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Chapter 11 - CAPITULO 11, ¿HEROE O LADRON?

El paisaje de las afueras del pueblo era el mismo, un bosque espeso y algo tenebroso, pero nos dio igual. Pasamos por aquel bosque sin ningún problema; ahora nos encontrábamos en una amplia pradera; realmente no sabíamos a dónde ir. Por suerte pasó un mercader al cual aprovechamos para robarle dinero, ropa y mapas. 

preguntó Argel.

respondió Jose de forma despreocupada.

Continuamos caminando por 5 días hasta que llegamos a un pueblo. El pueblo era mediano, tendría unos 100 habitantes, pero de ahí en más no tenía nada especial. 

dijo Diego con emoción.

<¿qué?> pregunte.

respondió Diego.

No podíamos creer lo que decía Dios.

<¿Dices que robemos el banco a mano armada para que nos arresten y nos lleven a juicio con el rey y así matarlo?> preguntó José.

dijo diego.

Y como si de robots programados se tratase, entramos al pueblo sin cubrirse la cara, nos dirigimos al banco y sin vacilar desenvainamos las espadas y comenzó el atraco.

<¡LAS MANOS EN ALTO TODOS!> grité tratando de sonar lo más amenazador posible.

<¡Eso es del diablo! Ya tú sabes que eso no está bien> dijo un trabajador del banco.

dijo Diego al bancario.

La policía abrió la puerta de golpe mientas que gritaba ''las manos en alto todo el mundo''.

dijo Argel a manera de broma con preocupación fingida (al menos finge bien el pedazo de imbécil).

La policía nos atrapó sin saber que queríamos eso y nos llevaron sin ningún problema (además de no tenía ni idea de a dónde ir)

El viaje fue rápido, duró 10 días y 9 noches. Ya de regreso en Nueva Thalord pude presenciar la ciudad de Nueva Thalord con mayor detenimiento que en la anterior visita. La policía nos condujo directamente al tribunal donde nos pondrían el juicio, pero como era muy tarde, nos llevaron a las celdas. Por ahí, de las 12 am, comenzamos a planear cómo chingarle su madre al rey. Las ideas fueron simples: llegar al tribunal y matarlo por sorpresa, explotar todo el lugar hasta no dejar nada, etc., pero la que más gustó fue: llegar al tribunal, huir rápidamente para que los guardias nos sigan, perderlos en algún callejón y regresar a la sala del rey sin ningún guardia. Y así fue, esperamos a que nos condujeran al tribunal ya dada la hora, claro, para así llevar a cabo el plan.