Pasó el día y siendo una reluciente mañana, dentro de un cuarto perteneciente a un gran bloque de apartamentos de unos doce pisos de altura, se despertaba un joven muchacho.
Levantándose de su cama, parecía que el joven empezaba su rutina. Salió de su habitación, se fue al baño pasando por la sala, se bañó, salió y se regresó a la su habitación. Después de cambiarse y alistar sus cosas, salió con una mochila que la dejó en el sofá de la sala y se fue luego hacia la cocina.
Abriendo el refrigerador, el joven de cabello blanco sacó algunos ingredientes y comenzó a cocinar algo rápido. El sonido de la cocina junto con el delicioso aroma hizo que despertaran dos personas más.
Saliendo de dos habitaciones contiguas dos varones somnolientos se miraron a sus alrededores hasta que se vieron entre ellos.
- ¡Liam, Renato! ¡Apresúrense! - exclamó Daniel desde la cocina.
Aun viéndose ambos jóvenes sus rostros, una fatal expresión de decepción se reflejaba en sus caras.
- Ah, es verdad … compartimos el mismo apartamento. - dijo Liam.
- Ay … hoy empiezan las clases … - dijo Renato mientras desviaba la mirada.
Caminando ambos hacia la sala, tuvieron una breve charla.
- Oye ... cuando te conocí, pensé que eras otro tipo de persona … pero ahora pienso que eres un idiota. - comentó Liam.
- Ah, ¿sí? … pues tú tampoco eres un pan de Dios, ¿eh? - respondió Renato.
Al llegar a la sala, ambos pensaron lo mismo.
«¡¿Por qué me tuvieron que poner con estos tipos?! … Bueno, al menos los conozco … unos inútiles, pero al menos es bueno saberlo.»
Terminado de desayunar, faltaba cerca de media hora antes de que empezara su primera clase en la mañana.
- Oigan … ¿será que hoy veamos a nuestros mayores? - preguntó Daniel.
- Supongo … aunque ellos ya deben estar en este edificio con nosotros, ¿no es así? - dijo Renato.
- … Sí, por lo que vimos ayer, este edificio está estructurado para dividirnos según nuestro nivel académico. Aunque estas instalaciones sean para los hombres, supongo que será lo mismo para el edificio de mujeres. - comentó Liam.
- Sí, pienso igual, pero acerca de las divisiones … ¿no son un poco discriminantes? - comentó Daniel.
- No, del lugar que vengo, esto es de lo más normal. A mayor rango, mayores son los beneficios. - dijo Renato.
- … Según las palabras del instructor, el edificio se divide en tres áreas … los cinco primeros pisos inferiores tienen una capacidad para 45 estudiantes que serán para los que estén cursando el primer año de estudio donde compartiremos tres personas un mismo apartamento, los cuatro pisos intermedios son para los que cursan el segundo año de estudio contando con 32 alumnos que compartirán dos por apartamento; finalmente, los últimos tres pisos superiores son ocupados por los alumnos del tercer y ultimo año en la academia … estos pisos cuentan con apartamentos para una sola persona con una capacidad de 21 alumnos. - explicó Liam mientras terminaba de desayunar.
- ¿Así que este sistema también se les aplica al edifico de mujeres? - preguntó Daniel.
- Sí, eso creo.
Al ver la hora, todos notaron que aquella pequeña charla les había tomado 10 minutos; por tanto, se apresuraron en alistarse los dos que faltaban y corrieron rápidamente a otro edificio que donde se veían a muchos estudiantes ingresar.
En lo alto había letras que decía: Pabellón R – Estudios Especializados de Reformados.
- Wow … hay bastante gente … ¡¿?! - al comentar, Daniel se percató de aquellos alumnos uniformados de ayer. Al verse él mismo, notó que no tenía uniformes como el resto.
- No te preocupes … cuando pasamos por los otros pabellones, nadie estaba vistiendo esos uniformes … parece ser que solo para este lugar lo utilizan … aún así, hoy es nuestro primer día y mira … los que ingresaron con nosotros tampoco tienen uno. - afirmó Liam viendo al resto de estudiantes.
Mientras caminaban, se podía escuchar murmuraciones de todo tipo sobre los nuevos ingresantes. Los uniformes eran de color blanco con bordes dorados y emblemas puestos en tanto al costado del pecho como en uno de los hombros.
El sonido del timbre sonó alrededor del pabellón indicando el inicio de clases. Todos se apresuraron en ingresar.
- ¡Vamos, rápido, antes que la roca venga!
- ¡Ah, maldición! ¡¿Todavía sigue trabajando aquí?!
- ¡¿Cuándo planea jubilarse?!
Estos y más comentarios se escuchaban dejando confundidos a los nuevos alumnos.
A los segundos, se escuchó un paso. Una sombra se vio que cubría a un par de admitidos quienes no entendían lo que pasaba.
- Pero ¿Qué tenemos aquí? Un par de mocosos que se creen superiores al resto como para no estar ya dentro de sus aulas. - dijo un hombre alto, corpulento y velludo quien hablaba altaneramente.
Los dos jóvenes comenzaron a temblar.
- Ahora, bien ¿Qué debería hacer con ustedes? … ¿? … Pero qué es lo que veo, parece que ustedes no son los únicos. - habló aquel hombre al ver a los demás nuevos estudiantes quienes se quedaron pasmados de ver a tal persona.
Todos los 41 ingresantes no podían apartar la vista.
- Ya veo, ustedes deben ser los de nuevo ingreso … ¡Qué bien! Deberé explicarle algunas cosas hoy. - dijo aquel hombre mientras soltaba una extraña risa.
El pensamiento de todos, al ver tal musculatura y sonrisa intimidante, fue el mismo.
«¡¿Esa cosa es humana?!»
- ¡Primero! ¡No se crean mejores que los demás estudiantes! No importa las grandes cosas que aprendan desde hoy; siempre respeten a los demás y sean humildes.
Todos seguían viendo y escuchando.
- ¡Segundo! ¡Respeten las normas de la academia! Puede haber entre ustedes algunos que se crean lo suficientemente astuto para hacer locuras dentro de la ARET, crean que yo seré el primero en saber lo que ocultan y las consecuencias serán severas, pueden preguntarles a sus compañeros mayores a lo que me refiero.
Tanto aquel joven de aspecto sombrío quien había tenido un breve encuentro con Liam y el resto, al igual que el otro joven de personalidad retorcida quien había pasado desapercibido hasta el momento escuchaban en silencio.
- ¡Tercero! ¡Nunca lleguen tarde a clase! Aquellos que se crean saber más que sus propios profesores, pasaran por una 'prueba' hecha por mi mismo. Aunque algunos tengan más talento o conocimiento que otros, no se diferencian mucho de las demás personas. Mayor fuerza, velocidad, resistencia o alguna habilidad especial frente a un grupo policial entrenado o contra un grupo de personas determinadas a pelear acabaría en la derrota de ustedes. ¡No se crean lo mejor!
- ¡Y Cuarto! ¡Está terminantemente prohibido el uso de sus habilidades fuera de las áreas permitidas! Al que se halle quebrantando esta regla, será inmediatamente expulsado y pasado a observación permanente por el gobierno.
Dicha las reglas, aquel hombre exclamó.
- ¡¿Entendieron todos?!
- Señor. Sí, señor. - respondieron todos.
- ¡No los escucho!
- ¡Señor. Sí, señor!
Desde las aulas, se podía ver como los otros estudiantes se reían con cierta nostalgia al ver tal escena.
Ingresando todos a sus aulas con expresiones cansadas. Liam, Renato y Daniel se encontraron con Ofelia quien extrañamente hasta el momento no había sido vista por aquel grupo.
- ¡¿Ofelia?! … ¿Dónde estabas? No te vimos el día de ayer. - comentó Daniel con sorpresa.
- Oh, pero siempre estuve presente. - respondió la joven con una sonrisa.
- ¿En serio? …
Sentándose Liam en uno de los asientos, miró de reojo a la rubia muchacha.
«¿Presente? No … Nunca noté su presencia al igual que esos otros dos … Pareciera como si algo hubiera hecho que nos olvidáramos de ellos … creo que todos sentimos lo mismo a excepción de …» pensaba Liam refiriéndose a los dos tipos peligrosos con quienes se había topado antes.
Observando a los jóvenes uniformados quienes eran hostiles con ellos, Liam pudo entender que gran parte de su hostilidad era dirigida hacia aquellos dos jóvenes de aspecto sombríos sentados en la parte de atrás. Era como si siempre tenían sus miradas puestas en ellos dos.
«Parece que su enojo es más contra ellos dos … No los culpo … »
Repentinamente, ingresó una mujer de hermosa y madura apariencia quien aparentaba tener cerca de unos 36 años. Vestida con una bata blanca, ella traía una Tablet.
La impresión que daba era de una empoderada y elegante mujer con vasta experiencia y confianza.
- Buenos días y bienvenidos sean todos. Parece ser que ya pasaron por el saludo del supervisor e instructor en jefe Alejandro Briceño; bueno, no les arruinaré la sorpresa de ir conociéndolo. - dijo la mujer.
Los estudiantes quedaron en silencio.
- Bien, primero empecemos con las presentaciones. Yo soy Amanda Durand egresada de la ARET, investigadora activa de la evolución humana y Reformada oficial desde hace cinco años. Desde hoy en adelante, seré su profesora y tutora encargada de los alumnos de primer año. Como podrán observar tenemos 57 alumnos en total, de los cuales 41 son de nuevo ingreso y el resto son repitentes.
Aquella noticia dejó algo sorprendidos a todos, pues nadie había considerado a aquel grupo. Las murmuraciones y comentarios no se hicieron esperar.
- ¡Vamos, hagan silencio! … Empezaremos con los de atrás y seguiremos hacia adelante. Por favor, preséntate, Richard. - dijo la profesora al alumno de atrás quien parecía ya conocerlo.
Un joven de unos 17 años quien parecía tener un aspecto relajado y burlesco, se levantó.
En la mansión de la duquesa de Zaragoza, Sofía estaba ingresando a un auto dentro de su garaje.
- Mi lady, ¿está segura que debamos ir?
- Sí, el conde Beltrán ya aceptó mi mensaje. - respondió la mujer de cabello rojizo.
- E-Entendido … Estaremos llegando al anochecer, ¿le parece bien?
- No importa.
Siendo así, el auto donde estaba la duquesa acompañada de algunos guardias partió hacia Madrid acompañado de dos autos más.
Richard, Valente, Alexandro, Gregory, Junior, Christian, Nila, Dagiana, Fabiola, Manuel y otros 6 alumnos más se presentaron siendo el grupo de estudiantes repitentes del año pasado. Pronto comenzaron a presentarse cada estudiante que provenían de la PARET.
- Mi nombre es Leandro Martínez, tengo 17 años y fui el delegado durante la preparatoria. Espero trabajar bien con ustedes. - se presentó aquel joven de mirada seria quien parecía ser el líder de los estudiantes uniformados.
- Al fin lo lograste, ¿eh? - comentó altaneramente uno de los jóvenes repitentes quien parecía conocerlo.
Algunos de ellos se rieron; sin embargo, la profesora los calló.
- Mi nombre es Alexia Brown, 15 años, un gusto. - dijo la joven muchacha de pelo largo y ojos indiferentes.
- Yo soy Carlo Beraún, tengo 16 años y mi hobby es pelear. Espero que nos volvamos cercanos. - habló aquel joven de mirada obstinada y fresca similar a la de Richard.
Pasado los minutos, los siguientes que se presentaron de similar forma fueron Bairon, Remus, André, Jorge, Ariana, Yvonne, Loana y los otros 8 estudiantes alumnos uniformados.
Las presentaciones de aquellos que venían de la preparatoria eran rápidas y con poca información. Ahora le tocaba por último presentarse a los estudiantes aprobados en el examen extraordinario.
El primero en presentarse fue el que menos esperaban todos.
- Soy Louis Leroy. Mi edad … tal vez 18 … que me disgusta … nada en particular … que me gusta … divertirme … - fue la presentación de aquel joven sombrío que casi mata a dos jóvenes durante el examen; sin embargo, parecía que su condición parecía más saludable y su apariencia más notable.
La presentación dejó a todos con cierto temor por aquel tipo y el segundo no iba muy por detrás del anterior.
- Soy Luján … Hinostroza … Tengo 17 años y vengo de Aragón. Un gusto. - dijo aquel varón quien había atacado a Ofelia durante el examen, pero esta vez estaba con una cara totalmente seria.
Pasando por los otros estudiantes, tanto Ofelia, hermana menor de la duquesa de Minerva; Anna, hija de la baronía Eleonor fueron recibidas con cierto buen interés por el resto, pero mayor fue por los dos herederos de dos grandes corporaciones, Wilmer Elmeric y Amélie Bernard. Sin embargo, nadie se comparo con la presencia de la infanta de España, María Teresa Von Éber. Sin embargo, todos se hicieron una pregunta. ¿Cuándo la segunda hija de la familia real participó en este examen?
- Cabe mencionar que por temas de seguridad de identidad, la princesa participó en las mismas condiciones que los demás, solo que estuvo disfrazada profesionalmente para que nadie reconociera su identidad. - comentó la profesora.
Luego, se presentó una hermosa joven de belleza comparable al de la María Teresa, hasta se podría decir que era mayor al de ella. Su melodiosa voz y gentil mirada cautivó a todos; sin embargo, para Daniel solo le rememoraba una molesta anécdota. Sí, era la misma mujer de cabello negro quien había atacado al joven albino; su nombre era Elizabeth Richter.
Al final se presentaron Liam, Daniel y Renato a quienes sinceramente nadie le interesaba saber de ellos a diferencia de los parientes y herederos de alto estatus o al menos era así para la gran mayoría.
Terminado las presentaciones, la profesora habló.
- Bien, ahora … el curso que les enseñaré será Introducción a la historia del Ser Humano del XXI. Luego tendrán otros dos cursos más que los dictarán otros profesores por hoy, seguro luego harán algunos talleres introductorios como el de ayer. Les sugiero que toda tensión y rencor originado en la prueba de ingreso sea dejado en el olvido y traten de empezar con pie derecho en esta fase de su vida. No les conviene pelearse entre todos. Ah, por último, les recomiendo que vengan mañana temprano, ya que les explicaré algo muy importante … es sobre la organización de los estudiantes hasta su egreso. Bien, ahora empecemos, las diapositivas y libros referenciales los encontraran en …
Aquel día pasó con ciertas tensiones, pero no hubo nada más relevante por contar.
Nuevamente en clases, nadie llegó tarde, pues no querían encontrarse con aquel instructor que parecía un oso.
Al estar todos sentados aún sin que la profesora estuviera presente, el proyector mostraba una foto o, mejor dicho, una especie de organigrama. Todos veían y traban de entender lo que significaba aquella imagen a excepción de los estudiantes repitentes.
- Bien, seguro casi todos tienen curiosidad de qué es esto que se muestra en la pizarra … pues empecemos con la clasificación de los estudiantes dentro de la ARET. - dijo la profesora al entrar repentinamente con bastantes ánimos.