Chereads / Amor de cristal / Chapter 31 - Capítulo 30

Chapter 31 - Capítulo 30

—No, mi esposo jamás la ha mencionado —aclaré, realmente lo que estaba diciendo no era mentira William jamás lo había hecho y lo que sabia solo había sido mera suposición — lo único que le oí mencionar fue que usted sería una consorte.

—Es una pena—musito agachando la mirada como alguien decepcionado, pero un segundo después volvió la vista hacia mí y sonrió. No iba a rendirse tan fácilmente— pero no importa, se lo recordaré.

—Quizás nunca tenga la oportunidad—manifesté harta de su insistencia.

Frunció el ceño y en respuesta sonreí, pero esta vez confiada en que podría callarla de una buena vez.

—¿A qué se refiere? —interpeló desconcertada.

—Verás, en este lugar hay ciertas reglas que debe seguir, como por ejemplo solo la reina puede caminar a su par, lo que significa que alguien de tu posición deberá siempre ir detrás de él...

—Seguramente tendré la oportunidad cuando él busque recordar el pasado—interrumpió, su insinuación habia sido más que obvia.

—¿Porque la habría?— expuse con una sonrisa, si aquella expresión hubiese podido sacarle los ojos me hubiera deleitado el observar aquella escena, debía mantenerla al margen porque al parecer habia olvidado con quien estaba hablando— Es decir porque cambiaria a su reina por una simple amante.

Me dirigió una mirada mordaz mientras se mordía el labio inferior en un intento de guardar el veneno que deseaba escupirme, pero al hacerlo se estaba condenando al desprecio de William.

—Majestad—musito la condesa algo apenada por tener que interrumpirnos— el rey.

Mire en la dirección en que su mirada estaba posada y efectivamente, William caminaba de vuelta en compañía del zar, ambos mantenían cierta distancia entre los dos y cada uno mantenía una expresión, el zar parecía estar complacido, pero en cambio William, mantenía una mirada fría y una expresión severa.

Me aproximé a él preocupada de que mi presencia fuese tan solo una molestia, pero en cuanto me vio esbozo una sonrisa.

—Mi reina—pronuncio animado como si el verme le trajera serenidad, creí que su comportamiento debía deberse a la presencia de la consorte y su hermano porque lo descubrí mirando en su dirección, no obstante, al volver la mirada me sonrió y deposito un beso sobre mi frente— disculpa mi descortesía, tenía que atender un asunto con el zar que no podía esperar.

—No te preocupes—me atreví a posar mi rostro sobre su pecho y a envolver mis brazos alrededor de su cuerpo, pude sentir como él respondía colocando sus manos sobre mi cintura y al hacerlo logré percibir el aroma que lo caracterizaba. Ese acercamiento ruborizó mis mejillas y al mismo tiempo me hizo darme cuenta de que estaba perdiendo la cordura. ¿Por qué estaba comportándome de esa forma? ¿Acaso estaba celosa y deseaba que aquella mujer comprendiera que William había dejado de ser suyo?

—Querida, acompañemos a nuestros invitados al comedor. Seguramente les gustaría disfrutar de la bienvenida—pronuncio aquellas apartándose de mí y aunque demostrarle afecto al rey frente al zar y su hermana, iba en contra de mi buen juicio, mi cuerpo disfrutaba de su compañía y al dejar de abrazarlo y alejarme de él sentí un vacío inmenso.

—Por supuesto—sonreí porque tuve que hacerlo, no porque lo deseara.

Caminamos por el pasillo y guiamos a nuestros invitados William por supuesto camino al lado del zar y para mi desgracia yo caminé detrás de ellos en compañía de Ileana, pero debido a nuestro enfrentamiento fue fácil ignorarla gracia a la condesa de Yhules quien me informo sobre los preparativos del banquete y otras diligencias que necesitaban de mi supervisión.

El banquete transcurrió sin contratiempos, pero justo antes del atardecer cuando creí que mi presencia ya no era requerida debido a que la conversación entre William y el zar se había tornado más seria, el zar me miro y sonrió.

—No creí que algún día te decidirías a tomar esposa— interrumpió cambiando drásticamente el tema. William lo miro confundido.

—¿Disculpa?—musito William, tal vez sin entender al igual que yo, por qué había mencionado aquello.

—Sabes a qué me refiero—insistió— eres demasiado retraído y reservado como para interactuar con una mujer tan hermosa y dulce como supongo debe ser tu reina.

Mire a William al percatarme que el zar me observaba de una forma perversa como si deseara devorarme, seguramente lo que había dicho no era precisamente un halago, sino más bien una insinuación.

—Podría decirse que tengo mucha suerte— la dulce sonrisa que mostro al pronunciar esas palabras me ruborizaron a pesar de la presencia del zar y su hermana quien se encontraba a su lado, ella no dejaba de mirarme como si deseara matarme.

—Por supuesto tienes mucha suerte, una reina hermosa y una consorte igual de atractiva, no dudo que tu descendencia sea basta en muy poco tiempo.

—Mi intención por el momento no es tener hijos, no a menos que mi reino sea un lugar seguro para poder criarlos y si decidiera tenerlos, mi reina tendría que estar de acuerdo con ello— aludió William mostrándose irritado.

—Por supuesto, la reina tendría que aprobar la legitimidad de los vástagos que nazcan del vientre de la consorte para poder estar en la línea de sucesión.

—No— dijo William, tomo su copa, la cual contenía vino blanco, le dio un sorbo y luego de dejarla en su lugar, miro al zar— si debe haber un heredero al trono deberá ser hijo legitimo de la reina, tal y como lo estipula la ley. Las amantes tan solo son un juego para que pueda entretenerme, pero no soy tan desalmado como para degradar a una mujer de esa forma o al menos habia intentado no hacerlo hasta este momento.

—Tienes valor al pronunciar tal estupidez frente a mi William, de estar en mi reino esas palabras te habrían costado la lengua—respondió el zar levantándose de su lugar súbitamente, los pocos invitados que aun disfrutaba de una copa de vino giraron en nuestra dirección, la tensión entre ambos gobernantes podía observarse a simple vista.

—Pero no lo estas— respondió él, su altanería no pareció importarle, de hecho, William estaba demasiado tranquilo— además no entiendo tu disgusto, por lo que sé tú también gozas de la compañía de algunas consortes, pero ningún hijo y por supuesto ninguna zarina. ¿Cuándo le darás el gusto a tu reino?

El zar mantuvo la mirada fija sobre William, su expresión era seria, pero después de unos segundos volvió a tomar asiento, los sirvientes detrás de él levantaron los utensilios que él habia arrojado al levantarse tan bruscamente y aunque todos le miraban asustados el único que no le temía era William. Habia descubierto que mi esposo tenia el talento para ofender a las personas y salirse con la suya.

—Tengo en mente una mujer, es atractiva y cautivadora—alego mientras observaba un racimo de uva que habia tomado de un tazón lleno de frutas. Desgraciadamente esos tazones enormes eran únicamente un elemento decorativo porque en reuniones como esas, las personas ignoraban esos manjares para disfrutar solo de la carne y otro tipo de delicias.

—¿Esas con las cualidades que viste en ella para poder decidir que era la indicada para ser tu zarina?—cuestiono William ocultando sus labios debajo de su copa, bebió un sorbo y alzo una ceja esperando una respuesta.

—Las mujeres no necesitan más que ser hermosas y tener buenas caderas para parir hijos— afirmo, tomo su copa y bebió de ella hasta terminar su contenido. Un sirviente se acercó para llenarla de nuevo, pero el zar le arrebato la botella para servirse él mismo.

—Dimitri, si me permites darte un consejo te diré que tu zarina debe ser más que eso.

—William, William, William, siempre tan innovador, es por eso que tu reino esta al borde de una guerra civil porque intentas introducir cambios que el mundo no necesita. Gracias por el consejo, pero no lo necesito, mi zarina será lo que yo quiera que sea, al fin y al cabo, las mujeres solo fueron creadas para complacer al hombre, solo eso. Una mujer no puede combatir en la guerra o llevar el peso de una nación sobre sus hombros sin un hombre.

—Creo que subestimas demasiado a las mujeres.

—¿Acaso conoces alguna mujer que haga todo lo que he mencionado?— se burló— si es así, ha de ser un hombre depravado vestido de mujer

—No he tenido el gusto de conocer a alguien así, pero será un honor y un privilegio estar en su presencia. ¿No lo crees Ileana?

Perpleja, mire aWilliam, no esperaba que se dirigiera a ella el resto de la noche o que le pidierasu opinión.

—No puedo imaginar a una mujer así—alego ella con timidez— pero si existiera, estoy segura de que no tendría ningún sentido del decoro, pero si hablamos de admirar a una mujer la única mujer en quien puedo pensar es en la señorita Jane Hamilton.

Deje caer mi tenedor al escucharla pronunciar ese nombre, sabía que Jane estaba en Cromenia, sin embargo, no creí que precisamente ella tendría la oportunidad de conocer a la princesa Ileana.

—¿Dijo Jane Hamilton?— cuestione sin poder creer lo que mis oídos habían escuchado.

—Si, es una joven hermosa, digna de ser admirada por cualquier hombre.

Ileana miro a su hermano y él solo le respondió alzando la ceja, me pareció que tenían una conversación silenciosa en el que solo las miradas eran sus palabras y que ambos hablaban de mi hermana. ¿Qué es lo que Jane estaba haciendo en Cromenia? ¿Cómo es que había conocido al zar de Cromenia?

—¿Tuviste la dicha de conocerla no es así, William?— interpelo— creo que pudiste tener a la mujer mas hermosa del reino y dejaste ir la oportunidad.

—Si hablamos de belleza, si era una joya—admitió William, sus palabras apretujaron mi corazón al descubrir que él realmente habia tenido interés en ella— pero si hablamos de su estado emocional era demasiado frágil, además su apariencia, aunque bella, era engañosa y hasta podría atreverme a decir hipócrita y sobre la oportunidad que menciona, realmente nunca la hubo, para mí no hubo otra mujer que no fuese mi reina. Espero Dimitri que no pretendas hacer a una mujer como ella tu zarina.

—Tal vez si o tal vez no, todo depende si tengo alguna oportunidad con tu reina, si tan orgulloso estas de ella, seguramente podría ser mi próxima zarina—bromeo con cierta severidad en su mirada.

—No me gustan tus bromas Dimitri—declaro William, esta vez el zar habia logrado perturbar su tranquilidad.

—No es una broma— respondió con una sonrisa mordaz—más vale que la cuides si no quieres que me apodere de ella y de tu reino.

El zar se echó a reír, quizás para disimular sus palabras las cuales no parecían ser una broma como el zar mencionaba. Al ver a William note que él lo miraba con desprecio.

—Vamos William, no me gusta tu expresión— declaro el Zar entre carcajadas.

—Tratándose de ti, no debo tomar a la ligera nada de lo que digas.

—Vaya no has cambiado en nada, pero sabes, siempre he pensado quede haber un hombre que podría estar a mi nivel seria alguien como tú, decidido, poderoso y audaz, pero por ahora lo único que me ha traído a venir es lo que acontece en nuestras fronteras, tu reina será motivo de conversación en otro momento—fijo la mirada en mí y sonrió— por favor, discúlpeme si la he ofendido, majestad.

Trague saliva dispuesta a responder a sus palabras, pero en ese instante se levantó de su silla y uno de los muchos sirvientes que habia viajado en su cortejo se aproximo con un rollo en sus manos, pero en vez de entregárselo al zar, él paso de largo hasta William.

—Ya he decretado el avance de las tropas del ejército de Cromenia hacia la frontera con Athos, si los rebeldes huyen hacia mi país, mi ejercito los confinara a una celda hasta que dictes un juicio.

—Me preocupa la disposición que estás tomando sobre el asunto— aludió William tomando el documento en sus manos.

—Créeme cuando te digo que lo hago por la unión de nuestras naciones.