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Chapter 11 - Capitulo 11 Sensaciones

Sire cerró los ojos para meditar, la figura borrosa de una mujer apareció ante él, quitándolo de aquel estado, dejando salir un suspiro deseaba expulsar esos recuerdos. Acomodó el cuerpo apoyándose contra la pared del carruaje, lo intentó nuevamente y la misma figura empezó a formarse pero antes de completarse se esfumó. —Llegas tarde, otra vez —dijo Maél. —Estoy algo cansado —respondió Sire. No he tenido un descanso apropiado esta semana. —No fue una pregunta. Sin excusas, práctica. A Sire le costaba distinguir los pensamientos de Maél; la voz era tranquila y relajante, pero no transmitía esas emociones. La habitación blanca volvió a ser silenciosa mientras aparecían los diversos jarrones. Sire invocó sus raíces extendiéndolas hasta ingresar en aquellas bocas oscuras que impedían observar el interior. Los tres jarrones eran idénticos en forma y tamaño; la única variante era el contenido, desde una pequeña planta, hasta un cubo de hielo, nunca encontraría el mismo objeto. Luego de unos minutos retrajo las raíces completamente derrotado. Hasta el momento lo único que podía detectar con seguridad era el calor y el frío, a pesar de observar las raíces buscando el motivo que las volvía especiales, no encontró ninguna peculiaridad que le impidiera detectar otras sensaciones. —Cambio —dijo Sire. Los jarrones brillaron por un segundo alterando el contenido. Lo intentó una y otra vez por largas horas, hasta que finalmente llegó a una nueva conclusión; mientras más acariciaba aquella forma cúbica, la sensación familiar de una piedra sin pulir, la carencia de toda suavidad, y la figura de una mujer desnuda de espaldas a él. Retrajo las raíces sobresaltado, quitando esa imagen de su mente. —¿Qué pasó? —dijo Maél, aunque no hubo rastros de su presencia. —Nada —respondió agitado. —¿Nada? No tengo tiempo para jugar a las adivinanzas, si quieres que te ayude debes estar dispuesto a dar explicaciones. —Calor, frío, rugoso. Son las tres cosas que puedo sentir. Los tres jarrones brillaron, mientras un cuarto era materializado. —Prueba uno por uno. El primero en ser inspeccionado era caliente, el segundo frío y el tercero rugoso, al llegar al cuarto una sensación de escalofrío lo inundó, las raíces salieron disparadas sin pensarlo atacando al jarrón el cual no se inmutó por el golpe. —¿Qué es eso? —dijo Sire estando en guardia. —Sangre humana. Tu efigies es la fusión de tus recuerdos, por lo tanto creo que el tacto está vinculado a ellos. Sire analizó aquella conclusión. —De hecho existe cierta relación; cuando siento calor pienso en Harl, el frío en Jargal y la sangre me recordó al ataque del Valak. —¿Y el rugoso? —hubo un leve tono de curiosidad en la pregunta. El rostro de Sire enrojeció mientras una sensación de calor le cubrió el rostro. —Ya veo —Maél dejó salir una leve carcajada. Estás en esa edad, es normal que sientas la necesidad de... —No, no, no... —replicó nervioso, pensando una respuesta para cambiar el tema. —Debes saber contenerte, el exceso a tu edad es malo para tu salud... —Tacto y recuerdos, estábamos hablando de eso, enfoquémonos en la práctica —las palabras fueron más rápidas que sus pensamientos, cambiando el tema al instante. —Eres tú el que debe enfocarse, yo solo soy un observador. Esta vez pudo sentir los pensamientos en la voz de Maél, y deseaba no hacerlo. —Regresemos al punto esencial —agregó esperando que olvidara el tema. —Tacto y recuerdos —la voz burlona de Maél avergonzó más a Sire, quien no tuvo más opción que seguir escuchando. Probemos al revés, esta vez indicaré el contenido de la jarras y tú la vas a asociar a un recuerdo. Sire asintió, sintiendo que habían visto algo que no querían que vieran. Esta vez los jarrones aparecieron en dos filas de cuatro; a la derecha estaba indicado el contenido, mientras a la izquierda estaban oscurecidos. El plan era simple: primero verificaría el objeto en la derecha y luego comprobaría si obtenía la misma sensación en los de la izquierda. En el costado de un arroyo, Val, Karf y Tarf, cargaban los barriles con agua. Sire intentó ayudarlos, pero sin el uso de la efigies, apenas pudo cargarlos un par de metros antes de estar completamente agotado. —Me sacrifico toda la semana sin bañarme para ahorrar agua, ¿y para qué?, para que Pryll y Miss tengan la necesidad de bañarse dos veces por día — dijo Val, dejando salir un suspiro indignado. —Creo que lo que te molesta es que te expulsen al bañarse —respondió Tarf ignorando su malestar. —Somos una caravana de 30 personas, 27 hombres y Sire —susurró Val, con indignación. El niño intentó decir algo pero las palabras le quedaron atoradas en la garganta, no estaba seguro de qué responder a tal comparación. —Deja en paz al muchacho, está trabajando duro en su entrenamiento —replicó Tarf, con una sonrisa. Sire, aprovecha este descanso para darte un baño. Sire se sintió avergonzado, debido al largo viaje y estar enfocado en la práctica llevaba sin bañarse casi una semana. El arroyo transportaba agua cristalina, debido a la cercanía a la zona montañosa, el agua apenas le cubría los pies y la gran cantidad de cuencas impedían los grandes caudales. Buscando un lugar cerca de la orilla, Sire observó a los otros miembros del grupo que aún cargaban los barriles con agua, quitándose el abrigo de piel dudó si debía desnudarse.—Buscando un lugar cerca de la orilla Sire observó a los otros miembros del grupo que aun cargaban los barriles con agua, quitándose el abrigo de piel dudó si debía desnudarse. —Vamos amigo, no es que tengas algo que nosotros no tengamos... las raíces no cuentan —dijo Val, quien empezó a desvestirse dando por terminado su labor, luego de acomodar una rocas para crear una pequeña represa, se recostó en ella disfrutando del agua fría. Abriendo los ojos repentinamente miró a un grupo de hombres que iban a bañarse en otra sección más arriba —Hey! ustedes, si alguno se les ocurre orinar en el arroyo —entrecerró los ojos, haciendo que el grupo buscara un lugar más abajo —. Si, mejor así, Sire, aprovecha a tomar un refrescante baño, quien sabe cuándo tendremos otra oportunidad. Sire le hizo caso, aunque esperó a que Val se recostara cerrando los ojos, no estaba acostumbrado a que lo vieran desnudo, generalmente era al revés cuando trabajaba como sanador. —Si —dijo Val soltando una risita. —¿Qué? —Sí, Miss nos contó todo, tu respuesta a si debía vestirse o quedarse desnuda, y como te quedaste congelado. Sire estuvo confundido por un momento, la vergüenza lo llevó a hundir la cabeza bajo el agua. —Escucha un consejo de hombre a hombre, no te tomes todo en serio, o vas a terminar mal. Lo que tú puedes considerar el mejor momento de tu vida, para otros es solo un día más, incluso si ambos vivieron lo mismo. Sire observó las nubes dispersas, el cielo azul, los brillantes anillos que rodeaban el planeta y las seis lunas que eran visibles a pesar de que el sol cubría el mundo. "Es solo un día más" pensó Sire, sintiéndose somnoliento. El sonido de la campana para regresar al campamento lo despertó, mojándose la cara se puso de pie. —¡Ah! ¡Un hombre! —gritó Miss con voz chillona, cubriéndose la boca con una mano y señalando la entrepierna de Sire con la otra mientras contenía la risa. Bajando la vista, un sofocante calor le recorrió el cuerpo, entonces escuchó a Val reírse a carcajadas, llevando la vergüenza a un nuevo nivel. —Has crecido amigo mío —dijo Val dándole una palmadita en la espalda —. Eso es un firme sí.