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Chapter 11 - Capitulo-11

La subasta avanzaba rápidamente, y la tensión en el ambiente se hacía palpable. Habíamos llegado al último Pokémon de potencial celeste, y el subastador, siempre carismático y lleno de energía, tomó la palabra para introducir a la estrella final de esta categoría.

—¡Damas y caballeros, les presento al último Pokémon de esta ronda! ¡Un Goomy! —exclamó, levantando la Pokébola con un gesto teatral mientras la pantalla detrás de él se iluminaba con los detalles del Pokémon.

La audiencia murmuraba con curiosidad, aunque no con el entusiasmo que había acompañado a los Pokémon anteriores.

—Como saben, Goomy es un Pokémon seudo-legendario, y aunque suele ser subestimado en comparación con otros como Salamence o Garchomp, no olviden que Goodra, su evolución final, es una criatura formidable con un potencial impresionante. Ahora, miremos sus datos: este ejemplar posee la habilidad oculta Baba y cuenta con dos movimientos, Danza Dragón y Dragoaliento.

El subastador hizo una pausa, escaneando las expresiones del público. Había solo desinterés y dudas. Goomy no era el favorito de la audiencia, pero seguía siendo un Pokémon de categoría especial, a pesar de solo poserer una habilidad y 2 movimientos.

—Seamos claros, señoras y señores, ¡este Goomy no es cualquier Pokémon! Su precio inicial es de 10 millones de monedas Pokémon, con incrementos de 100 mil monedas. ¡Que comience la puja! —anunció con una sonrisa llena de confianza.

Por un momento, el silencio se apoderó de la sala. Nadie levantó la mano de inmediato, y las miradas se cruzaban en un juego de expectativas. Entonces, decidí tomar la iniciativa.

—10 millones 100 mil monedas Pokémon. —dije con voz firme, levantando mi mano. Sabía que esto captaría la atención de todos.

La reacción fue inmediata. Murmullos de asombro recorrieron la sala. ¿Quién pujaría por un Goomy con tanta seguridad? Pero antes de que el subastador pudiera cantar la oferta, una voz resonó desde una mesa cercana.

—10 millones 200 mil. —Un joven enmascarado levantó su paleta con una sonrisa desafiante.

Esto encendió un nuevo interés entre los asistentes. Ahora, la puja no era solo por el Pokémon, sino por el enfrentamiento entre dos postores decididos. No pude evitar una sonrisa irónica. Este chico era un desafío inesperado, pero estaba claro que subestimaba mi determinación.

—11 millones. —Declaré, haciendo notar mi intención de no retroceder. Pude ver su rostro cambiar ligeramente al escuchar mi contraoferta.

—11 millones 100 mil. —respondió, manteniendo su compostura, aunque ahora se sentía un ligero aire de burla en su tono.

No estaba interesado en jugar su juego. Este Goomy sería mío.

—15 millones. —dije sin vacilar, dejando claro que no tenía intención de seguir subiendo en pequeños incrementos.

El subastador golpeó su martillo con entusiasmo.

—¡Vendido por 15 millones de monedas Pokémon! ¡Felicidades al postor número 12! —anunció, señalándome con orgullo, ya que todos poseimaos una paleta con numero, auqnue no todos lo usan. El joven enmascarado se recostó en su silla, derrotado, mientras el público murmuraba sobre la inesperada competencia.

Cuando recibí la Pokébola de Goomy, la sostuve en mis manos por un momento. Un diamante en bruto, pensé. Con el entrenamiento adecuado, este Pokémon demostraría su verdadero valor. Aunque aun habia una duda de porque no participo Leo.

Pero la subasta no había terminado. El subastador volvió al escenario, esta vez con una caja cubierta por un paño de terciopelo rojo.

—Y ahora, señoras y señores, ¡pasemos a la primera subasta secreta! —anunció, retirando la manta para revelar una piedra brillante que relucía bajo las luces del salón.

—¡Una piedra evolutiva de la más alta calidad! No es solo una piedra común. ¡Esta tiene un 100% de pureza, un hallazgo único que puede marcar la diferencia en cualquier entrenamiento Pokémon! —dijo, dejando que la pantalla mostrara los detalles de su composición.

El precio inicial fue fijado en 100 millones de monedas Pokémon, con un incremento mínimo de 1 millón. Desde el primer momento, las ofertas comenzaron a llover, superando rápidamente los 500 millones.

El subastador no perdió oportunidad de avivar las llamas de la competencia.

—¡Esto no es solo una piedra, señoras y señores, es una inversión en el futuro de sus equipos! ¡No se queden atrás! —gritó con entusiasmo, mientras las cifras seguían aumentando.

Finalmente, la puja alcanzó una cifra récord.

—¡Mil millones de monedas Pokémon! —anunció un asistente, dejando a todos sin palabras.

El martillo cayó nuevamente.

—¡Vendido al Maestro Pokémon Leo! —exclamó el subastador con un gesto grandilocuente.

Era solo el comienzo, y la subasta prometía más sorpresas. Pero incluso en medio del espectáculo, no pude evitar sentir la mirada de Leo fija en mí, como si intentara descifrar algo que escapaba a su alcance. Ya que en ningun momento habia levantado la mano para subastar. Sin embargo, no tenía tiempo para distraerme. La verdadera acción estaba por comenzar.