**********POV Abel*********
Experiencia, sin duda era algo que tarde o temprano conseguiría pero por el momento me debía limitar a lo que tengo enfrente, lo básico, lo intermedio y lo avanzado.
Jean era un cazador, no sabía su edad pero no podía tener mucho más de treinta años, y con cada acción que hacía mostraba como aquellos términos los tenía dominados. Antes de entrar al pequeño bosque se quedó parado por unos segundos, miró alrededor y entonces se detuvo mirando fijamente un arbusto unos metros a la derecha, luego se dirigió de inmediato y se agachó observando el lugar y agarrando la yerba y tierra alrededor, entonces sin mucha más preparación empezó a adentrarse, sus pasos eran sigilosos y rápidos, pero lo más sorprendente era como ni un solo ruido era emitido de ellos a pesar de pisar romas u hojas, además de que la sorpresa crecía exponencialmente cuando veía como a pesar de su peso no rompió ni una sola hoja o ramita.
Esto era lo que debía de aprender, esta era la oportunidad que se me presento y la razón por la que Leo eligió esta petición.
No me podía quedar atrás por lo que había hablado con Jean, así que no podía quedarme en el lugar y observarlo para tratar de encontrar lo que vio y descubrió, así que solo seguí sus movimientos, me agaché, toque la tierra, mire los mismo lugares que él vio y sin espera comencé a seguirlo. Lo que estaba haciendo era copiar sus movimientos, al observar lo mismo que él entonces podía empezar a analizar las imágenes en mi cabeza y encontrar lo que él vio, por su puesto no fue nada fácil y mientras lo seguía de cerca por unos treinta o cuarenta minutos por fin pude ver que fue lo que encontró para entrar por donde lo hicimos.
El bosque tenía hojas en el suelo por doquier, además la poca nieve que lograba derretirse de manera extraña mojaba estas hojas y un olor peculiar se elevaba por la zona, bajo estas hojas podía verse una tierra algo húmeda en la cual los rastros de alguien quedarían grabados, pero extrañamente el lugar donde Jean tocó la tierra estaba seca o mejor dicho, distinta, ya que incluso cuando ambos pasamos por él lugar no quedaron huellas pronunciadas en ella y no sería extraño que los rastros se pierdan con una sola gota de agua. Con mucha observación pude ver que más que una sola porción de tierra era una especie de camino que uno como humano, ignoraría, ya que no hay forma de que el suelo húmedo nos obstaculice más que la nieve, pero este hecho fue el que Jean tomó como punto de partida y yo, al darme cuenta de esto, los siguientes análisis fueron más fáciles, no, solo empezaron a aparecer solos.
No sé que criatura esta buscando Jean, pero observando la zona y el camino que recorríamos, la criatura era lo suficientemente lista como para darse cuenta de estas diferencias, por eso, luego de haber notado el inicio, repasando los movimientos de cabeza de Jean, pude notarlo, una pequeña rama rota recientemente, más adelante habían algunas hojas dobladas ligeramente y así sucesivamente. Este era el rastro que Jean había visto y seguido, claro que me tomaría mucha más practica poder hacerlo tan rápido y fluido como él, pero era un inicio. Encontrar diferencias en el terreno, ser observador sobre el mismo y, sin duda, conocer lo que cazas, esa era la esencia del rastreo o eso creo yo. Mientras pensaba esto mi corazón dio un salto, pensando que por lo menos tenía lo básico.
Seguimos adentrándonos en el pequeño bosque, el camino era tedioso ya que muchas veces el camino se cortaba por algunas aberturas en los frondosos arboles, por lo que en esos momentos Jean se tomaba unos segundos antes de seguir. Los cortes del camino hicieron que camináramos en zigzag y a pesar del tiempo que transcurrió la verdad era que poco nos habíamos adentrado.
Sinceramente pensé que me tomaría mucho más aprender lo básico del rastreo, aunque no digo que sea competente en lo más mínimo, ya que cuando trate de seguir el ritmo de Jean o de tratar de sacar conclusiones por mi cuenta me di cuenta que era imposible para mí y que este no era el momento para eso, por eso solo pude conformarme con aprender mi propia teoría. Cuando volvamos saldré de la ciudad y trataré de pulirlo en los alrededores. Con eso en mente me dispuse a observar algo que era más sorprendente, los pasos de Jean.
La técnica de puño de mi madre era excepcional y no lo decía por ser su hijo o por admirarla, sino por el corto tiempo que llevaba mirando entrenar a los mercenarios. Era obvio que no podía ganarles en este momento, pero tenía confianza que creciendo y practicando podría dar una pelea decente en poco tiempo, ya que contrarío a los movimientos que realizaban la mayoría, los que me enseñaron tenían una especie de significado y poseían algo que no puedo describir.
En las demostraciones que me dieron podía ver como los pasos de mi madre eran pesados, como si quisiera hundir el mundo, pero a la vez eran veloces y fluidos, cambiantes de una forma que podrían describirse como... libres. Mi dominio sobre la técnica era nada más que unos raspones en la superficie, pero por eso es que podía decir que los movimientos que hacía Jean no eran algo convencional, él era un tipo delgado, pero era casi tan alto como Leo, sin embargo sus pasos eran tan livianos... y su cuerpo parecía fundirse con el entorno como un verdadero depredador.
- Espera...
No sé cuanto paso, seguro ya estábamos cerca de cumplir las dos horas prometidas para el reencuentro, pero las palabras de Jean llegaron a mi de improvisto y no solo me trajo a la realidad, sino que no pude evitar sorprenderme ya que no solo se agachó de inmediato, sino que susurro de una forma que debió ser inaudible.
- ¿Qué ocurre?
- ...
Hablé lo más bajo que pude, pero aún así Jean arrugó la frente e hizo una señal con los ojos.
- ¿...?
No lo entendí de inmediato, pero me agaché y me acerqué lo mas silencioso que pude, entonces observé entre los arbustos y no pude evitar emocionarme.
Desde que llegué a este mundo hace cinco años solo he observado un par de animales, un lobo grande, lobos promedios, un ciervo medio extraño y algunos raros animales a la distancia, sin embargo, se podía decir que todos existían en mi mundo y tenía conocimientos e ideas de ellos, pero lo que observaba era completamente nuevo y mi corazón no pudo evitar dar un vuelco una vez más.
Una rara combinación entre una salamandra y un gato, su cuerpo era alargado pero estaba cubierto de un pelaje blanco que parecía ser común en esta fauna, sus patas eran extrañas, pero debido a que mantenía una postura erguida mientras observaba los alrededores y se lamía se podía observar como una especie de almohadillas se encontraba en las plantas de sus patas y finalmente una especie de largos bigotes caían de su pequeña cabeza.
- ¡Qué es e-!
- Silencio........
Por un momento olvidé por completo la cautela y mis labios se abrieron casi dejando salir un grito, por suerte Jean actuó rápido y tapó mi boca mientras observaba que la bestia no nos haya escuchado.
- ...
Lastimosamente la criatura si me había escuchado y ahora estaba alerta mirando en la dirección donde nos encontrábamos, pero al menos agradecía la ajena razón por la cual no se escapó.
- Losiento...
- ...
Me disculpé susurrando las palabras como Jean, una vez entendió que no repetiría el mismo error, la verdad es que me sentía avergonzado por lo ocurrido y ni aunque quisiera gritar lo haría en este momento. Finalmente Jean volvió a mirar cautelosamente a la criatura.
- Esa es la criatura que busco, una Slaga.
¿Slaga? Ciertamente no esperaba que se llamara Salamandra peluda o Gato raro ya que eso sería algo muy decepcionante, pero era curioso que el nombre sea algo completamente distinto a Ciervo de cristal. Pensando que debería echarle una mirada a un libro sobre la fauna de este lugar mire a Jean, quien no daba indicios de sacar su arma.
- ¿Son rápidas?
- ¿Hm? No necesariamente, diría que son promedio...
- ...
Debido al intento de caza que fue el Ciervo de cristal, podía decir que abalanzarse sin sentido era lo mismo que perder tu presa, pero contrario a mi o mis compañeros, Jean usaba un arma de distancia, con ella podía atacar a sus puntos letales y ciegos a pesar de estar atenta, ya que solo deberíamos movernos un poco más y con cautela de mi parte, pero Jean parecía algo tenso y solo se limitaba a ver al Slaga y sus alrededores. Algo parecía estar pasando e intente observar y sentir los alrededores, pero no encontré nada, ¿Qué era entonces, por qué estaba tenso?, unos minutos después, justo cuando me disponía a preguntar, Jean por fin agarro su arma.
- ¿Paso algo?
- No necesariamente, solo fue una vaga sensación.
- ...
Al final solo pregunté por curiosidad, si esto era algo sobre el rastreo entonces debería asegurarme de preguntar, pero ¿Una vaga sensación? Esas palabras me hicieron recordar al sentimiento que recorrió mi cuerpo cuando nos dispusimos a entrar por primera vez, pero en ese entonces Jean y Leo no sintieron nada... entonces... ¿Será su imaginación?
Soy un novato, lo único que aprendí a sentir cuando llegué a esa cueva el primer día fue la intención de matar, esa sensación pegajosa que se pegaba a mi cuerpo y lo volvía complicado de mover, aquella sensación era más intensa en algunas partes y eso me daba una idea de donde se encontraba el responsable, pero fuera de la vez en el castillo donde pude sentir el entorno cercano a mí, no soy capaz de nada más que buscar con mis ojos y eso es lo que hice, el resultado fue evidente y solo vi la naturaleza que nos rodeaba, aunque de alguna forma eso dejaba un mal sabor de boca.
El Slaga seguía alerta, pero como si quisiera confirmar mi disconformidad por alguna extraña razón dejó de ver en nuestra dirección y nos dio la espalda. Por suerte Jean no el tipo de cazador novato y la flecha salió disparada de inmediato clavándose en su cuerpo y derribándolo. La presa se sacudió un poco tratando de levantarse pero no paso mucho más de un minuto antes de que se dejara de mover.
- Listo. Fue una suerte que lo hayamos encontrado rápido, ahora podemos volver y esperar a los demás para luego acompañarlos en su búsqueda. Parece que esto solo es dinero fácil para ti.
Jean se levantó, parecía algo emocionado por tener en sus manos lo que vino a buscar, pero las palabras que dijo mantenían cierto rencor, aunque no me importaba especialmente. Sin embargo, no pude evitar poner una mala cara, aunque la razón era la flecha que se clavó en el hombro de Jean antes de que nos demos cuenta.
- ¿Eh?
- ¡...!
Mis sentidos se agudizaron al máximo mientras comencé a consumir factores de mejora en todo mi cuerpo, al mismo tiempo una sensación pegajosa se apoderó de mi cuerpo.
- ¡Ahhhg!
- ¿De donde...?
Jean gritó y se agachó de inmediato, lo seguí y miré en dirección de donde pudo venir la flecha pero... nada, todo era igual y no importa cuanto mejorara mi visión no podía ver al responsable, sin embargo la sensación en mi cuerpo me decía que el peligro no solo estaba en aquella dirección, sino que estábamos rodeados.
- ¡Ahhg!
- Tranquilo... N-No... no grites, sabrán donde estamos.
No sabía como actuar, no sabía que decir, la sangre de Jean caía por todo su brazo y mojaba el suelo, entendía porque gritaba de dolor, pero debía hacer que se callara, ya que así como Jean el que disparó esa flecha podría descubrir que aún estamos en el mismo lugar y atacar sin parar... Sin embargo mis palabras eran torpes y mi cabeza dolía.
No era la primera vez que miraba sangre, de hecho había visto la mía y en mayor cantidad, no solo eso sino que había acabado con el ciervo y los lobos, aunque no sangraron estrictamente, sin embargo por alguna extraña razón esto era diferente y mi corazón comenzaba a acelerarse junto a mi respiración, mi visión empezó a estrecharse trayendo recuerdos desagradables a mi mente, pero por suerte, en lo poco que podía ver frente a mi, una flecha apareció en el aire cerca de la cabeza de Jean.
La sensación que sentía era miedo, o quizás no, ¿pero acaso importa?, lo único que podía decir es que mi cuerpo me estaba avisando sobre esto, desde aquella incomodidad hasta el mal sabor de boca, "no es que no haya nada, es que no puedo verlo", eso me decía.
Entendí lo que mi cuerpo me decía y eso me ayudo a recuperar un poco la razón y con esa poca luz en mi mente sabía que no importaba como, debía encontrar una forma de salir de aquí y así, estiré mi mano para tomar la flecha. El movimiento fue rápido, de echo incluso yo me tardé en procesarlo, pero la tenía en mi mano y obviamente fue obra el desconcierto y el miedo, pero me pareció escuchar una voz muy familiar que apuró mis decisiones gritando.
- ¡Corre!
Tomé a Jean como pude, era liviano, aún más de lo que pensaba y no necesariamente debe ser por mi fortalecimiento corporal, aunque no había tiempo de pensar en eso y sintiendo la sed de sangre en todo mi cuerpo me dirigí hacía donde era más débil. Al comienzo nada cambió, algunas flechas aparecieron pero debido a la concentración máxima que tenía para no ceder al miedo pude esquivarlas o evitar que cayeran sobre Jean con mi propio cuerpo, después de todo yo no sentía dolor y , en unos cuantos metros de donde estábamos, la escena cambió por completo. Fue como si el mismo espacio que nos rodeaba se transformara en una especie de cristales y, sin detenerme, los atravesé.
- ¡Grogoro!
- ¡Graaaa!
- ¿Grw?
Fue entonces que, con el sonido de los cristales rotos cayendo al suelo, los responsables de los ataques se hicieron visibles. Sus verdes y azuladas pieles, sus grotescos rostros y pequeños cuerpos, así como los gritos que lanzaban eran algo que ya había visto y de echo los conocía muy bien... Eran Goblins, del mismo tipo que maté en aquella cueva y de un vistazo rápido pude corroborar como es que nos habían estado rodeando en aquella especie de jaula, divertidos con atormentarnos sin nosotros ser capaces de detectarlos y, aunque no era un experto, esto no parecía ser algo de los que ellos fueron capaces, sin embargo no tenía la oportunidad ni la habilidad para quedarme a averiguarlo y menos si tenía que cuidar a Jean.
- ¡Aparta!
Pateé con fuerza al goblin que tenía enfrente, parecía realmente sorprendido de que hayamos salido de esa jaula de cristal, pero eso no podía importarme menos y solo continué corriendo a toda fuerza.
Gracias al tiempo que se tomó Jean a seguir el rastro no habíamos entrado muy en lo profundo, por eso solo me tomó unos veinte o treinta minutos corriendo para llegar a ver el límite del bosque y por suerte para ambos, Leo y los demás se encontraban en ese lugar.