Dos héroes nacieron, dos entidades que el destino jamás espero ni el mundo quería aceptar su existencia.

Los nobles que con mucha emoción querían hacer conexiones con el héroe, aquel humano que tenía que vencer al Rey Demonio exclamaban una verificación de un verdadero héroe.

Esos dos niños eran completamente diferentes desde su nacimiento, el uno era un simple plebeyo mientras que el otro era un hijo de una familia noble perteneciente a la descendencia del primer héroe.

Todos esperaban que aquel joven noble fuera aquel elegido como héroe, todos esperaban que siguiera con el linaje de sus antepasados y con su fuerza acabará con el mal que iba a renacer.

Pero ambos niños estaban estupefactos ante esa noticia, entraron a la ceremonia para recibir los titulos que le dieron, sin embargo en ambos resaltaba la palabra "héroe".

El plebeyo se alzaba en emoción, saltaba y se celebraba por tan magnífica noticia.

El noble no podía decir lo mismo, en el recaía todo el honor de su familia y de su propio linaje, aunque estaba feliz por un momento, al escuchar que habían dos héroes...no podía aceptarlo.

Entreno como un loco para ser digno del título "héroe" pero le estaban diciendo que un plebeyo lo igualó.

El no tenía nada contra los plebeyos, es más su padre siempre le enseño la dignidad de un héroe y le relataba en sus historias de cuna como su madre era la héroe que todos adoraban. Lamentablemente, ella falleció antes de conocerla al darle a luz, sus últimos consuelos para su pequeño bebé y su amado esposo eran simples.

-Por favor amor... cuida a ese pequeño niño, se que estoy escapando de mis responsabilidades.-Empezo a sollozar en aquel momento y su digno aspecto sacudió a su padre.

-No digas eso Jodith, te amo, amo a nuestro hijo y no te permito que nos dejes solos.-exclamo el padre arrugando con su puño derecho la manta que cubría a su esposa.- Este niño no merece ese dolor, debes aguantar, prometimos ser una familia feliz y darle la felicidad que no pudimos tener.

Ambos padres eran de familias nobles poderosas pero que nunca demostraron cariño hacia sus hijos, solo eran herramienta para ellos.

Al casarse deseaban formalizar una familia feliz pero el destino así no lo quiso, su madre falleció en los primeros minutos de dar parto.

Su sonrisa no se desvaneció y aunque había llorado con su esposo, su aura digna nunca se esfumó.

Mi padre nunca me culpo por eso y me trató como lo mejor que había pasado en su vida.

Las anécdotas que me contaba en la noche para dormir siempre eran aventuras heroicas de mi padre y mi madre, recordando como surgió su amor al formar parte de su grupo como un simple mago.

Enserio deseaba yo también ser el héroe como mi madre, deseaba encontrar una esposa tan buena como la que mi padre relataba.

Las cosas empeoraron, la veracidad y posición noble de mi familia empezó a caer. Con la muerte de mi madre nadie tomaba enserio a un simple mago que se había convertido en el jefe de familia.

Solo había una solución, que el heredero de esa familia sea el "héroe" y salvará el mundo. Volviendo al antiguo esplendor de la familia.

Maldita sea, ahora estoy en este maldito escenario, parece que dios enserio quiere arruinar la vida de mi padre.

-¿Cómo sabremos quién es el héroe?- Exclamaban un noble, alterando a todo el público que veía la ceremonia.- ¿Esto es un chiste,verdad?

-Tranquilos hijos de dios, yo como el Papa y el representante de la santa iglesia, encontre está solución para aliviar sus dudas.-Exclamo un gordo con bata blanca y un cruz en sus prendas.-La solución es ver a quien acepta la espada sagrada que está a punto de descender.

Que gran idea, nunca imaginé que los de la Santa Iglesia pensaran pero siempre que esto resuelva sus dudas estoy seguro de que podré volver a ascender mi familia.

El niño plebeyo parecía nervioso, su tenue pelo plateado junto a sus ojos morados empezaron a temblar, ahora que me doy cuenta son muy raros de ver. Tal vez pertenezca a una familia que migró a este lugar.

Los dos nos acercamos temerosos a un hermoso santuario en el que la luz del sol hizo aparecer una espada de color dorado.

Se decía que la espada era en realidad la forma espiritual de un angel que iba a acompañar durante toda la vida al héroe.

Mi padre relataba que incluso la espada de mi madre se había convertido en su segundo esposo pero eso a el no le hacía problema, decía que cuando se materializaba en forma humana jugaba con él y charlaban felizmente de su esposa.

El nunca volvió a ver a su amigo... al igual que con la vida de mi madre, el se había conectado con ella y se desvaneció. Ese es el motivo por el que cada generación de héroes obtiene una nueva espada y le dan un nombre.

Estaba impaciente, supongo que al solo tener 16 años tenía las hormonas muy prendidas porque quería que está espada se convirtiera en mi esposa.

Los dioses ya sabían que genero iba a ser el héroe de esta generación por lo tanto siempre mandaban a un género opuesto de angel con su misma edad para que sea parte de toda su vida.

Ahora todos dependia de esa espada, no se iba a dejar empuñar si no era su amo destinado así que está era una prueba segura y la que concluyera con este problema.

Me acerque yo primero con demasiada arrogancia, era un mocoso que creía que todo el esfuerzo que preste durante esos 16 años me iba a ser recompensado... que equivocado estaba.

Agarre la espada, agregue fuerza y la intente sacar de el lugar pero me era imposible, forze con todas mis fuerzas.

La espada al ver mi determinación invoco un rayo celestial y me golpeó, sali volando en el acto.

-Niño no seas arrogante, si la espada no te acepta no eres elegido, es simple.-Sugirio el Papa.

Estaba seguro de que estaba defectuoso hasta que me empeze a escuchar varios gritos que aclamaban.

-!El es el verdadero héroe!-Señalo el espectador a aquel niño.

No me lo podía creer, debía estar alucinando, era imposible el... había sacado la espada que me votó.

Ese fue el peor día de mi vida.