Llegué al castillo de nueva Thalord, para ver al rey, pero como era muy tarde, me echaron a una celda para que pasara la noche. Al día siguiente tenía un aspecto horrible, claro, la celda era horriblemente fría y tuve que dormir en el suelo. Al llegar con el rey solo recibí miradas de asco de todos los aristócratas, a mí que me tenían envidia de lo sensual y guapo que estoy.
<¿Este, el supuesto héroe elegido por el gran dios de la existencia ''INZALO''?> Dijo un aristócrata en tono despectivo.
<¡Tú, MALDITO IMBÉCIL, JAMÁS VUELVAS A DECIR ESE MALDITO NOMBRE EN TU PERRA VIDA PORQUE TE MATO! ¿EH?> dije con un inmensurable odio.
<¡¿CÓMO OSAS HABLARME ASÍ, ACASO NO SABES QUIÉN SOY?!> dijo el aristócrata en tono acusatorio.
Con esas palabras le cerré la puta boca y la humillé. Simplemente excitante.
El rey trató de integrarse con nerviosismo, cosa que la verdad no hacía falta.
La verdad creí que me darían un cuarto o algo así, pero no, me dejaron en la misma celda, fría y obscura.
Al día siguiente me llevaron al patio del castillo para ser entrenado.
Realmente mi vida es de estilo shonen, pero bueno, le seguiré el rollo.
<¿Cómo?> preguntó fingiendo asombro (en realidad, si me generaba duda, saber si había escuchado bien).
Vale> dije imaginando lo adolorido que terminaría en pensando en alguna forma de matarla sin que nadie me descubriese.
Al final del día terminé más adolorido de lo que imaginaba.
Al día siguiente fue lo mismo, pero las repeticiones aumentaron en 10.
<¡SÍ!, ¡SOY EL MÁS CHINGÓN!>
Ahí sí me falló la actuación, pero no pude evitar verla con desprecio. Aunque igual me ejercite como loco, al parecer cada mes subía 100. La meta era que el cabo de un año ya pudiera hacer 1200 por serie, y así fue que al terminar los 12 meses de ejercicios, por fin pude pasar a la fase de esgrima. La verdad es que soy más de poder absoluto y destructivo, pero tampoco está mal el uso de la espada.
Al día siguiente evite a Hana y me la pase en mi celda tranquila por el resto del día.
Ya después de mi miserable cumpleaños retomé el ejercicio.
<¿Entonces ya podré aprender esgrima?> dije tratando de disimular mis ganas, de huir de esa perra loca.
Fue prácticamente lo mismo, solo que el entrenamiento duró 3 años, o sea, debería poder hacer 3600 repeticiones, al final si lo logre.
Iba a decir gracias, pero fui interrumpido por un grito de terror proveniente del castillo. (A quien haya gritado, gracias)
<¿Cómo?> gritamos Hana y yo al mismo tiempo (maldita perra quien le dio permiso de gritar cuando yo). La verdad es que eso no lo esperaba.
Salí corriendo, con mi espada (de madera aún), a la sala del rey. Y efectivamente ahí estaba inerte el cadáver del rey (hermano que suculento).
<¡FUE Él!> dijo una voz extrañamente familiar de forma acusatoria.
<¿Quién fue el malnacido? Respondí sin saber a quién acusaban.
¿Eh? ¿Qué pasó? ¿Por qué? ¿Por qué los guardias me llevan a una celda? ¿Acaso no vieron quién fue?
Más tarde, en la noche, apareció el dios Inzalo como siempre para joder o algo así.
<¡Tu maldito hijo de las mil putas perras, vergas y mamador!> le dije.
¡Qué maldito cliché!
Volví a quedarme solo en la celda. Escuché pasos, cosa que me resultó bien rara.
La persona en cuestión era Hana. La verdad me contuve en mandarla al diablo.