Al saber que mis amigos no estaban muertos, comencé a buscar, pero, como no sabía dónde o cómo buscar, tuve que recurrir a las películas de detectives de mis recuerdos pasados.
Así que, como en todas, fui a un bar a reunir información, pero como era muy niño, aún ni pasar me dejaron, claro que no desistí. Busqué de todas las formas para entrar a todos los bares posibles, pero no logré ni puta madre. Cuando por atrás se me acerca alguien, la neta no supe distinguir si era humano o animal por el horrible olor que emanaba aquel ser.
Por puro instinto se me di la vuelta (y que conste no me espante) y lo único que vi fue a un mariguano con una bandana en la cabeza, una camisa a cuadros, unas botas de cuero, un pantalón negro y un collar con dientes de algún animal sacado de quien sabe dónde.
<¿Quién eres?> pregunté.
<¿Yo?> preguntó el tipo
Fantástico, al fin alguien como yo.
Hable mucho con Rodolfo sobre como odiamos al dios Inzalo, hasta que a Rodolfo se le pasó lo Pacheco y olvido lo que ocurría, y me pregunto que quien soy, por lo que le tuve que explicar quien era y de paso le pregunto si sabía de alguna persona que pudiera encontrar a mis amigos, por lo que recibí un sí como respuesta. Rodolfo me dirigió al despacho de un detective. La puerta del despacho era de madera de roble, al entrar solo vi pilas y pilas de dinero (maldito forrado).
<¿Asunto?> preguntó el detective.
<¿Cómo son esas personas a las que buscan?> preguntó el detective.
Robe unas llamas para poder ir a Thorm y rescatar a mis amigos. Tardamos dos días en llegar a la cárcel de Thorm, ya que como soy un criminal había muchos policías rondando por ahí, porque que debería haber tardado un día, ¿eh?
La verdad es que tampoco tardamos tanto.
Rodolfo se acercó al guardia.
<¿A sí? Pues me vale verga. Eso dijo mi perro y lo tuvimos que dormir. A sí que me vas sacando los billetes o te parto la puta cara, cabrón>
Mientras que Rodolfo armaba bulla con el guardia, liberé a mis amigos.
<¡Liam!, muchas gracias> dijeron los tres al mismo tiempo.
Apenas salieron, nos dimos en fuga.
Al llegar al pueblo más cercano, Rodolfo nos dijo:
Acto seguido, Rodolfo se marchó.