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Chapter 19 - Capítulo 10: Nicolás (2)

Pensaba que mis nervios se disiparían al salir del sótano, pero ahora tengo miedo de haber llevado las cosas demasiado lejos…

¿Y si no sale?

¿Y si solo lo hice enojar en vano?

¿Y si realmente ya no le importa su familia?

Por suerte, todas esas dudas desaparecen al verlo salir del sótano… aunque en realidad solo son sustituidas por pánico.

—Es un poco injusto que me retes en este momento —dice con una sonrisa mientras se comienza a estirar—, lo mínimo que puedes hacer es darme unos minutos para calentar.

—Adelante.

—Y mientras estoy en ello ¿Te importaría explicarme el verdadero motivo tras esto?

—No sé a qué se refiere, solo es entrenamiento.

—Si quieres seguir con eso está bien —me responde mientras se ríe—. ¿Las mismas reglas de siempre?

—No, esta vez quiero que usted también vaya enserio, la pelea solo terminara cuando uno se rinda, fuera de eso, todo vale.

—¿No es eso muy osado de tu parte? —su tono burlón hace evidente que no me toma enserio.

—A diferencia de usted yo si he estado esforzándome en mejorar estos días —lo provoco con un poco de altanería.

—Diez días no es mucho, por más duro que hayas entrenado no se te debería subir a la cabeza.

—Si algo he aprendido estos últimos meses… es que cada día cuenta.

—Suficiente charla, terminemos con esto —la sonrisa artificial se borra de su rostro a la vez que se pone en guardia.

Un sudor frio me recorre la espalda. Nunca lo había visto asi… pero ya no puedo retractarme, solo me queda seguir el plan.

Tras revisar que todo esté en su lugar me pongo de pie frente a Nicolás y levanto los puños preparándome para pelear. Cruzamos miradas pero ninguno da un paso hacia adelante.

—No planeo dar el primer golpe —rompo el silencio tras unos tensos segundos—. Contra un oponente más fuerte es mejor esperar a que él empiece, usted me lo enseño.

No se digna a responder, sino que, en una fracción de segundo acorta la distancia entre los dos y lanza su puño derecho contra mi cara sin atisbo de duda. De no ser por la habilidad de Instintos de Guerrero eso probablemente me hubiera roto la nariz.

Está yendo en serio.

Tras esquivar su golpe me inclino hacia delante para responder con un gancho a su costado izquierdo, el cual conecta… sin no hacerle daño alguno aparentemente, pero es suficiente para borrarle esa mirada arrogante de la cara. Esta tan sorprendido como yo de que haya podido esquivar y responder a su ataque.

—Creo que me está subestimando —digo mientras doy un paso atrás antes de que pueda contratacar.

—Tú eres el que no se está tomando esto con seriedad.

El ardor de mis nudillos ensangrentados le da la razón, un puñetazo a piel desnuda no lograra nada contra su dominio de la cristalización que le permite protegerse de cualquier ataque en segundos.

Trago saliva mientras recubro mi cuerpo con piedra de manera parcial, desde mis puños y ante brazos hasta mis costillas y costados de mi rostro.

La verdadera pelea empieza ahora.

Nicolás da el primer paso nuevamente. Sus ataques son rápidos y precisos, solo logro esquivarlos o bloquearlos gracias a mi habilidad activa, sin embargo, a la hora de pasar a la ofensiva no logro hacer mucho.

—Nunca lo había visto tomarse tan enserio una pelea… —digo con la respiración un poco acelerada esperando ganar unos momentos de descanso, aunque no obtengo respuesta de su parte, sus ojos se mantienen buscando cualquier apertura para derribarme—, y aun asi… no parece que me esté yendo tan mal esta vez, ¿Acaso algo le impide concentrarse? ¿Es la foto de su hijo? ¿O es todo este teatrito que armo para esconder el miedo a perderlo?

Me tenso por el miedo a su respuesta ya que estoy jugando con fuego al tocar esos temas, pero en cambio, su mirada solo se suaviza mientras ríe como si hubiera hecho una broma.

—La muerte es inevitable, para ti, para mí y para cualquier otro, mi familia no es la excepción —con esa respuesta no conseguiré que baje la guardia.

—Que conveniente, dicho asi puede disimular el hecho que no le importa lo que le pase a su hijo sin verse como un patán.

Esta vez no se ríe, en cambio lanza una serie de golpes consecutivos que logro bloquear con los antebrazos por pura suerte. Duele mucho, pero no logra hacerme daño real, en cambio, al haber respondido a mi provocación logro crear una apertura.

Lo tomo del brazo y en un ágil movimiento le hago una llave de judo y asi, por primera vez, logro llevarlo al suelo en un combate.

No pierdo el tiempo y me dispongo a inmovilizarlo mientras esta pecho tierra, no obstante, múltiples púas de piedra emergen de su espalda haciendo giras su camisa y obligándome a retroceder para no terminar empalado.

—Eso fue peligroso… de no reaccionar a tiempo me hubiera convertido en una brocheta —mientras él se pone de pie bromeo para esconder el verdadero susto que me lleve… estuve muy cerca de salir herido—, ¿Le molesta tanto que hable de su probablemente fallecida familia? Pensé que le darían igual, según su lógica ellos ya están muertos.

Nicolás solo frunce el ceño y arremete contra mi dejándose llevar por el calor del momento, justo lo que estaba esperando. Meto mi mano derecha a mi bolsillo y lanzo el polvo que tenía guardado directo hacia su cara.

—¿¡Que…!? —se detiene en seco por la sorpresa mientras empieza a toser.

—¡Todo vale! —aprovecho su confusión y falta de visión para taclearlo, sin embargo, es tan efectivo como intentar derribar un roble con las manos.

—Tú lo pediste entonces… —aun luchando por llevarlo al suelo escucho como respira profundamente para después conectar el puñetazo más intenso que alguna vez he sentido.

Pese a haber recubierto mis costados con piedra su golpe me deja sin fuerzas, tras eso, con una simple patada me lleva al suelo.

—No sé qué te pasa hoy… pero esto termino —espeta tallándose los ojos mientras yo lucho por ponerme de pie, pero con cada intento solo recibo una patada o un empujón que me lo impide—.Podemos seguir asi todo el día, asi que haznos un favor a ambos y termina con esto.

—Eso no va a pasar… —mascullo adolorido ante sus palabras cargadas de una creciente rabia.

—Que quede constancia que te lo pedí por las buenas.

Moldea su brazo en forma de una gran e imponente garra de piedra con la cual parece estar dispuesto a obligarme a rendirme o dejarme inconsciente, lo que pase primero. Sin embargo, al inclinarse hacia mí, su expresión cambia. Da un paso hacia atrás para no irse de bruces y se balancea un poco de un lado a otro en un evidente estado de desorientación.

—Parece que el cristal pulverizado ya está haciendo efecto —digo mientras aprovecho y me pongo de pie.

—¿¡El que…!? —me cuestiona mientras batalla para enfocar bien su mirada.

—No se preocupe, no me refiero a vidrio en polvo, sino a los núcleos de cristal —le explico para que no entre en pánico—, es mayormente inofensivo, creo… en principio solo causa mareos.

—Eso es un truco sucio… siquiera sabes lo… peligroso que puede ser algo asi…

—Hasta donde he experimentado, se le pasara en un rato —en realidad si me preocupan los efectos secundarios que desconozco, pero eso será problema del Marco del futuro.

—Estos son solo trucos baratos —para mi sorpresa empieza a reírse ligeramente mientras se obliga a recobrar el equilibrio—. No ganaras con algo como esto, no es nada comparado a pelear en medio de gas lacrimógeno…

—¿Qué…?

Salta hacia mi lanzando golpes a diestra y siniestra con una destreza que no esperaría de alguien que acaba de inhalar el mismo polvo que a mí me dejo incapacitado por una hora cuando lo descubrí, no obstante, sus movimientos y reflejos son visiblemente más torpes asi como su control de la cristalización.

Con una ventaja asi quizá podría ganar mano a mano… pero esto tiene que ser una victoria absoluta.

Saco el par de bandas de caucho que tenía escondidas bajo la ropa, mientras tanto guardo mi distancia al esquivar sus torpes golpes y agarres hasta lograr moldear una réplica de su "ballesta" en mi brazo derecho. Una versión más pequeña, sencilla y débil.

—¿Esa es tu carta del triunfo? —dice de manera desafiante—, ¡Eso es solo una copia de un fracaso!

—¡Ya lo veremos! —le refuto a la vez que pongo todo de mi en conectar el golpe con este "Puño ballesta".

Nicolás no intenta esquivarlo, recibe de lleno el primer golpe con su garra de piedra y antes de que pueda accionar el mecanismo extiende su propia petrificación hacia mí a la vez que jala mi brazo haciéndome perder el equilibrio.

—Es peor de lo que pensaba, es poco practica y mal hecha —me regaña mientras aprieta con fuerza mi creación en un intento de destrozarla, algo que no logra gracias a lo densa que la hice—. Podrá ser muy resistente, pero eso es lo que la hace demasiado pesada para que puedas maniobrarla. Pensé que te había instruido mejor sobre este tema.

—¡Créame que me enseño bien! —le respondo con una sonrisa mientras la capa externa de la ballesta se hace polvo liberándome de su agarre y sacando a relucir mi verdadera creación.

Similar a su garra, pero con una apariencia más cercana a una pinzas mi verdadero as bajo la manga sale a relucir. Inmediatamente se abren de par en par, el mecanismo esta hecho de manera que los engranajes controlados con la cristalización creen tanta tensión en las bandas como para deformar y curvar la piedra, como resultado, al liberar la tensión…

 —¡Lo tengo! —exclamo al momento en que se cierran sobre la garra de Nicolás, haciéndola pedazos asi como atrapando su brazo.

Como toque final, con un cristal transformo las pinzas en un grillete de gran peso del cual, a diferencia de él, yo me libero a voluntad.

—¿Qué diablos…? —gruñe golpeando el armatoste en su brazo incapaz de romperlo.

—Parece que ahora si tengo una buena ventaja —digo mientras saco un cristal más repetir la misma estrategia.

—Ingenioso… no lo niego —responde ocultando su irritación—, "todo vale", debí suponer que tenías cristales escondidos.

—Le diría que se rindiera de una vez, los efectos del cristal aún deben dificultarle mantenerse de pie y con eso pegado a su brazo no tiene muchas oportunidades… pero sé que es más terco que yo, no se dará por vencido hasta que no se pueda mover.

—Acércate e intenta ponerme otra de esa cosas… —me reta fúrico mientras empieza a toser—, tan solo… atreve…

Una tos compulsiva le impide terminar de hablar, se vuelve tan fuerte que empieza a perder el equilibrio mientras aprieta su pecho.

¡Mierda!

—¿¡Nicolás!? ¿¡Nicolás!? ¡Aguante! —me acerco en pánico solo para ver cómo se ahoga… los cristales no deberían hacer algo asi.

—Do… puedo… respi… —se sostiene de mi hombro con fuerza mientras su cara se torna cada vez más roja.

—¡Resista! ¡Iré por…!

—Iluso —en un instante su mano pasa de mi hombro a mi nuca y me jala hacia él.

Todo se vuelve negro mientras… literalmente veo estrellas… no pensé que esa analogía fuera acertada al recibir un… cabezazo…

Recobro los sentidos tras lo que debieron ser solo un par de segundos. Al parecer tiempo suficiente para que él encontrara manera de liberarse.

—Todo vale —repite cuando me ve ponerme de pie aun desorientado… eso si fue un truco sucio.

—Para que se rebajara a ese nivel debe estar molesto… —la segunda pinza sigue en mi brazo, necesito solo un poco de tiempo para tensarla— ¿Se está desquitando porque lo que dije? Digo, al final solo estoy intentando provocarlo con eso de que no le importe su hijo, pero si le queda el saco…

—Acabemos con esto —el no reaccionar lo más mínimo asi como el tono tan frio de su voz me deja claro que este es el final—, discúlpame de antemano, no me contendré en el siguiente golpe.

De un solo movimiento acorta la distancia y antes de que pueda reaccionar su puño esta casi frente a mi cara.

Mis reflejos me permiten levantar mi brazo izquierdo para protegerme, pero no son lo suficientemente buenos para percatarse de la finta, recibiendo de lleno el golpe en mi abdomen.

Todo el aire sale de mis pulmones mientras caigo al suelo. Me retuerzo en el suelo en posición fetal intentando respirar… maldita sea…. Ya casi…

—Ríndete de una vez y dame la foto —espeta cansado… o quizá harto.

—Está bien… aquí… esta… —saco de mi bolsillo la foto, momento en el cual se agacha y… ¡Ahora!

Alzo el armatoste justo frente a su cara mientras lo acciono, no con la intención de alcanzarlo, solo de tenerlo lo suficientemente cerca al momento en que los extremos de la pinza se golpeen entre sí.

Un brillo cegador es acompañado del ensordecedor sonido de la explosión causada por los cristales incrustados en las puntas. Nicolás cae de espaldas conmocionado, ni siquiera me levanto, solo salto sobre él y cierro las pinzas alrededor de su cuello de manera manual, usando un cristal para cerrarlas como un grillete

No tarda en reaccionar y me quita de encima con una patada, pero el trabajo ya está hecho.

—¡Maldita sea!—exclama al verse incapaz de ponerse de pie.

—Esta si es mi victoria… ya no le queda más que… rendirse —digo agotado viendo como intenta romper el grillete.

—¡Patrañas! —refuta poniéndose de pie en una gran hazaña de equilibrio y destreza… pero que solo me basta empujar levemente para que caiga al suelo estrepitosamente.

—Ya no tengo más planes ni ases bajo la manga, si logra liberarse probablemente me gane… pero ni en ese caso dejare de pelear.

—¡Esta bien carajo! ¡Me rindo! ¡Quédate con la estúpida foto! —despotrica enfadado.

—No… aquí tiene —digo mientras se la acerco a su mano—, el trato era tener una pelea, no ganarla.

—¿Entonces solo querías hacerme enfadar?

—Si, lo que sea para ya no verlo actuando de manera hipócrita y mintiendo acerca de cómo se siente.

Nicolás deja de forcejear y se queda en el suelo al igual que yo. El silencio se mantiene por varios minutos mientras empiezo a recobrar el aliento, a resentir el dolor y a cuestionarme si esto fue buena idea.

—¿De verdad quiere que pasemos el invierno aquí? ¿Quiere esperar? —le pregunto dispuesto a aceptar lo que decida.

—Si no los encuentro… o peor aún… llego muy tarde, no podría soportarlo.

—Alguien una vez me dijo que cada paso que se da debe ser en busca de un mejor mañana ¿Quiere uno en el que no sepa si pudo haber hecho algo más?

—Que un alumno me esté regañando... y con mis propias palabras… me dejas en ridículo como maestro —evade la pregunta pero al menos con un tono más honesto.

—Esos títulos ya no tienen importancia en este mundo, somos solo dos personas intentando sobrevivir —repito las palabras que me dijo en el pasado mientras me pongo de pie—. Le ayudare con ese grillete… aunque no estoy muy seguro de cómo.

Con paciencia y delicadeza logramos romperlo entre ambos.

—Te has vuelto muy fuerte… —me dice mientras toma mi mano y se pone de pie.

—Usted ha descuidado su entrenamiento.

—No me refiero a eso —me contesta mientras se ríe un poco—, aunque esos trucos con los cristales me tomaron por sorpresa.

—Fue difícil… fue realmente… difícil —suspiro exhausto mientras me siento en el suelo una vez más—. Anteponerme ante usted fue terrorífico, no sabe el miedo que da cuando se enoja, estuve temblando desde el principio hasta el fin.

—Lo siento… se supone que yo soy adulto aquí y termine agrediéndote asi.

—Igual, perdón si me pase de la raya, pero no tuve de otra para que me escuchara… tuve que ser asi de…

—¿Ruin?

—Eso…

—Está bien, lo entiendo… realmente era lo que necesitaba para salir de ese agujero —responde con un suspiro—. Aunque no deberías acostumbrarte, quizá usar un acercamiento más prudente y considerado te podría ser más fructífero, no todos son viejos cascarrabias como yo con los que puedas arreglar las cosas a golpes.

—Creo que ser honesto y directo es la mejor manera de confrontar las cosas.

—Quiza… solo recuerda que la honestidad sin empatía se convierte en crueldad.

—¿Qué? ¿Ya tan rápido regresa a la postura de profesor? —le bromeo para disimular el que me sienta mal por todo lo que dije antes.

—No… te lo digo como alguien que se preocupa por ti y ya ha cometido muchos errores por su cuenta…

—Gracias… —hay algo en la manera en que me habla, que se siente diferente… mucho más sincero.

—Soy yo el que debe agradecerte —el tono en su voz es cálido… pero a la triste— no recuerdo la última vez que alguien se preocupó lo suficiente por mi como para ir tan lejos… bueno, quizá si lo recuerdo…

Su mirada se eleva al cielo mientras suspira. Tras estos días tan difíciles en varios sentidos, siento el peso en mi pe-cho desaparecer al ver su expresión.

—Es lo mínimo que podía hacer, pese a todo lo que pueda decir, la realidad es que le debo mi vida… y… como alguien con un padre ausente, no podía soportar la idea que dejara a su hijo atrás.

—¿En serio? —pregunta sorprendido con una sonrisa.

—Nada, nada, olvídelo —digo apenado por ese lapso de incoherencias que salieron de mi boca—. Necesitamos un baño, estamos llenos de tierra, en realidad usted necesita un baño desde hace semanas, apesta.

—Antes de eso ¿Estas…. Bien? —pregunta avergonzado mientras me ve ponerme de pie adolorido, como si no recordara la paliza que me dio.

—Lo suficiente, aunque lo del baño es enserio.

—Si, también nos hace falta un corte de cabello.

 

—Tengo que alabar tu ingenio al usar los cristales —añade mientras caminamos al sótano—, conocía el efecto de chocarlos entre sí para producir chispas, mas no pensé que podría lograrse un efecto de tal magnitud, mientras que el efecto del polvo de cristal es algo nuevo para mi… aunque no deberías usarlo contra otros indiscriminadamente, desconocemos sus efectos a detalle.

—Pese a ser accidental, fui el primer conejillo de indias y no paso nada malo… no puedo decir lo mismo del efecto explosivo…

—Me encantaría escuchar de ello, yo también tengo algunas anécdotas cómicas con ese descubrimiento —dice riéndose.

—No creo que le parezca cómico lo que le paso a la camioneta…

Quizá resolver las cosas a la fuerza, literalmente, no sea la manera más sana, eficiente o lógica… pero hice lo mejor que pude y esta vez siento que pude ayudar aunque sea un poco al prof… a Nicolás.

 

25 de Septiembre de 2021

Día 64

Ayer Nicolás mantuvo con un buen ánimo por todo el día, no despedía la energía y carisma de siempre, pero no sé hasta qué punto aquella parte de él era honesta y real. Fuimos al rio más cercano para tomar un baño de verdad y aprovechamos para cortarnos el cabello… o más bien trasquilarlo dada nuestra falta de habilidad con las tijeras.

Durante todo ese tiempo parecía estar sintiéndose mejor, más motivado… pero ahora tengo miedo de que solo haya sido algo fugaz. Hoy se ha mantenido mayormente en silencio con una expresión que no logro leer.

¿Melancolía?

¿Cansancio?

¿Frustración?

—Aunque la ballesta que hice ayer era una distracción, en realidad si estuve trabajando en mejorar el prototipo de usted —lo único que sé que puede mejorar su ánimo es sacar a relucir su lado de erudito—, creo que podría haber dado con la solución.

—Interesante —dice alzando una ceja con curiosidad.

—Deje las cosas en el estacionamiento, ¿Vamos?

—Supongo —dice sin mostrar el interés que esperaba.

En el camino me empieza a interrogar sobre los cambios que habrían solucionado los problemas de la ballesta, pero me limito a dar respuestas vagas.

—Ya veo lo que estás haciendo —se ríe tras varios intentos de sacarme información.

—Es mi venganza por todas esas veces que me dejo con la intriga, ahora usted tendrá que esperar… y quizá más de lo que pensé, olvide este desorden —digo en cuanto llegamos a donde tenemos las camionetas y herramientas, lugar que ciertamente olvide ordenar tras mis experimentos.

—¿Esto es parte de tu venganza? —bromea mientras se pone a limpiar.

Entre ambos guardamos la mayoría de cosas en su lugar y aprovecho para tomar las bandas de caucho y la pieza secreta para que la ballesta funcione.

—Se ve como una versión muy simplificada del prototipo original —dice tras ver como la creo de inicio a fin.

Ciertamente es muy diferente a su diseño. Dado su tamaño cabe en mi antebrazo y el diámetro del cañón apenas y es más grueso que el ancho del mismo.

—Me centre en volver a las bases de lo que es una ballesta hasta encontrar un punto medio —es fácil ver en su mirada que ve esto como un paso en la dirección errónea pero se esfuerza en mantener la mente abierta.

—Pero esto parece más una…

—¿Resortera? —termino la frase que no parecía saber cómo completar—¸ lo sé, es como si fusionara una con un lanza papas ¿Pero sabía que existen resorteras para cacería?

—Estuviste hojeando la pequeña biblioteca del sótano ¿Cierto? —adivina acertadamente.

—Empecé por ahí, pero hay un mundo de libros en el edificio que tenemos encima. Con mi habilidad de mente supereminente en poco tiempo acumule una pila entera de ellos —digo señalando hacia una esquina alejada donde deje los más de 40 libros de mecánica, física, ingeniería y un sinfín de materias más.

—Alucinante… no obstante, pese a que no quiero sonar condescendiente ¿Acaso no es un diseño muy simplista?

—Si —digo a la par que con un cristal creo una flecha de piedra más parecida a una estaca, la introduzco dentro del cañón, tenso la banda y hago un disparo cuanto menos… mediocre.

—En efecto, es el mismo problema con el que nos topamos Cruz y yo, después de eso es inevitable caer en un círculo vicioso donde necesitas añadirle potencia, haces un diseño más grande y resistente… pero nunca es suficiente —suspira recordando sus intentos fallidos—, sin mencionar que solo complica su uso en batalla, hacer una estructura sólida y estable con piedra es demasiado complejo.

—¡Exacto! —exclamo emocionándome yo mismo por seguir con mi demostración—, por eso me cuestione: ¿Por qué es necesario intentar construir algo estable si se hará polvo cuando lo termine de usar? ¿Por qué enfocarse en su resistencia? Y sobre todo, ¿Por qué limitarnos a imitar inventos pasados?

Al hacer estas preguntas su expresión cambia a una de genuino interés y curiosidad.

—Esto me llevo a mi segundo prototipo —deshago por completo la ballesta y ahora con una segunda banda creo una estructura similar pero mucho menos densa a cambio de hacerla un poco más compleja en el interior—. Al usar dos bandas de caucho de manera perpendicular el proyectil gana estabilidad y también potencia, sumado a ello, es posible tensarlas controlando el mecanismo hecho de piedra.

—Me estás diciendo que aprendiste a…

—Efectivamente —respondo con orgullo—, me tomo un poco de tiempo, pero aprendí a mover la petrificación ya creada como si fuera una extensión de mi… aunque aún se me dificulta, no como a usted con su pierna.

—No… esto es otro nivel —dice impresionado—, mi cerebro sabe cómo controlar una pierna, solo imita las mismas señales y las envía hacia la piedra. Esto que hiciste es como aprender a mover las orejas… es más complicado.

—No estoy seguro de eso, pero el punto aquí es que si además de todo el proyectil se crea desde el interior se logra una mejoría en el tiempo y esfuerzo necesario.

Apunto mi brazo de nuevo hacia uno de los muros y libero las bandas. El proyectil impacta a gran velocidad dejando una pequeña marca en el muro, de la misma manera aparecen grietas en la estructura de la ballesta, pero que con solo un par de segundos logro repararlas.

—Nada mal… lograste simplificar el diseño sin comprometer la potencia, centrarte en los alcances de la petrificación y las ventajas de su temporalidad te permitió abordarlo desde un ángulo en el que no había pensado.

—Y este es solo el segundo prototipo.

—En efecto, hay un amplio margen de mejora, si seguimos tu camino podríamos…

—No, me refiero a que ya tengo un tercero —una sonrisa se dibuja en su rostro acompañada de una expresión de sorpresa.

—Eso si me interesa —exclama acercándose para ver de cerca como creo la tercera versión.

—Para romper el cuerpo de un cristalizado se necesita que el proyectil alcance suficiente velocidad y que a la vez sea resistente.

—En efecto, por desgracia son dos características no muy compatibles entre si al utilizar piedra.

—No necesariamente, al final lo que ocupamos es poder de perforación y mi solución la encontré aquí —digo a la par que saco la pieza que guarde antes: un clavo pequeño pero muy grueso.

—Necesito un poco más de contexto.

—¿Cuál es la parte más importante de las flechas? —pregunto mientras alrededor del clavo empiezo a crear un proyectil más delgado y con un diseño un tanto intrincado.

—Una punta metálica sin duda puede añadir mucha más potencia, ¿Pero es suficiente?

—No, pero si añadimos rotación al proyectil, la estabilidad que le otorgara le hará alcanzar una mayor velocidad y fuerza —una idea muy simple pero efectiva, no por nada es algo vital en el diseño de las armas de fuego actuales—. De la misma manera que tenso las bandas puedo modificar el mecanismo para que hagan girar el proyectil al salir disparado.

—¿Estás seguro de esto? —me pregunta Nicolás entre cautivado y escéptico—, retorcer las bandas sin más no hará que la estaca gire, sin mencionar que esas no puedes repararlas si las llegas a romper.

—El secreto está en el mecanismo interno y en estas bandas especiales —mi comentario le hace arquear una ceja—, las bandas que me enseñó a hacer eran útiles… pero con unos pocos ingredientes más es posible hacer unas mucho más elásticas.

—¿Todo esto gracias a tu habilidad de lectura rápida? Te dije que la estabas subestimando —se ríe mientras mira con ansias como apunto hacia la pared.

Mientras las bandas se terminan de tensar puedo sentir como la estructura del cañón ballesta está acercándose a su límite.

En cuanto libero el disparo el cañón empieza a desmoronarse, no obstante, ese detalle es opacado por el agujero que el proyectil dejo en la pared.

—No es suficiente para atravesar por completo a un cristalizado y deja el cañón inutilizable tras un solo uso —digo mientras veo el estado en que quedo, el daño va más allá de unas cuantas grietas—. Claro, reconstruirlo no es complicado… al menos no en la tranquilidad de la práctica, pero allá afuera las cosas son diferentes.

—¡Esas son nimiedades! —replica pasmado mientras empieza a analizar de cerca lo que quedo del cañón ballesta—, en solo unos cuantos días lograste crear algo extraordinario. Puede que los errores salten a la vista, es decir, las grietas del interior denotan que hay energía mal redireccionada, el coeficiente aerodinámico del proyectil no es el mejor y la fuerza del impacto no se distribuye bien, pero… esto tiene un potencial increíble. Tú tienes un potencial increíble.

—Todo es gracias a la habilidad de "Mente Supereminente"

—No, la creatividad necesaria para diseñar esto no viene de esa "Bendición" —exclama no muy convencido de llamarla asi—. Marco, tienes talento… no, más importante aún, tienes dedicación.

—Hay otra razón por la que quise que viniéramos a este lugar —cambio de tema al no saber cómo responder a sus elogios.

—¿Aun tienes más que mostrarme? —pregunta emocionado.

—La camioneta ya está casi lista, pero aún falta trabajo que hacer —digo llegando al tema por el cual hice toda esta presentación en este lugar en específico.

—Oh… entiendo… —me responde cambiando a una expresión más amarga.

—Seguirlo postergando no es…

—Lo sé… lo sé… —dice deteniéndome para luego continuar con un tono más revitalizado—, tienes razón, no puedo dejar que mis miedos me impidan seguir avanzando… ¡Me pondré manos a la obra ipso facto! Trabajare el doble para reponer el tiempo perdido.

—Trabajaremos —lo corrijo levantando la caja de herramientas.

Me responde con una sonrisa y sin vacilar ni un segundo más nos ponemos manos a la obra, retomando el trabajo en la camioneta mientras compartimos ideas relacionadas al cañón ballesta.