuentra bien? —pregunto con una mezcla de extrañeza y vergüenza ante su agradecimiento.

—Si… solo que las noches me ponen un tanto melancólico —responde con una pequeña risa—, ignora mis desvaríos, descansa.

—Mas vale que sea eso y no que se trate de un acto dramático en el que esconde una herida y esta es una especie de despedida —bromeo con él… pero con cierto temor de su respuesta.

—¿Esa ha sido tu preocupación todo este tiempo? —me cuestiona mientras ríe entre dientes—, si me encontrara indispuesto no insistiría en hacer algo tan temerario como lo de mañana, seria ponerte en un gran riesgo.

—Usted ha sido el que se comporta extraño desde que despertó —le reclamo en un intento de esconder mi vergüenza.

—Yo soy un viejo excéntrico que estuvo cerca de morir, déjame ser melancólico —bromea de vuelta, lo cual me da un poco de tranquilidad para dormir.

—Solo quiero… que ambos salgamos sanos y salvos de esto… —digo con un bostezo mientras cierro los ojos.

 

15 de Octubre de 2021

Día 84

—¡Ya es momento! ¡Hora de partir! —vocifera Nicolás haciéndome despertar de un salto.

—¿Qué…? —pregunto confundido mientras me tallo los ojos— ¿¡Pero que lleva puesto!?

Lo primero que veo con la luz del amanecer es a él "disfrazado" de cristalizado. De pies a cabeza está cubierto por placas de piedra que le dan un aspecto entre militar y medieval… bastante genial a decir verdad, excepto por la intimidante careta que cubre su rostro y que tiene incrustados los lentes negros.

—No pude dejar de pensar en tus inquietudes con respecto a nuestra seguridad, por lo que las ultimas horas estuve diseñando este traje tomando en cuenta no comprometer la movilidad y flexibilidad —explica mientras hace poses y estiramientos que lo demuestran—, empecé con algo más conservador, pero conforme se me ocurrían ideas termine con una armadura completa.

—¿No me había regañado en el pasado por sugerir algo asi? "Son imprácticas y una inversión en energía muy grande con respecto a su utilidad" —replico haciendo una mala imitación de su voz mientras me acerco para verla más de cerca—, aparte, se ve un tanto frágil, ¿Realmente soporta ataques cristalizados?

—Es probable que no aguante una mordida per se, pero es perfecta para protegerse de rasguños, siendo estos más comunes.

—Reitero "Son imprácticas y una inversión en energía muy grande con respecto a su utilidad" —insisto mientras admiro discretamente los detalles tan minuciosos en el diseño.

—Quizá… si me excedí un poco—dice siendo un poco más honesto—, probablemente el resultado del aburrimiento mezclado con un toque de ansiedad.

—Entiendo eso, aunque creo que optare por lo de siempre —cubrir las áreas más importantes y expuestas como los antebrazos, los hombros, los omoplatos, etc.; suele ser más viable.

—Comprensible, por mi lado será una buena manera de probar este "prototipo".

 

Un desayuno rápido y sencillo es la única pausa que hacemos antes de dirigirnos al exterior en dirección al taller.

 Para la camioneta, la corriente del arroyo no debería ser problema, pero la profundidad sí. Nosotros somos capaces de cruzarlo a pie, pero poner en riesgo la integridad del motor sería imprudente.

—¿Por qué no construir un puente?

—En efecto, es una opción, pero solo si estás dispuesto a pasar días cazando cristalizados —responde sin detener su avance alzando la mochila sobre su cabeza—, para soportar el peso de la camioneta necesitaría ser muy sólido, es más viable rodear el arroyo hasta donde es menos profundo.

—¿Pero gastar tantos cristales en "eso" si es viable? —digo burlándome de la armadura que ni siquiera se quitó para desayunar, solo abrió una pequeña abertura en la careta con la excusa de que era un "incordio" ponerla y quitarla.

—Mi control de la cristalización está a otro nivel —se jacta mientras toma la delantera—, nunca creerías la misera cantidad que fue necesaria.

—Excusas —replico intentando seguirle el paso.

 

—Yo seré el que dispare la granada —una vez cerca del taller tomamos cobertura a una distancia prudente y empezamos a repasar el plan.

—Pensé que ese sería mi trabajo, si hablamos de "Niveles", mi control del cañón ballesta es superior —fanfarroneo en respuesta a su comentario de hacer rato.

—En efecto, eso te lo concedo —dice riendo levemente—, no obstante, aquí nos separaremos momentáneamente, yo iré en otra dirección para alejarlos lo más posible.

—Dividirse no suele ser un buen plan —refuto a estos cambios a último minuto—, se suponía que buscaríamos una posición ventajosa para disparar y desviarlos.

—No consideramos su distribución de manera precisa, desde aquí es fácil ver que eso no los alejara lo suficiente.

—Entonces lo hare yo, estoy en mejor condición.

—No estoy lisiado Marco —contesta con un pequeño toque de irritación, quizá lo estoy menospreciando demasiado—, estoy seguro que te puedo ganar en una carrera de velocidad.

—Está bien, está bien —accedo a regañadientes, después de todo, pese a que en estos meses mi condición física ha cambiado por completo, sigo siendo incapaz de superarlo—, solo… no sea muy osado.

—Me he dado esa libertad porque confió en que cubres mi espalda —añade mientras crea un cañón especial para disparar la granada.

—Entonces a prepararnos —le digo mientras tomo las bandas de caucho de la mochila y las tenso ligeramente en las protecciones de piedra de mi antebrazo.

—¡Oh! A eso te referías anoche —exclama sorprendido—, no te había entendido del todo cuando me lo comentaste en el desayuno.

—Los pocos segundos que me ahorro en sacarlas de la mochila pueden ser cruciales.

—En efecto.

—Le convendría hacerlo también.

—No lo creo, tal y como dijiste, es más tu especialidad, no puedo hacerlo tan rápido como tú y menos en el frenesí de una pelea.

—Quizá sea mi turno de ser el maestro —bromeo con él mientras termino de prepararme—, será parte de la nueva rutina de entrenamiento.

—A ver si me soportas como alumno —responde mientras ambos nos ponemos de pie—, por ahora centrémonos en lo que tenemos frente a nosotros y sigamos con el resto de plan como acordamos: Cuando todos se vean atraídos por la granada y el portón se despeje te encargaras de cerrarlo, tras ello, recularemos a una posición segura para prepararnos para la parte dos.

—Abrir el portón y atraer con cuidado a los que hayan quedado rezagados dentro, eliminándolos uno por uno.

—Exacto… eso ultimo será lo fácil, por lo que debemos extremar precauciones en esta primera parte.

—El verdadero riesgo es el aullador… no sabemos si está afuera, adentro o en el segundo piso.

—Su comportamiento es más de aullar y huir, si esta conglomeración fue causada por uno, es improbable que siga por esta zona.

—Hemos tenido tan mala suerte últimamente que, siendo honesto, no me sorprendería.

—Cada uno crea su propia suerte —me responde con palmadas en la espalda mientras infla el pecho.

—¿Acaso no siente miedo…? —pregunto dejando salir el latente nerviosismo dentro de mí.

—Para nada, hoy no.

—Pues no le vendría mal un poco —respondo riéndome de su valentía excesiva—, a este paso me empezare a preocupar que haya sufrido daño cerebral tras la fase 4.

—Te recuerdo que pasaste por lo mismo, por lo que querría decir que tampoco estas cuerdo.

—Estamos a punto de usar una granada aturdidora para jugar al pastoreo con cristalizados, es plausible que ambos estemos un poco mal de la cabeza —los dos nos reímos, por mi parte quizá más por el miedo que por la gracia del mal chiste—. Solo tenga cuidado…

—Lo tendré —responde con una confianza más seria y centrada que me tranquiliza—. Más te vale tenerlo tú también, si algo se tuerce, huye.

—Bonitas palabras de aliento.

Ambos respiramos profundamente, nos dirigimos la mirada y asentimos.

Es el momento.