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Chapter 23 - Capítulo 13: Antibióticos (1)

—Juventud divino tesoro… —me dice Nicolás al ver cómo me despierto y me pongo de pie sin ninguna dificultad ni dolor significativo.

—No sea dramático, fue necesario que le cayera un edificio encima para que dejara de humillarme en las mañanas.

—He de recordarte que el coloso te lanzo por los aires con el mismo puño con el que era capaz de reducir a polvo las columnas de concreto.

—Quizá solo tuve… ¿buena suerte? —ni siquiera sé si podemos hablar de "buena suerte" viendo como resultaron las cosas.

—A eso sería necesario añadir que estrellaste la camioneta contra esa cosa en algo que solo es comparable con impactar de lleno a un muro de ladrillos —insiste batallando para poder levantarse—. Ambos podemos haber obtenido capacidades físicas mejoradas, pero tú tienes la ventaja de estar en la flor de la juventud.

—Estoy seguro que en un par de horas se le pasara, mientras tanto descansemos, retomar las rutinas de ejercicios puede esperar un par de días.

—¿Asi que ese era tu objetivo final? ¿Derrumbaste un edificio sobre nosotros para poder saltarte el entrenamiento? —me cuestiona con una expresión de sorpresa muy falsa y exagerada.

El hecho de que se mofe de la situación quiere decir que no se siente tan mal… aunque el que tras varias horas siga mostrando señales de fatiga y debilidad está empezando a preocuparme. Puede que le esté dando demasiadas vueltas, ciertamente no está en "la flor de su juventud" como dice, el que pueda mantenerse de pie después tras ser atravesado por una varilla es suficiente.

 

—Recuerda, tenemos que viajar ligeros —me dice mientras hago las maletas una vez que terminamos de definir un plan y un destino—, no sabemos hasta donde nos podrá llevar la camioneta de repuesto dado el deplorable estado en que quedo.

—Mientras nos acerque un poco a ese dichoso taller será suficiente, pero, ¿Está seguro que encontraremos lo que necesitamos allí?

—Es un taller automotriz con una gran bodega de refacciones, claro que lo haremos, y aun si no encontráramos lo que requerimos, el lugar servirá como un buen refugio —me explica mientras se pone a reordenar las maletas—, es espacioso y con unos portones metálicos impenetrables a manos, o más bien zarpas, de meros cristalizados.

—¿Y por qué yo escucho de este lugar hasta ahora? ¿Por qué no hicieron de aquel lugar su base?

—En efecto, era un lugar ideal… si no fuera por la desfavorable situación en que se encontraba, sufría, y quizá aun sufre, de una "ligera" plaga.

—Cristalizados… —suspiro con decepción.

—Como había mejores alternativas decidimos desistir.

—¿Y qué cambio?

—Esas "Mejores alternativas" se vinieron abajo… literalmente —su mirada se dirige al agujero en el techo dejándolo más que claro—, además, creo que nos hemos vueltos bastante buenos lidiando con estas "Plagas"

 

11 de Octubre de 2021

Día 80

Pese a que partimos el día de ayer, más tarde de lo que planeábamos, pensé que lograríamos avanzar bastante yendo en la camioneta, pero la sobreestime. Enciende y es capaz de avanzar a tropezones, el problema es que la caja de cambios parece no ser capaz de pasar a tercera marcha, de hecho, ir en segunda ya parece costarle suficiente. Sumado a los cristalizados que nos orillan a tomar los desvíos usuales, miento, desvíos extras, dado que no podemos recurrí a callejones o techos, el viaje se ha hecho eterno. Creo que habríamos avanzado más yendo a pie.

Por ahora como mínimo podemos ahorrar energías… claro, a costa de combustible, pero de todas maneras tendremos que ir a pie en cuanto el motor de su último aliento. Yo vote por no usarla y asi no empeorar el estado en que esta, pero Nicolás insistió en que debíamos aprovechar el tiempo y arreglarla lo antes posible.

Cuando cayó la noche nos resguardamos en una tienda y me ofrecí a tomar la primera guardia para que él pudiera dormir un poco. Su expresión ya reflejaba severa fatiga, tanta que pese a que ya es de madrugada y llego el momento del cambio de guardia es incapaz de despertarse por sí mismo, algo muy inusual, para estas cosas pareciera que tiene un cronometro integrado.

 

Después de poco más de una hora extra de guardia, decido despertarlo, me pesa un poco el tener que interrumpir su descanso, pero si no duermo mañana terminare siendo una carga.

 Al acercármele noto que su respiración es inusualmente pesada y que está sudando pese al frio. Poso el dorso de mi mano en su frente solo para confirmar mis temores, tiene una fiebre muy alta…

Vació mi mochila en busca del kit de emergencia que siempre llevamos con nosotros, sin embargo, solo hay analgésicos y antiinflamatorios… no muy útiles para combatir lo que probablemente es una infección causada por la herida que sufrió.

—Nicolás… Nicolás… —muevo ligeramente su hombro para despertarlo, siendo su primera reacción una de dolor.

—¿Qué está pasando…?

—Tiene una fiebre muy alta, tome esto —pongo un par de pastillas en su mano y le acerco una botella con agua—, disminuirán los síntomas pero necesitamos algo más fuerte para tratarlo.

—No es nada, estoy bien… —intenta sentarse para demostrar su punto pero ni siquiera es capaz de sostenerse a sí mismo. Si no se golpea contra el suelo es solo porque alcanzo a tomarlo de los hombros—. Quizá no estoy tan bien…

—¿Qué siente? —pregunto al ver su expresión de malestar.

—Todo… —responde mientras aprieta sus sienes—, dolor de cabeza… mareo… cansancio…

—Primero tome las pastillas, ayudaran un poco —con dificultad logra pasárselas. Esto no paso en un par de horas… debe haber estado aguantándose desde ayer—. No hay manera de estar seguros del todo, pero la herida en su costado debió haberse infectado.

—Imposible… usaste alcohol etílico…

—Fue algo rudimentario, no esterilizamos nada al 100%.

—¿Qué haces…? —me pregunta al verme sacar la mayoría de cosas de la mochila dejando solo lo básico.

—La medicina que traemos con nosotros no será suficiente —le respondo mientras anudo mis agujetas con firmeza—, regresare al refugio por antibióticos.

—No digas disparates… —me refuta sin siquiera poder alzar la voz—, estamos a mitad de la noche ¿Qué harás en medio de la oscuridad…? Cuando haya luz de sol podrás…

—¡Para mañana en la mañana podría ser muy tarde! —replico perdiendo los estribos.

—Marco… ni siquiera sabemos si tenemos antibióticos… aparte, si hay, podrían estar caducados…

—Estoy seguro de que tenemos y caducado o no, será mejor que nada.

—Marco…

—No hay tiempo que perder, cada minuto cuenta —lo interrumpo dirigiéndome al exterior

—¡Marco…! —me grita con dolor haciendo que me dé la vuelta—… solo… no seas imprudente… ve con cuidado.

—Regresare con la medicina —le aseguro mientras me voy.

 

Correr en medio de la oscuridad es escalofriante y peligroso en partes iguales. La pequeña linterna que cargo conmigo apenas y es capaz de iluminar ligeramente mis alrededores, por lo que mi única alternativa es depender de Sentido Sísmico, Concentración Profunda y Sigilo para evitar obstáculos o cristalizados, no obstante, no es un ritmo que creo ser capaz de soportar mucho tiempo… la presión que ejerce en mi cabeza mantener estas habilidades activas es más extenuante que el propio esfuerzo físico de correr sin parar.

Pese a que intento acortar camino, me veo obligado a tomar incontables desvíos como siempre para no enfrentar cristalizados. No estoy en condición de tomar riesgos, la falta de sueño me empieza a cobrar factura y tengo que aprovechar mis energías lo mejor posible.

 

Para cuando los primeros rayos de sol empiezan a iluminar mis alrededores ya siento mis piernas a punto de desfallecer asi como una jaqueca que me nubla los sentidos. El contar con luz natural y poder prescindir de mis habilidades debería ser un alivio… pero en lo único que puedo pensar es que el tiempo sigue avanzando.

 

Tras un par de horas más mis piernas ya no responden bien, siento una sed mortífera y la cabeza me está matando. ¿Cometí un error al salir en medio de la oscuridad confiando demasiado en mis habilidades?

Quizá debí haber escuchado a Nicolás.

Quizá debí haber empacado un poco de comida y agua.

Quizá no debí salir tan precipitadamente.

Quizá hubiera gastado menos tiempo y energía.

Quizá… solo necesito un respiro.

Quizá… solo 30 minutos… de… descanso.

Arrastro los pies hasta un pequeño quiosco. Ni siquiera me tomo el tiempo de revisar bien los alrededores… solo me acerco a la esquina más cercana y me dejo caer.

Levanto un par de muros a mi alrededor…

Ni siquiera se siente claustrofóbico…

Hasta podría decir… que es… acogedor…

 

—¡¡Maldita sea…!! —maldigo a todo pulmón pese a que solo empeora mi falta de aliento al correr a toda velocidad.

 ¿¿¡¡Como pude desperdiciar tantas horas en una estúpida siesta!!??

 La rabia y la frustración hacen que el dolor en mis piernas sea soportable… o más bien, que se sienta merecido por ser un idiota. Pero no tengo tiempo de sentirme culpable, pese a que estoy cerca del refugio no puedo aminorar el paso, aún tengo que hacer el mismo camino de regreso.

 

Ignoro al par de cristalizados en los alrededores, salto la pequeña muralla que antes protegía al refugio, corro al agujero del sótano y salto sin cuidado. Tomo la primera botella con agua que veo y me la bebo de golpe casi asfixiándome en el proceso… pero al menos siento que reviví.

 —¿Qué rayos…? No… ¡No, no, no, no, no! —una sentimiento desolador me oprime el pecho en cuanto veo el lugar.

 Todo lo que teníamos guardado esta desperdigado por el suelo, las cajas están vacías y apiladas en una esquina, es un caos total… el lugar fue saqueado.

 Siento como palidezco mientras camino hacia al botiquín que yace en el suelo. Doy cada paso con pies de plomo causados por el miedo… no, el terror de abrirlo y verlo vacío.

 Gasas, ungüentos y algunas pastillas para cosas muy específicas… pero ni rastros de alguna medicina o antibióticos útiles.

—¡Maldita sea! —golpeo mi frente contra la pared.

Me siento en el suelo mientras mi mente se empieza a tornar en una espiral de penumbra y desesperación.

Aun podría buscar en farmacias cercanas… pero Nicolás ya lo hizo, de ahí salieron las medicinas que teníamos. ¿Cuánto tardare en encontrar los antibióticos buscando al azar?

No estuvimos tanto tiempo fuera, saquearon el lugar hace poco, podría intentar buscar algún rastro y… ¿Y luego qué? Aun si milagrosamente diera con el responsable ¿Me regresara la medicina amablemente?

Quizá Adler…

Como si ese bastardo le importara un comino… debe estar regodeándose al verme en esta situación de mierda y es todo lo que le importa, entretenerse. No es más que un ente cínico, cruel y egoísta…

—Adler… sé que estás ahí… necesito ayuda.

Aun con el rencor que le tengo y sabiendo sobre su manera de actuar… en este momento tragarme el orgullo es la única manera que veo para tener una oportunidad.

—Por favor… por una vez, aparece cuando yo te lo pido… —repito cerrando los ojos.

La ausencia de su respuesta acompañado del silencio sepulcral que me rodea me hace muy consciente de lo solo que estoy… solo como no había estado desde hace… mucho, y si las cosas siguen asi… a partir de ahora esto es lo que me espera.

—Ay pobre cosita fea y desamparada —al escuchar su voz resonar en mis tímpanos abro los ojos de golpe solo para encontrarme en este extraño lugar dentro de mi mente con él frente a mí, vistiendo una bata y un estetoscopio—. Marcos, Marcos, Marquitos, que halago que seas tú el que me busques ahora, me sonrojas.

—Adler, necesito tu ayuda, tu ayuda de verdad —le suplico con toda mi alma ignorando sus juegos.

—¿Y qué quieres que haga? No tengo poderes curativos como los de Kors o algo asi

—Sabes lo que necesito, si eres parcialmente omnisciente deberías saber dónde puedo encontrar la medicina que necesita Nicolás.

—Me siento un poquitillo insultado por lo de "parcialmente", me duele en el alma que tu…

—Por favor Adler… te lo ruego…

—Está bien, está bien, verte suplicar me convenció, además, se perfectamente donde esta lo que necesitas.

—¿¡En serio!? —pregunto esperanzado—, dímelo por favor.

—No tan rápido, ya te la sabes, hay un procedimiento. Yo, Adler, te ofrezco mi favor divino, elige: ¿Deseas que te revele el lugar donde puedes encontrar antibióticos? —pregunta mientras extiende su mano derecha hacia mí— ¿O deseas conocer otra manera ayudarlo? —continua mientras extiende su mano izquierda de la misma manera.

—¿Hay más de una solución?

—No, no, no, solo puedes elegir una cosa —responde con tono de reproche.

Me veo tentado a elegir la segunda opción… sin embargo, tanta cooperación de su parte me da mala espina, con él, todo es un bizarro juego, con suerte y realmente me dirá dónde puedo conseguir antibióticos.

—Cuando dices "revelarme un lugar", hablamos de uno que estén a mi alcance ¿Cierto? Y que sean los antibióticos correctos y en buen estado —pregunto con desconfianza.

Adler responde con una sonrisa pícara, la misma que verías en un niño cuando lo descubres con las manos en la masa en una travesura.

—Está bien… será en un lugar a tu alcance —responde entre risillas pero con clara decepción.

—Entonces elijo eso.

—¿Estás seguro? Quizá te quieras tomar un poco más de…

—Si, sí, estoy seguro, sé que me quieres hacer perder tiempo en esta… "dimensión".

—Oh, es cierto, ya lo había olvidado, todo fluye muy diferente aquí, en realidad…

—¡Adler! —lo interrumpo—, por favor…

—Tranquis, será como desees —responde acercando su mano a mi frente—. De todos los lugares cercanos te mostrare el camino hacia el mejor.

Al posar su palma en mi cabeza, un destello blanco ciega mis ojos, al disiparse puedo ver el exterior, como si estuviera yendo a toda velocidad entre las calles. Reconozco el rumbo, es en dirección a la frontera con la zona helada. Se desvía hasta llegar a unos departamentos, específicamente uno con una puerta atrincherada en uno de los pisos de arriba, atravieso la entrada cual fantasma y me encuentro con una sala repleta de estanterías, bolsas y cajas, entre ellas una repleta de todo tipo de medicamentos.

—¿Qué fue todo eso…? —pregunto mareado una vez que retira su mano y la visión desaparece.

—Proyección astral —responde como si fuera algo casual y decido no preguntar más, no necesito detalles.

—¿Es el más cercano?

—Mmm… ¿Que te diré…? —responde desviando la mirada y flotando hacia atrás.

—Está un poco lejos…

—Y no solo eso, también esta resguardado por otro sobreviviente no muy amistoso.

—¿Qué?

—El que quiera azul celeste que le cueste —me responde riéndose—. Puede que tengas que luchar a muerte por ellos o solo robarlos, en cualquier caso podría tratarse de un psicópata sediento de sangre que merezca morir o un anciano inocente y enfermo.

—Eres un… ¿¡Acaso no había otros lugares!?

—Quizá… pero este es el más divertido.

—¡Estas de broma! ¡Hay vidas en juego! —le grito enojado.

—¿Y qué tiene? Incontables personas mueren todos los días, una más o una menos no harán mucha diferencia, ¿Qué más da si busco añadirle un toque de diversión?

—¿¡Esto es todo lo que esto significa para ti!? ¿¡Un maldito juego!?

—Ay por favor Marcos, ten un poco de empatía, necesito encontrar nuevas maneras de entretenerme, de haber vivido tantos milenios como yo sabrías lo que es el verdadero aburrimiento y no hay nada mejor que ver de la cara de desesperación y angustia de los humanos cuando se quiebran —exclama aguantando la risa—. Nada es más divertido que ver sus espíritus hechos pedazos al perder toda esperanza, es hilarante.

—Tus pasatiempos son retorcidos —digo con asco.

—Vivir lo que yo he vivido también te volvería una persona retorcida, pero no lo tomo como un insulto.

—Ya no quiero verte… ¡Sal de mi cabeza!

—¿No iras a pelear por el antibiótico? Pensé que apreciabas más a Nicolás.

—¡Sal! —digo apretando los ojos en un intento de volver a la realidad.

—Espera, espera, te daré un premio de consolación —me dice impidiéndome que me vaya—, si no iras hacia el destino que te mostré esto habrá sido un despropósito.

—Eso es lo que esto fue, una estupidez, como todo lo que haces —le reclamo enfurecido.

—Oye, no me hables en ese tono, ¿Acaso no quieres el premio de consolación?

—Me importa un carajo, no quiero nada de un mediocre y patético "dios".

—¡Cuida tus palabras! —me calla con un tono y una mirada que no lo había visto hacer, una expresión de enojo poco común en él.

—¿O si no qué? —lo desafío dejándome llevar por el coraje.

—Marcos… —sonríe de manera forzada—, no me quieres como enemigo, no sabes con quien te metes.

—¡Con una maldita sanguijuela! —su expresión se tuerce por un segundo cuando lo llamo asi, pero vuelve a su sonrisa falsa tras unos segundos.

—Yo solo quería ayudar… pero si asi lo quieres… —truena sus dedos con fuerza pero nada sucede, solo sonríe con malicia—, ¿Tiempo es lo que te faltaba? Yo me encargo, dejara de ser una preocupación.

Vuelve a tronar los dedos una vez más… y otra… y otra… y otra… Cada vez viéndome con más desdén deleitándose con mi cara de confusión.

—¿Qué estas…?

—Tu mente es débil, jugar con ella es tan sencillo como hacer esto —dice mientras continua en ello—, con cada chasquido tu percepción del tiempo se distorsiona más y más.

—¿Qué…?

—¿Habrá pasado una hora allá afuera? —pregunta con falsa inocencia— O… ¿Ya habrá anochecido?

—Bastardo… —intento salir a la fuerza pero ya no es como antes, no soy capaz de hacerlo— ¡Déjame salir!

—No puedes irte sin tu premio de consolación, es irrenunciable —se mofa de mi mientras sigue tronando los dedos—, existe una alternativa para salvar a Nicolás: forzar la Petrocristalizacion hasta llevarlo al límite, ninguna infección puede sobrevivir en la petrificación total… ¿O si puede? ¿Siquiera serás capaz de llegar a tiempo? ¿Estaré mintiéndote para desquitarme? ¿Sera que estoy seguro de que fallaras? ¿Cómo mínimo saldrás vivo del sótano?

—¡Púdrete! —refuto mientras me empieza a ganar la desesperación al no poder despertar.

—Bye, bye, Marcos ♪♫.

Es solo cuando dice esas palabras que todo se desvanece de golpe y puedo sentir como regreso a la realidad.

 

Lo primero que ven mis ojos es un cristalizado rabioso saltando hacia mí. Apenas y tengo tiempo a reaccionar, logro evitar que sus dientes se claven en mi cara a costa de que lo hagan en mi antebrazo desnudo.

—¡Auch! —gruño de dolor mientras petrifico mi otro brazo en una sólida lanza con la que logro atravesarle el pecho en un golpe fatal.

Estoy perdiendo mucha sangre por lo que me veo obligado a forzar la cristalización usando un núcleo. Solo es necesario suturar las incisiones de sus colmillos pero aun asi duele como el infierno.

¿Acaso Adler dice la verdad? ¿Llevar la cristalización a la fase cuatro es la solución? ¿Hacer pasar a Nicolás por un dolor tan agobiante en todo su cuerpo es la única manera?

No puedo confiar en su palabra, perfectamente puede tratarse de una trampa… ¿Pero qué más puedo hacer?

 El firmamento nocturno que veo al salir me cae como una piedra en el estómago, confirmo mis temores viendo el reloj en mi muñeca. Adler convirtió un par de minutos en varias horas.

Este es el fin… ya no hay esperanza.

 

12 de Octubre de 2021

Día 81

Para el momento en que regreso con Nicolás el sol ya está saliendo. más de 24 horas desperdiciadas para al final estar de vuelta con las manos vacías, hambriento y con solo unas pocas horas de sueño manteniéndome en pie. Aun con todo eso, lo que me carcome por dentro es el cómo verlo a los ojos y decirle que fracase.

—Regrese… —toco a la puerta anunciado mi llegada para evitar asustarlo—, ¿Nicolás?

—Estoy aquí… —responde con debilidad.

—Hola… —no puedo evitar sentir angustia al verlo tendido en el suelo sin ninguna señal de mejora.

—¿Tan mal me veo…? —me pregunta con una sonrisa bromista.

—Saquearon el refugio…

—Tras todo el escándalo es natural que atrajéramos un par de ojos curiosos —responde con tranquilidad.

—¿No lo entiende…? Se robaron todo, no pude conseguir…

—Lo entiendo perfectamente… —dice con un tono más melancólico—, pero llorar sobre la leche derramada es en vano.

—Se donde conseguir los antibióticos… Adler me señalo un lugar —Nicolás alza una ceja, no sé si por esperanza o ante la mención de ese nombre—, pero… lo más probable es que tendría que tomarlos a la fuerza, arrebatárselos a quien los tiene, algo que una situación como esta solo puede terminar de una manera…

—Comprendo.

—Lo siento Nicolás… lo siento… no se si puedo… —mascullo con frustración.

—Está bien Marco, nunca te disculpes por mantener tus convicciones y valores como prioridad.

—Adler también menciono una alternativa a la medicina… pero es más probable que se trate de un engaño solo para empeorar la situación —me siento a su lado sin siquiera saber cómo plantear algo tan descabellado y tortuoso.

—Tampoco es que tengamos muchas otras opciones a considerar… —me sonríe posando su mano en mi hombro.

—Forzar la cristalización al límite de la fase 4 podría acabar con la infección.

—Oh… —exclama con los ojos abiertos como platos—. Ciertamente es una hipótesis que me había llegado a plantear en el pasado. La incapacidad de la purificación de eliminar una infección puede ser por simple incompatibilidad o porque hace falta eliminar el problema de raíz haciendo una regeneración celular que…

—Es inútil siquiera pensar en ello —pese a verse severamente afligido por la fiebre me veo en la necesidad de interrumpirlo para detener sus divagaciones—, me sería imposible hacer algo asi… no solo hablamos de hacerlo pasar por un dolor indescriptible, sino que sigo sin saber usar la purificación. De intentar algo asi solo estaríamos adelantando su…

Las palabras no salen de mi boca. Siento como si decirlo en voz alta lo volverá inevitable.

—No agüeres tales cosas, limitas tu propia capacidad de crecimiento si te das por vencido sin siquiera intentarlo.

—Pero nada ha cambiado… si lo que se necesita es un "buen" recuerdo seguiré siendo incapaz —expreso con desanimo mientras señalo la cristalización en mi brazo—. Las cosas no han hecho más que empeorar…

—Tú has cambiado —dice con una sonrisa—, la fehaciente prueba de ello es que ya logaste usar la purificación una vez.

—No tengo idea de cómo hice eso y, en cualquier caso, solo tiene que mirarse a sí mismo para ver como resulto al final.

—¿Qué te parece lo siguiente? —me pregunta a la par que saca un cristal de su mochila—. Purifica la cristalización en tu brazo, si no lo logras veremos que otras alternativas tenemos.

—¿Cuáles? Ya nos quedamos sin…

—Primero hazlo —me interrumpe poniendo el cristal en mi mano—. Si lo consigues nos plantearemos si es viable.

—Pero aun si pudiera… estamos hablando de…

Ni siquiera me dice palabra alguna, solo me da esa mirada de "Primero inténtalo y luego continuamos" que solía darnos durante sus clases.

Tomo el núcleo y lo poso, sin mucha esperanza, sobre las costras de piedra que dibujan la mordida de aquel cristalizado. Tan solo intentar calmarme y concentrarme es todo un reto, mi mente es un caos, atiborrada por pensamientos negativos y desesperación.

Se que Nicolás está haciendo su mejor intento por mantener la compostura, pero su vida está pendiendo de un hilo… peor, está en mis manos…

Si solo pudiera usar la purificación todo este problema se podría solucionar.

Si solo tuviera un cálido momento al que aferrarme.

De mi madre apenas tengo unos pocos y tristes recuerdos, mientras que de mi padre todos son fríos y amargos. De todos aquellos "amigos" del pasado solo puedo recordar cosas difusas e insípidas, incluso de Rubén y Santiago, los más "allegados" a mí.

¿Por qué tengo que ser tan exigente?

Hasta ahora nunca me falto nada.

Nunca sufrí hambre.

Nunca sufrí violencia.

Nunca pase por ninguna desgracia.

¿¡Por qué pese a todo eso no puedo usar la maldita habilidad!?

—Son los tiempos de angustia los que hacen brillar con más intensidad los recuerdos cálidos —Nicolás detiene el caos en mi mente con unas simples palabras a la vez que posa su mano sobre la mía—. No siempre se tratan de momentos memorables, atesoro con toda mi alma recuerdos de mi Nick dibujando, de Irina calificando exámenes o incluso cuando me quede varado en la carretera con ella por horas bajo el raso del sol.

—Eso no suena como algo "feliz".

—En efecto, fue horrible, pero con el tiempo se convirtió en un recuerdo que siempre nos causaba gracia, algo asi como la paliza que me diste hace un par de semanas —no puedo evitar sentir confusión y vergüenza al escucharlo traer eso de vuelta—, hacía muchos años que alguien no me daba una arrastrada por el suelo para enseñarme una lección y nunca había provenido de un ex estudiante.

—¿No siente miedo? —pregunto tras unos segundos—, tanto el que yo falle… o incluso el lograrlo, ¿No le da miedo tener que enfrentar tal dolor sin garantías de que esto lo cure?

—Claro que estoy aterrado, seria inhumano no estarlo —responde como si hubiera hecho una pregunta sin sentido—, pero no del dolor o de la muerte, esos detalles son una nimiedad ante la idea de dejar solos a quienes aprecio, tanto a mi familia… como a ti.

En su cara se dibuja débilmente una sonrisa que hace parecer como si no estuviera pasando por una terrible fiebre y dolor.

—Quisiera… tener su fuerza…

—La tienes Marco, pese a todo lo que has pasado, tanto antes como después de este apocalipsis, nunca has perdido tu nobleza y tus valores, sobre todo, te has mantenido aferrado a la vida —no puedo evitar reír para mis adentros ante la visión que tiene de mí.

—Si tan solo supiera todas las veces que he considerado… "rendirme", tanto ahora… como en el pasado.

—Y pese a ello… sigues aquí —su respuesta resuena en lo más profundo de mí, con unas palabras tan simples, hacen que mi mente se quede en blanco.

 

Sigo aquí…

¿Por qué?

Porque me enfocaba en ignorar el presente.

¿Por qué?

Porque esperaba que las cosas mejorarían en el futuro.

¿Por qué?

Porque me sentía vacío.

¿Las cosas mejoraron?

No.

¿Parece que van a mejorar?

No.

¿Te quieres rendir?

No…

¿Por qué?

¿Aun sientes el vacío?

¿Qué cambio?

 

Tras unos minutos meditando en silencio, el cristal empieza a brillar y la piedra a desintegrarse sin dejar el más mínimo rastro en mi piel.

—Maravilloso… —exclama Nicolás a quien veo sonreír de oreja a oreja cuando abro los ojos.

—Fueron solo unas costras pequeñas, la fase 4 sigue siendo… algo muy diferente —respondo intentando contener mi alivio y felicidad para no elevar demasiado mis expectativas.

—Marco… sé que tienes miedo, miedo de no ser suficientemente bueno… de fallar —responde con la respiración entrecortada—, pero todo está en tu cabeza, tienes talento… incluso más que yo, me lo has demostrado día a día.

—Eso es solo la bendición de Adler, esto es diferente…

—¡No! No tiene nada que ver con dioses, bendiciones o lo que sea. Tienes un espíritu fuerte… te lo dice un profesor muy experimentado en lo que a reconocer el talento se refiere, por eso no siento miedo en dejar mi vida en tus manos.

—Eso es mucha presión… —mis nervios solo aumentan con sus palabras.

—Asi se siente tener la confianza plena de alguien —me responde con un tono y una expresión que me contagia su calma.

—Si fallo será el fin para ambos… no es como que yo pueda hacer mucho allá afuera por mi cuenta.

—¿Si eres consciente de que acabas de pasar dos noches en la intemperie sin ninguna ayuda? —me pregunta de forma retorica con un ligera risa, a la vez, de su mochila saca la bolsa con los demás cristales, entre ellos, uno que destaca de manera particular por su color y brillo.

—¿Ese es…?

—Lo traje en caso de una situación que fuera… peliaguda —dice mientras me da el que sacamos del bielemental—, supongo que podemos calificar la presente de dicha manera. Deberíamos tener suficientes para todo el proceso de cristalización y purificación.

—¿¡Quiere hacerlo ya!? —lo cuestiono con temor dado que ni siquiera me he mentalizado para ello.

—A mal paso darle prisa —sin decir nada más se recuesta como si no estuviera hablando de un método que lo hará pasar por un dolor desgarrador.

Enrolla un pedazo de tela para usarlo como mordaza y con un cristal crea un par de grilletes para inmovilizarse al suelo.

—Ay dios…

—Tranquilo, tú puedes hacerlo…—pese a ser solo unas palabras muy cliché, logran apaciguar mis nervios.

Cierro mis ojos y activo la habilidad de Meditación Shikantaza, a los pocos segundos logro "visualizar" esas dos energías con las que me he vuelto tan familiar, una muy violenta con tonos oscuros y la otra con un tenue brillo plateado.

No obstante, al tocar a Nicolás con el cristal algo más aparece, una energía la cual brilla con un color tornasol muy particular y que, pese a parecer débil, se mantiene vibrando de manera armónica, me recuerda las hojas de un roble meciéndose con el viento.

Para forzar la petrificación en mí mismo solo es necesario atraer la energía del cristal hacia mí, algo sencillo, por el contrario, para hacerlo en alguien más debía "empujarla", en principio es más complejo pero no es nada que no haya hecho antes. Lo que lo hace difícil es mantener la concentración y el control mientras escucho los desgarradores alaridos de Nicolás.

Si me detengo aunque sea un momento solo estaré prolongando su sufrimiento… debo continuar hasta el final.