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Chapter 7 - Capítulo 7: El comienzo del torneo.

Luego del viaje de tres horas en el volador y quince minutos en taxi desde el aeropuerto hasta el centro de la ciudad, los chicos llegaron al majestuoso "Coliseo Soto", donde se celebraba dos veces al año el torneo juvenil.

El Coliseo Soto se alzaba imponente ante ellos, destacando como uno de los monumentos más impresionantes de la ciudad. Con su estructura imponente, era fácil entender por qué era considerado el cuarto estadio más grande del mundo. El mega complejo contaba con una arena de ochenta metros cuadrados, sin contar el espacio de las gradas y palcos, con capacidad para albergar a cincuenta mil espectadores ansiosos por presenciar las emocionantes batallas. Además de la arena, el complejo también albergaba un gran centro comercial y un hotel de cuatro estrellas, ofreciendo una experiencia completa para los participantes y espectadores por igual.

Mado guió a los miembros del equipo hacia la entrada del hotel donde debían registrarse.

—Bienvenidos, ¿en qué puedo ayudarlos? —saludó amablemente la recepcionista del hotel.

—Hola, queremos registrarnos. Somos un equipo que participará en el torneo —respondió Criss mientras colocaba los papeles en el escritorio con un gesto confiado.

—En ese caso, por favor, pasen con mi compañera a la izquierda —indicó la joven recepcionista. Crissalid asintió y se dirigió hacia la taquilla que se le indicó, repitiendo su solicitud.

—Claro, solo déjenme ver sus documentos de admisión y les daré sus habitaciones —respondió la recepcionista con una sonrisa profesional, preparándose para ayudarlos con el proceso de registro.

Crissalid entregó la carpeta con todos los documentos y la chica recepcionista comenzó a teclear en su computadora con eficiencia.

—Aquí está el equipo "Crisálida". Entrenador: Crissalid Star, peleadores: Ik Orochi, Lyra Yoto, Touko Fujimori, Licka Bennet y Shori... ah no, ahora se actualizó, Demian Satoru, ¿es correcto? —enumeró la recepcionista, levantando la mirada hacia Criss para confirmar la información.

—Correcto, señorita —respondió Criss con un gesto afirmativo, observando cómo la mujer volvía a concentrarse en su monitor y tecleaba un par de veces más.

—El torneo les otorga dos habitaciones de lujo con capacidad para tres personas por cada equipo. Aquí tienen las llaves de los cuartos doce y trece —explicó la recepcionista, entregando un par de llaves con un gesto amable —. El personal del evento les entregará allí el correo con las indicaciones del torneo.

Crissalid tomó las llaves y se acercó a los sillones de la recepción, donde los novatos estaban charlando animadamente.

—El torneo nos asigna solo dos habitaciones, así que voy a organizar los cuartos. Lyra, Touko y Licka dormirán en el cuarto doce. Yo me registraré en una habitación aparte, por lo que Ik y Demian compartirán el cuarto trece —anunció Criss, distribuyendo las llaves correspondientes.

—Estén atentos al servicio a la habitación, ahí les enviarán el correo con la información del evento —añadió antes de retirarse, dejando a los novatos para que se acomodaran en sus habitaciones asignadas.

Los chicos se dirigieron al ascensor del hotel, cada uno con su llave en mano, listos para instalarse en sus respectivas habitaciones.

—¿Por qué presionaste el último piso? Nuestras habitaciones están en los primeros —preguntó Licka confundida al ver que Touko había seleccionado el botón para subir al piso más alto del edificio.

—He estado aquí antes. Las habitaciones están invertidas. En los primeros pisos están las habitaciones comunes, a partir del ochocientos, y en el último piso están las veinte habitaciones más lujosas, siendo las diez primeras las más exclusivas —explicó Touko con una sonrisa mientras el ascensor ascendía lentamente.

Una vez llegaron al nivel más alto del colosal edificio, todos se dirigieron a sus respectivas habitaciones.

—¡Miren esto! ¡Hay una carta sobre las camas! —exclamó Lyra sorprendida al entrar a la lujosa habitación, donde tres amplias camas parecían abrazar la estancia con su suavidad. La habitación estaba elegantemente decorada con una barra desayunadora empotrada en una de las paredes, tres sillas altas dispuestas frente a ella, un moderno televisor frente a las camas, un ventilador de techo que complementaba el aire acondicionado y un amplio baño equipado con ducha, retrete y vestidor, todo ello en un estilo de lujo discreto pero acogedor.

Touko tomó la carta sobre su cama y comenzó a leer en voz alta:

—Bienvenida o bienvenido al Torneo Internacional de Fuerza de Combate Estratégica y Manejo de Zen del estado Ming. Antes de participar, debes saber que existe la probabilidad de daños mayores, aunque entre nuestro personal tenemos más de diez médicos con total permiso de usar las instalaciones médicas del estadio. El torneo durará aproximadamente cinco días. Atte: Secretaría de Gobierno y Deportes del estado Ming.

—La mía también dice lo mismo. Pero miren atrás, hay otra carta —dijo Licka tras revisar también su correo. Lyra se fijó y abrió su segunda carta:

—Participantes, se les informa que esta noche habrá una pequeña reunión para los peleadores en la sala de eventos del hotel. Dos horas antes de la reunión, se les enviará un traje negro que deberán usar en la fiesta. El evento es obligatorio. Si algún miembro del equipo se ausenta, el equipo completo quedará descalificado.

Justo como indicaba la carta, un par de horas después, el servicio al cuarto de ambas habitaciones tocó a la puerta para entregarles los cinco trajes negros de gala.

—¡Vaya, se ve elegante! —exclamó Lyra mientras admiraba el traje en sus manos, apreciando la textura suave y la caída impecable de la tela.

—Sí, pero creo que son todos del mismo tamaño. Espero que Same no tenga problemas con el suyo —mencionó Licka mientras se probaba el saco en el espejo.

—Tienes razón, él es bastante más grande que nosotros. Espero que puedan conseguirle un traje que le quede bien —agregó Touko, con una expresión preocupada.

Las tres chicas se terminaron de arreglar para la reunión y salieron al corredor, donde Ik ya las estaba esperando recargado en la pared.

—¿Qué pasó con Same?

—Fue a pedir un cambio de traje por uno más grande. El que le dieron no le quedaba. Pero me dijo que nos veríamos en la sala de eventos —contestó Ik antes de comenzar a caminar hacia la ubicación de la reunión. Las chicas lo siguieron hasta el elevador, donde Touko presionó el botón para ir al primer piso, donde se ubicaba la sala de eventos del hotel.

Al entrar, observaron la sala repleta de jóvenes de su edad, todos vestidos con el mismo traje negro, lo que creaba una atmósfera uniforme pero ligeramente sombría. Dentro de la habitación, destacaban algunos participantes debido a su apariencia extravagante. En una esquina, apartados de los demás, se encontraba un grupo de tres chicos, uno de los cuales llamaba la atención por tener la cara completamente vendada, como si fuera una figura envuelta en misterio, dejando expuesto únicamente su ojo izquierdo.

Más al centro de la sala, una chica rodeada por varios participantes fascinados por su plática capturaba la atención de todos. Lo más peculiar de ella era que, al igual que el chico solitario de la esquina, tenía la cara parcialmente cubierta por una máscara de hierro con facciones femeninas esculpidas, otorgándole un aire enigmático. La máscara dejaba expuesta una porción de su rostro, permitiendo que solo uno de sus ojos estuviera visible.

Además, destacaba en la habitación un pequeño chico que no parecía superar los diez años de edad, disfrutando de una copa de soda junto a sus compañeros en una esquina solitaria, mientras los mayores conversaban.

Los chicos simplemente se pegaron a una pared y se mantuvieron juntos, observando con curiosidad y comentando en voz baja acerca de la apariencia y el comportamiento de los demás participantes. Fue entonces cuando Same llegó al lugar, buscándolos con la mirada desde la entrada hasta que Lyra levantó la mano para llamar su atención.

—¡Vaya, Same! Ese traje te queda bien, luces más delgado —comentó Lyra asombrada.

—Nada de eso, es solo la ilusión que causa la ropa negra —respondió Same entre modestas risitas, con una sonrisa que iluminaba su rostro. Los tres amigos se dirigieron juntos a la mesa de botanas, dispuestos a disfrutar de un tentempié antes de que comenzara la reunión. Sin embargo, su atención fue apartada al escuchar cómo los altavoces de la sala cobraban vida y el proyector del techo comenzaba a iluminar una pared con letras brillantes.

—Participantes, por favor, hagan una fila ordenada por equipos frente a la puerta de su derecha. Gracias —anunció una voz a través de los altavoces, llamando la atención de todos los presentes y generando un murmullo de expectación.

Los participantes, obedientes, se organizaron en fila, formando grupos según sus equipos. El equipo de Criss, siguiendo la sugerencia de Touko, se posicionó en la mitad de la fila, preparados para lo que vendría a continuación. Una vez que todos los concursantes estuvieron en su lugar, el altavoz volvió a activarse para dar las siguientes instrucciones.

—Primer participante, por favor, pase al cuarto —resonó la voz en la sala, indicando el inicio del proceso de selección.

Lyra, siendo la primera de su equipo en formarse, aguardaba expectante detrás del último miembro de otro equipo, con los nervios aflorando ante lo que estaba por venir.

—Oye, ya estamos cerca, ¿no te sientes nervioso? —preguntó Lyra de forma amistosa, tocando el hombro del chico frente a ella con una sonrisa tranquilizadora, tratando de aligerar el ambiente tenso que se había formado.

—No —respondió una voz que emitía un tono de placer, casi como un susurro sensual, mientras el chico rubio frente a ella volteaba con una sonrisa de provocación sobre sus hombros. Lyra sintió un escalofrío recorrer su espalda y retrocedió unos pasos hasta chocar con Ik, quien observaba con una expresión intimidante al extraño.

—¿Arlek los está molestando? —preguntó una chica de baja estatura, con grandes ojos que reflejaban una inocencia contrastante con la atmósfera que rodeaba al chico rubio de aspecto angelical. Era evidente que era una compañera cercana de Arlek.

—Disculpen si les incomodé, me han dicho que suelo hacer eso —comentó Arlek haciendo una reverencia, su tono seductor y algo femenino resonaba en el aire, llamando la atención de los demás miembros de ambos grupos. Mientras hablaba, se mordía el dedo índice con un gesto juguetón que agregaba un toque aún más perturbador a su presencia.

Después de esa incómoda situación, los chicos se mantuvieron apartados del grupo de Arlek, manteniendo una distancia prudente hasta que llegó el turno de Lyra. Con paso firme, la joven entró en la habitación, donde se encontraba una mujer hablando por el altavoz, sentada en un lujoso escritorio de madera, iluminada a contraluz por una pantalla que proyectaba su silueta en la penumbra.

—Toma asiento, por favor —dijo la organizadora amablemente, invitando a Lyra a sentarse en uno de los dos sillones frente a ella con un gesto cortés.

—De entre todos los participantes, dime uno con el que no te gustaría pelear y uno con el que sí te gustaría pelear —preguntó la mujer con seriedad, mientras tomaba el control de la pantalla para mostrar una interfaz con los rostros y nombres de todos los concursantes, excepto los de ella y su equipo, cuyas imágenes estaban apagadas en un tono oscuro. Lyra observó detenidamente la pantalla, evaluando cuidadosamente las opciones antes de responder.

—No me gustaría pelear contra Lewa Kobayashi, y quiero pelear contra… Jacob Thomas está bien —respondió Lyra, señalando las fotos del chico de la cara vendada y del primer participante que había pasado a la sala, respectivamente. La mujer tomó nota de las respuestas de Lyra en una libreta con una expresión profesional, antes de volver a mirar a la joven con una leve sonrisa formal.

—Puedes volver a la sala, gracias.

Después de que todos los miembros del equipo pasaron por sus entrevistas, la mujer a través del altavoz les indicó que podían regresar a sus habitaciones. Los chicos se reunieron en la habitación de las chicas para compartir sus experiencias y discutir acerca de las entrevistas.

—Ese tipo Arlek me pareció un completo raro, por eso pedí pelear contra él —comentó Ik, un poco enojado, cruzando los brazos sobre el pecho con expresión de desagrado.

—De hecho, yo pedí no encontrarme con él. Parece débil, pero algo en él me da mala espina —respondió Licka con una mueca de disgusto, frunciendo el ceño mientras recordaba la inquietante actitud de Arlek.

—Yo pedí pelear contra el niño. Hay algo en él que me llama la atención —comentó Touko, quien estaba recostada descansando la cabeza en las piernas de Lyra, con una mirada reflexiva en su rostro.

—Oigan, ¿alguien vio a Same? —preguntó Lyra al percatarse de la ausencia de su compañero, a lo que todos en el cuarto comenzaron a buscarlo con la mirada sin éxito, intercambiando miradas preocupadas.

—Qué extraño, recuerdo haberlo visto entrar con nosotros. ¿A dónde habrá ido?

Mientras tanto, Same se adentraba por un largo y oscuro pasillo del hotel. Las puertas no tenían números, sino placas de acero con la forma de cabezas de gatos y perros, añadiendo un toque surrealista al ambiente. Al llegar a la última puerta del pasillo, Same la abrió y entró en el pequeño cuarto, donde se encontraban dos hombres vestidos con trajes similares al suyo y con las caras cubiertas por máscaras de látex. La máscara del hombre que se servía una copa de whisky tenía la forma de la cabeza de un gato realista, mientras que la del sujeto sentado frente a la puerta era negra, lisa y sin ningún orificio visible.

—¿Por qué estás haciendo esto? —preguntó el hombre sin rostro en tono agresivo, su voz reverberando bajo la máscara, mientras observaba a Same con una mirada penetrante y desafiante. Same simplemente se quedó en silencio, sintiendo la tensión en el aire antes de tomar asiento.

—¿Acaso crees que esto es un juego? Le dejaste todo el trabajo a Gaby para venir a juguetear —insistió el hombre sin rostro, sus palabras cargadas de reproche y desaprobación.

—No seas tan duro con el Yezauh. Si el chico dejó a Gabriella a cargo, no crees que debe ser por algo. Same confía en ella y sabe que puede manejarlo sola —intervino el hombre con máscara de gato, su tono más calmado y conciliador mientras daba un sorbo a su copa, su postura relajada en marcado contraste con la tensión en la habitación.

—Por este tipo de actitudes fue que pasó lo de Guss —dijo el hombre de máscara negra en tono frío, su voz resonando en la habitación, haciendo que Same se levantara de su asiento para pararse enfrente de él con una notable mueca de ira, su rostro enrojecido por la frustración.

—No te has puesto a pensar que pudo venir para recopilar información. Después de todo, ya sabes quién es el entrenador del equipo —argumentó el hombre gato, su tono reflexivo y sus palabras cargadas de significado mientras miraba fijamente a Same, buscando comprender sus motivaciones.

—Solo lo estás excusando, Bes. Él decidió venir incluso antes de saber quién era el entrenador. Si está tan molesto por lo que dije, solo es porque sabe que es verdad —replicó Yezauh, su tono desafiante resonando en la habitación mientras se acercaba a Same con una mirada desafiante, su postura desafiante reflejando su determinación.

Same no aguantó más y lo empujó con fuerza, haciendo que Yezauh cayera junto con el sillón donde estaba sentado, el impacto resonando en la habitación. Sin vacilar, Same se subió sobre su pecho y comenzó a golpearlo con ferocidad, sus puños lloviendo golpes sobre el rostro de Yezauh, el sonido de los impactos resonando en la sala. La máscara negra de Yezauh comenzó a desprenderse, revelando una masa roja y sangrienta, fragmentos de hueso y carne salpicando el suelo con cada golpe.

Al terminar, Same se levantó y se dirigió hacia donde estaba Bes, cuya expresión impasible no cambiaba ni un ápice, como si la violencia que acababa de ocurrir ante sus ojos fuera algo completamente normal. Mientras Same se lavaba las manos en el fregadero, Bes levantó su copa de whisky con calma, como si estuviera disfrutando de una conversación casual.

—¿Tenía razón? —preguntó Bes, su voz tranquila contrastando con la atmósfera tensa y el violento suceso que acababa de presenciar, su mirada fija en Same mientras este evadía la pregunta y abandonaba la habitación al terminar de secarse las manos.

A la mañana siguiente, los débiles rayos de sol que se filtraban por las persianas acariciaron suavemente el rostro de Lyra, llamándola a despertar con su cálido resplandor.

—Hasta que despiertas, Lyra. Vamos a ir al centro comercial para desayunar —anunció Licka, ya lista y esperando a su amiga mientras se calzaba las botas, su voz llena de energía y entusiasmo.

Lyra se estiró perezosamente en la cama, aún sintiéndose somnolienta y poco dispuesta a levantarse. Sin embargo, el plan de desayunar fuera sonaba tentador, así que se levantó con un suspiro y comenzó a prepararse para salir.

—Prendan el televisor, ya casi son las doce del mediodía, a esta hora nos dijeron que iban a transmitir indicaciones para el torneo —les recordó Touko desde el baño, su voz resonando a través de la puerta mientras se alistaba para el día.

Lyra tomó el control remoto del televisor que descansaba sobre el buró junto a su cama y lo encendió, preparada para recibir las noticias del día.

—Mira, Ik, es la tabla de enfrentamientos —exclamó Same desde el otro cuarto, donde Ik se encontraba terminando de abotonarse la camisa.

La tabla de enfrentamientos apareció en la pantalla, mostrando las próximas peleas del torneo. Lyra observó con atención mientras las peleas se anunciaban una tras otra:

A las dieciséis horas, Lewa Kobayashi contra Toju Ria; a las diecisiete horas, Lyra Yoto contra Kano Shifasu; a las dieciocho horas, Joji Ono contra Jacob Thomas; a las diecinueve horas, Touko Fujimori contra Sombra Key; a las veinte horas, Ik Orochi contra Akino Riot; a las veintiuna horas, Urale Mirai contra Jirano Mint; a las veintidós horas, Demian Satoru contra Victor Miselay; a las veintitrés horas, Rokuro Mu contra Arlekin Zanni; y para finalizar por el día, a las 12 de la madrugada, pelearían Ekaterina Petya contra Domon Stan.

El Torneo del Ming ha sido una institución durante más de una década, evolucionando con el tiempo para mantenerse relevante y emocionante para los espectadores. Una de las principales exigencias para participar en este prestigioso evento es demostrar un completo dominio de los tres principios básicos del zen, una disciplina que trasciende la mera habilidad física y se adentra en la mente y el espíritu de los competidores.

Con el objetivo de prevenir lesiones mortales y garantizar la seguridad de los participantes, se implementó el "Chip EVO". Este dispositivo, que se adhiere al cuerpo a través de un electrodo similar al de un electrocardiograma, monitorea el ritmo cardíaco del peleador y proporciona a los organizadores una estimación del daño sufrido durante el combate. Esta información se muestra en porcentaje en las pantallas del estadio, en los monitores del personal y los comentaristas, así como en las transmisiones televisivas en vivo.

En el Torneo del Ming, los narradores no solo cumplen la función de entretener al público con sus comentarios, sino que también ejercen el papel de árbitros. Esta peculiaridad significa que los comentaristas tienen la autoridad para decidir cuándo finalizar un combate, ya que los chips de daño no funcionan de la misma manera para todos los participantes debido a sus diferentes niveles de tolerancia al dolor. Existen varias formas de concluir un combate: el peleador puede rendirse, los narradores pueden tomar esa decisión, un peleador puede ausentarse o, en el caso de que el porcentaje de daño de un participante supere el cien por ciento, los comentaristas pueden determinar si el peleador aún puede continuar.

Los novatos se acomodaron en la habitación de las chicas, ansiosos por presenciar la primera pelea del torneo. La atmósfera estaba cargada de emoción mientras se rodeaban de aperitivos y sodas que habían conseguido en su visita al centro comercial. Lyra tomó el control remoto y encendió el televisor, sintonizando automáticamente el canal del estadio donde se llevarían a cabo las batallas.

Antes del inicio del primer combate, los comentaristas comenzaron a discutir sus expectativas para el torneo, agregando un toque de anticipación al ambiente ya cargado de emociones. Mientras hablaban, mostraban tomas aéreas proporcionadas por una cámara en forma de esfera, conocida como "el ojo del periodista", que flotaba en el aire gracias a cuatro hélices. Este innovador dispositivo se utilizaba para transmitir eventos deportivos, reportajes en vivo y otros acontecimientos, proporcionando a los espectadores una perspectiva única y envolvente de la acción que estaba por desarrollarse.

—¡Bienvenidos a la duodécima edición del Torneo del Ming! Aquí estamos una vez más, en esta emocionante jornada, acompañados por el inigualable Osvaldo Bermúdez, y como debutante en los comentarios, el talentoso Manolo Cañizares —anunció Osvaldo con entusiasmo, dando inicio a la transmisión.

—Exactamente, Osvaldo. Estoy aquí, en el palco, ansioso por presenciar las emocionantes peleas de este año. ¿Tienes alguna expectativa particular, Osvaldo? —preguntó Manolo, deseoso de participar en la conversación.

—Por supuesto, Manolo. Espero ver peleas emocionantes y prolongadas, quizás algún impresionante Jibun y, si somos afortunados, incluso un Keiyaku —respondió Osvaldo, transmitiendo su emoción y anticipación por lo que estaba por venir.

Los comentarios se detuvieron de repente al escuchar la música que anunciaba la entrada de los peleadores a la arena, captando la atención de todos los presentes.

—¡Atención, atención, gente! ¡Nos preparamos para la primera pelea del día: Toju Ria contra Lewa Kobayashi! —exclamó Osvaldo, mientras la cámara enfocaba a los peleadores en el centro del coliseo. Toju frunció el ceño al observar a su oponente, preguntándose por qué llevaba la cara vendada de esa manera peculiar.

El estadio vibró con cuatro explosiones de fuegos artificiales que iluminaron la arena, anunciando el inicio del combate y sumergiendo a todos en un ambiente cargado de expectación y adrenalina.

—¡Comienza el combate! —gritó Manolo, desatando los rugidos emocionados de la multitud que colmaba las gradas, impaciente por presenciar la acción que se avecinaba.

En el centro de la arena, Lewa y Toju se movían con cautela, observándose el uno al otro con miradas penetrantes y concentradas.

—Estamos viendo un clásico enfrentamiento de miradas aquí, amigos. Cualquier descuido podría ser aprovechado al instante por uno de estos hábiles combatientes —explicó Osvaldo, proporcionando al público una visión detallada de la estrategia en juego.

Lewa desvió la mirada hacia el cielo con una expresión de autosuficiencia, lo que momentáneamente desequilibró la situación a favor de Toju, quien, irritado, se lanzó hacia adelante con determinación, agitando el agua del arroyo artificial que rodeaba la arena con un gesto enérgico. Lewa, por su parte, observaba con calma, evaluando la situación. "Es un elemental del agua... ¿tendrá algún Jibun?", se cuestionó mientras preparaba su siguiente movimiento.

—Toju toma la iniciativa lanzando un par de latigazos de agua, pero Lewa los evita con gracia, manteniendo la distancia. ¿Será que el joven con la cara vendada está comenzando a sentir la presión?

—Yo diría que Lewa subestima a su oponente, o quizás esté tejiendo una estrategia astuta para darle la vuelta a la situación —opinó Osvaldo, evaluando la situación con perspicacia.

Los movimientos de Toju se volvían cada vez más desesperados y agresivos, aunque también más predecibles y fáciles de esquivar para Lewa.

—¡Onda de agua! —gritó Toju, formando varios anillos de agua alrededor de su brazo extendido mientras avanzaba hacia Lewa con determinación. Sin embargo, el hábil combatiente con la cara vendada se movía con destreza alrededor de su oponente, manteniendo una distancia segura.

—Es bueno ver que los participantes del torneo siguen la tradición de anunciar en voz alta el nombre de sus Jibun y Keiyaku para mantener al público informado —añadió Osvaldo, destacando la importancia de la transparencia en el combate.

Cuando Toju creyó tener a Lewa en su mira, disparó todos los anillos de agua, formando un gran proyectil de agua solidificada con zen en dirección a su oponente. Lewa, ágilmente, intentó esquivarlo, pero a pesar de su velocidad, recibió un fuerte golpe en el hombro derecho que provocó que su brazo se dislocara. En las pantallas que transmitían la pelea, apareció un mensaje emergente en letras grandes: "14% de daño".

—¡Demonios! Parece que Lewa Kobayashi tendrá que visitar la enfermería después de esta pelea —exclamó Osvaldo, notando el dolor evidente en el rostro del combatiente.

Lewa dejó escapar una mueca de dolor antes de que una ráfaga de viento comenzara a rodear su cuerpo, concentrándose lentamente en la palma de su mano sana.

—¡Parece que Lewa Kobayashi también tiene un Jibun! —exclamó Manolo, sorprendido por la revelación.

Mientras tanto, Toju mostraba signos de fatiga debido al uso extenuante de su zen, lo que lo había dejado exhausto después de varios ataques.

—¡Torbellino infernal! —gritó Lewa, desatando una poderosa ráfaga de viento directamente hacia su oponente, quien intentaba resistir los fuertes vientos con firmeza. Sin embargo, pronto comenzó a sentir cómo el viento le causaba pequeñas heridas superficiales. En las pantallas, los porcentajes de daño aumentaban rápidamente: 12%, 23%, 36%, 58%, 63%.

—Esta técnica parece demasiado poderosa para ser solo un Jibun, ¿no crees, Osvaldo? —preguntó Manolo, desconcertado por la intensidad del ataque.

—Así es. Estoy casi seguro de que ese Torbellino Infernal es un Keiyaku —respondió Osvaldo, con emoción ante el espectáculo que se desarrollaba en la arena.

La sangre de Toju salpicaba el lugar debido a las feroces ráfagas de viento que causaban cortes, manchando a los espectadores que se encontraban en esa dirección.

—¡Maldición, me rindo! ¡Por favor, detente ya! —gritaba Toju desesperado, pero Lewa no mostraba signos de ceder, incrementando el contador de daño gradualmente hasta alcanzar el 91%.

—Joven Kobayashi, su oponente ya se ha rendido. Si no detiene su ataque de inmediato, será descalificado del torneo por conducta antideportiva —advirtió Osvaldo con seriedad, mientras Lewa cortaba abruptamente su técnica Keiyaku y se retiraba del escenario, dejando a Toju retorciéndose de dolor. En la pantalla, un mensaje en letras grandes, similar al que mostraba los porcentajes de daño, declaraba a Lewa como el ganador del encuentro.

—Un final un tanto desagradable —comentó Manolo, visiblemente incómodo ante la situación.

—Bueno, señoras y señores, nos reuniremos nuevamente en media hora para el siguiente encuentro —anunció Osvaldo, dando fin a la transmisión mientras la multitud en el estadio aún asimilaba lo ocurrido.

Al terminar la pelea, los chicos se apresuraron a apartar sus lugares para el enfrentamiento de Lyra, quien se quedó en su habitación con sus compañeras mientras se preparaba para el encuentro.

—Gracias por su paciencia, estimado público. Esperamos que hayan tenido tiempo para ir al baño y comprar botanas. Recuerden que si no pudieron ir al centro comercial, pueden adquirir alimentos de los vendedores que transitan por las gradas —anunció Osvaldo con su característica voz profunda, sentándose en el palco de comentaristas.

—La pelea de apertura fue muy interesante, será difícil superarla. Esperemos que los próximos combates estén a la altura —agregó Manolo con entusiasmo antes de que la música de entrada comenzara a sonar, anunciando la entrada de Lyra y su adversario desde los vestidores hasta la arena con gracia y determinación. Lyra lucía su conjunto de ropa elegido específicamente para la ocasión, mientras que Kano exhibía su pecho al descubierto, vestido solo con un pantalón corto de boxeo, zapatillas característicamente deportivas y los puños vendados.

—Damas y caballeros, ¡prepárense para el segundo enfrentamiento del día! ¡Lyra Yoto contra Kano Shifasu! —exclamó Osvaldo con emoción mientras las pantallas enfocaban los rostros de los jóvenes, cuyos porcentajes de daño aún marcaban un 0%.

Igual que en el encuentro anterior, los fuegos artificiales salieron disparados de las esquinas de la arena antes de que Osvaldo exclamara:

—¡Tres, dos, uno, a pelear!

Los dos chicos dieron un salto hacia atrás para tomar distancia. Kano permanecía de pie observando a Lyra, obsequiándole el primer ataque. Sin embargo, la chica no se pensaba acercar al territorio de su oponente, así que Kano intentó hacerle un amague a Lyra, quien retrocedió de inmediato, mostrando que estaba bastante nerviosa.

—No, si hace eso le está mostrando debilidad al enemigo —murmuró Touko desde las gradas, llamando la atención de Ik, quien estaba sentado junto a ella, volteando a ver con preocupación. Fue entonces que se percató de que había un asiento vacío entre la rubia y Licka.

Kano se acercó rápida y agresivamente a Lyra, quien comenzó a correr de espaldas sin quitarle los ojos de encima al atacante, e inmediatamente activó el Armor oscuro, lo que le sirvió cuando Kano comenzó a arremeter contra ella con una lluvia de puñetazos, de los que Lyra apenas se pudo defender cubriéndose con los brazos bañados en Repartir, mientras que en las pantallas los porcentajes iban subiendo poco a poco: 8%, 15%, 23%, 32%, 44%.

"Bien, está usando lo que aprendimos, pero tiene que contraatacar", pensó Ik, quien estaba de brazos cruzados y agitando la pierna por los nervios. Touko observó a Ik de reojo y soltó una leve sonrisa al darse cuenta de que el chico estaba preocupado por su amiga.

Cuando el contador de daño llegó al 60%, Lyra se dio cuenta de que Kano no se iba a detener, así que en cuanto notó una apertura en el ataque de su oponente, le golpeó en las costillas antes de retroceder un par de metros para tomar un respiro. El contador de Kano subió a 18%, pues el Armor oscuro potenciaba tres veces los ataques de Lyra. La chica en la arena se detuvo un momento para observar cómo sus brazos se habían tornado rojos luego de recibir tantos golpes del boxeador, quien ya se había recuperado del golpe que Lyra le había conectado y ahora se disponía a atacar nuevamente.

—Creo que quiere ganar por decisión de los comentaristas, no ha activado ningún Jibun, Keiyaku o tan siquiera su naturaleza —le dijo Touko a sus compañeros de equipo, con una mirada preocupada mientras observaba la pantalla.

—Tal vez no lo puede hacer —comentó Licka mientras le daba sorbos a su bebida helada, con un tono de voz lleno de duda.

—Recuerda que dominar los tres principios básicos del zen es un requisito para entrar al torneo —respondió Touko, enfatizando la importancia de los fundamentos del zen en la competencia.

—Podría estar usando Ocultar —dijo Ik entrando a la conversación, ofreciendo una posibilidad que podría explicar la estrategia de Kano.

—No, concéntrense, se puede sentir su presencia, de hecho es más pesada que la de Lyra —respondió la rubia, instando a sus compañeros a estar alerta mientras intentaban discernir los movimientos de su oponente. Los tres se concentraron para sentir la presencia de Kano, quien rápidamente comenzó a correr en dirección a Lyra. Sin embargo, al confiarse, la chica pudo evitarlo simplemente moviéndose a un lado y aprovechando para conectarle un fuerte golpe en el rostro, potenciado por su propia velocidad. El contador mostraba que el porcentaje de Lyra iba subiendo poco a poco por el daño que recibió en los brazos, mientras Kano alcanzaba a la chica de la Ciudad del Zen en porcentaje, ya que los monitores mostraban la importante suma de 31% sobre el boxeador.

Kano se encontraba en el suelo, cubriéndose el rostro por el dolor, mientras Lyra aprovechaba la oportunidad para cargar su puño derecho con la energía de su Armor oscuro. Con un pequeño salto, descargó un poderoso golpe en el estómago de Kano, concentrando todo su peso y fuerza en el ataque. El marcador se disparó inmediatamente al 74%, provocando que el público estallara en gritos emocionados. Aunque algunos apoyaban a Kano, la mayoría vitoreaba el nombre de Lyra, quien, animada por el respaldo de la multitud, se dispuso a lanzar otro devastador golpe.

Sin embargo, antes de que pudiera ejecutar su siguiente movimiento, Kano se levantó rápidamente y una intensa llama se encendió a su alrededor. Con un contraataque rápido, golpeó a Lyra con el doble de fuerza, lanzándola por los aires. La joven luchadora se elevó medio metro por el impacto y cayó al suelo, su porcentaje de daño alcanzando el 83%, lo que generó preocupación entre sus compañeros.

Con dificultad, Lyra se puso de pie, su cuerpo entero adolorido. Mientras tanto, Kano se acercaba lentamente, también sintiendo los estragos de la pelea. Extrañas manchas, similares a las de un tigre, comenzaron a aparecer en la piel de Lyra mientras luchaba por mantenerse erguida. A pesar de notar esto, Kano continuó avanzando hacia ella.

Ambos adversarios concentraron toda su energía en sus puños, Lyra canalizando el poder de su Armor oscuro con Repartir. Cuando estuvieron cara a cara, ninguno de los dos titubeó. Se lanzaron golpes en el rostro con toda su fuerza, siendo lanzados varios metros en direcciones opuestas tras el impacto.

Todos en el público observaban con atención las pantallas, ansiosos por conocer el resultado de la intensa pelea. Primero, la cámara enfocó a Lyra, y el marcador de porcentaje comenzó a aumentar a una velocidad alarmante hasta alcanzar un impactante 132%. Un murmullo de decepción recorrió entre aquellos que apoyaban a la joven luchadora. Sin embargo, sus esperanzas resurgieron cuando la atención se centró en el rostro de Kano, y el marcador de daño comenzó a elevarse a la misma velocidad. Sin embargo, este no se detuvo hasta mostrar una impresionante cifra de 188%.

—¡Personal de enfermería, necesitamos dos camillas en la arena de inmediato! —exclamó Osvaldo, visiblemente alarmado por los altos porcentajes de los combatientes novatos.

Las marcas en forma de tigre que habían aparecido en la piel de Lyra se desvanecieron, dejando profundas raspaduras en su lugar. La joven parecía agotada, como si hubiera pagado un precio considerable por el aumento repentino de energía y poder, mucho más alto de lo que habría esperado al utilizar su eurenia.

Menos de un minuto después de la urgente solicitud de Osvaldo, un equipo de seis enfermeros irrumpió en la arena con dos camillas para llevar a Lyra y a Kano al área médica. Touko e Ik descendieron al área de combate de un salto, desafiando los intentos del personal de seguridad de detenerlos. Sin embargo, los enfermeros les permitieron acompañar a su compañera herida.

—¡La ganadora de este enfrentamiento es Lyra Yoto! —anunció Manolo con entusiasmo, desatando una ola de aplausos y gritos de emoción desde las gradas.

Same se sentía incómodo en la misma habitación donde había cometido el crimen, pero algo lo había llevado de vuelta allí.

—¿A qué viniste, es que ya te diste cuenta de que yo tenía razón? —preguntó Yezauh, cuya presencia misteriosa y siniestra se manifestaba de manera imponente detrás del chico.

Bes, por su parte, mantenía su habitual calma mientras se sentaba frente a Same, cruzando las piernas con elegancia.

—Same está perdido, no sabe qué hacer desde hace varios años —comentó Bes con una frialdad inquebrantable, mientras observaba a Same con una mirada penetrante.

Yezauh comenzó a caminar lentamente por la habitación, sus palabras resonaban en el aire cargado de tensión. Same se quedó en absoluto silencio, esperando algún gesto de apoyo por parte de Bes, pero esta vez el gato permaneció en silencio, sin ofrecer ninguna palabra de consuelo o consejo.

Mientras tanto, en los vestidores, Touko se sentía abrumada por los nervios antes de su combate. Aunque estaba emocionada por la oportunidad de demostrar su habilidad en la arena, no podía evitar preocuparse por su amiga Lyra, que yacía inconsciente en la enfermería. La dualidad de emociones la mantenía cabizbaja mientras esperaba su turno.

Un golpe en la puerta del vestidor anunció que era el momento de salir. Touko respiró hondo y se preparó para enfrentar el desafío que se avecinaba.

—Puede que en el encuentro anterior no hayamos visto un Keiyaku o tan siquiera un Jibun, pero creo que hablo por todos al decir que fue un combate cuanto menos memorable —comentó Osvaldo, reconociendo el impacto del enfrentamiento previo mientras presentaba el siguiente combate.

La música de entrada llenó el aire una vez más, marcando el inicio del enfrentamiento entre Touko y su oponente. La rubia estaba vestida con ropa deportiva, lista para la acción, mientras que su contrincante llevaba un atuendo más casual.

—Gracias por la espera, prepárense para el tercer encuentro del día: ¡Sombra Kei contra Touko Fujimori! —anunció Manolo con un entusiasmo contagioso.

—Sombra Kei es el participante más joven que hemos tenido en el torneo —observó Osvaldo.

—Exactamente, según la ficha del participante, el chico tiene apenas once años —agregó Manolo, sorprendido por la juventud del contendiente.

Los fuegos artificiales estallaron en el cielo, marcando el inicio del combate mientras la emoción se palpaba en el aire.

Apenas la luz verde dio inicio al combate, Sombra Kei se lanzó hacia Touko con una velocidad sorprendente, dejando a la rubia en una posición defensiva instantánea. Antes de que pudiera reaccionar por completo, Sombra logró atravesar su guardia con un rápido ataque al torso, seguido por una ráfaga de golpes que parecían no tener fin. Touko luchaba por mantenerse firme frente al furioso asalto, pero la velocidad del niño le dificultaba defenderse adecuadamente. En un momento de descuido, Touko logró lanzar una fuerte patada que hizo retroceder a Sombra, aunque apenas le causó un 6% de daño, mientras que el marcador de Touko mostraba un preocupante 21%.

—Parece que Sombra está motivado, de inmediato tomó la delantera conectando muchos golpes a Touko Fujimori —comentó Osvaldo, observando la rápida sucesión de ataques.

Sombra había superado a Touko sin la necesidad de recurrir a su energía zen, lo que dejó a la rubia en una situación desafiante. Consciente de ello, Touko decidió recurrir a su zen botánico, a pesar de su aversión a usarlo. De sus brazos surgieron un par de ramas secas que, poco a poco, se convirtieron en una dura corteza que envolvía sus puños.

"Touko, la maestra de las plantas", ese era el apodo que la maestra Petra le había dado a la joven novata, y ahora era el momento de demostrar por qué.

Cuando Sombra volvió a la carga, apenas pudo impactar un par de golpes en la defensa de Touko, ya que la escamosa y seca corteza de sus puños le provocaba dolorosas heridas en los nudillos, elevando su contador de daño rápidamente. Por otro lado, el contador de Touko tampoco permanecía estático, ya que sufría daño pasivo debido a los orificios que las ramas habían dejado al brotar de su piel. "Cometí un error, ahora estoy obligada a atacar, mientras que él simplemente puede mantener la distancia hasta que mi porcentaje supere el cien por ciento", reflexionó Touko, sintiendo cómo sus brazos temblaban de dolor.

—La peleadora Touko Fujimori luce cansada, esperemos que pueda mantener el ritmo del pequeño Sombra —comentó Osvaldo, observando con atención la situación.

—Osvaldo, ¿no crees que deberíamos detener el combate? La chica se podría desangrar —preguntó Manolo, visiblemente preocupado por la condición de Touko.

—No, aún puede continuar. Las raíces en sus brazos detienen el sangrado —respondió Osvaldo, manteniendo la calma.

—Pero…

—Si la chica no quisiera continuar, se rendiría, Manolo. Los peleadores detestan cuando un árbitro detiene sus combates, aún más cuando podrían remontar un enfrentamiento.

Decidida a cambiar el rumbo del combate, Touko se lanzó al ataque contra Sombra. Sin embargo, en lugar de retroceder para mantener la distancia y asegurar su victoria, el joven chico permaneció en su lugar, desafiante. "¿Por qué hace eso? ¿Se está burlando de mí?", pensó furiosa la rubia. De los guanteletes de madera que cubrían sus puños brotaron un par de sólidas ramas, listas para clavarse en el cuerpo de Sombra si Touko lograba conectar un golpe.

Sombra aprovechó el momento para correr hacia Touko, quien apenas pudo reaccionar cuando el pequeño chico usó su muslo como escalón para impulsarse y conectarle una fuerte patada en la cabeza. Touko fue lanzada varios metros hasta chocar contra la pared de la arena, donde cayó sentada, su marcador de porcentaje elevándose rápidamente, mostrando un 59%.

Los guanteletes de madera se desintegraron junto con las raíces que los conectaban al interior de Touko, provocando que la sangre de la joven comenzara a brotar lentamente, recorriendo sus brazos hasta llegar al suelo de la arena. El olor metálico característico de la sangre alertó a Touko, quien rápidamente intentó ponerse de pie. Sin embargo, otro olor más fuerte comenzó a inundar el lugar: era el olor de la tierra mojada, seguido por la aparición de pequeñas gotas que pronto se convirtieron en una fuerte llovizna.

Sombra, con el rostro empapado, observó el cielo por un momento antes de quedarse en esa posición, completamente absorto en sus pensamientos. Su rostro denotaba una profunda tristeza y preocupación, como si estuviera atrapado en una lucha interna.

—Ahí lo tienen, damas y caballeros, esta es la primera lluvia del torneo. Cada año en el torneo suele llover en al menos un encuentro debido a las fechas —explicó Osvaldo, mientras que grandes lonas se extendían sobre las gradas para proteger al público de la lluvia.

Sombra volvió lentamente la mirada hacia Touko, quien intentaba levantarse a pocos metros de distancia. Decidido a darle el golpe final, el chico se dispuso a avanzar hacia ella. Sin embargo, al intentar dar un paso, Sombra sintió que sus piernas no respondían, como si estuvieran pegadas al suelo. Al bajar la mirada, descubrió unas largas raíces que habían brotado debajo de sus pies y subían lentamente por sus piernas. El marcador de Sombra comenzó a aumentar mientras las vides lo aprisionaban, dejando su porcentaje de daño en 13%.

—¡Vaya sorpresa, Manolo! Touko Fujimori realmente ha demostrado su astucia al aprovechar la distracción de Sombra para enviar las enredaderas por debajo del suelo —exclamó Osvaldo, admirando la habilidad estratégica de la joven.

—Sin duda, Osvaldo, esta chica no deja de sorprendernos con sus habilidades tácticas —respondió Manolo, impresionado por la audacia de Touko.

Sombra se retorcía tratando desesperadamente de liberarse de las enredaderas, pero sus esfuerzos parecían inútiles. Cada movimiento solo parecía apretar más las lianas alrededor de su cuerpo. Determinado a no rendirse, Sombra se llenó de voluntad y resistencia, negándose a aceptar la derrota.

—¡Es increíble! ¡Sombra parece estar canalizando la fuerza del viento para liberarse de las enredaderas! —anunció Osvaldo, sorprendido por la inesperada habilidad del joven peleador.

De repente, una poderosa ráfaga de viento estalló desde cada poro del cuerpo de Sombra, rompiendo las raíces que lo mantenían prisionero y elevándolo varios metros en el aire. Sombra se sintió triunfante por un momento, convencido de que podría cambiar el curso de la pelea a su favor. Sin embargo, una repentina sensación de ardor en su hombro lo sacó bruscamente de su euforia, recordándole que aún no estaba fuera de peligro.

—¡Ven aquí! —exclamó la rubia.

—¡Touko acaba de estrellar a Sombra contra el suelo con fuerza, clavando una enredadera en su hombro! —gritó Manolo, su voz llena de emoción mientras el marcador de daño de Sombra se disparaba hasta alcanzar el 47%.

Sombra cayó de rodillas frente a Touko, quien apuntaba una gran rama afilada hacía su rostro, mirándola con desesperación mientras intentaba contener las lágrimas que empañaban sus ojos. Los charcos de agua salpicaban el suelo cada vez que una lágrima caía de sus mejillas.

—¡No puede terminar así! ¡Debo ganar! ¡Tengo que ganar el torneo! —gritaba Sombra, su voz llena de desesperación y determinación.

Touko observó al niño con compasión mientras la rama afilada se desintegraba en su mano. En su lugar, una nueva raíz emergió, formando una maza circular. Con un gesto rápido, golpeó a Sombra en la cabeza, dejándolo inconsciente en el suelo.

El estadio quedó en silencio, solo interrumpido por la respiración agitada de Touko mientras los médicos entraban rápidamente a la arena.

—Señorita Fujimori… —dijo Manolo, sorprendido por la determinación de la joven.

La cámara flotante se acercó a Touko, activando su micrófono y capturando el sonido de su respiración agitada.

—Simplemente lo dejé inconsciente. Estará bien si lo llevan a la enfermería —respondió Touko, con calma, mientras los médicos se ocupaban de Sombra.

—En ese caso, la peleadora Touko Fujimori es la ganadora de este combate —decretó Osvaldo, confirmando la victoria de la joven mientras avanzaba a la siguiente ronda del torneo.

"Los idiotas así nunca se rinden… me recuerda mucho a Shori", reflexionó Touko para sí misma mientras se alejaba de la arena.