14 de Septiembre de 2021
Día 53
Esta última semana se ha resumido en ejercicio físico, entrenamiento de combate y trabajar en los detalles finales de la camioneta que nos sacara de aquí.
No ha habido señales de Rubén o Santiago, pero intento no pensar mucho en ello. Lo que, por suerte o por desgracia, ha tenido mi mente ocupada ha sido el extraño comportamiento del profesor.
Todas las noches, sin excepción alguna, se despierta en la madrugada, sale del sótano y regresa en un una o dos horas. En medio de la ciudad podía encontrarle un mínimo de sentido, algo como nervios o intranquilidad de ser atacados por sorpresa, pero aquí estamos seguros, además… ya son casi tres horas desde que se fue hoy… nunca se había tomado tanto tiempo.
¿Estará bien?
¿Se habrá encontrado con un cristalizado?
¿Necesitara ayuda?
Salgo en su búsqueda preocupado de que algo le haya pasado. El exterior es bastamente iluminado por la luna, que, pese a faltar unos días para que sea llena, me permite ver los alrededores sin dificultad, pero ni con eso logro dar con él. A menos que se esté escondiendo a propósito no debería costarme tanto, después de todo, el refugio tampoco es tan grande.
Solo hay un lugar que me falta revisar… y esperaba no tener que hacerlo.
Me aferro a las escaleras de emergencia con más fuerza de la necesaria mientras activo Respiración Zen con cada metro que subo. Si de por si no es una estructura muy digna de confianza el estar a oscuras solo lo empeora.
Mas vale que este aquí arriba y tenga una buena razón para ello, todo este maldito edificio no es más que una trampa mortal que se desmoronara en cualquier momento.
¿Por qué vendría a relajarse a un lugar como este?
Al llegar a los últimos escalones y asomar mi cabeza hacia la azotea me siento aliviado de que al menos esto no haya sido en vano, el profesor se encuentra sentado… peligrosamente cerca de la cornisa.
—¿¡Quien anda ahí!? —espeta con una voz extraña.
—Solo soy yo… —respondo tímidamente, confundido por su tan agresiva reacción.
—Oh… nada más eres tú… —responde arrastrando las palabras y en un tono que refleja que no está en sus 5 sentidos, la causa resalta a la vista: la botella a medio terminar que sostiene en su mano, que claramente no es agua lo que contiene. Mi expresión de confusión asi como mis ojos fijos en el alcohol no pasan desapercibidos por él—, ups… supongo que me descubriste…
—¿Profesor Nicolás…? ¿Qué está pasando…?
—Está pasando… lo que está pasando… y viste lo que estás viendo —responde entre pausas intentando no trabarse al hablar.
Está muy ebrio.
—Pero… ¿Por qué?
—¿Cómo que "por qué" Marco? —replica con desconcierto y mal humor— ¿Acaso no has escuchado que las penas con alcohol son buenas…? El mundo se fue a la mierda ¿Qué más razón necesito para tomar un trago?
—¿¡Esto es lo que ha estado haciendo desde hace semanas!?
—Oh… Entonces ya lo habías notado…. Y yo intentando en pasar… desapercibido… que idiota —continua arrastrando las palabras con dificultad mientras se disimula la gracia que parece hacerle—, no eres tan despistado como pensé…
Me acerco a él poco a poco sin saber que decir, apenas y puedo procesar todo esto. Por un lado estoy consternado de que haya estado emborrachándose todas estas noches sin que lo notara y por otro estoy realmente preocupado al verlo tambalearse sentado al borde de un edificio de varios pisos.
No se dé donde saco la botella de whisky, no es de las que encontramos antes de enfrentarnos contra el esquelético… pero solo puedo suponer que ya se terminó esas.
—¿Cuántas noche tiene haciendo esto? ¿Acaso fue por lo que sucedió contra el esquelético? —lo cuestiono con una mezcla de confusión y desaprobación.
—¡Incorrecto! —me corrige en un tono demasiado alto pero que parece no notar—, te llevas 0 puntos… bueno no… te llevas 5 de 10, porque si fue así como dices que fue, pero no fue así del todo como fue que dices…
—¿Qué? —replico sin entender sus incoherencias.
—Solo tienes que unir los puntos Marco, piensa un poco ms… ¿Por qué mi ex esposa y mi hijo están viviendo en otra ciudad…? ¿La respuesta? Me boto hace años —dice con la mirada aun fija en el cielo—, a veces si eres un tanto más o menos despistado a veces…
—Si esto es por lo del esquelético…
—Ya te dije que…
—¡No fue su culpa! Lo de aquel día fue algo inevitable —replico aun con dificultad para procesar todo.
—Silencio…
—¡No! ¡Yo le dije que so quedo atrás! Pude haber salido un poco herido, pero al final sobreviví gracias a usted, ¡No tiene por qué hacer algo como esto! —no puedo evitar sentirme terrible al pensar que mi incompetencia lo orillo a esto.
—¡Cállate! Solo… cállate un segundo —me grita mientras aprieta sus sienes y hace mala cara—, hablas demasiado fuerte… Si te di 5 puntos fue porque bebo desde hace años, pero igualmente fue tras encontrar esas botellas que recaí… y para que lo sepas había alcohol escondido entre las cajas… ya sabes, malos hábitos de un alcohólico…
—Pero entonces… ¿Por qué…?
—¡El mundo se fue a la mierda Marco! ¡Estamos atrapados…! Nuestros días están contados… ¿Cuántas más razones quieres…?
Es difícil asimilar que el profesor Nicolás, la figura admirable que parecía siempre avanzar con positividad y decisión es la misma persona que tengo frente a mí en este momento… pero en realidad nunca me detuve a siquiera considerar como se sentía, irradiaba tanta positividad que no me di cuenta que era solo una fachada…
El profesor… no, Nicolás, al final también es solo un humano.
—Entonces todo… ¿Era una mentira? —pregunto desconsolado.
—No, no, no, claro que no, el plan de salir de aquí es real, pero… las probabilidades éxito… esas si son un poco falsas, en realidad es más una moneda en el aire —dice mientras vuelve a tomar de la botella de forma despreocupada.
—No… hablo de las palabras de aliento que me decía, dar cada paso buscando crear un mejor mañana…
—¡Ah…! Esas… Esas si… son solo patrañas infantiles, boberías, estupideces… palabrería para que dejaras de estar deprimido y sirvieras de algo… con sobrevivir el "hoy" ya es un milagro.
—¿Y qué me dice de su hijo? Acaso todo lo que dijo acerca de volver a verlo, de hacer un mejor mundo para él… ¿¡Era mentira también!? —pregunto ofuscado intentando negar la realidad.
Nicolás se queda callado y en su rostro se empieza a reflejar una profunda tristeza.
—Es estúpido pensar que sigue vivo… un simple niño de 13 años… ¿Cómo podría sobrevivir este infierno…? —responde con la voz apagada.
Sus palabras son desesperanzadoras…
Ni siquiera sé cómo responder…
Él era el pilar sobre el que yo me estaba sosteniendo…
—Lo siento Marco... —dice con un suspiro de lucidez—, hubiera preferido que no me vieras en este estado…
—No… —respondo mientras me siento a su lado evitando mirar hacia abajo—, creo que era muy pretencioso pensar que usted la tenía fácil… en realidad, hace semanas que sabía que algo andaba mal… pero era más fácil ignorarlo o pensar que se solucionaría solo.
—Es algo muy humano… asi que no te sientas mal por ello, yo soy el patético profesor que quería mantener apariencias en un apocalipsis…
—Quizá sin eso yo no habría podido seguir… aunque suena muy infantil e inmaduro de mi parte.
Toda la situación me hace sentir impotente por no poder hacer algo más, aun si él solo estaba actuando, fue gracias a ello que pude levantarme una vez más. ¿Cómo le correspondí? No quise ver las claras señales de que él también tenía sus propios problemas. Todo por miedo a enfrentar la realidad… por miedo a aceptar que no puedo hacer nada por él, incluso ahora, lo único que puedo es sentarme a su lado en silencio.
Nicolás deja de beber de la botella y se queda absorto viendo el cielo nocturno.
—Es realmente hermosa ¿No lo crees? —me pregunta.
—¿La luna?
—Si… es hermosa. Durante años, para mí solo fue un cuerpo celeste más en el firmamento, cuando conocí a Irina, mi ex esposa, ella estaba admirando la luna —dice esbozando una ligera sonrisa—. La luz de la noche caía sobre su bello rostro, iluminándola como si fuera un ángel. Si creyera en el amor a primera vista… esa sería mi mejor prueba. La ame como a nadie más en el mundo, le dio paz y un sentido a mi existencia… gracias a ella aprendí a ver la belleza de la vida… por eso cada vez que veo una noche iluminada como esta, recuerdo su belleza… una belleza que opacaba la de la misma luna… —Nicolás se queda callado y baja su mirada mientras frunce el ceño—, y aun así… la perdí… los recuerdos de un pasado del que me arrepiento solo eran callados por el alcohol mientras mi orgullo me impedía buscar soluciones de verdad. No se siquiera en qué momento la bebida empezó a consumirme a mi… solo sé que toque fondo cuando desperté al lado de otra mujer que ni siquiera conocía… una idiotez que me costó una vida junto a quien más he amado.
No puedo hacer más que limitarme a escuchar, no conozco palabras de consolación que pudieran servir en este momento.
—Lo peor de todo es que pude haberme quedado callado… haber ocultado todo, de hacer eso habría sido capaz de mantener nuestra familia unida, pero cada noche, al ver el cielo… la culpa me atormentaba —dice mientras se ríe un poco—. Se lo confese todo poco tiempo después, quizá en el pasado podría haber tenido una segunda oportunidad, pero en realidad eso se volvió la gota que derramo el vaso… destruí mi familia por una noche que ni siquiera recuerdo… Estúpido ¿No crees?
—Yo… no se… —musito nervioso.
—No necesitas responder, sé muy bien que lo arruine… ¿Y sabes que es lo peor? —pregunta mirándome como si esperara una respuesta.
—Yo…
—Lo peor es ya había dejado la bebida, tenía una buena relación con Nick y las cosas con Irina parecían mejorar… ¡Justo en ese momento el inmundo apocalipsis arruino todo de nuevo! —Nicolás se empina la botella bruscamente al terminar su frase.
—Hay esperanza… —digo sin siquiera creer en mis propias palabras—, aún tenemos un plan y si las cosas ya iban mejor entre usted y su esposa, entonces…
—Shhh… yo y tu sabemos que… no tenemos ninguna garantía de lograr salir vivos de aquí… solo mírate a ti, has estado cerca de la muerte como mínimo tres veces desde que te conozco, todas por mi culpa…
—No es así… las cosas solo…
—¡Tú no sabes cómo son las cosas! —replica irritado—, ¡Pude haberte salvado a ti y a tus amigos en cualquier momento! pero desconfiaba del flacucho… a ti y a Rubén los conocía… pero al bajito no, era un riesgo que negligentemente me negué a tomar, por eso me limite a seguirlos… y termine solo alcanzándote a ti al borde de la muerte… para después ponerte en ese borde de nuevo al intentar acabar con el esquelético pensando en mi seguridad y no en la tuya.
—Usted hizo lo mejor que pudo… —respondo intentando convencerme de que es el alcohol exagerando las cosas.
—¡Entiende! ¡Arriesgue tu vida para asegurar la mía…! te pedí que ganaras tiempo para yo salir ileso.
—Pero usted sabía que podía curarme…
—¡No puedo curar la muerte! —contesta enojado y frustrado consigo mismo—. Todo lo que supe hacer tras casi causar que perdieras la vida fue ahogarme en alcohol para no pensar en la basura que soy… una idea no muy brillante… solo empeoro las cosas…
—Pero lo que importa es que estamos vivos… ¿No?
—¿Entonces el fin justifica los medios? ¿Anteponer mi vida a la tuya estuvo bien porque al final ambos nos salvamos? —me pregunta riéndose ruidosamente.
—La cristalización me habría consumido en aquel edificio si usted no me hubiera salvado, asi que no importa las circunstancias, el punto es que estoy vivo gracias a usted —replico pese a que aun intento procesar la verdad.
—¿Tan poquito valoras tu propia vida como para que veas lo que hice como si fuese un acto benevolente? —me cuestiona irritado.
—En realidad… si… asi es… —respondo tras unos segundos haciendo que Nicolás interrumpa su trago—, no hay nadie esperándome allá afuera, ni familia ni amigos… la razón por la que me encontró en ese edificio es porque me había rendido, prefería morir en ese momento que tener que enfrentar la realidad, una en la que yo sabía que las únicas personas mínimamente cercanas a mí no dudarían en dejarme atrás cuando su vida dependiera de ello.
Un silencio incomodo se cierne sobre los dos. Ni siquiera me había dichos esas palabras a mí mismo, quizá intentando negarlo… pero la realidad es que en este mundo no tengo nada real por lo que esforzarme en sobrevivir… y tampoco en el anterior.
—Usted al menos me dio un propósito... me hizo sentir útil —le confieso mientras veo hacia el oscuro abismo que pareciera crearse bajo mis pies—, si yo muero ayudándolo, al menos eso hará que haya valido la pena seguir viviendo un poco más… pero si usted muere… yo no durare mucho allá afuera, no tengo su fuerza ni determinación, asi que si uno de los dos arriesga su vida es mejor que sea quien tenga menos que perder ¿No?
—¡Patrañas! No se puede alcanzar un "Mejor mañana" si se llega sacrificando a otros… aunque… no soy nadie para decir algo asi, ese es el tipo de monstruo en el que me estoy convirtiendo. Quizá podría haber evitado que Cruz saliera herida pero hui del riesgo… quizá podría haber salvado a tus amigos también… pero hui de nuevo… ¿A cuántos más pude haber salvado si no hubiera huido? ¿A cuántos he sacrificado para alcanzar un mañana… que nunca es mejor? —Nicolás aprieta los dientes con enojo… un enojo muy profundo y cargado de frustración—. Esta estúpida prótesis es solo un recordatorio de que soy como esos monstruos…
—Eso no…
—¿Enserio piensas que hay algo que puedas decir para arreglar las cosas? —me interrumpe con una sonrisa muy amarga.
—En cierto… no sé qué decir, no sé cómo ayudarlo… ni siquiera sé cómo ayudarme a mí mismo para empezar… —respondo con firmeza por primera vez—, lo único que se me ocurre hacer es seguir un viejo consejo de mi padre, de los pocos que alguna vez me dio… y es que a un compañero no se le deja beber solo, no importa porque beba, no debe hacerlo en soledad.
—Es un consejo terrible de padre a hijo.
—Un consejo terrible de un padre terrible —respondo mientras tomo la botella de las manos a Nicolás y le doy un gran trago.
El alcohol baja por mi garganta como si fuera agua caliente raspando mi interior y dejando una sensación muy desagradable.
—Es evidente que no sabes beber, ¿Mínimo lo habías hecho alguna vez? —pregunta ante a mis muecas y ademanes de disgusto.
—Que asco… —respondo mientras el sabor de algo podrido se mantiene en mi boca—. Es peor que la cerveza…
—Porque el whisky no es cerveza… no puedes empinártelo de esa manera —me dice mientras me arrebata la botella.
—Mire quien habla… —replico con sarcasmo.
—Esta es la manera correcta —explica mientras procede a tomar un gran trago directo de la botella.
—Es injusto, me supera en experiencia —refuto tomándola una vez más mientras me rio un poco.
No creo que haya pasado mucho tiempo o muchos tragos para cuando la sensación de adormecimiento y mareo me superaran, aun asi, ni una palabra más salió de nosotros el resto de la noche, solo bebimos en silencio hasta que todo dejo de dar vueltas.
Los rayos de sol me hacen despertar con una intensa jaqueca. Nicolás está a mi lado, dormido y aferrado a una botella vacía. Miro mi reloj con dificultad debido a la intensa luz, marca las 11 de la mañana, creo que nunca lo había visto dormido a estas horas.
—Ya amaneció… —le digo sacudiendo su hombro.
—Si, lo sé —responde claramente despierto pero sin abrir los ojos—. Supongo que ya fue mucho descanso, hay que bajar antes de que nos dé una insolación.
Mientras yo siento como si mi cabeza se partiera a la mitad mientras me intento poner de pie, Nicolás se levanta de golpe con una cara totalmente fresca y enérgica.
—Batallando con la reseca he de suponer —dice riéndose.
—Creo…
—Con el ejercicio se te bajara.
—¿¿Qué?? —replico rechazando la idea de tener que hacer esfuerzo físico en este estado— ¿Tan siquiera ayudara a que disminuya…?
—Para nada, estaba mintiendo, pero no es excusa para saltártelo.
—¿Acaso usted es inmune…? —le pregunto mientras bajo las escaleras poco a poco.
—No, solo estoy más acostumbrado a ello —dice con naturalidad—, parte de ser adulto es aprender a vivir con resaca.
—Eso no suena muy sano…
—No dije que lo fuera, pero un buen desayuno si ayudara a que se te pase.
Su actitud cambio por completo, como si lo de ayer hubiera sido una ilusión, ahora es el de siempre: Positivo, sonriente, enérgico…
No…
En realidad sigue mintiendo. Quizá es porque ahora se la verdad o porque le está costando más, pero puedo ver claramente la falsedad tras esa manera de hablar y de sonreír.
22 de Septiembre de 2021
Día 61
Nicolás se volvió un desastre. Se levanta tarde, anda desarreglado todo el día, no le pone empeño a nada… ni siquiera se ha bañado en más de una semana.
¿Confrontarlo de esa manera fue buena idea?
¿Acaso este es su verdadero forma de ser?
¿Realmente fue lo más… sano?
Es decir, dejo el alcohol, parece estar durmiendo mejor, no descuida sus comidas y pese a que lo hace con desgana, no se ha saltado ningún día de ejercicio.
Quizá podría decir que las cosas no están tan mal, pero… no puedo evitar sentir una incomprensible irritación cada vez que veo su expresión despreocupada…
No es como antes, no es despreocupación surgida de la confianza… ¡Sino de resignación!
Para colmo, evita cualquier conversación relacionada a esa noche, el alcohol, su familia o los planes para salir de aquí, y ni siquiera lo hace de manera sutil, solo cambia el tema abruptamente o se va dejándome hablando solo.
Ya no lo soporto.
23 de Septiembre de 2021
Día 62
—¡Intente hacerlo por mi cuenta pero nada me sale bien! —le espeto a Nicolás tras haber desperdiciado dos horas intentando avanzar en lo que está pendiente de la camioneta por mi cuenta—, necesito de su ayuda…
—No te estreses por ese cacharro… no hay prisa —me contesta con flojera y sin siquiera dirigirme la mirada acostado en una pila de cartones mientras lee un libro que no sé dónde saco.
—¿¡No hay prisa!? —replico indignado—, han pasado casi 10 días desde la última vez que toco la camioneta, sé que no tenemos suficiente combustible pero al menos deberíamos terminarla.
—Mira Marco… —dice cerrando su libro pero con su dedo guardando la página—, aunque estuviera lista y consiguiéramos combustible, tendríamos que esperar hasta marzo o abril para irnos de aquí.
—¿¡Qué!? —exclamo consternado.
—Nunca mencione una fecha específica.
—Lo sé, pero… ¿Por qué tanto tiempo? ¿Qué hay de su fami…?
—Apenas está por entrar octubre y la temperatura bajo lo suficiente para romper todas mis estimaciones —me interrumpe mientras vuelve a su libro—, sin lugar a dudas esto está relacionado con la zona helada, la cual, si te dieras el tiempo de observar podrías ver que los nubarrones que la mantienen bajo una ventisca constante no han hecho más que empeorar.
—Con más razón deberíamos apresurarnos.
—¿Para qué? —pregunta retóricamente—, no es como si necesitaras llegar al otro lado, tú mismo dijiste que no hay nadie que te espere.
—¡Pero a usted si! Su hijo esta allá —exclamo sin realmente entender porque yo soy el que esta empecinado en ello.
Nicolás se queda callado de la misma manera que lo hace cada vez que hablo de su familia, pero no con inquietud, sino con la misma serenidad con la que cambia de página.
—Hablamos de un niño de solo 12 años y una mujer de mi edad sin ningún conocimiento de supervivencia, es evidente que ya fallecieron —responde con una tranquilidad aberrante sin dejar de leer.
—¿Cómo puede decir algo como eso…?
—¿Qué? —pregunta como si no entendiera a que me refiero—, es una conclusión lógica. En el remoto e improbable caso de que no hayan fallecido aun, si me arriesgo irracionalmente y muero en vano, habré fallado en verlos. En cambio, si soy paciente y elijo el momento adecuado, mis probabilidades de supervivencia aumentaran y con ellas también las de encontrarlos. La clave está en pensar con la cabeza fría.
—Pero si aún están vivos en estos meses podría… podría ser demasiado tarde.
—Reitero mi punto, si me arriesgo y muero, todo acabo, si soy prudente y sobrevivo, quizá pueda verlos.
—Esto es una pérdida de tiempo —me doy la vuelta irritado… no por su lógica, de la cual no logro encontrar manera de refutar, si no por esa hipócrita actitud de que no le importa.
24 de Septiembre de 2021
Día 63
Con una jarra de agua en mano me dirijo al sótano. De pie al lado de Nicolás, completamente dormido, respiro hondo y la vacío sobre su cabeza.
—¿¡Qué rayos!? —despierta confundido.
—Vamos afuera, tendremos una pelea de entrenamiento —ordeno con la mayor determinación que puedo fingir.
—Déjate de tonterías —dice secándose con su propia ropa.
—Solo esperare cinco minutos antes de echar esto al fuego.
Me voltea a ver de reojo sin tomarme enserio hasta notar lo que sostengo en la mano, es en ese momento que se levanta abruptamente.
—¿Cuándo…? —revisa sus bolsillos buscando su cartera.
—Estaba en las cajas de la izquierda —le señalo—, todo está ahí, solo tome esta foto.
—¡Devuélvemela ya! —su mirada refleja tanto enojo que casi me hace flaquear.
—No, solo hasta después de entrenar.
Nicolás respira profundamente, se acomoda el cabello y vuelve a tomar esa actitud serena y artificial que tanto me ha irritado por los últimos días.
—Por lo que dijo ayer pensé que esta foto ya no le importaba —me apresuro a hablar antes que él pueda decir otra cosa.
—Tienes razón —me contesta mientras vuelve a acostarse—, haz lo que quieras con ella.
—Solo esperare cinco minutos —repito una última vez antes de salir.