Los espesos arbustos impedían el paso, con el cuerpo cubierto de cortes por las espinas y completamente cansado por la escalada, invocó las raíces elevándose para observar los alrededores, el sonido de seres moviéndose rápidamente en su dirección lo llevó a ponerse en guardia para defenderse.
—Estás muerto —dijo Maél Solaris, apareciendo repentinamente.
—No comenzó la pelea —replicó Sire.
—Pero ya has revelado tu posición. ¿Quieres que continúe hasta el final?
—Acepto la derrota —dijo con disgusto.
—No quiero que aceptes la derrota, aprende a analizar tu situación, el entorno, tus capacidades, y librarte de una situación peligrosa de la manera más práctica. Saber cuándo rendirse es otra forma de victoria, no todas las batallas se ganan cargando de frente, debes saber cuándo esconderte y ser paciente.
El entrenamiento lo estaba volviendo loco, luego de dos meses de viaje era convocado una y otra vez al arbitrium, donde debería sobrevivir a diversas situaciones peligrosas.
—¿Por qué soy el único aquí? —el cuerpo de Sire volvió a la normalidad borrando todo rastro de las heridas —. No soy el único que debe marchar a las tierras brumosas.
—Tienen años de experiencia, han cumplido diversas misiones, cualquiera de ellos podría darte una paliza. Controla tus instintos, piensa luego actúa, no al revés.
Intentó recuperar el aire, levantarse pero cayó de rodillas antes de dar un solo paso.
—Descansa por hoy.
El mundo se desvaneció y todo fue oscuridad.
Sire no tenía fuerza para abrir los ojos, simplemente durmió en ese estado sintiendo el lento movimiento del carruaje.
Lo despertó el hambre en plena madrugada, buscando en silencio en los cajones de suministros tomó unas frutas y una jarra de agua.
La caravana formaba un campamento por la noche, un grupo de cazadores haría guardia hasta la llegada del amanecer donde la marcha era reanudada.
—Tenemos un ladrón aquí —susurró Miss, apareciendo a espaldas de Sire.
—Solo tengo hambre —respondió en voz baja, para evitar despertar a los demás.
—Es una excusa válida —tomó unas frutas, guardando un par dentro de una bolsa.
—¿Y cuál es tu excusa? —cuestionó Sire, al ver su acción.
—Nunca dije que fueras el ladrón.
El cuerpo de Miss estaba envuelto la mitad en oscuridad y la otra revelada por la tenue luz de las llamas, de no estar frente a ella jamás la descubriría. Pequeños retazos de pieles cubrían el torso y una falda corta desde la cintura hasta sobre las rodillas, Sire tragó saliva sintiendo un leve sonrojo llamando la atención la Miss.
—Estas llegando a esa etapa —inclinando el cuerpo, bajo la cabeza hasta estar cara a cara con el niño —Carnalis Sire, joder, la tienes muy fácil —. Los ojos de Miss brillaron como una bestia lista para saltar sobre su presa, Sire dio un paso atrás quedando presionado contra el carruaje.
—Miss, estás muy cerca —dijo Sire, bajando la mirada al piso.
—No lo sabes, has avanzado de rango, ser entrenado por Maél Solaris debe ser emocionante.
Sire levantó la vista con un gesto de desagrado.
—¿En serio? todos desean esa oportunidad, tuve que pasar dos años vagando por los bosques de Ulkara para perfeccionar mis habilidades, a ti solo te ha tomado un par de meses —Miss dio un paso atrás confundida, ahora que lo observaba nuevamente era Renatus Sire.
—¿Quieres ver cómo es? —preguntó señalándola con un dedo.
—Sí, lo quiero —Miss se inclinó nuevamente tocando el dedo con la frente.
Sire activó la Effigies, un hilo apenas visible tocó a Miss transmitiendo sus recuerdos, era una de las formas usadas en el Acus para mostrar a los otros miembros aquellas cosas que resultaban difíciles de explicar.
Los ojos de Miss se nublaron, la conexión duró apenas diez segundos, cuando esta volvió en sí quedó agitada cubierta de transpiración, tomando asiento luego de experimentar las pruebas de Maél Solaris que durarían largas horas en solo unos segundos, la dejó un poco mareada y con un leve dolor de cabeza.
—Es una locura, joder niño, ¿cómo soportas eso? —dijo Miss, agarrándose la cabeza.
—¿Qué está pasando aquí? —Val salió de una de las carpas, estando medio somnoliento apenas distinguió las figuras en la oscuridad.
—Ven, tengo algo que enseñarte —dijo Miss, con una sonrisa maliciosa, incluso visible en las sombras.
—Dejen de hacer tanto ruido, algunos estamos descansando —esta vez fue Pryll quien dejó la carpa que compartía con Miss.
—Vengan, les mostraré algo impresionante —Miss dijo en voz alta, atrayendo la atención y curiosidad del resto.
Sire tuvo un mal presentimiento sobre las palabras de Miss, antes de llamar más la atención decidió que era hora de volver a dormir.
—Regresaré a descansar, que tengas buenas noches —volvió a la carpa, preguntándose si había cometido un error.
Karf y Tarf, los encargados de hacer guardia esa noche llegaron al lugar cargando antorchas mientras Sire regresaba a descansar.
Lo despertó el sonido agudo de la campana indicando la hora de reanudar el viaje.
Compartiendo el carruaje con los gemelos, Karf, parecía algo inquieto, hasta que al final no pudo soportar más la curiosidad.
—Sire, estás a punto de avanzar —susurró, sin contener la curiosidad.
—¿Cómo puedo saberlo? —no era como si pudiera verse a sí mismo, solo aquello que lo rodeaba.
—A veces veo que llevas el nombre Renatus y otras Carnalis, eso significa que estás por avanzar. Debes enfocarte en ello.
— No sé cómo hacerlo —respondió algo avergonzado —. Le preguntaré a Maél Solaris, cuando lo vea.
—Es mejor que te dejemos en solitario para evitar interrumpir tu avance.
—Está bien, aunque, primero debo entrenar —dejando salir un suspiro cansado, comenzó a meditar.
—Buena suerte —dijo Karf, que también había visto las memorias del entrenamiento.
Por acuerdo unánime lo consideraron una tortura, ser atacado constantemente por bestias feroces, trampas naturales y ataques furtivos sin la posibilidad de descansar, era muy diferente a realizar una misión donde conocerían el objetivo y tendrían tiempo para prepararse, era algo que nunca experimentaron y deseaban jamás tener que hacerlo, por sobre todo le dio al grupo un golpe de realidad, aprovechando cada momento para perfeccionar sus capacidades, y el deseo por avanzar antes de comenzar la expedición.
Sire cerró los ojos en meditación, esperando ser invocado por Maél Solaris, esta vez no llegó a ningún bosque, montaña, desierto o pantano, era un cuarto de piedra blanca y luminosa con un jarrón frente a él.
—Puedo sentir que estás cerca de tu avance. En general no haría algo como esto, cada uno tiene su propio camino y comprensión de sí mismo, pero no tenemos el tiempo suficiente. Por el momento, has usado las raíces como una extensión de tu cuerpo, permitiéndote atacar o huir de ser necesario, Sire, ¿qué crees que es un Renatus?.
—¿Una forma de poder? —no estaba seguro, pero aquella sensación que recorría su cuerpo llenándolo de valor y fuerza, podría ser solo una cosa, poder.
—No —Maél Solaris apareció frente a él —. Cuando nacemos, obtenemos un nombre el cual nos identifica como individuos, sin embargo, una vez que ascendemos, el arbitrium nos otorga un nuevo nombre, Renatus. En la era antigua toda la humanidad provino de la misma fuente, y la mayor prueba de ello es el lenguaje Nobilis, una lengua que todo ser humano puede comprender aunque nadie se lo haya enseñado, el conocimiento está incluido en lo más profundo de nuestro ser, como algo que recuerdas una vez que lo nombras. Es solo cuando ascendemos que obtenemos este nombre y los dones que nos identifican, nos fusionamos con el arbitrium siendo un nuevo ser, en este momento no eres más que un niño descubriendo que puede caminar, pero tus extremidades también pueden hacer otras cosas, eso es lo que debes descubrir para poder avanzar. ¿Tienes alguna idea que puede ser?
Sire meditó por un momento, juntó las manos observando con atención.
Recordó la vez que Harl estaba enojado por quemarse las palmas de las manos, el ardor de aquel momento y el frio refrescante de aquel ungüento. ¨Si le contara de esta misión, estaría furioso o preocupado por hacer algo estúpido nuevamente ¨ dejó salir un suspiro respondiendo.
—Tacto —dijo con confianza, recordando las manos de Harl cubriendo las suyas, el áspero roce y la calma que le trasmitía.
—Sí, ahora que lo sabes, enfócate en ello.
La figura de Maél Solaris desapareció dejándolo solo en aquella habitación, extendió una de sus raíces para sumergirla en la jarra y no pudo sentir nada.
Moldear los sentidos llevaría más tiempo de lo esperado.
En la siguiente dos semanas cada vez eran agregadas más jarras con fuego, tierra, hiervas, aire frío, aire caliente, cada vez que meditaba era diferente, a veces tenía éxito, otras fracasaba dejándolo lleno de frustración.
En cuanto a los gemelos, al escuchar la explicación del entrenamiento de Sire, solían reunirse con el resto del grupo en el carruaje principal, dejando al niño meditando en soledad.
—Sigues fracasando —dijo Maél Solaris, luego de que Sire intentara romper las jarras golpeándolas con las raíces.
—Estoy cansado, no hay una forma más... —la frustración superó su paciencia.
—¿Fácil? Si fuera fácil no te diría que practiques, te ordenaría que lo hagas y nada más. Todo aprendizaje lleva su tiempo, todo avance requiere de esfuerzo, para mejorar se requiere de voluntad y paciencia, golpear los jarrones no te ayudará a superar las pruebas, no son ellos los que te retienen, mira a tu alrededor, estás solo en este lugar, lo que te retiene es tu negativa a aceptar que el éxito y el fracaso son algo natural. La diferencia es que cuando tienes éxito crees que lo mereces y cuando fracasas... crees que es injusto.
Sire permaneció con la cabeza baja sin nada que decir. Estaba enojado y avergonzado al mismo tiempo.
—Descansa por unos días —Maél se desvaneció expulsando a Sire de la habitación.
En el carruaje la tenue luz del atardecer lo dejó un poco desconcertado, sintiendo un poco de sed buscó una jarra descubriendo que Miss estaba recostada en un rincón, donde apenas llegaba la luz.
—Has despertado —susurró comiendo unas naranjas.
—¿Sucedió algo? —por lo general estaría acompañado por los gemelos, mientras ella pasaría todo el viaje bebiendo con Val y Pryll.
—Están ansiosos, eso me resulta deprimente —lanzó una naranja a Sire, la cual le golpeó la cara estando demasiado cansado para reaccionar a tiempo —. Lo siento —dijo soltando una leve carcajada.
—Está bien —Sire pensó que la disculpa fue más por cortesía que porque lo sintiera —. ¿Cómo puedes estar tan relajada?
—Es mi don, puedo camuflarme con el entorno, para ello debo ser adaptable a la circunstancia, forma parte de mí. Entiendo perfectamente los peligros de esta exploración, pero preocuparme en este momento no sería de utilidad, hare lo posible cuando llegue el momento, si estoy preparada o no, lo sabré una vez que llegue ese instante.
—Eso es impresionante —un leve tono de envidia brotó de él, deseaba tener esa confianza en sí mismo.
—Escuché que puedes recordar todo lo que vez a la perfección —susurró con un brillo en la mirada que hipnotizó por un momento al niño.
—Si, aunque no es de mucha utilidad en este caso —el corazón se aceleró por un instante, e intentó mantener la calma, fracasando nuevamente.
Miss se puso de pie, dejo caer las pieles que la cubrían siendo iluminada por el atardecer, un leve color rojizo se reflejó en ella, Sire desvió la mirada, consiente que podría ser otras de las bromas de Miss.
—Mírame —dijo ella en un tono serio —. Quiero que me recuerdes como soy ahora.
Sire volvió la cabeza, dudoso, y miró aquellos ojos que brillaban azules. El cabello le caía por los hombros, cubriéndole los senos y dejando una leve ondulación que revelaba su forma. El abdomen mostraba una leve hinchazón debido a la falta de ejercicio y al exceso de bebidas alcohólicas y alimentos de los últimos meses. Las piernas eran musculosas, reflejo de lo mucho que le gustaba deambular. Antes de poder decir que la recordaba, ella empezó a girar lentamente, mirando al cielo. La espalda tenía marcas de largas cicatrices, resultado del fuerte azote de un látigo. Ella permaneció de espaldas, y para Sire no fue diferente a cuando debía desvestir a los enfermos, pero esta vez hubo algo personal, un secreto que ambos compartían.
—Las has memorizado —dijo Miss, sin volver la vista.
—Sí —susurró Sire, intentando contener la mirada en la espalda y fracasando por momentos.
—Nunca las he visto... pero puedo sentirlas intentando desgarrarme, queriendo quebrar mis buenos recuerdos, mis sueños, mi alma, intentando quebrar mi voluntad. Estas son mis cicatrices, pero no definen quién soy. Solo yo puedo determinarlo, mis preocupaciones, mis obligaciones y mi forma de afrontarlas. Esa es mi decisión y lo haré según mis deseos.
Miss volvió la vista con una sonrisa que hizo latir con más fuerza el corazón del niño. Entonces Sire descubrió la mirada un poco nublada y pensó: "Está borracha".
Miss deslizó las manos por sus curvas, inclinándose lentamente para recoger la ropa esparcida a sus pies. Se detuvo al escuchar la respiración profunda de alguien que intentaba contenerse, sintiendo aquella mirada expectante.
—¿Ya puedo vestirme o quieres que permanezca desnuda? —susurró, dejando ver que la tentación también formaba parte de ella.
El rostro de Sire se sonrojó y quedó con la mente en blanco, apenas pudo soltar una palabra:
—Sí.