Sentado en la sala de espera de una notaría, se encontraba un joven con una pequeña libreta recién comprada donde escribía una lista de quehaceres.
Aquel escrito tenía el siguiente contenido.
Cosas para hacer durante la primavera.
Visitar a Russel y preguntarle sobre la piedra.
Ir con Emily a la notaría y firmar el contrato de Hermano Jurado. LISTO
Regresar a Loarre y ver la forma de recuperar mi poder.
Encontrar la extraña flor en la casa de Emily.
Comer un taco.
- Bien, todo puesto en orden y con una de las tareas ya hecha, solo me faltarían cuatro más por hacer … mamá estaría orgullosa de mi organización. - murmuraba Aren.
La gente del local quedaba intrigada por la apariencia de aquel joven quien parecía una especie de novelista o pensador que registraba profundos y reveladores temas en aquella libreta.
- Como supuse, debo ver mis tiempos … hay que priorizar lo más importante …
Borrando y reescribiendo la lista, se actualizó de la siguiente manera:
Cosas para hacer durante la primavera. (1era Revisión)
Comer un taco
Ir con Emily a la notaría y firmar el contrato de Hermano Jurado. LISTO
Visitar a Russel y preguntarle sobre la piedra.
Regresar a Loarre y ver la forma de recuperar mi poder.
Encontrar la extraña flor en la casa de Emily.
- Perfecto, todo está como debe ser … si es que me voy a morir pronto, al menos quisiera hacerlo con el estómago lleno.
Al levantar la mirada, Aren percibió que era observado por las personas de sus alrededores sobre todo las mujeres de diferentes edades.
Saliendo de una puerta de interior, Roger y Emily junto con otras personas ingresaron a la sala.
- Parece que todo está en orden … bueno, espero que esto te pueda ayudar Emily.
- Sí, gracias por todo tío Roger. - dijo Emily con una inusual felicidad que trataba de contener, pero todos lo notaron.
Roger sonrió como si se tratase de un padre viendo feliz a su hija.
- Bueno, ahora solo quedaría resolver lo más tedioso … presentarnos ante el rey y pedir que recuperes tu herencia por derecho.
- Sí. - contestó Emily quien vestía ropas discretas con un sombrero y gafas que ocultaban su rostro.
«En serio, quién lo diría … Desde que llegó a la casa, tenía temor de siquiera salir, pero cuando volvió este joven, Aren, era como si hubiera tomado el valor para afrontar la realidad … aunque no sé lo que le haya pasado, me alegro que se esté recuperando poco a poco …»
Al observar nuevamente la feliz expresión en su sobrina, el conde volvió a pensar.
«Bueno, aunque no sepa cuál sea la relación entre ellos dos; Emily siempre ha sido bastante diligente y cautelosa para tomar decisiones como estas … no creo que el muchacho sea alguien malo … más bien, ahora estoy preocupado por él … ahora está bajo contrato ligado a la familia Gutiérrez y está en la mira de mi hija.»
Recordando la firma de aquel contrato ya habiendo sido firmador por Emily y Aren; le tocaba ahora al conde Beltrán firmar como testigo del pacto entre aquel joven varón y la casa Gutiérrez.
En la parte inferior del contrato decían los nombres.
Emilia Luna Rojas de Gutiérrez
Arias Elrod D. Aren
Roger Mauricio Gutiérrez de Barrantes-Beltrán.
- Ha pasado mucho desde que vi ese nombre … la gente usualmente me llama conde Beltrán por haberme unido a esta familia o conde Barrantes por el cargo honorífico … Ahora el nombre de este joven también cambiará … - murmuró Roger.
Dentro del contenido del contrato se mencionaba lo siguiente:
A continuación, se procederá el cambio obligatorio del nombre de quien pasará a poseer el título de HERMANO JURADO del marquesado Gutiérrez. Con pleno consentimiento de todas las partes y del testigo, se dictamina que a partir de hoy 01/04/2096 el joven conocido como Arias Elrod D. Aren ostentará el nombre oficial de Gutiérrez Arias Elrod D. Aren siendo conforme con llevar el apellido de la familia de adopción y con la obligación de cumplir todos los requisitos que conlleva el título.
Terminado aquel breve recuerdo, Roger soltó una pequeña risa cansada.
«Ha ha … en serio que fue duró 'convencer' a los burócratas … Que bueno que tengo algunos contactos para que se agilizara todo esto. Bueno, el objetivo de Emily está hecho, todo se hizo lo más rápido posible y de forma discreta … … Espero que ambos puedan salir adelante; siempre tendrán mi apoyo mientras viva.»
Mirando hacia donde debería estar Emily, Roger observó que ya no estaba a su lado. Esto sorprendió brevemente al conde.
- ¡¿Emily?!
Uno de los hombres a su lado le dijo donde estaba la joven mujer.
En realidad, la joven estaba en la misma sala de recepción donde todos los demás estaban. Solo que la mujer se había ido hasta donde estaba Aren; sin embargo, no estaban solo ellos dos, sino que otras dos jóvenes mujeres estaban ahí con ellos.
- ¡Oye, ¿Quién te crees, su esposa?! - exclamó una de las desconocidas mujeres.
- ¡No soy su esposa, soy su hermana! - respondió Emily.
- ¡Oye, tu hermanito ya está lo suficientemente grande como para que tenga una niñera! ¡¿No ves que eres una molestia?!
- ¡Mocosa insolente! ¡Arreglemos esto entonces! - exclamó Emily enfadada.
- ¿Qué … está pasando? - se preguntó Roger.
Al observar detenidamente, el conde Beltrán observó la silueta del joven sentado en medio de aquella pelea.
Solo un rostro desinteresado y cansado acompañado de un largo suspiro se pudo ver en el rostro de Aren.
- S-Señor, esto es … - dijo uno de los hombres que acompañaban a Roger.
- Sí … una pelea de gatas … Hahh … ¿no que esto sería algo discreto, Emily? - murmuró Roger.
Aquel día pasó sin mayores inconvenientes y todos se propusieron en tomarse un descanso para el siguiente día que rápidamente pasó.
Dentro del Palacio Real, en la misma sala donde habían sido recibidos la alcaldesa de Luesia y la representante del grupo Valdelomar, se encontraba la princesa Lisbeth junto con ambos hombres de la vez pasada y su guardián, Bruno.
- ¿Creen que la actuación fue muy obvia? - preguntó Lisbeth mientras leía los reportes de las autopsias de aquellas dos mujeres fallecidas en Luesia.
- … No … Bueno, tal vez sí … al menos para nosotros … - contestó Marcus.
- Tal vez tuve que haberles hecho más preguntas y comportarme más ignorante … bueno, lo hecho, hecho está.
- Sí, mi lady … con ellos son dos grupos quienes nos han informado de la existencia de esta organización clandestina. Además, parece que lo que buscamos está conectado con saber si existe o no esta organización llamada Le Front. - comentó el viejo hombre.
- Sí, por otra parte ¿Qué piensas de lo que respondieron? - preguntó Lisbeth mientras revisaba los informes.
- ¿Habla sobre ese muchacho, Aren? … Bueno, no parecían estar mintiendo. Ambas no tenían una definida descripción de este sujeto. Solo mencionaron que era callado y tenía un rostro serio, pero sereno; además de tener un comportamiento extrañamente calmado.
- Sí … ¿Y? - preguntó Lisbeth como si esperara otra respuesta.
- El niño de cabello blanco … parecía saber un poco más que ellas. Al decir solo el nombre pude notar como reaccionó; parecía como si tuviera cierto miedo casi como un trauma.
Todos los presentes parecían estar de acuerdo con aquella conclusión.
- Por el momento, dejemos que las cosas se desarrollen con calma … no es bueno que los perdamos de vista a diferencia de lo que pasó con el anterior grupo.
Las palabras de la joven princesa eran explicadas por un recuerdo. Uno que no había sucedido hace mucho.
Era el mismo día en que por ordenes de su padre, Melissa y los demás miembros de la mansión no salieron y se mantuvieron ocultos de la supuesta aparición de un grupo de terroristas o eso eran lo que decía las noticias.
En la misma oficina donde se encontraba ahora Lisbeth, aquella noche, donde la joven que se mostraba cansada de revisar los documentos donde se mencionaba sobre ciertas criaturas vistas en algunos pueblos pequeños en diferentes partes de España, un fuerte viento abrió abruptamente una de las ventanas de la amplia oficina dejando entrar la lluvia.
Al cerrar las ventanas, la joven dio un suspiró mientras apoyaba sus brazos en el marco.
- ¿Qué está pasando? ¿Por qué mi padre no quiere hablar al respecto?
De pronto, las luces de la habitación se apagaron.
- ¡¿?!
Rápidamente la joven escuchó a uno de los sirvientes del palacio decir que hubo un apagón.
La joven suspiró.
- Esto … no se puede poner peor.
- Claro que se puede. - dijo una voz desconocida dentro de la oficina.
La rápida reacción de la princesa hizo que esta sacara una pequeña pistola de mano que escondía en su escote y apuntara rápidamente hacia donde había escuchado la voz.
- Qué ruda … - dijo un varón que se encontraba cerca de su escritorio teniendo en su mano los reportes que leía Lisbeth.
Aunque era algo difícil ver en la oscuridad, la joven parecía no tener inconvenientes.
- ¿Quién eres? - preguntó Lisbeth.
- …
- ¿Eres un … Reformado? - volvió a preguntar.
- … No …
- ¡¿Entonces quien diablos eres?! - exclamó la princesa.
- … ¿Quién? … ¿Estás segura que no será quiénes? - dijo el desconocido hombre.
De repente, en la oscuridad, se observó como varias siluetas de al menos cinco personas más aparecieron en la sala rodeando a la joven.
El pensamiento era coherente, un grupo de asesinos o similar habían venido por ella o eso era lo que pensaba la asustada, pero aún temeraria mujer.
Un silencio se adueñó del lugar hasta que alguien tocó la puerta de la oficina.
- Mi lady, ¿se encuentra bien? Me pareció haber escuchado algo. - dijo la voz de un viejo mayordomo.
- Sí, estoy bien. Solo me golpee al no ver bien.
- Oh, justamente por eso le traje lámparas recargables. ¿Puedo pasar?
- ¡No! … ahora mismo estoy … indispuesta … déjalas ahí, en unos 3 minutos iré por ella.
- E-Entiendo, mi lady.
A los segundos de haberse retirado el mayordomo, la conversación continuó.
- Muy sabio de tu parte; veo que te preocupas por tu gente. - dijo la voz desconocida.
- … ¿Qué es lo que quieren? - dijo Lisbeth mientras aún mantenía apuntada su pistola.
- Estos informes … parece que no somos los únicos en saber de esto. Te daremos una pista más.
La joven mujer de cabellos morados claros no entendía a lo que se refería aquella persona. De repente, pudo notar como había sacado unos papeles que puso sobre su escritorio.
- En estos días, parece que los reportes impresos son más seguros que los digitales … evitas problemas de hackeo, filtración y robo cibernético, ¿no es así?
- ¿Qué es eso? - preguntó Lisbeth.
- La compañía farmacéutica y distribuidora, Le Front, apunta hacia la creación de algo perturbador e innatural. Las criaturas que están escritas en tus reportes pueden complementarse con esta información. Míralo como un regalo.
- Señor, están aquí. - dijo la voz de una mujer parte de aquel grupo.
- Sí … parece que los 3 minutos ya pasaron. - dijo la voz misteriosa.
Estas palabras desconcertaron a la joven; era como si se hubiera asustado de que ellos descubrieran su plan.
- Bueno, ten esto en mente. Si viniere otras personas a confirmarte lo que verás hoy, considera que estás muy cerca de tu objetivo. Todo esto es un pequeño regalo del Observador.
De repente, las puertas se abrieron siendo la oficina iluminada por varias linternas que en realidad eran armas portada por varios hombres que habían ingresado.
Nadie más que la princesa estaba dentro.
Terminado aquel recuerdo, uno de los presentes habló.
- ¿En serio nadie vio como entraron o salieron? - preguntó Marcus.
- Me apena decir que es verdad … las cámaras de seguridad no notaron el ingreso por ningún lado de un grupo como ese. - respondió el viejo hombre.
Recordar aquel suceso deprimía un poco al viejo mayordomo.
- Bueno, al menos no terminó en nada desastroso, ¿no es así? - comentó Bruno.
Inesperadamente, se escuchó un mensaje recibido en el inbox que sonó desde la laptop de la joven princesa.
- ¿Un mensaje?
- Sí … ¿?
- ¿Sucede algo, princesa? - preguntó el viejo mayordomo.
- Parece que se trata de un asunto burocrático … la fecha es de hace un día.
- ¿Burocracia? … ¡Qué molesto! Por eso no me gusta mucho el mudo aristócrata. - opinó Marcus.
- Bueno, es mi trabajo … - dijo Lisbeth con cierto desinterés.
Tomando Lisbeth su taza de té, a los pocos segundos, se cayó derramándose en sobre la mesa.
- ¡¿Su majestad?! - exclamó el mayordomo.
Marcus y Bruno se quedaron preocupados de lo que pasó.
- ¡Lisbeth, ¿qué pasa?! - exclamó Bruno.
- Oh, esto sí no me lo esperaba. - comentó Marcus al ver la pantalla de la laptop.
Al acercarse al escritorio, Bruno pudo ver aquel mensaje.
El contenido describía lo siguiente:
Notificación de contrato legal de juramentación No 0017784-03
Por este medio, remitimos el contrato redactado por la notaría Valenciarte, firmado el 01/04/96 a las 14:37 horas. El contrato adjunto es referente a la formalización y cede del título de HERMANO JURADO del marquesado Gutiérrez donde se presentaron la heredera Emilia Luna Rojas de Gutiérrez y el ciudadano Arias Elrod D. Aren (cuyo nombre está sujeto a cambio según contrato) teniendo como testigo al conde Roger Mauricio Gutiérrez de Barrantes-Beltrán.
Esperamos su pronta oficialización mediante las entidades públicas y la firma del rey Teodoro I, rey de España.
Se adjunta además las fotos de tamaño carnet para los correspondientes archivos que la requieran.
Considerando la situación actual del marquesado referido, pedimos discreción sobre el tema.
Las fotos mostraban los rostros de Emily, Aren y Roger.
- Un momento … esos no son … - comentó Bruno.
- ¿Marquesado Gutiérrez? ¿Ese no era el próspero marquesado donde la heredera del fallecido marqués había desaparecido y ahora es gobernado por sus parientes lejanos? - comentó el viejo mayordomo.
La reacción de ambos era obvia al igual, aunque mayor, que la de Lisbeth cuya sorpresa recaía en la aparición tanto de aquel joven junto con la desaparecida heredera de la familia Gutiérrez.
Había muchas preguntas por responder tales como la repentina aparición de Emily, el paradero de Aren, cómo es que ambos están en la capital juntos y cuál era su relación.
Una leve risa se escuchó.
- Ese tipo sí que está en todas. - comentó Marcus.