Este mundo era distinto a la tierra, aunque Kayn y Abel semi-ignoraran ese echo, nada podía negarlo.
La principal diferencia, fuera de la distinta Era en la que vivían, fue la existencia de algo llamado "Mana" pero ¿Qué era el mana? La respuesta era simple y estaba en el libro justo al costado del que tomaron los niños, el Mana, algo presente en todo ser viviente e impregnado en lo inerte, el Mana era la respiración de la tierra, la prueba de la vida y la muerte.
En este mundo también existían desde tiempos inmemorables aquellos que aprendieron a utilizar el Mana tanto para ellos mismo como para su entorno y esas personas fueron llamadas "Magos" y "Potenciadores". Al inicio eran muy parecidos, pero con el estudio y el paso de los años ambos se diferenciaron cada vez más, llegando a lo que son hoy en día. Los Magos, como los padres de Kayn, acumulan mana en su sangre bajo el nombre de "Factores Mágicos" y los Potenciadores, como los padres de Abel, acumulan mana en todo su cuerpo, exceptuando la sangre, bajo el nombre de "Factores de mejora".
Siguiendo con las diferencias los Magos utilizaban los Factores mágicos para expresar sus deseos y pensamientos de manifestar un fenómeno, físico, químico o imaginario. Mientras que los Potenciadores lo utilizaban para mejorar y potenciar todas sus capacidades físicas, desde la fuerza y agilidad hasta la regeneración. En ambas ramas habían excepciones o grupos únicos, pero eso lo aprenderían Kayn y Abel en el futuro.
Sin saber nada de esto, mientras pensaban del mundo como uno antiguo e interesante, Kayn y Abel habían presenciado la "normalidad" de este mundo, que termino estando a un nivel que jamás hubieran imaginado.
La magia que fue utilizada por Roland intervino en su cuerpo ayudándolo a recuperar, y Kayn no podía creerlo, estaba extasiado, lleno de energía al descubrir su existencia. Abel también estaba asombrado, aunque ya que su gusto estaba orientado en otro área no lo demostró como su amigo, quien tomo de los hombros a su padre, que estaba en cuclillas, y pregunto con sus ojos brillantes.
- ¿PUEDO? ¡¿YO TAMBIEN PUEDO USAR MAGIA?! ¡Muéstramela otra vez!
- Jajaja claro, aunque no soy muy bueno en otras áreas además de la Magia fuera de la curación...
Roland comenzó orgulloso, levantaba el rostro como si no hubiera nadie mejor que él, pero mientras continuaba, su animo decaía de a pocos, aunque era entendible según el contexto de la situación.
-¿QUÉ? ¿Entonces no puedes usar tu magia al menos que este lastimado?
- Técnicamente no... también podría aliviar un poco de tu fatiga mental o aliviar cualquier estado anormal, además de purificar el veneno... pero que hago hablando de esto con mi hijo de cinco años...
Roland palidecía cada que hablaba, pero nunca dejo de ver los brillantes ojos de su hijo, por eso casi salen lagrimas al ver como este se alejo de él cuando terminaba de explicar lo que podía hacer. Con ojos tristes y sin decir una palabra solo vio como su hijo subía las escaleras tranquilamente -"¿A donde vas?" - fue la voz y el calor de la mano de su esposa la que le trajo cierto animo y lo hizo levantarse, pero fue la respuesta de su hijo la que lo hizo palidecer una vez más.
- si papá no puede usar su magia en este estado, solo debo saltar del segundo piso para-
-¡Detente ahí!
Fueron todos los que gritaron y corrieron para detenerlo sin terminar de escuchar sus palabras. Los ojos de Kayn estaban brillantes, aunque hora todos pensaron que no era nada mas que locura. El puño de Abel se cerro fuertemente pensando que tendría que usarlo de nuevo.
Al final fue Melam la que cargo en sus brazos a Kayn, aunque este aun trataba de soltarse y se aferraba al pasamos como un gato mientras gruñía que lo deje ir.
- "¿Qué crees que haces jovencito?" - Melam no pudo evitar extrañarse y regaño a su hijo, aunque este seguía aferrado con todas sus fuerzas, haciéndola suspirar al final - "Esta bien, si te sueltas te mostrare otro tipo de magia ¿de acuerdo?" - y como si esas mismas palabras fueran magia, Kayn se soltó rápidamente y volteo a ver a su madre con una sonrisa enorme mientras asentía fuertemente.
- Este niño...
Melam volvió a suspirar pero, viendo los ojos expectantes de su hijo, abrió su mano y con un chasquido una gota de agua empezó a formarse hasta llegar a ser del tamaño de un balón de tenis, alejada flotando unos centímetros en el aire, su figura poco definida se reflejaba con grandeza en los ojos de Kayn.
- Trata de tomarla.
Melam estaba orgullosa y encantada de ver tal expresión en su hijo, ahora tan quieto como una estatua, e insto a que la tomase, haciendo que los ojos de su hijo solo se abrieran aun más de la emoción.
- ¿Puedo?
- Por supuesto.
Las brazos de Kayn temblaban mientras estiraba sus pequeños dedos hacia la bola de agua y con gran nerviosismo, la tocó - *plop*- haciendo que esta estalle y le salpique la nariz.
- Jajajaja
- Uy, jajaja
Todos estallaron en risas cuando Kayn parpadeo repetidamente por la sorpresa y volteó a ver a su madre, ella solo respondió con - "Para que no intentes hacer nada peligroso de nuevo" - junto con una gran sonrisa.
El agua estaba fría y la piel donde le salpico aun estaba mojada, pero mientras todos reían, Kayn dijo con calma y sin gritar - "Mamá … yo … voy a ser un Mago" - parecía alguien muy distinto y más si tenias en cuenta las palabras que uso para retar a Abel, pero eso solo dejó ver lo serió que fue en esta ocasión.
Las risas de todos se calmaron, el ambiente era cálido y todos parecían emocionados pensando que por fin llegó el momento, entonces Dars también se unió a la conversación.
- En ese caso, Abel, ¿No te gustaría aprender algo de esgrima?
Siendo el turno de Abel, sus ojos fueron los que brillaron al escuchar esas palabras y aceptó asintiendo con todo el cuerpo.
- ¡Bien, déjamelo a mi!
Dars cargo a Abel y lo levantó, todo el mundo comenzó a reír una vez más y con esa misma sensación fueron a cenar. Kayn y Abel comieron dos veces lo normal y terminando fueron a dormir de inmediato al cuarto de Kayn, después de todo a primera hora mañana ambos empezarían a aprender magia y esgrima respectivamente.
Por otro lado, los padres se quedaron un tiempo más mientras conversaban. El ambiente era complicado.
- Al final resulto así... - Dijo Dars
- Si... aunque me hubiera gustado que crezcan como niños normales... - Dijo Roland
- Aunque todos vieron lo emocionados que estaban... - Dijo Melam
- Además es la primera vez que nos piden algo ¿verdad? - Dijo Dessa
Todos suspiraban luego de terminar sus palabras, parecían felices, pero a la vez algo contrariados.
Todos estaban de acuerdo, sus hijos siempre habían sido bastantes independientes y unos genios. No necesitaron que les enseñaran a gatear, pues ellos se esforzaron solos y lo hicieron antes de lo esperado, lo mismo fue con aprender a caminar, correr y hablar, al final como descubrieron hoy, incluso aprendieron a leer por si mismos y aunque era un golpe duro todos estaban muy orgullosos.
Como todos estuvieron de acuerdo, fuera de la comida y el hogar, sus hijos no dependieron de ellos para nada y no les sorprendería que pronto incluso no dependan de ellos para eso, por eso aceptaron esta, su primera solicitud, aunque iba en contra de lo que querían y se habían esforzado tanto por lograr. Kayn y Abel no lo sabían y jamás lo sabrían, pero sus padres ciertamente no les enseñaron a leer hasta el día de hoy porque tenían la esperanza que crezcan como niños normales de un pueblo pequeño y se dediquen a labores en la aldea, ya sea como agricultor, pastor, etc. y así vivan sus vidas felices en el campo. Pero todos suspiraron al pensar que al final este era el destino.
- "Bueno, arriba esos ánimos, ya que es inevitable entonces solo debemos hacerlo bien- no, debemos hacerlo perfecto, tanto para que su nombre sea conocido por todo el mundo" - Dijo Roland tratando de animar el ambiente. Aunque presionando la mesa fuertemente con las manos.
- "Tienes razón" - Dijo Dars con el puño fuertemente apretado.
- "Si, deben ser fuertes, incluso más que nosotros..." - Dijo Dessa con el ceño fruncido.
- "Para que así ese bastardo no pueda usarlos." - Dijo Melam, con una voz fría y una vista distante, como viendo a alguien en un lugar muy lejano.
Con estas últimas palabras, todos se levantaron y se fueron a dormir para estar listos a primera hora mañana. Todos estaban emocionados por sus sentimientos y después de todo tomarían turnos para supervisar el entrenamiento de sus hijos. Pensaban que por fin había llegado el tiempo de demostrar sus conocimientos y aunque así seria, ninguno contaba con un pequeño regalo que sus hijos habían recibido de parte de cierto Hombre Alado. Aunque Kayn y Abel tampoco sabrían de esto hasta mucho tiempo después.