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Chapter 25 - Capítulo 24

—¿De qué estás hablando? —cuestioné sin entender sus motivos, un segundo después descubrí que me habia dirigido a él con demasiada confianza, pero la situación lo ameritaba.

—¿No fui lo suficientemente claro? —interpeló con cierto tono de fastidio en su voz.

—Si, pero lo que usted está diciendo es que no desea legitimar nuestro...

—¿Matrimonio? —interrumpió y luego soltó una carcajada como si lo que habia pronunciado fuera causa de risa—por favor, todo esto es una farsa.

—¿Entonces porque me trajiste aquí? ¿Porque me obligaste a casarme contigo?—exigí saber, mi vida habia cambiado por causa suya y lo mínimo que podía hacer era decirme cual habia sido su motivo, si es que no iba a ser realmente su esposa.

—Necesitaba a mi lado a una reina capaz de sobrellevar el peso de la corona. ¿Crees que le dejaría esa responsabilidad a una joven vana que solo buscaría beneficiarse de las riquezas del reino o una princesa extranjera cuyo deber seria únicamente con su propio reino? ¡No!

—¿Por qué yo?

—Porque eres lo que nadie esperaba—declaro. Sus labios formaron una sonrisa descarada—impetuosa, tenaz y abnegada. ¡Vaya que sacrificarte por el bien de tu familia!

—¿Lo sabias? ¿Sabías que tu madre me amenazo para casarme contigo?—impugne tratando de controlar la frustración y enojo que sentía hacia él, camine un par de pasos, pero me detuve al ver algo sombrío en su mirar.

—No exactamente, mi madre lo sugirió, pero no la creí capaz. Por lo que me dijeron de ti supuse que te negarías rotundamente, pero me equivoqué, antepusiste la seguridad de tu familia que tu propio bienestar y libertad. Esa cualidad tuya fue lo que te dio la corona, no porque te casaste conmigo, demostraste ser apta para ser la reina.

—¿Se supone que debería sentirme alagada?—sentí un extraño dolor en el pecho, quizás era un grito que no podía salir. William me miro pensativo por unos instantes y luego soltó una pequeña carcajada.

—No pretendo que lo hagas, hiciste una pregunta y yo la respondí—contesto como si no le interesaran mis sentimientos, quizás era eso, no le interesaba realmente lo que yo sentía—ahora que ya sabes la verdad y también lo que pienso de ti, pretendo que formemos una alianza entre tu y yo.

—¿Por qué debería hacerlo?—cuestione poniéndome a la defensiva. Él alzo una ceja y coloco sus manos por detrás de su espalda, dio un par de pasos lentamente como lo hace una bestia cuando rodea a su víctima.

—No creo que tengas otra opción, además tu corazón es demasiado bondadoso como para abandonar a los ancianos y a los huérfanos a su suerte ¿No es así?

Atónita, dirigí la mirada hacia donde él se encontraba, observaba la ciudad que ya comenzaba a encender sus luces para iluminar la oscuridad, desde uno de los ventanales de la oficina llena de estantes, pinturas y murales. Me habia revelado que habia sido él quien me habia puesto a prueba esa mañana, no su madre.

—¿Por qué me necesitas a mí? ¿Acaso no eres el rey?

—Un rey no es nada sin su reina—manifestó—pero ya que no pretendo hacerte mi mujer, no puedo obligarte a nada, así que te estoy pidiendo esta alianza para acabar con los que desean destruir esta nación.

—¿Es tan difícil para el rey tomar a su reina?—me burle

—¿Quieres que lo haga?— la potencia de su voz, su expresión e incluso su postura, me advirtieron que debía dejar de hacer preguntas antes de exasperarlo o de que deseara consumar nuestro matrimonio en la alfombra de su oficina.

—No—expresé un tanto aliviada y al mismo tiempo recelosa.

—Entonces no tienes mas alternativa que ser la reina que yo deseo.

Desvié la vista hacia el mismo paisaje que él habia visto, donde todo parecía estar en paz y calma. Imaginé que podía ver a través de las paredes de los edificios y mansiones que eran parte de la cultura del reino, volví a ver las caras de los ancianos y los huérfanos, sus sonrisas valían la pena, pero ¿Cuánto tenía que sufrir por ellos?

—¿Qué hay de su madre?—interpele. Mis ojos comenzaban a tornase cristalinos debido a las lágrimas que deseaban fluir y expresar el dolor, la decepción y la rabia.

—¿Qué hay con mi madre?—volvió a su escritorio con una sonrisa satisfecha, al fin y al cabo habia conseguido lo que deseaba sin decir mucho, solo lo suficiente para hacerme entender que su madre me habia engañado y él habia descubierto en mi un diamante en bruto que deseaba moldear a su semejanza.

—Esta mañana volvió a amenazarme—me queje, si debía vivir bajo la crueldad de su orden quería hacerlo lejos de esa mujer—¿Cree que las personas sentirán respeto 'por mi si la duquesa Sofia me habla de esa forma?

—Trata de entenderla ya no es la reina, así que supongo debe ser difícil para ella aceptarlo. Deja que haga lo que quiera, pero tienes todo el derecho de reprenderla si te falta el respeto a la figura que representas.

Tomo una copa de vino que yacía sobre la mesa, lo miro por un segundo y lo agito ligeramente para remover el contenido y luego coloco la orilla sobre sus labios carnosos. Al verlo, vi un hermoso ángel caído que me tentaba y al mismo tiempo me alejaba de él, lo que él me hacía sentir era extraño, era como una ley de atracción poderosa que me obligaba a contemplarlo y tratar de entenderlo porque sabia que no era malo, solo era inflexible y poco tratable, pero todas sus acciones tenían un motivo poderoso y era el bien de su pueblo, pero esa brutalidad suya era la barrera entre nosotros.

—Toma esto—extendió su mano y la poso sobre los papeles de su escritorio—mañana al amanecer lo usaras, te pincharas el dedo cuantas veces sea necesario para dejar algunas manchas de sangre sobre las sabanas. Que nadie te vea ¿Entendiste?

Me acerque un poco y observe un alfiler de cabeza roja, era pequeño y apenas visible, pero lo suficientemente ancho para hacerme una herida grande sobre la yema del dedo. Lo que él pretendía era fingir haber compartido el lecho y dejar que la imaginación de la gente se disparara solo con ver las pequeñas manchas de mi sangre sobre las sabanas, de esa manera me consideraría una reina legitima si creían que habíamos consumado lo nuestro, era poco ortodoxo, pero fiable.

—Si—dije metiendo el alfiler sobre un pliegue de mi vestido, donde pudiera aparentar ser solo una pieza mas de todo lo que llevaba encima.

Repentinamente llamaron a la puerta, yo me sobresalte y di un paso hacia atrás, pero él solo miro hacia la puerta manteniendo serenidad y la misma frialdad que lo caracterizaba.

—¡Adelante!—resonó su voz. Un segundo más tarde la puerta se abrió, se trataba de aquel que siempre le seguía a donde fuera, Maximo Kasen su consejero y a su lado iba otro hombre, por cómo iba vestido deduje que se trataba de un plebeyo, aunque no uno cualquiera sino más bien un artista, es decir, un pintor.

—Mi rey, mi reina—se adelantó aquel hombre y realizo unos movimientos exagerados al realizar una reverencia—es para mí un honor estar en su presencia.

William se levantó de su asiento con aire sereno y elegante, se aproximó a mí y me tomo de la mano entrelazando mis dedos entre los suyos, como si estuviera aprisionándome junto a él, fue tan descarado que elevo nuestras manos en el aire y se atrevió a besar mi mano frente al pintor, quizás para que él fuera el encargado de hacer correr la noticia de que sus gobernantes realmente estaban enamorados, de esa manera nadie tendría sospechas de nosotros o de la farsa que él planeaba.

—Mi nombre es Benuar Surian y sere el artista que dara vida a la pintura que presentara a la reina—expuso mientras se levantaba de aquella posición incómoda.

Mire a William y él sonrio cuando capto mi sorpresa.

—Muchas personas en el reino no tuvieron la oportunidad de verte durante los festejos, asi que se realizara una pintura para que el mundo conozca tu belleza, pero no te preocupes no te dejare sola, mi reina—súbitamente aproximo su rostro al mio y coloco un dulce beso sobre mi mejilla. En primer lugar lo mire a él algo impactada y luego mire al pintor quien nos observaba entusiasmado, aparentemente deseaba que nuestro matrimonio, aunque falso, se viera autentico.

Benuar explico que la pintura que él realizaría seria replicada por otros artistas para poder extender mi imagen en todo el reino y asi se hizo luego de que la servidumbre hiciera una rápida y diligente limpieza para que el artista pudiera trabajar.

Apartaron la mesa sin retirar los mapas sobre ella, pero fue inevitable que algo cayera de ese aglomerado mueble. Una hoja de un periódico cayo justo a mis pies donde pude leer un gran título "La boda real es opacada por la destrucción de Capria"

Mire a William, él conversaba con su consejero así que no pudo ver como tome el periódico y lo escondí detrás de la falda de mi vestido. Caminé hasta la puerta de un balcón que permanecía abierta, afuera ya no habia una luz clara que me ayudara a leer, pero después de un par de repasos comprendí su contenido.

Lo primero que se mostraba eran varias imágenes de gente polvorienta y manchada de sangre, casas destruidas y un paisaje lleno de dolor y angustia. La nota que acompañaba las imágenes decía lo siguiente:

Según declaraciones de los testigos sobrevivientes a la brutal masacre ocurridos el día de ayer alrededor de las diez de la noche, aseguraron ver a cientos de hombres armados que aterrorizaron el centro de la ciudad, incendiando y asesinando a cualquiera que se atravesara por su camino. El fuego se propago rápidamente por la ciudad, imposibilitando a las autoridades auxiliar a las personas heridas que yacían en las aceras de las calles. Poco se pudo hacer para mitigar el fuego.

Las autoridades aseguran que los causantes de esta barbarie colocaron grandes cantidades de pólvora en lugares estratégicos pues los testigos declaran haber escuchado grandes explosiones y esta información fue corroborada al hallar entre los escombros algunas pruebas integras de lo que los causantes utilizaron. No se descarta la posibilidad de que esta masacre sea el inicio de una fuerte batalla en contra de la monarquía y la corrupción que aún perdura en varias zonas del reino.

—Majestad, todo esta listo—escuche la voz de alguien detrás de mí. El sobresalto ocasiono que dejara caer el periódico hacia el vacío, seria imposible recuperarlo, pero esperaba nadie notaria la falta de aquella información.

Di media vuelta y asentí indicando que iría en un segundo, por supuesto después de ver echarle un vistazo a la oscuridad que envolvía el palacio, quizás no solo por la falta de sol, habia otra cosa alrededor de este lugar o simplemente las palabras de ese periódico me habia impactado mas de lo esperado.

Al volver adentro note una extraña expresión en la cara de William, estaba tenso y se parecía preocupado.

—¿Ocurre algo?—dije en voz alta preocupada por su rostro, evidentemente alterado.

—Oh—respondió asintiendo ante mi pregunta—el zar de Cromenia ha enviado un emisario para solicitar una audiencia, majestad.

William permaneció callado, quizás pensativo, tal vez esa noticia no era del todo grata, es decir todo lo contrario traería problemas, aún seguía sin comprender como funcionaba las cosas por aquí.

—¿El emisario expreso el motivo de la audiencia?- cuestiono William poco expectante.

—Al parecer desea conversar sobre el ataque a Capria, puesto que se rumorea que los criminales huyeron a su reino lo cual es un problema para el convenio de paz entre ambas naciones, además—hizo una pausa y luego me miro algo nervioso— como símbolo de buena voluntad desea otorgarle la mano de su hermana, la duquesa Ileana como su primera consorte.

Su rostro empalideció al escuchar la declaración de su consejero, estaba perplejo y quizás no era el único. Sentí una especie de opresión en el pecho, al entender que mi esposo tendría una amante.

—¿Cuál será su respuesta majestad?

Él agacho la vista y soltó un sonoro suspiro, para después recomponerse como si esa inestabilidad que habia visto en él nunca hubiese existido.

—Expresa nuestro agradecimiento—me miro dándole a entender que su palabra también era la mía— y haz los arreglos necesarios para recibir al zar de Cromenia

Máximo asintió y después de una reverencia se marchó, mientras tanto permanecí inmóvil frente a William tratando de entender su respuesta ¿Habia aceptado tener una amante?

Sin darme cuenta lo observaba, vi su mirada perdida y sus labios mostrando una mueca, tal vez su deseo no era aceptarla, pero se trataba de la hermana del gobernante de una nación vecina y por ello debía reflexionarlo dos veces antes de rechazarla, sin embargo, me pareció extraño que un zar que era un titulo similar al de un rey deseaba ofrecer a su hermana como amante cuando podía ser reina en otro lugar

—Su majestad, estamos listos para...

—Váyanse—escuche la voz de William apenas perceptible, pero el pintor que se encontraba delante de nosotros habia captado lo que él habia querido decir ya que frunció el ceño confundido.

—¿Qué dijo su majestad?

—¿Acaso no me escucharon? ¡Largo!

El pintor se paralizo un instante, William no solo habia gritado, estaba furioso y habia desquitado su furia con alguien que no lo merecía.

—Ha surgido una situación inesperada—mi voz tembló mientras trataba de explicarle que debía irse enseguida —por favor vuelva mañana.

El pintor asintio y un segundo mas tarde ya habia salido del recinto, al igual que todo aquel presente. En ese momento, yo también me sentí confusa e indignada. Por mi mente se formulaban un millón de preguntas y entonces después de darme valor a mí misma, miré al rey, pero al hacerlo descubrí que él ya estaba mirando en mi dirección.

—No tengo tiempo para reclamos en este momento— replicó como si sus palabras fuesen un hecho.

—¿Se supone que debería importarme?

Di media vuelta para encaminarme hacia la puerta por donde la servidumbre habia huido ante el grito de su rey, pero en ese instante William me tomo de la mano. Ese inesperado movimiento me hizo girar  y al encontrarme con su mirada me quede inmóvil al darme cuenta que no era una mirada fría lo que me dedicaba sino una afligida.

—Aun no te dicho que te vayas.