Pasó el fin de semana, y los tres novatos volvieron al gremio para su siguiente lección. Al entrar, Mado los interceptó para que no fueran al patio. En su lugar, el maestro los siguió hasta aquel salón vacío y polvoriento. Sin embargo, al llegar se encontraron con el salón completamente limpio y con tres pupitres ubicados frente a un escritorio con una silla de oficina donde Mado se sentó.
El ambiente del salón era diferente esta vez, un halo de expectativa flotaba en el aire, mezclado con el aroma del polvo recién limpiado. Los rayos del sol filtrándose por las ventanas recién lavadas pintaban un patrón de luz en el suelo, añadiendo una sensación de tranquilidad al ambiente.
—El Ocultar consiste en esconder el Ora tanto para fines de sigilo como prácticos —comenzó Mado, su voz resonando en la ahora serena sala. Sus alumnos se sentaron en los pupitres, atentos a sus palabras—. Por ejemplo, un warrior siempre está emanando Ora, a esto se le conoce como su "presencia". Mientras más poderoso sea un usuario, más densa y pesada es su presencia. Para esconderse de usuarios con la suficiente habilidad para detectar la presencia, estos la pueden esconder momentáneamente. Sin embargo, el Ocultar no solo esconde la presencia, desactiva el Ora por completo, lo que los deja indefensos para usar zen. Así que tampoco podrán usar sus naturalezas ni jibun —explicó Mado, luego de que sus alumnos se sentaran.
—¡Pero qué rayos son las naturalezas y los Jibun! —preguntó Shori de nuevo, a lo que Lyra e Ik lo voltearon a ver para callarlo.
—Ahora van a aprender el Ocultar. Para esto, van a hacer ejercicios básicos. Se ha descubierto que la mejor forma para aprender el Ocultar es haciendo abdominales y flexiones. Aquí atrás hay tres colchonetas, tómenlas y pónganse a hacer estos ejercicios. La clave está en sentir el viento y el sudor recorriendo sus cuerpos. Deben concentrarse mucho en esa sensación —explicó Mado, luego de ignorar la pregunta de Shori.
Los tres novatos asintieron con determinación, aceptando el desafío que su maestro les presentaba. Se dirigieron hacia las colchonetas dispuestas en el suelo del salón, preparándose para comenzar el entrenamiento.
—Tomen esto, son sus uniformes de campo caluroso. El gremio les dará tres uniformes: el primero lo obtuvieron cuando ingresaron, el segundo es este de campo caluroso, y el tercero es el uniforme de invierno que se les entregará cuando empiece noviembre —explicó el maestro, luego de entregarles sus nuevos uniformes a los novatos.
Lyra, Ik y Shori recibieron los uniformes con interés, examinando las prendas con curiosidad antes de vestirse con ellas. El uniforme de campo caluroso estaba compuesto de una playera con el escudo de la ciudad estampado en el pecho, igual que el uniforme común. Sin embargo, a diferencia de este, la nueva playera estaba hecha de tela winfresh para repeler la humedad y así evitar que el sudor humedeciera la prenda. El nuevo uniforme también venía con unas licras negras que podían ser cortas, hasta las rodillas o hasta los tobillos, dependiendo de lo que quisiera el warrior.
Lyra escogió la licra corta, mientras que Ik y Shori optaron por las licras más largas. Los tres se fueron a cambiar y al regresar al aula, se pusieron de inmediato a hacer los ejercicios que Mado les indicó. Al principio, ninguno encontró demasiada dificultad, ya que habían demostrado una excelente condición física para pasar el examen de ingreso al gremio. Sin embargo, después de un par de horas dedicadas a abdominales y flexiones, la fatiga comenzó a hacer estragos en ellos. Poco a poco, fueron cayendo exhaustos sobre sus colchonetas, incapaces de continuar.
—Tomen un descanso de veinte minutos, chicos. Hay agua en la recepción —anunció Crissalid, apareciendo inesperadamente en la ventana del aula, lo que sorprendió a los novatos, ya que el aula estaba en el segundo piso del gremio.
Con las pocas fuerzas que les quedaban, los tres novatos bajaron para servirse un vaso de agua fría del dispensador de la recepción. Sin embargo, al llegar, notaron que los demás en la recepción se alejaban sutilmente de ellos, lo que les hizo darse cuenta de su olor desagradable.
—Olemos a basura húmeda bajo el sol —comentó Shori, arrugando la nariz mientras la apoyaba en su hombro.
—Estos uniformes son prácticos para el uso rudo, pero el hecho de que no absorban el sudor hace que olamos terrible —añadió Ik, agitando la parte frontal de su playera en un intento de refrescarse.
—En una situación común estaría ridículamente avergonzada de que ustedes me huelan, pero ya que todos estamos iguales, creo que no importa —concluyó Lyra, siguiendo el ejemplo de Ik y ventilando su blusa para tratar de mitigar el calor.
El descanso terminó y todos continuaron haciendo sus ejercicios físicos durante tres horas más, hasta que Mado volvió y les indicó que podían retirarse. Esto continuó por toda la semana. Cada día que llegaban al gremio, el maestro Mado les ordenaba continuar haciendo ejercicio. Al llegar el fin de semana, el abdomen de Lyra ya estaba un poco marcado y sus brazos, a pesar de estar delgados, ya estaban un poco más tonificados. Mientras tanto, los brazos de Ik y Shori habían aumentado levemente su masa muscular, por lo que tanto sus pectorales como su abdomen ya estaban bien marcados y definidos.
El maestro llegó una hora antes el día viernes para revisar el avance de sus alumnos.
—Bien chicos, ahora quiero que visualicen su Ora como el primer día y luego simplemente imaginen que desaparece. Esto hará que usen el Ocultar para desactivar el Ora y, por tanto, desaparecerá su presencia —indicó Mado. Los tres chicos cerraron los ojos para concentrarse y visualizar su Ora como se los indicó su maestro, antes de comenzar a sentir una leve corriente de aire que recorría su piel. Esta era su presencia. Los novatos rápidamente comenzaron a hacer su mejor esfuerzo para hacer que esa corriente desapareciera.
—Oficialmente no están aquí, su presencia ha desaparecido por completo —dijo el maestro felicitándolos.
Los tres novatos abrieron los ojos y se sonrieron los unos a los otros antes de que Lyra los abrazara, pues habían pasado la semana más dura de entrenamiento que había tenido en su vida.
—La próxima semana aprenderán el Repartir. Para eso no necesitarán más que una tarde, ya que actualmente dominan el Armor y el Ocultar casi a la perfección —explicó Mado antes de dejarlos ir a cambiarse a las duchas del gremio.
Al terminar, los tres salieron juntos por el camino hasta la entrada, como ya era costumbre.
—El jabón de las duchas huele al que se usa para lavar la ropa —comentó Ik.
—Sí, se nota que es muy barato, incluso se parte a veces —agregó Shori.
—¿En serio? En las duchas de las chicas hay jabón de lavanda —dijo Lyra antes de mostrar una sonrisa de superioridad.
—¿De lavanda? —preguntó Ik, indignado, a lo que Lyra asintió con la cabeza antes de acercarle el brazo a la cara para que pudiera olerla.
—Tienes razón, hueles bien —comentó el chico, un tanto nervioso.
Al día siguiente, Lyra tenía el día libre, por lo que se había puesto de acuerdo con Touko y Shori para ir a pasear al centro comercial. Una vez en el lugar, lo primero que hicieron fue ir a un puesto de helados, el único en la ciudad donde vendían la bebida favorita de Touko: el "Cherry Frost", una bebida carbonatada congelada, saborizada con un caramelo con sabor a cítricos y dulce. Touko siempre escogía el sabor moras azules, mientras que Lyra solía pedir siempre una canasta hecha de galleta que traía cinco bolas de helado de chocolate.
—Entonces, ¿a ustedes les dieron ya su uniforme de campo caluroso? —preguntó Touko luego de sentarse junto a su amiga.
—Sí, aunque apestan cuando sudas mucho —respondió Lyra dando bocados a su postre.
—Lo sé, ayer a mí y a mi equipo nos tocó ir a una misión en la que tuvimos que usar ese uniforme —comentó Touko.
—¿Tu equipo ya va a misiones? —preguntó Lyra.
—Ayer fue la primera —contestó Touko entre sorbos.
—¿Entonces ya dominas el Armor, el Ocultar y el Repartir? —volvió a preguntar Lyra, confundida.
—Sí, y también hice el test de afinidad para la naturaleza zen, y la próxima semana comenzaré con el entrenamiento de mi naturaleza —respondió Touko antes de ofrecerle un sorbo de su bebida a Lyra a cambio de una cucharada de su helado.
—¿Cuál test? —preguntó Lyra, confundida.
—Ya lo sabrás cuando te toque, solo te anticipo que yo soy de naturaleza Botánica —comentó la rubia con entusiasmo.
Lyra dejó de insistir y ambas continuaron paseando por el lugar. Sin embargo, cada vez que pasaban por una tienda de ropa, Touko gastaba al menos mil "Lanas" en ropa para ella y algunos regalos para Lyra.
Las lanas son la moneda universal usada en todo el continente Aari. Vienen en monedas de media lana, una lana, tres lanas, cinco lanas, diez lanas, veinte lanas, y en billetes de cincuenta lanas, cien lanas, trescientas lanas, quinientas lanas, ochocientas lanas y mil lanas. (Una lana equivale a "0.15 USD"). Las monedas tienen dos caras: en una de ellas tienen grabado el símbolo de lana, una elegante letra L, mientras que del otro lado, dependiendo del país, las monedas tienen grabado el escudo del país donde se crearon y donde suelen usarse más. En ningún país del continente una lana cambia su valor.
La mañana del lunes, tanto Lyra como Shori estaban emocionados por preguntarle al maestro de qué se trataba el test de naturaleza, ya que Touko no quiso decírselo a ninguno. Ik, por otro lado, se encontraba recargado en su pupitre viendo cómo Lyra y Shori discutían por alguna tontería.
Mado entró al aula cargando una pecera que contenía un extraño pez koi que cambiaba de color como un charco de aceite de motor expuesto al sol.
—¡Qué lindo pececito! —exclamó Lyra encantada con el animal que daba vueltas en su pecera rectangular adornada con plantas y piedras con extraños símbolos grabados.
El pez también llamó la atención de Ik y Shori, sin embargo, estos simplemente se limitaron a verlo desde sus asientos.
—Por ahora ignoren a Carlos —dijo Mado mientras agitaba ligeramente un frasco de alimento sobre la pecera, dejando caer trozos de fruta seca en el agua.
—Ahora van a intentar usar Repartir, no es nada difícil teniendo el Armor y el Ocultar ya dominados, lo que tienen que hacer es activar el Armor y luego usar Ocultar en todo su cuerpo exceptuando donde quieran concentrar toda su Ora —explicó Mado dirigiéndose a sus alumnos.
Los tres novatos siguieron las indicaciones de Mado, por lo que sin mucho esfuerzo lograron usar el Repartir. Lyra quedó asombrada al ver cómo alrededor de su mano irradiaba una intensa cantidad de Ora, mientras que Ik y Shori hacían lo mismo. Todos podían ver su Armor irradiando en sus manos, pero al mismo tiempo se sentían indefensos en el resto de sus cuerpos.
—Felicidades chicos, oficialmente ya dominan todo lo básico de la energía zen —dijo Mado, aplaudiendo casi al mismo tiempo que Crissalid entraba por la ventana para felicitarlos. Los tres chicos, que ya estaban de pie, se miraron los unos a los otros antes de que Lyra los uniera en un fuerte abrazo.
Mado les hizo una seña a sus alumnos para que se acercaran a su escritorio donde estaba la pecera de Carlos. Los novatos obedecieron y se pararon alrededor del pececito.
—Bien chicos, ahora que han dominado lo básico de la energía zen, es hora de que conozcan las distintas naturalezas que pueden desarrollar —comenzó Mado, con tono serio pero amigable.
Los tres novatos asintieron con interés, listos para absorber cualquier información que su maestro estuviera dispuesto a compartir.
—Existen catorce naturalezas en la energía zen. Desde que nacen, cada persona tiene una afinidad innata hacia alguna de estas; sin embargo, uno puede vivir toda su vida sin desarrollarla. Aunque las naturalezas no son necesarias para dominar la energía zen, el gremio exige que los reclutas dominen al menos una de ellas —explicó Mado, mientras señalaba el pez koi nadando en círculos en su pecera—. Ahora les presento a Carlos. ¿Ven cómo cambia de color? Esto se debe a que él es un usuario de la naturaleza Escarcha. Es una de las naturalezas raras que existen.
Lyra, Ik y Shori observaron con atención al pez, asombrados por su singularidad.
—Dentro de las naturalezas comunes, tenemos el fuego, agua, tierra, aire, planta y sombra —continuó Mado—. En el caso de las naturalezas raras, además de la Escarcha, existen el mentalista, volátil, mágica y psíquica. Esta última es la más rara de todas, con un usuario por cada diez mil personas que dominan el zen.
Los tres novatos intercambiaron miradas de asombro y curiosidad ante esta revelación. La idea de desarrollar una naturaleza zen les abría un nuevo mundo de posibilidades.
—Este, a diferencia de los otros peces koi, es de una raza que es ultra sensible a la energía zen. Lo que tienen que hacer es usar Repartir en la palma de una de sus manos y pegarla al cristal de la pecera. Carlos actuará de distintas formas ante su Ora y nos permitirá saber cuál es su naturaleza zen… Ahora hagan una fila, pasarán uno por uno a hacer la prueba —explicó el maestro, haciéndose a un lado para que Shori pueda ponerse frente a Carlos, el pez koi.
Siguiendo las indicaciones de Mado, Shori usó el Repartir en su mano derecha y la pegó al cristal de la pecera. Al principio, Carlos, el pez, no reaccionó al zen de Shori y continuó nadando por su pecera. Sin embargo, Shori no se rindió y cerró los ojos para concentrarse más, lo que provocó que el pez se percatara de su presencia y lentamente se acercara a la mano de Shori para dar vueltas a su alrededor.
—¿Lo hice bien?, ¿Qué significa eso? —preguntó el joven rubio emocionado, con los ojos brillantes de expectación.
—Carlos está reaccionando al calor que desprende tu presencia, tienes afinidad por la naturaleza del fuego —contestó Mado, poniéndole la mano en el hombro para felicitarlo.
Shori sonrió ampliamente, radiante por haber descubierto su afinidad zen. Era un paso importante en su desarrollo como warrior, y estaba ansioso por explorar las posibilidades que esta naturaleza le ofrecía.
El siguiente en la fila era Ik, quien replicó exactamente lo que su compañero había hecho. Sin embargo, en cuanto Ik puso la palma de su mano contra el vidrio, el pez se alejó lo más rápido que pudo de él antes de posarse en el fondo de la pecera, totalmente inmóvil.
—Eres de naturaleza sombra, Carlos está asustado de tu presencia —explicó el maestro antes de indicarle a Lyra que era su turno.
Lyra se acercó a la pecera emocionada. "Espero ser de alguna naturaleza extraña, tal vez escarcha. Me gustaría poder crear hielo con mis manos, si no algo como viento o agua", pensó Lyra, pegando la palma de la mano a la pecera donde Carlos ya se había recuperado para volver a juguetear en el agua. Sin embargo, cuando Lyra puso la mano en la pecera, el pez de inmediato se devolvió a su esquina para posarse en el fondo de la pecera nuevamente.
—¿Soy de naturaleza sombra? Pero soy buena y amigable… sin ofender —dijo Lyra, dirigiéndose a Ik con una sonrisa incierta.
—Veo que te percataste de que la personalidad tiene que ver con la naturaleza —comentó Mado, preparándose para explicar.
—No sabía, pero las naturalezas concordaban con sus personalidades. Shori es muy bromista y algo ingenuo, fácilmente lo relacioné con el calor, mientras que Ik es más solitario y silencioso, lo que va bien con la naturaleza sombra —argumentó Lyra antes de volver a su pupitre para sentarse de nuevo.
Cada naturaleza tiene una característica más desarrollada en los usuarios, por eso se puede deducir la naturaleza del usuario sin que este lo demuestre. Los usuarios de fuego suelen ser más impulsivos, confiados de sus poderes y odian perder. Los usuarios de agua son muy calmados y neutrales en los conflictos, en el ámbito personal tienden a ser reservados. Los usuarios de tierra físicamente son mucho más fuertes que los demás por naturaleza y se frustran con facilidad. Los usuarios de aire, al igual que los de agua, son calmados, pero si adoptan un ideal lo defenderán hasta el final; también suelen enfocarse mucho en sus objetivos. Los de naturaleza botánica destacan por su inteligencia, que se potencia en situaciones de alta presión. Los usuarios sombra son los más impredecibles y no hay un patrón lógico; mientras que algunos son protectores con sus cercanos y bastante comprensivos, otros son egoístas y muy rencorosos.
Mado les explicó esto a sus alumnos, quienes escucharon la clase con atención hasta el final cuando el maestro les dio permiso de hacer preguntas.
—¿Y qué hay de las demás naturalezas? —le preguntó Shori a su maestro.
—Son tan raras que no lo creí necesario, pero igual les puede servir esta información: los usuarios de escarcha son una rara variante del elemento agua, por lo que comparten muchos rasgos, agregando que fácilmente se dejan llevar por sus emociones. A los psíquicos les es fácil adaptarse a grupos o situaciones y suelen ser más inteligentes que los plantamantes. Los mentalistas suelen actuar por diversión y les es muy fácil cambiar de bando, pues anteponen su seguridad personal ante una situación mínimamente peligrosa. Los volátiles son muy orgullosos y celosos con las personas u objetos que consideran de su propiedad, por lo que suelen discutir muy seguido con sus semejantes. Los de naturaleza mágica suelen ser calculadores y se sienten distintos a los demás, por lo que es común que generen lazos muy rápidamente entre ellos —dijo Mado, respondiendo a la pregunta de su alumno.
—Hace un rato dijo que existían catorce naturalezas, pero solo nos ha hablado de once, ¿qué pasa con las tres que faltan? —preguntó Ik luego de alzar la mano.
—Decidí omitir estas tres ya que eran irrelevantes para el test. A diferencia de las primeras once naturalezas, ninguna de estas tres vienen desde el nacimiento. Estas tres naturalezas faltantes son electricidad, intensificación y sanación. El hecho de que no se nazca con afinidad a ninguna de estas tres naturalezas no significa que no se puedan aprender. Por el contrario, a diferencia de las otras once primeras naturalezas, estas se pueden aprender y mantener al mismo tiempo que la naturaleza con la que se nació de base —explicó Mado mientras unos pequeños rayos brotaban alrededor del dedo índice que tenía levantado. Los tres novatos quedaron asombrados y un nuevo deseo de aprender surgió en sus corazones.
—Ahora les voy a decir qué es lo que pueden hacer con sus naturalezas desarrolladas: los usuarios de naturaleza de fuego pueden crear un aura de fuego que reemplace el Armor a voluntad. Los usuarios de agua pueden usar el agua de su cuerpo o del ambiente para crear pequeñas cantidades de agua que pueden manipular y con esta pueden sanar heridas superficiales. Los de tierra pueden moldear su entorno y usarlo a su favor. Este es el elemento más poderoso en forma base. Los usuarios de la naturaleza de aire pueden crear pequeñas ondas de aire que pueden empujar o atraer; es el elemento más débil en forma base. Los botánicos pueden manipular raíces de plantas, crear muy delgadas raíces de su cuerpo y también favorecer levemente el crecimiento de plantas… y por último, los usuarios sombra pueden crear un aura de oscuridad que reemplace el "Armor" permanentemente pero con el beneficio de ser el triple de fuerte —explicó el maestro con seriedad.
—¿A qué se refiere con permanentemente? —preguntó Lyra.
—Cuando comiencen a practicar su naturaleza, su Armor va a ser sustituido por el "Armor sombra" —contestó Mado antes de pedirle a sus alumnos que lo acompañen al patio trasero junto al arroyo donde comenzaron su entrenamiento.
—Lyra e Ik, ustedes dos volverán a hacer lo mismo que hicieron la primera semana, practicarán meditando y siempre visualizando su Ora ahora dos centímetros separada de su cuerpo —ordenó el maestro con seriedad.
—¿Y yo qué voy a hacer? —preguntó Shori luego de que sus compañeros se sentaran en el césped bajo la sombra del cerezo, a lo que Mado se limitó a hacerle una seña para que lo siga poco a poco hasta volver al edificio.
Lyra e Ik continuaron meditando, tan concentrados que el tiempo se les fue volando. El sol se había ocultado y el cielo se había oscurecido, dando paso a la luna. De pronto, Lyra escuchó cómo Ik soltaba una pequeña risa disimulada.
—¿Qué sucede? —preguntó Lyra de forma amistosa.
—No es nada malo, es solo que las flores del cerezo que cayeron sobre tu cabeza se camuflan con el color rosado de tu cabello —respondió Ik con una sonrisa que Lyra le devolvió antes de sacudir su cabeza para quitarse las flores de encima.
—Ya es tarde y aún no viene Mado para darnos permiso de irnos —comentó Lyra luego de observar el cielo.
—Sí, a esta hora ya nos habría dejado ir —dijo Ik antes de acostarse y observar cómo Crissalid los veía desde arriba.
—Ah, eres tú. ¿Qué sucede? ¿Te enviaron para supervisar que estuviéramos meditando? —le preguntó Lyra a Crissalid.
—No, en realidad Mado me dijo que se olvidó de ustedes por estar entrenando a Shori, así que vine a ver si todavía estaban aquí —contestó Crissalid, dejando a los chicos con cara de sorpresa.
Mientras se dirigía hacia la salida por el recibidor del gremio, Lyra pudo observar cómo el reloj marcaba que ya eran las ocho y media de la noche.
—Demonios, ya es tarde —dijo Lyra, apresurándose a llegar al final del camino hacia el portón principal.
—¡Oye, Lyra!, es tarde y tus amigos no están, ¿quieres que te acompañe a casa? —preguntó Ik al verla correr junto a él. La brisa nocturna movía suavemente los mechones de cabello oscuro de Ik mientras se acercaba a Lyra con una sonrisa amistosa.
—¿Estás seguro? Tú vives por el otro lado de la ciudad y tendrías que tomar dos autobuses para regresar a tu casa —contestó Lyra, deteniéndose para escuchar a su amigo. Sus ojos reflejaban la preocupación por la propuesta.
—No importa, no tengo nada mejor que hacer —dijo Ik mientras se acercaba a su amiga para acompañarla. "Además… no quiero volver a ese solitario lugar", pensó Ik mientras caminaban hacia la parada de autobús más cercana junto a Lyra. El resplandor de las farolas iluminaba el camino, creando destellos en los adoquines del suelo.
Luego de esperar un par de minutos, el autobús llegó y ambos subieron, sentándose en los asientos del fondo. El interior del autobús estaba iluminado por una tenue luz, creando una atmósfera tranquila y acogedora.
—¿Por qué hasta atrás? —le preguntó Ik a su amiga, curioso por la elección de asientos.
—No lo sé, desde pequeña siempre me ha gustado sentarme en estos asientos, me hacen sentir poderosa —contestó Lyra, ya que la última fila de asientos en los autobuses en la ciudad del zen estaba medio metro más elevada que los asientos comunes, ya que debajo de ellos se encuentra el compartimento donde se guardan las maletas pesadas. La expresión de Lyra reflejaba una mezcla de nostalgia y comodidad mientras recordaba su infancia.
—Juguemos algo, con mi hermana siempre que vamos en autobús jugamos a encontrar autos de un color específico y cada vez que encontramos uno nos anotamos un punto. Al final, quien tenga menos puntos le compra algo al ganador —propuso Lyra emocionada. Su voz resonaba con entusiasmo, rompiendo la tranquilidad del interior del autobús con una chispa de diversión.
Ik aceptó y ambos comenzaron a jugar, buscando vehículos de color amarillo durante los veinte minutos de trayecto. Las luces de la ciudad parpadeaban a través de las ventanas del autobús mientras se deslizaban por las calles iluminadas.
Al llegar a la parada más cercana a la casa de Lyra, ambos bajaron del autobús y se dirigieron a la tienda que estaba frente a la parada, ya que Lyra había anotado seis puntos, mientras que Ik había encontrado ocho autos amarillos. La luz de neón de la tienda destacaba en la oscuridad de la noche, invitándolos a entrar.
Lyra le compró a su amigo una bebida energizante y continuaron caminando hacia la casa de la chica de cabello color fantasía. Las estrellas salpicaban el cielo nocturno, creando un telón de fondo brillante para su caminata.
—¿Por qué les gustan tanto esas bebidas a los chicos? —le preguntó Lyra a su amigo mientras lo observaba beber su premio.
—La verdad no lo sé, es la primera vez que pruebo esto ¿quieres un poco? —preguntó Ik, ofreciéndole la lata de soda a su amiga, a lo que Lyra aceptó para darle un pequeño sorbo.
—¡Vaya!, sabe muy bien —exclamó Lyra sorprendida.
—Te lo regalo, no me esperaba que fuera tan dulce —comentó Ik con disgusto sin dejar de caminar. El reflejo de las luces de la calle se dibujaba en sus rostros mientras continuaban su camino.
Al llegar a la casa, Lyra tocó el timbre e inmediatamente Luna abrió la puerta para dejarlos pasar. Lyra se despidió de Ik mientras que su hermana simplemente le agradeció por haberla acompañado.
Ik comenzó a caminar de regreso a la parada de autobuses cuando sintió que alguien le tocó el hombro.
—Pregunta mi hermana si quieres quedarte a cenar —le dijo Lyra cuando este se dio la vuelta. Ik, un poco avergonzado, aceptó la invitación y siguió a su amiga de vuelta a su casa. El aroma de la cena flotaba en el aire, invitándolo a quedarse un poco más.
Al entrar, Ik se quitó los zapatos, igual que Lyra, antes de irse a sentar al comedor en silencio. Si bien no se sentía incómodo, no sabía cómo actuar, ya que nunca había visitado una casa ajena, puesto que Lyra era su primera amiga. El murmullo suave de la familia y el aroma reconfortante de la comida lo envolvieron, haciéndolo sentir parte de algo más grande.
Lyra y Luna volvieron de la cocina hacia el comedor para servir los platos y vasos. Luna había preparado milanesas de pollo empanizadas con papas fritas y limonada para tomar. El aroma tentador de la comida llenaba la habitación, estimulando los estómagos hambrientos.
—Muchas gracias, señorita —le dijo Ik a la hermana de su amiga cuando esta puso un plato frente a él.
—De nada, espero que te guste —respondió Luna con una sonrisa antes de que los tres comenzaran a cenar. "Esto está delicioso, hace años que no como algo preparado por una persona", pensó Ik, saboreando cada bocado con gratitud.
—Ya es tarde, Ik. ¿Te gustaría quedarte a dormir?, claro, si tus padres están de acuerdo —le ofreció Luna al muchacho, a lo que Lyra le tocó levemente la pierna con el pie.
—Gracias, señorita, pero no quiero causarle más molestias —respondió Ik, sintiéndose halagado por la invitación.
—No es ninguna molestia, pero si te sientes más cómodo en tu casa, lo entiendo —dijo Luna con amabilidad, respetando la decisión de Ik. Pero este no encontró ningún motivo para volver a su casa.
—En ese caso, le tomaré la palabra. Es muy amable. ¿Dónde está el baño? —preguntó Ik, quien ya había terminado de comer.
Luna se levantó de su asiento y guió al joven al baño del recibidor, asegurándose de que se sintiera cómodo y ubicado.
—¿No querías que se quede a dormir? —preguntó Luna en voz baja a su hermana una vez volvió a la mesa.
—No es eso, Luna. Ik no tiene familia y vive completamente solo. Trata de no hablar del tema —respondió Lyra susurrando, compartiendo una mirada de complicidad con su hermana, quien asintió comprensivamente.
Cuando terminaron de cenar, Lyra e Ik se dirigieron a la sala para ver una película antes de dormir, sumergiéndose en el confortable ambiente del hogar de Lyra.
—¿Qué clase de películas tienes? —preguntó Ik a su amiga, curioso por descubrir sus gustos cinematográficos.
—La mayoría son musicales y películas de terror. A Luna le encantan los musicales y a mí el terror —contestó Lyra mientras mostraba a Ik la caja de la película "El monstruo de Luisa Swamps".
—No esperaba que fueras fan del terror, creo que ya entiendo mejor tu afinidad de naturaleza zen —comentó Ik mientras se acomodaba en el sofá, preparándose para la función.
—¡Exactamente! Supongo que eso lo explica todo —respondió Lyra con una sonrisa traviesa antes de reproducir la película.
—Oye, ¿has intentado ver si tu hermana tiene potencial para el zen? —preguntó Ik, dejando escapar una reflexión que había estado dando vueltas en su mente.
—No, ¿por qué lo preguntas? —inquirió Lyra, intrigada por la sugerencia de Ik.
—Pude notar que sus pupilas están apagadas, como si no pudiera ver bien, y a pesar de eso ella se mueve y hace todo sin ninguna dificultad. Tal vez esté usando zen sin saberlo —explicó Ik, compartiendo su observación con Lyra y sembrando una duda en su mente.
Al finalizar la película, Lyra fue a buscar una manta y una almohada para Ik, quien pasaría la noche en el sofá. Después de asegurarse de que su amigo estuviera cómodo, Lyra subió a su habitación para retirarse a dormir, dejando a Ik para descansar en la tranquilidad de la sala.
A la mañana siguiente, Ik se despertó en la casa de Lyra y se dirigió al baño de invitados para tomar una rápida ducha. Después de vestirse con la ropa que había traído consigo, bajó a la cocina donde Lyra ya estaba preparando el desayuno.
—Buenos días, ¿cómo dormiste? —preguntó Lyra con una sonrisa mientras volteaba los panqueques en la sartén.
—Muy bien, gracias. Huele delicioso —respondió Ik, su estómago gruñendo en respuesta al aroma tentador que flotaba en el aire.
Con el desayuno listo, ambos se sentaron a la mesa y devoraron los panqueques con mermelada, conscientes de que no tenían mucho tiempo antes de que llegara Touko para llevarlos a la academia.
Justo cuando estaban terminando de comer, el claxon del auto resonó afuera, anunciando la llegada de Touko. Ik y Lyra salieron corriendo de la casa, apurados por no hacer esperar a su amiga.
Touko, al ver a Ik junto a Lyra, se sorprendió visiblemente, su mente comenzando a especular sobre la relación entre ambos.
—Touko, este es Ik, nuestro compañero de equipo. ¿Podrías llevarlo también hoy? —preguntó Lyra a su amiga mientras subía al auto, notando la expresión sorprendida de Touko.
—Claro, sube, Ik. Es un gusto conocerte —respondió Touko, abriendo la puerta para que Ik se acomodara entre ellas en el asiento trasero. Shori, que ya estaba dentro del auto, observaba la escena boquiabierto.
Durante el trayecto hacia el gremio, Ik se sintió un poco incómodo al notar a Touko susurrando algo al oído de Lyra. Decidió desviar la mirada hacia la calle por la ventana, tratando de no prestar atención.
Cuando Touko terminó de susurrar, Lyra se sonrojó intensamente, tratando de aclarar la situación.
—No, no es lo que estás pensando. Ik solo me acompañó a casa anoche... tarde, y como vive al otro lado de la ciudad, se quedó a dormir —explicó Lyra, notando la mirada confundida de Ik, quien solo pudo reír disimuladamente ante la situación.