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Chapter 66 - La Ley del Más Fuerte

Entre los gritos de terrible impresión, así como las dudas y preguntas sin responder por lo que había pasado. Se podía ver entre el incendio generado por la explosión a varios hombres tratando de ingresar y rescatar a aquellos que habían sido atrapados en el atentado.

El humo y el polvo cubrían la zona nublando la vista de un joven quien se encontraba al mando de uno de los vehículos. La escena era desesperante y lentamente todo pasaba por los ojos de aquel varón.

Inmediatamente, aquel joven que reaccionó se bajó del miniván con el objetivo de ayudar a su gente; sin embargo, fue abruptamente retenido por dos hombres.

- ¡Suéltenme! - exclamó Eric.

- ¡Retrocede! - ordenaban los dos hombres que lo retenían.

- ¡Maldición! ¡Quítense de … !

Antes de poder terminar su oración, el joven recibió un gran puñetazo en el estómago que lo dejó fuera de escena.

- ¡¿?!

El joven no entendía que había sucedido. ¿Un ataque enemigo? No, no era eso.

Antes de quedarse desmayado pudo ver la silueta de un viejo hombre quien había sido su atacante hablando al resto.

- ¡Bonifacio! ¡Alberto! ¡Revisen la zona! … ¡La prioridad del resto será el rescate del equipo B! - exclamó Walter.

Eric quedó inconsciente. Resultado de la operación: Rotundo Fracaso.

 

 Era de mañana y como era usual los estudiantes de primer año de la ARET iban rumbo a sus clases en los diferentes pabellones. Sin embargo, aquel día era algo diferente, pues todos los estudiantes de las diversas facultades podían notar a ciertas personas dirigiéndose al pabellón R.

Todos los de nuevo ingreso portaban uniformes al igual que los estudiantes de años superiores que pertenecían a la especialidad R.

- Oye, míralos … ¿creen que aún estamos en el colegio?

- Que vergüenza … que bueno que solo a ellos se les obliga ¿Por qué será?

- Seguramente es publicidad … cuando hacen visitas internacionales, los estudiantes están obligados a usar siempre ese uniforme.

- Me parece genial … parecen como caballeros y princesas de un cuento de hadas.

 La mayoría de los comentarios eran malintencionados con sarcasmos y burlas expresadas en murmullos y eso que solo había pasado una semana desde el inicio de clases.

- A palabras necias, oídos sordos. - fue el lema que se escuchó murmurar a uno de los nuevos uniformados.

- Si lo vas a decir, dilo alto para que todos te escuchen. - comentó Liam quien parecía avergonzado de llevar tal uniforme.

- No … ahí no más … con que ustedes lo sepan, basta. - respondió Renato.

- Vamos, no les parece genial estos atuendos … es como si fuéramos algún tipo de orden secreta o algo así. - dijo Daniel quien era el único contento de vestir aquel uniforme.

 Mientras caminaban, los murmureos no se detenían contra ellos y parecían que durarían hasta que sonara la campana; sin embargo, sonidos de asombros que provenían de los mismos burladores desconcertó a los jóvenes que iban pasando.

- ¿? … ¿Qué pasa ahora? - dijo uno de los estudiantes mientras miraba hacia atrás suyo.

Los comentarios desagradables cesaron al ver entrar la presencia de una joven muchacha de largo cabello negro; la hermosa apariencia de aquella fría expresión y galante caminata había encantado a todos los demás alumnos, sobre todo a los varones. Era como si aquel uniforme blanco con bordados dorados acompañado de las insignias de la ARET resaltara más su apariencia otorgándole aires de dignidad y elegancia; aquella joven mujer era ya conocida como la inalcanzable de los de primer año gracias a su belleza.

No obstante, no era la única. Cerca de ella dieron aviso sobre otras bellezas que habían aparecido.

Una adolescente de cabello morado claro dejó encantados de forma casi igual que la joven de cabellos negros. Aquella era la hija menor de la familia real, María Teresa y a su lado estaban dos bellas señoritas, Ofelia y Anna quienes destacaban igualmente.

Por otro lado, el ingreso de los que pasaron a través de la preparatoria era notable por el cambio de uniformes habiendo dejado aquel oscuro uniforme por el radiante y nuevo traje.

 Por último, el ingreso de aquel par de herederos quienes parecían haberse hecho cercanos en el corto tiempo estando junto con otros estudiantes de las facultades de ciencia e ingeniería dejó a muchos impresionados, pues, a pesar de su estatus, ambos mostraban ser humildes y sencillos hasta el momento.

Hasta aquel entonces, nadie de los de nuevo ingreso había hecho fama de sus títulos o prestigio permitiendo el desarrollo de un ambiente armonioso, pero, como dice el dicho, lo bueno no dura mucho.

Con un golpe en el rostro cayó la tarde.

Cerca de los laboratorios de energía cerca de la facultad de mecánica, un joven estudiante estaba tirado con varios golpes en el rostro y con marcas de zapatos en su ropa.

Aquel alumno de unos 16 años parecía querer llorar.

- ¿P-Por qué me hacen esto? - tartamudeaba el muchacho.

Aquel lugar no era transitado usualmente a esa hora, pero un grupo de cinco estudiantes habían acorralado a este asustado muchacho.

Mientras vaciaban tirando las cosas que había en la maleta de la víctima, uno de ellos habló.

- ¡Mierda! ¿Es todo lo que tienes?

Al ver que el aterrorizado joven no respondía, le lanzó una patada en el estómago dejándolo sin aire y babeando en el suelo.

- Ya déjalo … hoy no tuvimos suerte. - dijo otro alumno que vestía un polo ligero y ropa casual al igual que el resto.

- ¡Carajo! ¡Me cago en la leche! … ¿Por qué mierda no traen nada bueno?

Entre aquel grupo había una mujer quien desinteresadamente observaba la escena disfrutando de un caramelo. Su apariencia era prácticamente igual a la de los otros: delincuentes.

Acercándose a aquel lastimado joven, aquel violento varón sacó un cigarrillo que lo prendió inexplicablemente haciendo un chasquido con sus dedos que formaron una instantánea chispa.

Inhalando y botando todo el humo en el rostro de la víctima, aquel joven habló.

- Oye, si alguien pregunta diles que te caíste de las escaleras o alguna mierda como esa … si nos enteramos que dijiste algo, iremos por ti, ¿entiendes?

- S-Sí …

- … Muéstrame tu mano.

Apagando la colilla de cigarro en la palma del joven produciendo dolor y una quemadura en el inocente joven, todos se retiraron.

- Tomen … y no se demoren … - dijo uno del grupo quien entregaba como especies de uniformes blancos a los demás antes de irse.

- Sí, sí … gracias. - respondió el más violento de todos como si se estuviera burlando amigablemente.

Al colocarse las ropas y salir de aquel lugar, se podía observar que era el uniforme especial para los estudiantes de la clase R.

- ¿Qué habrá de cenar hoy? - dijo uno de los chicos.

- Ni idea, viejo … espero que sea hamburguesa o pizza … ya estoy harto de puras menestras de mierda. 

Una insignia acompañaba tanto en el hombro como al lado del pecho en aquellos uniformes; era la forma de una medalla de bordado dorado y fondo negro que contenía una sola estrella de color dorado.

Era ya de noche y un gran comedor medianamente lleno que recibía a todo tipo de personal daba la cena; aunque cada apartamento tenía una cocina y la nevera era abastecida semanalmente, cualquiera podía hacer uso de este servicio mientras hubiera asientos libres o stock suficiente.

- Wow … ¡Hoy es día de pollo al horno! - exclamó Renato alegre mientras estaba sentado en una de las mesas junto con Liam y Daniel.

- …

- ¿? ¿Qué pasa gente? ¿Por qué no están alegres o querían seguir comiendo menestras?

El silencio de Daniel y Liam pudo notarse al ver como ellos, vestidos con aquel llamativo uniforme, eran aislados por el resto de estudiantes; sin embargo, extrañamente aquellos que pertenecían a años superiores de la misma especialidad que ellos congeniaban bien con el resto.

- … Bueno … Deberíamos ser nosotros quienes hablaran con ellos al estudiar lo mismo, pero siento que nos evitan al igual que el resto. - comentó Renato al ver a su alrededor.

- … No, te equivocas en dos cosas, la primera es que los uniformados de año superior no están rodeados de personas comunes … ¿no ves como son? … - respondió Liam.

- ¿No son iguales que los otros? ¿Qué quieres decir … ?

- Los que están al lado de ellos son … hijos de empresarios, directivos y más creo … - dijo Liam.

- ¿Cómo sabes eso?

- He tratado con gente así antes … recuerdo algunas caras …

- Parece que siempre es lo mismo, los que tienen dinero y poder siempre se juntan entre ellos, ¿eh? - comentó Daniel.

- Exacto … no creo que pierdan la oportunidad de hacerse 'amigos' de la siguiente generación de Reformados.

- 

- Pero, ¿Qué tiene que ver con que se comporten así con ellos y a nosotros nos ignoran? - preguntó Renato.

- Esa es tu segunda equivocación … ¿no has escuchado los rumores? - dijo Liam.

- ¿Qué?

- Parece que hay algunos de nuestra clase que están … desobedeciendo las reglas. - comentó Daniel.

- Hoy a la fecha se encuentran seis estudiantes internados en la enfermería … la causa es desconocida, ya que ninguno de ellos han querido confesar, pero parece que ya todos saben quién es. No obstante, lo peor es que los profesores, instructores o autoridades académicas se han mostrado desinteresados de este asunto … solo ha sido clasificado como 'accidentes'. - explicó Liam.

- … Ya veo … - respondió Renato sin tomar mucho interés.

- Oye, ¿no te interesa saber la razón? - preguntó Daniel.

- La verdad, no … Supongo que serán algunos tipos peleándose; el mejor ganó y el perdedor ya saben dónde está … Cosas así sucedían usualmente donde estaba antes … es la ley del más fuerte. - respondió Renato mientras comía tranquilamente.

Antes de siquiera hablar, Daniel y Liam suspiraron rindiéndose en la conversación y solo siguieron comiendo.

 

Era la mañana siguiente y una joven se encontraba hablando frente a un monitor dentro de las instalaciones del palacio real.

- Queda totalmente restringido la salida de Lois Valdelomar, Victoria D. Hans y su gente. - fueron las palabras dichas por la princesa Lisbeth desde su despacho.

- Entendemos … hasta la recuperación de ellos, nos mantendremos al margen. - contestó Lorenz a través de la videollamada vista desde la laptop de Lisbeth.

La videollamada terminó.

- Así que … ¿estaremos enjaulados como perros por algún tiempo? - preguntó Lirio sarcásticamente al entrar a la sala donde estaba Lorenz.

- Hahh … no somos ningunos perros; esto es por seguridad … hasta ahora no sabemos si fueron ellos o no …

- ¿Ah, sí? …

- Dejando ese tema a un lado, ¿la princesa de verdad se encargará del resto? - comentó Alexander quien ingresaba.

- … Temporalmente … Hace cinco días me dijo que, por el momento, no realizará ninguna búsqueda hasta que haya descubierto qué hacia una persona muerta con una bomba en ese lugar … … aunque como es que vieron que caminaba antes hacia aquel lugar …

- Parece que lo que vio Victoria no era totalmente una mentira, ¿no es así? - comentó Alexander.

- … Entonces, ¿Recién me crees, pequeño? - dijo Lirio provocativamente.

El joven apartó la mirada algo frustrado.

- Y bien, ¿Cuál es el plan? - preguntó Alexander.

Por unos segundos, todos hicieron silencio.

- Los médicos sorprendidos mencionaron que las quemaduras a consecuencia de la explosión no eran tan graves como pensaron … solo hubo dos fallecidos; sin embargo, contando con Thomas, los demás recibieron quemaduras de primer o segundo grado.

- … ¿En serio? ¿El más grave solo fue de segundo grado?

- Sí, ya que estaban uniformados, de alguna forma pudieron reducir el impacto … supuestamente, si todo va bien, saldrán de alta en dos meses.

- No podemos esperar dos meses … - comentó Lirio.

- Lo sé … 

Los pasos de alguien ingresaron a la sala silenciosamente sin que nadie se percatara.

- Di lo que piensas, Lorenz. - dijo Eric.

Aunque nadie lo vio entrar, tampoco se sorprendieron que estuviera aquí.

El joven tomó aire y exhaló.

- Un mes … esperaremos un mes. Si no hay respuestas del equipo de la princesa Lisbeth, nosotros mismos actuaremos.

- ¿Por qué esperar un mes y no ahora? - preguntó Lirio.

- No sabemos si ellos volverán a atacarnos y no podemos perder a más gente. Dentro de este mes esperaremos a ver que sucede; debemos estar todos unidos. - respondió Lorenz.

Todos asintieron con aquella idea.

 

Dentro de la residencia Beltrán, una de las ventanas dejaba ver a dos hombres que hablaban en una habitación a solas.

- Lo siento, Aren, pero parece que tu pedido demorará en el mejor de los casos un par de meses en llegar. - dijo Roger.

- ¿Qué?

- Es que ahora mismo, el lugar que dijiste, Loarre, es uno de los puntos de ruta para ir a Luesia y, no sé si sabrás, ahora ese lugar no está pasando un buen momento desde que desapareció tanto el jefe del DIS así como la alcaldesa.

- …

- Además, mencionaste que hay un castillo en Loarre, ¿verdad? … Parece que históricamente es cierto, pero no ha habido autoridades que vayan a confirmarlo actualmente … supuestamente se creía que no había más que campos y bosques …

- … Entiendo.

Retirándose del despacho del conde, el joven se retiró a su habitación.

«Dos meses … ¿Qué hago? … Tampoco he ido a hablar otra vez con Russel, supongo que está bastante ocupado, aunque tampoco no le he dicho sobre esto … Si le decía seguramente no me hubiera dejado ir, pero creo que es mejor que vaya solo … »

Echado en su cama, el joven no dejaba de ver el techo.

«Pero, ¿Cómo llegaría? … No tengo trabajo, ni ingresos … lo único que tengo es este smartphone y nombre nuevo … Gutiérrez Arias Elrod D. Aren … así que ahora me llamo así, ¿eh?»

- ¿Por qué lo piensas tanto? ¿Qué deseas hacer? - dijo una voz familiar.

- ¡¿?! … ¿Tú otra vez?

- ¿Así agradeces a quien te salvó? - dijo una voz femenina dentro de la mente de Aren.

- … Lo siento.

- Perdonado … ahora, cambiando de tema, ¿Qué harás?

- …

- ¿? … ¿no quieres hablar?

- … Nombre.

- ¿Qué?

- Aún no me has dicho tu nombre … no sé cómo referirme a ti.

- Oh … ya veo … Bueno, puedes llamarme Athenas .- respondió aquella voz.

Fuera de la habitación, se encontraba una persona quien parecía escuchar en silencio todo lo hablado dentro.