—La vida puede ser algo extraña. Siempre creí que cuando llegara este día, me sentiría lleno de orgullo, rodeado de gloria y mujeres —Val estaba sumergido en un barril de agua, intentando encontrar una posición cómoda —. No sé si darte las gracias o decir que me la has jugado.
—Eras tú quien estaba dispuesto a experimentar —replicó Sire soltando un jarrón de agua sobre él.
—Siento que estás disfrutando de esto —cuestionó con los ojos entrecerrados.
—No —respondió con una sonrisa de oreja a oreja.
—No encontraste algo más cómodo; apenas puedo moverme aquí y el balanceo constante me está mareando. Ahora sé cómo se sienten mis bolas cuando camino.
—Los cajones de frutas no sirven. Mira el lado positivo; por un momento alcanzaste el rango Carnalis.
—¿Dónde están los demás?
—Están discutiendo quién será el siguiente, ya que no están seguros de cuánto tiempo te llevará volver a la normalidad. Esperan ver tus resultados.
—¡Me usan de sacrificio! —exclamó indignado, haciendo reír a Sire.
—Yo diría que de ejemplo —aclaró dejando caer otra jarra de agua.
—¿Te dijo algo Maél Solaris que sea de ayuda?
—Solo que estarías bien.
—¿Siempre es así de explícito? —Val miró con alerta la antorcha colgada en una esquina —. ¿Crees que esté escuchando?
—No lo sé, es difícil saber —Sire dejó la jarra en un costado, el barril estaba en su límite —. ¿Quieres que pregunte?
—No, no, no hace falta molestarlo —Val, contempló al niño tomar unas frutas y recostarse sobre las pieles mullidas —. Cuando lleguemos a Galza te enseñaré a luchar con el bastón.
—Tengo curiosidad, ¿por qué un bastón?
—Porque es el arma más débil, es fácil de romper y carece de contundencia o filo. Por eso debes ser ágil y preciso con cada movimiento, ser consciente del entorno y la distancia del oponente. La mayoría selecciona un arma que le ayude a sobresalir en sus fortalezas; en mi caso, busqué una que me ayude a pulir mis debilidades.
—A veces resultas... —Sire buscó la palabra correcta.
—¿Impresionante?
—Contradictorio.
—E impresionante, te faltó agregar.
—Me dijiste que no me tome nada en serio, pero el ser consciente de querer mejorar tus debilidades no parece algo que haría alguien que no se toma las cosas en serio.
—No me has entendido en ese punto, me refiero a que las cosas que tú consideras importantes no son las mismas para los demás. Nunca dije que vieras todo como si no importara, pongamos un ejemplo, digamos la familia, para algunos es lo más importante, para otros una molestia de la cual desean deshacerse.
—Entiendo —Sire pensó en Harl, volver a casa era lo más importante.
Pryll, Miss y los gemelos hicieron todo lo posible por no reír mientras Val salía; las piernas se le habían acalambrado, no tuvieron más opciones que voltear el barril para que este pudiera salir.
—¿Quién será el siguiente? —dijo Sire con los ojos llenos de lágrimas de tanto reír.
—Yo —contestó Pryll, ayudando a Val a bajar del carruaje. Le había tomado un día recuperarse y, aunque no había avanzado, tenía un aspecto más saludable —, seré la siguiente.
—¿A dónde creen que me llevan? —dijo Val, siendo apoyado por los gemelos —. Quiero ver a Pryll tomar la lágrima y entrar en el barril. Sire, prepara un jarrón para mí también.
—Oh, con respecto a eso, hicimos uno más grande anoche —Mis hizo un gesto a un grupo de cazadores que cargaron un cajón ideal para permanecer recostado.
—¿No era que los cajones de fruta no servían? —Val estaba sorprendido.
—Lo modificamos —dijo Miss —, después de que Pryll nos contó el intento fallido de Sire.
—¿En qué momento lo terminaron?
Hubo un silencio incómodo; los gemelos desviaron la mirada mientras Val esperaba una explicación.
—Me dejaron toda la noche en ese barril teniendo este cajón listo.
Pryll, que había ayudado a colocar correctamente el cajón, volvió el rostro sonrojado.
—Nos olvidamos de avisarte —susurró Miss conteniendo la risa.
—Sáquenme de aquí —dijo Val indignado y derrotado.
El sonido de una risa juvenil llamó la atención de todos. Sire, sin poder contenerse más, rió a carcajadas, revolcándose en las pieles. El resto del grupo se sintió contagiado y liberado de toda tensión.
—Lo siento —dijo Sire, secándose las lágrimas de tanto reír —. Toda esta situación es graciosa.
Val, recuperando un poco de la circulación en las piernas, miró al niño negando con la cabeza.
—No tienes que disculparte por ser feliz, niño. Ellos deben disculparse por dejarme padecer toda la noche. Aunque si aún sientes la necesidad de una disculpa, aceptaré que me muestres el recuerdo de Miss desnuda.
El cuerpo de Val comenzó a caer al sentir que los gemelos lo habían soltado, siendo cubierto por un barril de agua y quedando nuevamente empapado.
—No le hagas caso —dijo Miss alejándose del lugar, mientras Val ahora estaba en un charco de barro —. Es hora de comenzar el viaje.
Con todos los preparativos listos, la caravana continuó el camino.
—¿Estás segura de esto? —Sire esperaba una respuesta de Maél Solaris.
—El resto del grupo puede encargarse de cualquier problema —respondió Pryll, acomodándose en el cajón que tenía unas pieles recubriendo uno de los bordes para acomodar la cabeza.
Sire creó una lágrima cristalina y, al ponerla contra la luz, descubrió que era más traslúcida que la otorgada a Val.
—Aquí tienes —colocando otro jarrón cerca, en caso de que necesitara beber agua por el ardor en la garganta.
El cuerpo de Pryll fue envuelto por una leve sensación de calor, sin ser sofocante. Los músculos de todo el cuerpo sintieron un leve hormigueo que la llevó a un estado de relajación y somnolencia.
Regresó a aquella vez que logró ascender a Renatus. Las sensaciones familiares volvieron a ella: aquel llamado extraño y lejano, aquellas voces que le susurraban palabras irreconocibles, y momentos de su vida que creía haber olvidado. Todos ellos sucedieron al mismo tiempo, intentando distraerla, que perdiera su camino. La neblina cubrió aquel cuarto blanco, sentada en el centro comenzó a buscar lo que le hacía falta, aquello que la completaría.
—Maél, ¿estás allí? —susurró Sire, manteniéndose alerta en caso de que algo malo sucediera.
El silencio fue la única respuesta que recibió. Los ojos de Pryll estaban blancos en un estado profundo de trance. Deslizándose lentamente, comenzó a sumergirse.
Sire colocó las manos bajo el cuello para impedir que se ahogara y la falta de aire interrumpiera su estado.
De rodillas en un extremo del cajón, lo incomodaba aquella posición.
"Pensé que esta era su retribución", pensó, ahora estaba en una situación más incómoda.
Luego de varios minutos, los brazos comenzaron a cansarse. Al sentir algo de sed, observó el jarrón y tuvo una idea. Al deslizarlo bajo la cabeza de Pryll, logró que esta no siguiera sumergiéndose.
Con el paso del tiempo, permanecía en cuclillas observándola fijamente. Antes de darse cuenta, comenzó a desviar la mirada. La respiración relajada y profunda le llamaba la atención por momentos. El manto de piel humedecida remarcaba la agradable figura, deseando poder ver debajo de ella.
—Pareces algo tenso —la voz de Maél Solaris susurró, sobresaltando a Sire.
—Ella, ¿estará bien? —susurró, buscando de dónde provenía la voz.
—No lo sé, eso depende de ella.
—Últimamente eres menos confiable —las palabras volvieron a ser más rápidas que sus pensamientos, y por primera vez estaban de acuerdo.
—No soy omnisciente, solo un humano que alcanzó cierto nivel de conocimiento sobre cosas que están más allá de la simple comprensión. Lo que ustedes puedan lograr dependerá de lo que suceda a medida que vayan creciendo. Puedo explicarte muchas cosas, lo que no puedo es entenderlas por ti.
—Gracias —Sire dejó salir un suspiro relajado. Ahora que Maél estaba presente, podría ayudar si algo salía mal.
—¿Quieres que te explique por qué no puedes ponerte de pie? —susurró Maél con voz burlona.
El rostro de Sire se sonrojó. "No debí reírme de Val", pensó.
Creía que esta era su retribución.