Sire observó el interior de un jarrón, contenía una piel escamosa que giraba en espiral, extendiendo una de las raíces permaneció con la mente en blanco.
La figura de Maél Solaris estaba a un lado observando el proceso, luego de varios segundos dejó salir un suspiro.
Sire no respondió, permaneciendo con la mirada fija en la extraña criatura.
Dando unos pasos atrás comprendió que algo había pasado pero no podía obligarlo a hablar de las cosas que no quería, llevaba casi dos semanas en este estado, decidiendo que lo mejor era dejarlo solo, se desvaneció.
Comenzando a sentir el cansancio por el uso excesivo de la Effigie, retrajo las raíces sentándose para acumular más arbitrium y continuar el entrenamiento pero fue expulsado de la habitación dejándolo desconcertado.
—¿Maél? —susurró sin obtener respuesta.
Un leve dolor de estómago le recordó que llevaba horas sin comer, por mucho que pudiera invocar objetos en el arbitrium, alimentarse en ese espacio no quitaría el hambre de su cuerpo real.
Estando a pocas semanas de llegar a Galza, debido a que era una de las zonas bajo ataque, decidieron dejar a alguien siempre al lado de Sire para vigilar que nada le pasara, aunque esto también había agriado un poco las relaciones.
No era ningún secreto lo que había pasado y tampoco era un secreto que Sire nunca olvidaba, lo que nadie sabía era si el niño perdonaba.
El silencio constante en el que permanecía hacía el ambiente más tenso dentro del grupo.
Ignorando todas estas circunstancias, estaba enfocado en avanzar, el problema era que no todos los recuerdos eran adecuados para ser integrados, entonces tuvo la idea de relacionar ciertos objetos con acciones, para el momento en que estos fueran detectados reaccionar de la forma más adecuada, llevándolo a tener algunas dudas al respecto.
Mientras se alimentaba, Tarf, el encargado de vigilarlo, lo miró dejando salir un suspiro.
—Sire, ¿estás bien?
—Sí, he estado atrapado con una idea, aunque me cuesta darle forma.
—¿Necesitas ayuda?
—Si estuvieras en un bosque en llamas, ¿cómo te pondrías a salvo sin una fuente de agua cerca?
—Tierra, es la forma correcta de tratar con el fuego, si usaras agua tendrías que gastar mucho esfuerzo y el vapor caliente terminaría asfixiándote y quemando tus pulmones, por eso la forma ideal para apagar un fuego forestal es arrojando tierra encima, al mismo tiempo podrías crear una salida en caso de estar rodeado.
—No siempre el elemento contrario es lo ideal —susurró Sire, teniendo una nueva forma de ver el mundo.
—No existe un elemento ideal para tratar con otro, siempre depende de la circunstancia; al estar en una situación peligrosa lo ideal es buscar la solución que requiera el menor esfuerzo y la mayor eficiencia. Una vez tuve la misión de cazar un Baldago, es una criatura serpentina con la capacidad de excavar; debido a la tierra arenosa, le era fácil ocultar su rastro luego de atacar al ganado al llegar la noche; en lugar de perder tiempo buscando por donde ingresaba al asentamiento, dejamos una oveja como carnada atándola a una estaca, esperamos por varias noches hasta que finalmente apareció, nos paramos en un cumulo de leña para que esta no detectara nuestra presencia, y cuando salió de bajo tierra, lo atacamos con flechas.
—¿Y la oveja?
—Se convirtió en nuestra cena —hubo un silencio incómodo —. Cumplió su propósito como carnada y su utilidad como alimento, una solución práctica.
—No creo que eso me sea de ayuda en este momento —Sire no tenía deseos de usar a otros como carnada, o que él fuera la carnada —pero entiendo tu punto.
—No sé por qué me vino esa historia a mi mente —Tarf sintió que usó el ejemplo equivocado.
—La historia es interesante —Sire intentó solucionar la situación que se tornaba incómoda.
Tarf tomó unas uvas, al probar una de ellas el rostro se distorsionó.
—Esto sabe horrible —dijo escupiendo la uva.
—¿Están podridas? —Sire sacó unas uvas del cajón, observándolas con cuidado no descubrió nada raro, sintió el sabor algo amargo, pero nada que no fuera imposible de tragar —. Para mí están bien.
—Te falta sensibilidad en el gusto o tal vez estás acostumbrado —Tarf dejó el resto del racimo en el cajón —. Mira el lado positivo, tienes más para ti.
Sire comenzó a recordar los pequeños cambios en el gusto de las uvas, de hecho habían perdido dulzura, el color era más opaco y la textura más blanda, aun así, le gustaban, tal como dijo Tarf, cumplían su propósito, igual que él debía cumplir el suyo: volver a casa era su propósito en este viaje, el resto de las cosas eran sacrificios necesarios.
Observó sus manos, unas pequeñas raíces brotaron de las yemas de los dedos, el color rojizo opaco comenzó a brillar en carmesí, tomando una forma cristalina, un calor sofocante le cubrió el cuerpo hasta estar completamente rojo, la sangre brotó de cada poro creando una capa pegajosa que lo envolvió completamente.
—Respira —la voz provino de todas partes —. Cálmate.
La sensación de estar sumergiéndose en arena movediza lo asustó por un momento, la voz oportuna fue fácilmente reconocible.
—Maél, ¿qué está pasando? —el cuerpo comenzó a ser presionado impidiéndole moverse.
—Enfócate en romper el cascarón.
Conteniendo la respiración invocó la Effigie, empujando la cáscara rojiza que se contraía, sintiendo somnolencia por la falta del aire, la desesperación lo hizo desatar todas las raíces dándole algo de espacio para respirar.
Tarf saltó del carruaje al ver la esfera rojiza que envolvía a Sire. Antes de poder decir algunas palabras, el resto del grupo estaba observando el espectáculo.
—¿Así es el avance de rango? —preguntó Kart.
—Solo en pesadillas —respondió Pryll —. Esto es diferente, que todos se muevan al final de la caravana.
El cascarón latía como un corazón, el poder del arbitrium interfería en la realidad creando un torbellino. Un calor sofocante volvió el aire pesado y la carroza comenzó a crujir hasta que finalmente las raíces explotaron en todas direcciones. El cuerpo de Sire apenas permaneció de pie mientras expulsaba una espesa niebla rojiza por todo el cuerpo.
La mirada de los cinco estuvo fija en el niño, que ahora emitía un aura peligrosa.
—Ha nacido Carnalis Sire, puedo verlo con claridad —dijo Pryll, siendo la primera en reaccionar.