Al este de la capital, lugar donde se encontraban vastas áreas verdes y zonas deportivas, dos minivans de color negro estaban estacionados en el parqueadero; mientras que unos hombres de ropas casuales estaban caminando por los alrededores.
Como si se tratare un grupo de amigos quienes vinieron a pasarla bien acampando durante la noche, había más personas de diferentes edades, pero la mayoría eran jóvenes.
Pasaban las horas y ya era de noche. Aquel grupo habían recorrido inusualmente hasta llegar al cerro Almodóvar y detrás de ellos venían las dos minivans.
- Jefe, creo que es mejor que nos dividamos. - dijo uno de los hombres.
- … Sí, supongo … Bien, el equipo A iremos en dirección al noreste, el equipo B irán por el suroeste. Avisemos en caso de cualquier avistamiento. ¿Entendido? - ordenó Walter
- Sin problemas. - dijo Thomas.
Al dividirse, los dos vehículos ocultos también se dividieron tras los equipos.
- Ya escuchaste, Eric.
- Sí. - respondió el varón quien manejaba una de las minivan.
- No dejes que nadie te veo y mantén las luces apagadas. - dijo Walter a través del intercomunicador.
- Entendido. - respondió Bruno, quien manejaba el otro vehículo.
Aquel guardián de la princesa quien tenía puestos gafas de visión nocturna observó por el retrovisor unos paquetes y armas puestos en los asientos de atrás.
- Debo ser cuidadoso …
Caminando por más de media hora, uno de los hombros del primer quipo habló.
- Jefe … sé que tratamos de pasar desapercibidos, pero ¿no es peligroso que vayamos prácticamente desarmados?
- Sí, pero en caso de que nos encuentren o nos lleven de rehenes, nuestro objetivo es encontrarlos y saber exactamente donde operan … Además, Bruno y el otro se harán pasar como desconocidos … No te preocupes, tendremos una oportunidad para alistarnos.
- Y-Ya veo …
Estando preparados con planes de contingencia, los equipos comenzaron su búsqueda por todo el terreno.
Buscando entre la maleza y las rocas, los hombres parecían tratar de encontrar algo en el suelo; mas no hallaban nada.
- Jefe Thomas … ¿es cierto que fueron vistos aquí? - preguntó uno de los hombres.
- … Eso dice la información que compartió la princesa … un grupo trayendo varios sacos del tamaño de una persona se vieron en la madrugada hace varias semanas … los ciudadanos de los alrededores pensaron que iban a hacer algún culto satánico o sacrificios, pero de repente desaparecieron con aquellos sacos, dicen que puede haber una entrada subterránea … o eso dice la información que tenemos.
Esta explicación daba esperanza, pero también angustia al escucharla.
Aquel grupo siguió caminando.
Dentro de una sala en la residencia Beltrán donde estaban tres personas solas, una inquietante conversación parecía terminar.
- ¡¿Cadáveres dentro de un auto?! - exclamó Emily.
- … Nuevamente me podrías decir, ¿Por qué irías hasta allá? - preguntó Roger.
- … Como dije … un amigo mío que falleció hace poco me dejó un mensaje de recoger algo allá, pero al final no encontré nada.
Reflejándose las dudas e impresiones en sus rostros por todo lo contado, uno de ellos habló.
- ¿Habrán sido terroristas? - se preguntó Roger.
- ¿Qué?
- Desde hace un tiempo, se ha dicho de que hay grupos terroristas cerca de la capital … parece que están peleando entre ellos según lo que contaste, Aren …
- …
- Entonces … al ver los cadáveres, ¿el conductor se distrajo y perdió el control del timón cayendo el carro por una pequeña colina? - preguntó Emily algo desconfiada.
- … Pues sí. - respondió Aren.
- Bueno, no los culpo … el ver una escena así también me hubiera dejado pasmado e inclusive dejado un trauma … con razón me parecía que Melissa se comportaba de forma extraña. - comentó Roger.
Aunque la historia era convincente para el conde Beltrán, Emily no se dejó convencer tan fácilmente.
«Ahora entiendo … pero lo único que no comprendo es porque Melissa mostró esa mirada al verlo a él … era como si hubiera encontrado un juguete nuevo … ¿Cuál es la relación entre ambos?» pensó Roger.
- Bueno … afortunadamente, no resultaron heridos … solo tuvieron algunos moretones y golpes leves. - dijo Emily suspirando.
- Sí …
- … Mnn … Aren, antes de irme tengo una pregunta …
Aren vio al conde con algo de preocupación.
- Sobre mi hija, Melissa y tú … ¿hay algo que me tengas que contar?
Esta pregunta consternó a Emily.
- … Si, hay algo … parece que ya no puedo ocultarlo …
La incompleta respuesta de Aren dejó preocupada aún más a la joven. ¿Celos? ¿Envidia?
- … Yo … su hija …
La respiración de Emily parecía haberse cortado mientras escuchaba.
- Con todo respeto, creo que Melissa es alguien bastante extraña … siento como si pensara que soy su fuente de diversión … - respondió el joven.
- ¿Qué? - murmuró Emily.
Roger suspiró y desvió la mirada.
- Sí, parece que no estaba equivocado … Lo siento por eso, trataré de restringir a Melissa … Bueno, eso es todo por mi parte. Los dejo solos … ¡Ah, sí! Me avisan sobre lo que querían recoger … era en Loarre, ¿no es así? Luego puedes decirme los datos, Aren. - dijo Roger mientras se levantaba y retiraba de la habitación.
Emily suspiro de alivio.
«¿? … Parece que se lo tomaron mejor de lo que creía … Al igual que la historia que les conté … si les decía la verdad, no creo me creerían … … Por otro lado, parece que Roger se percató de la condición de su hija … Contando entonces hay dos mujeres traumadas en esta casa … espero que no aumente el número.» pensaba Aren frescamente.
- Bueno, yo también me voy … tengo que tratar unos asuntos mañana temprano. - dijo Emily.
- …
Al cerrarse la puerta, quedando Aren solo en la sala, se paró y miró hacia la ventana.
«Pasado mañana deberé reunirme nuevamente con Russel … Hay varias cosas que debo saber … También debo idearme como quitarme de encima a Melissa … »
Observando por la ventana, Aren notó que, a lo lejos, tres autos se acercaban a la entrada de la mansión.
- ¿?
La búsqueda no resultaba en nada prometedor; los dos equipos buscaban ahora con linternas como si se trataren de campistas o exploradores.
La única compañía que tenían era la fuerte brisa del viento nocturno y la luna en la cima del cielo que los veía.
- Eh … ¿acaso queremos ser vistos? Si no es así, entonces ¿no cree que usar las linternas sea malo?
- No, solo nos haremos pasar como campistas o un grupo de caza fantasmas … como esos canales que están repletos en YouTube … la cosa es encontrar algo. - respondió Thomas.
- Ya veo … para un viejo, se ve que está bien informado. - comentó uno de los hombres.
- ¡¿Quién es un viejo?! ¿Acaso no sabes que los 40 son los nuevos 20? - exclamó Thomas.
- Ajá.
De repente, una voz se escuchó en los intercomunicadores.
- Equipo B, ¿me escuchan?
- Equipo B, aquí. - respondió Thomas.
- ¿Han hallado algo?
- … No, nada aún.
- Bien, vengan todos equipados, nosotros seremos los señuelos. Parece que hemos encontrado una rata husmeando por aquí trayendo una 'bolsa'. - dijo Walter.
- Entendido.
Todos se retiraron de inmediato a la minivan para listarse e ir a la ubicación del primer equipo.
Llegados a donde estaba el equipo A, todos pudieron observar las linternas prendidas. Razonablemente, el segundo equipo quedó a distancia prudente del otro equipo tirado en el piso para no ser descubiertos.
- Jefe, parece que ya llegaron.
- Bien … sigamos las huellas … - dijo Walter quien alumbraba el piso donde se mostraban las marcas de zapatillas que iban a lo largo del terreno.
El equipo A comenzó a seguir las huellas actuando como hombres quienes tontamente actuaban como si fueran un grupo de amigos borrachos.
- ¿? … cada vez que se alejen dos metros, nos paramos y los seguimos, ¿entendido? - ordenó Thomas.
- Sí, señor. - respondieron todos en voz baja.
- Bien … espero que no sea muy lejos … sino esto matará mi espalda.
Un abrazo entre dos jóvenes quienes no se habían visto por meses, las lagrimas cayendo en el rostro de ambas y las miradas compasivas de los presentes dejaban en claro el esperado encuentro de aquel par de amigas quienes eran como hermanas.
Emily quien se encontraba aún sentada, pero recibiendo un cálido abrazo de quien era su mejor amiga, Sofía, no podía dejar de llorar de alegría. Era diferente a la vez que se encontró con sus sirvientas, ya que parecía ser que ambas compartían una profunda relación donde habían pasado por similares situaciones en el pasado.
Sí, tanto Sofía como Emily eran dos mujeres huérfanas y únicas herederas de un titulo de gran importancia quienes no podían confiar en nadie. Sufriendo lo que el poder y riqueza heredara había dado como consecuencia a corta edad, las dos parecían entenderse bastante, ya que tenían muchas similitudes.
- E-Emily … d-de verdad … eres tú …
- Sofía … ¿C-Cómo es que …?
- Hablé con la princesa Lisbeth … ella me dijo que estabas aquí.
- ¿Qué?
Aunque la aparición de su querida amiga le traía mucha alegría, Emily supo que si alguien sabía de esta reunión podría poner en peligro la vida de Sofía.
- … No te preocupes, Emi … ya lo sé todo … yo te apoyaré desde las sombras, no dejaré que nadie sepa que estoy de tu lado, solo déjame ayudarte.
Emily no sabía que responder. Al mirar a su alrededor vio que había personas que estaban dispuestas a ayudarla, su tío, Roger; su prima, Melissa, la princesa, Lisbeth; su amiga, Sofía y, al verlo entrar al último, Aren también dio su palabra de ayudarla.
Era como si las heridas en su corazón y la desconfianza comenzaran recién a curarse.
Aren al notar esto sonrió con agrado.
«Supongo que esto era lo que necesitaba … algo que solo yo no podía darle … sumado con su fuerte voluntad, no creo que se demore mucho en sanar su corazón.» pensaba Aren mientras veía aquella escena hasta que fue interrumpido.
- Oye, ¿no vas a presentarte? - dijo John, el único hijo varón de Roger.
- … No, aquí estoy bien.
- Pero, ¿no eres el novio de Emily? - dijo el niño con inocencia.
- … No soy su novio.
- Pero te he visto entrar a su habitación varias veces.
- …
- Ni siquiera mi padre u otro hombre a entrado a su habitación a solas con ella.
- … No puedo argumentar contra esa lógica … Pero no.
Pasó casi más de veinte minutos de caminata y al fin las huellas parecían llegar a su final.
Frente a ellos se pudo vislumbrar una pequeña edificación a base de piedras y madera deteriorada. Aquella especie de casa muy pequeña tenía una puerta de madera apolillado, pero las huellas indicaban.
- Wow, ¡¿Qué esto, chaval?! ¡¿Es en serio?! - exclamó uno de los hombres fingiendo ser un tonto borracho.
- Sí, vamos a ver lo que hay dentro … espero que sea trago, ya que ya se nos acabó. - dijo otro.
- Espero que haya un mujer dentro, no me importaría tirármela estando bien fría. ¡No, es mejor así, ya que no gritan! - dijo otro riéndose como si realmente pareciera un desagraciado.
Todos los demás se lo quedaron viendo ofendidos.
- ¿Qué? ¿Ahora que dije?
Uno de los hombres suspiró.
- Era solo actuar, no ser un verdadero imbécil.
- Te pasas … algunas veces parecieras un criminal.
- Tienes suerte que no te haya oído la princesa.
Sí, aunque Lisbeth estaba ocupada en otras cosas, aquellos comentarios se escucharon por los intercomunicadores que eran rastreados por Marcus. Sin embargo, de igual forma, todo el desarrollo de la búsqueda era escuchado por Lois, Victoria y los demás.
- Solo abramos la puerta. - dijo Walter mientras daba un suspiro.
Posicionándose todos, un golpe seco no sirvió. Dos, tres patadas dadas a la vez parecían mover un poco la apolillada puerta, pero entendieron que estaba bloqueada.
Todos entendieron que probablemente habían encontrado lo que buscaban.
Alertados el segundo equipo, el equipo A retrocedió yéndose a alistarse a la minivan que no estaba muy lejos de aquel lugar.
- ¿Cree que esta sea la entrada?
- Supongo … además, si esta no es la casa de un vagabundo, entonces ¿Qué otra cosa sería? - dijo otro de los hombres.
- No importa … hemos pasado horas buscando y esto es lo que hemos podido encontrar … es ahora o nunca. - dijo Thomas.
Uno de ellos alumbró la puerta y vio que era como se lo comentaron, al parecer estaba trancada por dentro, pues la puerta tenía su cerradura rota.
Entre dos personas tomando impulso, corrieron y empujaron con todas sus fuerzas logrando derribar la puerta.
Todo el lugar se empolvó; sin embargo, al mover la puerta de en medio pudieron ciertamente ver un saco del tamaño de una persona al costado de aquel pequeño lugar.
- ¿Dónde está el tipo? ¿Por qué dejaría esto aquí? - preguntó uno de ellos.
Aquella pregunta fue respondida al momento de quitar la puerta fuera. Sí, el primer equipo no se equivocaba al decir que vieron al alguien, pero no era lo que esperaban.
Sentado en el suelo, había otra persona quien posiblemente trajo aquel saco, pero estaba muerta. Lo interesante del asunto era que en sus rodillas había un papel escrito.
Un mensaje que decía solo dos palabras: 'Nos mudamos'.
Pronto se escuchó un pitido como si se tratase de una alarma. A los segundos Thomas se percató de algo, dentro del bolsillo del pantalón de aquel cadáver encontrado había una luz roja que se traslucía sobre la tela.
Sí, los temores de Thomas se volvieron realidad.
Terminado de cambiarse el equipo de Walter, rápidamente estaban a punto de ponerse en marcha hasta que fueron sorprendidos por un estruendoso ruido.
- ¡No puede ser! ¡Todos al suelo! - exclamó el viejo mayordomo.
Eric se alarmó.
Una gran explosión había ocurrido en aquel lugar de encuentro esparciendo una capa de arena y polvo junto con una ráfaga de viento trayendo piedras como si fueran proyectiles alrededor de todo su diámetro.
- ¡Equipo A, ¿están ahí?! ¡Equipo A, respondan! - exclamaba Walter por el intercomunicador, pero nadie respondía.