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Chapter 4 - Capítulo 2: Los diamantes invertidos (Partes 1-2)

Capítulo 2 parte 1

Otro día viviendo con estos trapos flotantes... si esto es una pesadilla espero que alguien me despierte pronto.

Es muy temprano por la mañana, cocino unos huevos revueltos con frijoles licuados, pero...

— Oh, ¿y ese milagro que estás cocinando?

Seji-sensei se sorprende al verme hacer el desayuno.

— Estoy cansado de siempre comer pupusas...

— ¡Tengo hambre, tengo hambre...!

Grita Kibō a mis espaldas muy exaltado y hambriento.

— Y porqué Kibō me despertó para que le prepare algo.

Este no me deja ni dormir porque se levanta con hambre, ni siquiera me deja preguntarle si él es el responsable de aquel sueño raro y este corte en mi rostro.

Chie entra a la casa después de pasar tirado afuera toda la noche en un charco de vomito.

— Buenos días herma... ¡Buaaaaaaaagh!

Chie vomita en el piso de la casa.

— ¡No vomites en el piso, después soy yo quien lo limpia!

Le grito, ¡¿Por qué los espíritus de los diamantes son tan problemáticos?!

Seji-sensei le dice:

— Así que amaneciste con resaca de nuevo.

Seji-sensei le da un golpe en la cabeza de Chie.

— ¡Eso te pasa por tomarte todo mi sake!

— ¡Ay! Lo lamento... ¡Tengo hambre!

Preparé comida para Seji-sensei, Boki y para mí...

A este paso me quedaré sin desayunar...

— ¿A caso no saben decir otra cosa? Como sea, siéntense todos, el desayuno está listo.

Kibō se dirige a su asiento y dice:

— ¡Estoy aquí en contra de mi voluntad, lo menos que puedes hacer es darme alimento!

— Agradezco la comida, pero ya es muy tarde, deberías irte al instituto.

Seji-sensei tenía razón.

— Eso se evitaría si no viviéramos en la cima de una montaña con más de mil escalones que bajar… como sea, comeré en mi hora de almuerzo. Boki, no llegues tarde.

— ¡Soy Kibō!

— Como sea.

Me pongo los zapatos y me dirijo al instituto, de camino a este no puede evitar pensar en cómo se encontraría Miru-chan y si debería visitarla después de clases.

Me siento observado.

Volteo a ver, pero rápidamente la persona se esconde y dice en voz baja:

— Tch, ¿por qué me pidió que siguiera a este idiota?

Esa voz se me hacía conocida, no sé si será gracias al diamante que pude escucharlo fuerte y claro.

Pero, aun así, el resto del camino lo seguí con un poco de miedo.

Había llegado con bien al instituto, rápidamente entro a mi aula y me dirijo a mi pupitre como de costumbre.

En eso, Kenji se acerca hacia mí.

— Oye Rasec, ¿por qué te sigues cortando la cara?

Con mi mano derecha toco mi rostro, siento mucho ardor, estoy sangrando de nuevo pero muy poco, parece que me lo acaban de hacer.

— Umm... no lo había notado.

— Y… ¿qué tienes en la mano...?

¡Vio mi diamante!

— ¡Eh, nada!

Rápidamente oculto mi mano derecha detrás de mí.

— Venga, has estado muy raro estos días, ¡muéstrame que tienes ahí amigo! ¿es un regalo para Miru-chan? ¡Hoy tampoco vino así que muéstrame que tienes ahí!

Kenji insiste en querer verlo, no me suelta el brazo por ningún motivo.

¡Estoy en aprietos, en un momento así necesito un milagro!

Y eso sucedió... Entra el profesor de estudios sociales, Asiasito-sensei...

— Buenos días jóvenes, vayan a sentarse.

— Ash, es Asiasito-sensei, ¡hablamos luego, Uraseku-chan!

— Uff...

No me había sentido tan aliviado en mucho tiempo, aun así, me siento vigilado…

Volteo a ver a los lados y alguien tiene la mirada clavada en mí.

Es Hiroki, el chico con el que me choqué ayer… me ha estado viendo toda la mañana, ¡¿le habré hecho algo?!

Decido ignorarlo por un momento, pero mi tranquilidad no duraría mucho porque bajo mi mesa aparece Kibō.

— Ya volví.

— ¡¿Cómo viniste si estabas en casa?!

Nuevamente le hablo en voz baja y furiosa.

— Me teletransporté al diamante.

— ¡¿Por qué no hiciste eso para aparecer en el diamante justo cuando lo tomé?! Bah, olvídalo, tengo que preguntarte algo.

Este era el momento ideal para preguntarle sobre mis cortes así que decido ponerme serio.

— ¿Tú me has estado cortando por las noches? ¿eh?

— ¿Cortes?

Kibō dirige su mirada hacia mis cortes, pero parece que él no es el responsable.

— No he sido yo, el diamante te está rechazando, de seguro te está consumiendo lentamente.

¡Umh, justo lo que dijo ese tipo en mis sueños!

— Con el paso del tiempo, el diamante irá rechazando tu cuerpo, no sin antes consumirlo hasta tu inevitable muerte. Supongo que nos volveremos a ver... sí descubres como evitar tu desgracia, confío en que lo lograras.

Esas fueron sus palabras.

Nunca me ha importado nada, pero ahora, creo que siento algo...

El timbre ha sonado marcando la hora de salida.

Luego de haber pasado todas las clases pensando, decido ir a las clases de música, toco la guitarra mientras pienso en otras cosas, aun así, no dejo de tocar bien.

— ¡Les dije que tocaran en la nota SOL!

Ese grito de Chan-chan-sensei, mi profesora de música no iba dirigido a mí.

Mientras corrige a los que se equivocaron, volteo mi mirada hacia la ventana de al lado para ver al club de atletismo, quizá haya una linda chica por ahí…

— ¡Gah!

La expresión de aburrimiento en mi rostro cambia drásticamente.

No puedo creer lo que veo, ¡Hiroki me tiene muy observado! Él está muy lejos en las canchas del instituto, ¿cómo puede verme con ojos de odio?

¡¿Le habré hecho algo malo?!

¡Sea como sea, saldré por la puerta trasera para evitar problemas!

Es difícil concentrarse mientras alguien tiene la vista puesta sobre ti.

Las clases han finalizado, ¡es el momento para evitar que Hiroki me atrape! Guardo los instrumentos, pero en eso, Chan-chan-sensei se me acerca a decirme algo.

— ¡Tocas muy bien Uraseku-kun!

— ¿Eh?, m-muchas gracias, chan-chan-sensei.

Hago una leve inclinación con la cabeza en señal de respeto a Chan-chan-sensei, pero en el fondo sé que no tengo tiempo para hablar, si sigo más tiempo aquí puede que Hiroki me encuentre.

— ¡Que desperdicio de talento, deberías de unirte a mi banda!

— ¿B-banda?

Noto el gran entusiasmo en sus ojos y la sinceridad en sus palabras, debería decirle que hablemos de ese tema en otro momento ya que ahora puede que sea hombre muerto.

— ¡Lo-lo siento!, ¡Chanchan-sensei, mejor hablemos de esto en otro momento, tengo que irme ahora!

Antes de salir corriendo observo la cara de decepción de mi maestra de música, pero este no es el momento para pensar en la música.

Salgo por los pasillos del instituto, llamo inconscientemente la atención de todos, ¡¿quizás estoy exagerando y soy muy paranoico?!

Mientras corro por los pasillos con una cara de preocupación y cansancio, escucho los murmullos de algunos compañeros y alumnos de otros cursos.

— Oye, ¿ese no es el tipo extranjero callado de segundo?

— ¿Qué mosca le habrá picado?

— El tipo que nunca hace nada sale corriendo y se ve preocupado...

— ¿En serio? Rápido, ¡pidan un deseo!

— Es ese tipo del país con nombre gracioso, ¿no?

— ¡Yo digo que es lindo!

¡Tch, ¿tanto les sorprende ver que hago algo?!

¡Odio llamar tanto la atención cuando normalmente paso desapercibido, es un pequeño precio a pagar por ser "el adolescente extranjero, risueño con dos nombres y dos apellidos con los nombres antes de los apellidos"!

¡¿Será una clase de burla?! ¡¿qué tengo yo de risueño?!

¡Debería ser ignorado como siempre!

Ya no aguanto más… pero por lo menos...

— Logro salir del instituto...

Salgo por la puerta trasera muy lejos de los demás clubes y de todos los estudiantes.

Mientras recupero el aliento, decido ir más tranquilamente a partir de ahora.

De tanta corrida había olvidado que iría a visitar a Miru-chan, me pregunto si estará mejor como para recibir visitas.

Paso por la farmacia y luego me dirijo a la casa de Miru-chan, ¿sería raro si me refiriera a ella como Miru-cchi? No entiendo mucho el japones, quizá termine creando otro error como con Reina-dono-sensei para traducir "maestra niña Reina" ...

— Debes aprender mejor el idioma, Racasec.

— ¡Eh!

No recordaba que Kibō podía oír mis pensamientos.

Kibō sale del diamante y empieza a flotar en frente mío para explicarme algo con una expresión seria.

— Yo no soy de este mundo y puedo hablarlo perfectamente, si quieres decir "niña Reina" deberías decir... "Reina-chan".

¡¿Pero que acaba de decir, que clase de blasfemia fue esa?!

Muy molesto señalo a Kibō.

— ¡Oye, más respeto, es la gran maestra universal de las pupusas!

Este se voltea y se pone al lado mío mientras continúa hablando.

— No entiendo por qué tanto escándalo por las pupusas, si querías aprender a hacerlas te hubieras quedado en tu país natal.

Me tranquilizo un poco y ya que Kibō y yo pasaremos un buen tiempo juntos decido contarle un poco sobre por qué estoy aquí en Japón.

Capítulo 2 parte 2

Doy un gran suspiro y muy seriamente le cuento el por qué estoy aquí.

— Mis padres salieron de viaje y me dejaron con Seji-sensei para que me cuidara aquí en Japón. De la nada quise aprender a crear la pupusa legendaria. Cuentan las leyendas que solo una persona es capaz de hacerla, esa es Reina-dono-sensei, pero ella no podía enseñarme debido a su edad, Seji-sensei fue su discípulo, así que me vine a vivir aquí con él para de alguna forma seguir los pasos de Reina-dono-sensei.

— Ya, ¿pero para qué quieres hacer la pupusa legendaria...?

Me puso en jaque... No recuerdo porqué quería aprender a hacerlas...

— Olvídalo, solo quiero y ya, era una buena oportunidad para vivir en Japón supongo.

Kibō pone una risa picarona.

— Jiji, no me digas que te atraen las chicas japonesas, Racasec. Como sea, no es como que una chica de acá dijera que le atrae un salvadoreño, ¡jajaja!

Eso me enfurece, pero como que tiene razón...

Nuevamente me exalto, me detengo y lo volteo a ver.

— ¡Cállate, ¿a quién en el mundo no le interesa una chica japonesa?! Además, ¡soy Rasec, no Racasec!

Durante todo el camino a la casa de Miru-chan, Kibō no paró de reírse, pero al menos llegamos a nuestro destino.

Su casa es preciosa, una típica casa japonesa moderna de dos pisos y un jardín pequeño, a pesar de estar en un pueblo rural, no desentona nada con las demás casas del sitio, un estilo tradicional de esta región.

Llamo a la puerta de forma muy sutil.

Justo cuando pienso que nadie va a abrir alguien abre la puerta, pero... ¡¿Esa es Ai?!

— ¡Buenas!

¡Esto es malo, intento ocultar los teru teru bozu y los diamantes, pero esto no ayuda!

Rápidamente me abalanzo sobre Ai preocupado metiéndonos incluso a Kibō y a mi dentro de la casa de Miru-chan.

— ¡Ai, no seas torpe, no deberías abrirle a nadie sin antes preguntar quién es, además de que te podrían ver!

— ¡Pero tú llevabas a Kibō afuera!

No me había fijado en eso…

Desde un segundo piso escucho una voz dulce, se trata de Miru-chan.

— ¿Eres tú, Ai? ¿quién llamaba a la puerta?

Kibō no puede mantenerse callado en esta situación y dice:

— Es solo Rasec el paranoico.

— ¿S-senpai?

En este momento estoy preocupado, es muy de mala educación entrar a una casa ajena sin permiso.

— Eh, bueno… ¡lo siento, es que Ai abrió la puerta y pudo verla alguien más!

Me lanzo al suelo para pedirle disculpas.

— ¡Es que alguien tocaba la puerta y como estabas enferma quería ayudarte!

Por algún motivo, Ai estaba al borde de las lágrimas, espero no haberla lastimado.

Miru-chan baja las escaleras del piso superior, está tan radiante como siempre, sus prendas acentúan con el color de su cabello, no pude evitar sonrojarme al verla.

— No llores, Ai-chan, que bueno que fue Uraseku-senpai.

Sonríe dulcemente, y al parecer no lastimé a Ai, poco después de que Miru-chan aparezca se levanta como si nada.

Ai me pregunta:

— Y, ¿a qué se debe tu visita?

Kibō se me adelanta respondiéndole:

— Vino a ver si Miru seguía bien y le trajo unas medicinas.

— ¡Oye, a mí me preguntó!

— ¡Pues responde rápido!

Kibō y yo no estábamos contentos entre nosotros, su motivo es que tiene que vivir con un portador nada digno para el uso del poder del diamante de la esperanza.

Mi motivo es porque estoy obligado a vivir con él y se la pasa molestándome.

Durante mi discusión con Kibō, Miru-chan pone una cara seria y amenazante, jamás la había visto así...

— Oigan, ustedes dos, cálmense...

— ¡S-si!

Era la única forma para detener la discusión...

— Uraseku-senpai, ¿es eso verdad? ¿viniste a verme para asegurarte de que estaba bien?

Aún en el suelo, le respondo con una voz tambaleante.

— S-si... pero bueno, creo que ya me iba...

— Espera.

Ella se agacha para verme directamente a la cara y con una sonrisa en su rostro me hace una petición.

— ¿Por qué no te quedas a charlar?

— ¿En serio? ¿sobre qué?

¿Será que pasaremos un tiempo a solas? ¡Supongo que mi gran momento ha llegado!

— Bueno, es que aún estoy muy confundida con el tema de los diamantes... ¡Aprovechemos que Kibō y Ai están aquí para preguntarles que más cosas saben!

— Ah, era de eso...

Mi cara de alegría cambio a una de decepción.

Había olvidado que no vine solo… sin embargo, esta es una buena oportunidad para aclarar dudas.

Me levanto del piso y me dirijo con Miru-chan, Kibō y Ai hacia la sala de estar, Miru-chan nos prepara té y se sienta a mi lado izquierdo.

Kibō parece tener mucha información al respecto, así que el inicia la conversación.

— Bien, ¿qué quieren saber sobre los diamantes?

Miru-chan parece más intrigada así que inicia con su pregunta.

— Chie, el espíritu del diamante de Seji-sama mencionó que también había otras presencias junto con ustedes, quería saber si pueden localizar a los diamantes o espíritus restantes.

Ha hecho una excelente pregunta, pero desde que los espíritus se unieron a nosotros no nos han dicho nada relevante, así que no creo que nos digan algo...

— Si.

— Eh... ¡¡¡EH!!!

— ¡Entonces, ¿si saben cómo localizarlos?!

— Acabo de decir que si, Racasec.

Kibō actúa indiferente mientras que Miru-chan está sorprendida, yo en cambio me enfurezco porque no nos había contado algo tan importante.

¡Maldición, este trapo sucio!

— ¡¿Por qué no nos dijiste algo tan importante?! ¡ayer estábamos preguntando!

— Me distraje porque tenía hambre...

Ah, por más que quiera enojarme con él, se me hace un poco adorable.

Doy un pequeño bostezo debido al sueño que tengo y logro mantener un poco la calma.

Tomo mi taza de té y le doy un sorbo mientras Kibō sigue hablando.

— Pero solo podemos saber dónde están exactamente si se encuentran fuera del diamante, de no ser así, solo sabremos que existen.

Así que podremos saber dónde se encuentran exactamente, si los diamantes no estaban en el punto de colisión del meteorito, eso significa que de seguro encontraron un portador.

— Kibō y yo hemos concordado en que faltan dos de nuestros hermanos y tres seres que no hemos podido identificar.

Miru-chan, muy analista dice justo lo que yo estaba pensando.

— Entonces, eso significa que hay otros dos portadores de diamantes, ¿Kibō y tú ya han podido dar con sus ubicaciones?

— Sabíamos dónde estaban exactamente hace poco, ahora no sabemos dónde están así que suponemos que deben estar dentro de sus respectivos diamantes.

Supongo que el hablar de este tema ha sido muy enriquecedor, pero en mi mente aún prevalecen más dudas.

— Oigan, ¿y qué hay de los seres que no han podido identificar? ¿Saben algo más de ellos?

Kibō parece pensar en algo, pero sin mucho éxito.

— No sabemos nada de ellos, pero quizá podríamos preguntarles a nuestros hermanos que aún no hemos encontrado, aunque creo que tampoco tendremos éxito.

— Ya veo...

Inclino la cabeza y me pongo a pensar en muchas cosas.

Aun con la taza de té en la mano reconozco que nuestra prioridad ahora solo es una.

Dejo la taza en la mesa, me levanto de mi asiento y digo:

— Bien, ya hablaremos de esto otro día, deberíamos reunirnos en otro momento para buscar a los diamantes restantes, o en el mejor de los casos ellos vendrán a nosotros, ya que sus espíritus también deberían detectarnos.

Miru-chan, aún con cara de confusión entiende lo que tenemos que hacer ahora.

— Seji-sensei se molestará si no estoy temprano ayudándole en la pupusería, vámonos, Boki.

— ¡Soy Kibō!

— Como sea...

Antes de irnos, Miru-chan nos interrumpe.

— Kibō, senpai, adiós.

Miru-chan se despide de nosotros con una sonrisa, debería aprender a despedirme de las personas…

— Adiós, Miru-chan, espero que te mejores pronto.

Le devuelvo la sonrisa.

Mientras Miru-chan me observaba yo aplicaba una retirada épica, o eso intentaba…

Al menos logré pasar tiempo con la chica más linda.

Kibō y yo nos dirigimos a la pupusería, de camino a ella continuábamos nuestra conversación sobre el uso de los sufijos honoríficos japoneses.

Nuevamente no me di cuenta de que lo llevaba afuera.

— Como te decía, Rasec, "dono" es un sufijo muy antiguo y actualmente está en desuso, podrías llamarla simplemente "Reina-sensei", además, es raro que uses el sufijo "dono" con "sensei", ¿quién hace eso?

— Es una traducción literal para decir "maestra niña Reina", ya reconocí mi error, ¿qué más quieres?

— Lo que digas... ¡ah!, y para que lo sepas, si quieres llamar a la chica con el prefijo "cchi" deberías tener cuidado, es un prefijo que se usa en situaciones informales y con amigos muy cercanos.

— No quiero que me des clases, para eso voy al instituto.

— Pero solo a calentar el asiento porque al parecer no aprendiste nada...

El camino hacia la pupusería se hace eterno, pero por algún motivo, era menos aburrido ir con Kibō que solo.

Después de esa gran caminata, logro llegar a la pupusería, Seji-sensei parecía estarme esperando.

— ¿Por qué tardaste tanto? Acaso, ¿estabas con una chica verdad?

Seji-sensei puso su cara picarona, por más que intentara ocultar mi nerviosismo se me hizo imposible.

— ¡Eh! ¡¿Có-có-có-cómo lo sabe?!

— Eh, ¿era verdad?

Creo que acabo de quedar como un tonto... Kibō no pudo aguantarse la risa.

— ¡Jajajaja, te delataste tu solo!

— Bueno, al menos he confirmado que no bateas para el otro lado...

Al parecer, Seji-sensei había llegado a un punto en el que pensaba que no me atraían las chicas de ningún tipo…

— ¡Oiga, que visión tenía de mí!

La noche se cubre de risas en la pupusería, no puedo atender a los clientes como normalmente lo haría por qué me distraigo pensando en el tema de los diamantes y porque el diamante me estorba a la hora de estar sirviendo.

Así paso la noche, al día siguiente amanezco con un corte en el abdomen, este es más pequeño que el resto, pero temo tener que pasar por esto a diario.