Pasó un minuto, sí, un minuto entero donde Emily no soltó a Aren quienes estaban abrazados frente a todos; la situación se volvía incómoda incluso para Glen quien era ajeno a toda la situación.
- Eh … me disculpo haberte preocupado … y sobre lo que dijiste de ser ese hermano jurado, quisiera saber si lo haremos ahora o después … ya que tengo que hacer algunas cosas … - dijo Aren quien trataba de cambiar la conversación.
No obstante, aquel comentario preocupó demasiado al hijo del conde Valladares.
Saltando los brazos de Aren, Emily se secó las lágrimas y, al abrir sus ojos, vio que la camisa del joven estaba empapada.
- Los siento, me exalté demasiado … tu camisa está mojada, te compraré otra.
- Ah, sí … no te preocupes por eso … por otro lado, sobre lo que te dije …
- Sí, hoy mismo iremos a hacer el registro, iré a prepararme. - dijo Emily con una voz algo llorosa, pero reconfortada.
Una fuerte voz interrumpió.
- ¡¿Qué significa esto, Emily?! ¡¿Es en serio lo que dice este hombre?! - exclamó Eduardo.
La joven mujer quien estaba cerca de la puerta se detuvo y volteó a contestar.
- Ah, sí … creo que no los he presentado aún. Él se Arias Elrod D. Aren, el es mi … 'compañero'.
Dudó un poco la joven a como referirse a quien la había salvado.
- Bueno, él es Eduardo Luis Valladares Rodríguez, un amigo de la infancia e hijo del conde Erick Valladares. - hablaba Emily cada vez más alegre y serena lo que contrastaba con aquel aspecto sombrío y deprimente de antes.
Un momento de silencio se mantuvo al verse ambos varones.
- Hola … soy Aren. - dijo el joven monótonamente.
- ¿Qué tal? … soy Eduardo. - dijo el otro varón igualmente.
Nuevamente se quedaron callados.
«Asu que incómodo … esto pareciera como un triángulo amoroso … solo que … … creo que mejor me voy …» pensaba Glen mientras era testigo de todo.
- Bueno … ya me voy. - dijo Aren ganándole la carrera a Glen.
- No, soy yo el que se retira; me disculpo haber venido sin avisar, srta. Beltrán … por favor, piénsalo, Emily. Te estaré esperando. - comentaba Eduardo mientras recogía su saco y se retiraba del lugar pasando cerca de Emily.
La joven solo se quedó en silencio con la mirada cabizbaja.
- Sí, sí … ya vete. - dijo Melissa malhumorada.
Siguiendo a aquel varón, las dos sirvientas se despidieron y se retiraron con él como si todos hubieran venido juntos.
- Oye, Aren ¿podemos hablar un momento? - dijo Glen inesperadamente serio.
Aren asintió y se retiraron sin antes que el joven de cabellos largos dejara un mensaje a Emily.
- Tenemos que hablar luego, hay algo que necesito saber.
La joven mujer rubia entendió y asintió. A los segundos de haberse ido aquel par, una voz se escuchó.
- Mientras que ellos hablan, nosotras también tenemos una conversación pendiente. - dijo Melissa.
Frente al Palacio Real de Madrid se encontraba cierta cantidad de vehículos sofisticados que parecían adornar la entrada y sus alrededores de la magnificas instalaciones donde residía la familia real.
Dentro del lugar se podía observar la extensa y amplia plaza de armas e, ingresando por una de las grandes puertas, se encontraban reunidos algunas personas de alto estatus socio-político.
Entre ellos se podía escuchar algunos rumores; eran sobre ciertas 'visitas' los cuales eran recibidos por la mismísima primera princesa y futura reina de la nación española.
En una de las habitaciones del palacio cercano al patio central, se encontraba reunidos un grupo variado de 8 personas quienes se mantenían en esperas.
- ¿En serio fue bueno darle la información antes de que hablemos personalmente con ella? - preguntó Thomas.
- Sí, ¿acaso crees que dejarían a su majestad rodeada de personas que a las justas conoce por no decir que nunca nos ha visto? - contestó Lirio.
- Por temas de seguridad, sus vasallos revisarán el contenido de la copia del USB y la demás evidencia; si creen que es pertinente se lo harán saber a la princesa Lisbeth. Pero lo que me preocupa ahora no es tanto eso. - explicó Lorenz.
- ¿De qué hablas? - preguntó Hayato.
- … He escuchado cuando llegamos que la princesa se ha visto envuelta en un accidente y, aunque no lo quieran hacer público, parece tener secuelas de lo ocurrido.
- ¿Accidente? ¿Acaso está internada o algo así? - preguntó Lois.
- No … ella está aquí …
Nadie comprendía bien lo último dicho.
- Suficiente, no hablemos más del tema. - dijo Victoria.
Todos pensaron que la advertencia era por las posibles cámaras de seguridad escondidas o algo por el estilo; sin embargo, no era en sí por solo eso.
Inmediatamente las puertas fueron abiertas dejando ingresar a un grupo de hombres de traje, uno de ellos con apariencia un poco más joven que el resto habló.
- Sígannos, por favor. La princesa las verá personalmente. - dijo Bruno.
- ¿Las verá? …
- Solo dejará ingresar a la representante del grupo Valdelomar y a la alcaldesa de Luesia.
- ¿Qué?
- ¿Acaso ellas no los representan a ustedes? Es más que suficiente que ellas hablen con la princesa.
Todos quedaron desconcertados, pues ¿Por qué habían permitido que todos vayan al palacio en primer lugar?
- Lamentablemente, requerimos que vengan con nosotras al menos dos personas más. - comentó Victoria.
- … ¿Quiénes?
La joven mujer hizo una señal refiriéndose a Lirio y Alexander.
- … Está bien, serán ustedes cuatro; al resto le pedimos que se queden esperando en esta sala. - dijo Bruno.
Nadie más objetó.
Siendo los cuatro llevados fuera del lugar, pasando por los pasadizos del palacio y siendo vistos por algunos de los miembros como era aquel grupo escoltado por los hombres de traje, llegaron frente a la puerta de una sala.
Al ser tocada la puerta y dando la señal de ingreso, las puertas fueron abiertas.
Ingresando todos pudieron observar a un grupo de hombres de traje a los lados de las paredes como si se tratase de una pasarela real y frente a ellos una gran mesa de escritorio donde reposaban uno de los brazos de una hermosa joven quien sentada se podía observar que tenía puesto un cabestrillo en el otro brazo.
A sus lados estaban dos varones; uno de edad avanzada y otro que era un joven rubio de apariencia astuta y con ojeras en su rostro.
- Bienvenidos sean todos, disculpen por los problemas que le hayan causado los guardias. Por otro lado, no hay necesidad de presentaciones formales … ya sé quiénes son ustedes … - fue lo primero que se escuchó decir a la mujer de cabellos morados.
Todos quedaron algo cautivados por la elegante apariencia de aquella joven.
- Eso sería todo, Bruno. Gracias por tus esfuerzos, pueden retirarse ya.
- Entendido. - dijo Bruno despidiéndose de todos cerrando las puertas y saliendo de la sala.
- Díganle que descanse, recién ha salido hoy del hospital. - murmuró Lisbeth a aquel anciano que estaba a su lado izquierdo.
- Entendido, su alteza, pero recuerde no esforzarse usted también, ya que al igual que Bruno recién ha salido de la clínica. - murmuró el viejo hombre.
Una leve sonrisa en señal de asentir al consejo de aquel hombre se vio en el rostro de la joven.
- Disculpen mi descortesía, como han de saber, he sido contactada por un 'amigo' mío acerca de tener una audiencia con ustedes debido al caso de las desapariciones en Luesia.
- Sí, su alteza. Como podrá haber revisado en los informes entregados; actualmente puede que haya un gran problema a punto de explotar en el país. - comentó Victoria.
- Según lo que he revisado, se menciona que hay una organización criminal que está secuestrando y asesinando personas con el objetivo de crear muertos caminantes que los venderán como mano de obra a gran escala a distintas compañías manufactureras e industriales, ¿no es así?
Al escuchar tal resumen, ciertamente no era muy creíble la hipótesis que sustentaba aquel grupo.
- Hace más de dos meses escuché sobre este caso y me propuse ir yo misma hace unas semanas a petición de algunos conocidos que estaban preocupados por el asunto. Entre ellos estaba su familia, srta. D. Hans.
Esto consternó un poco a Victoria.
- Su majestad, como podrá haber revisado; esta hipótesis que tenemos no está infundada, aquel mapa y libro que encontramos describen varios lugares y fechas, además de la cantidades de victimas … seguramente ha podido ver el nombre 'Le Front' … - explicó Lois.
Cierto interés se vio en la mirada de Lisbeth al escuchar tal nombre.
- Creemos que ese es el nombre de la organización criminal, además en estos recientes días hubo un ataque injustificado en el apartamento donde residía la alcaldesa Victoria … creemos que fueron ellos.
- ¿Un ataque por parte de ellos? … ¿Tienen alguna evidencia? - preguntó Lisbeth incrédula.
- … No, su alteza … pero es lo más seguro; por otra parte, apoyándonos en su interés de haber ido a Luesia para conocer lo que estaba sucediendo, hemos podido encontrar un orfanato abandonado a las afueras de la ciudad donde había cuerpos de las víctimas nombradas en el libro que le entregamos.
- … Sí, he recibido un reporte sobre eso y no es algo que se pueda pasar por alto … ciertamente es una contundente evidencia, pero, esta organización Le Front, de ser verdadera, se menciona que están operando aquí en la capital … ¿no creen que es algo descabellado el que no supiera las autoridades sobre esto? Además, en Madrid no ha habido tales casos como los sucedidos en Luesia. - afirmaba Lisbeth.
- … Puede que estén operando activamente en Luesia por el momento, pero, si los dejamos así nomás, puede que se escuchen de más casos en los territorios de alrededor. - habló Victoria quien ahora parecía determinada a ganar el debate.
Lisbeth sonrió.
- No niego el hecho de que algo extraño está pasando en el país, o al menos en Luesia; sin embargo, necesitaremos mayor evidencia de alguien que pertenezca a dicha organización para que las autoridades actúen oficialmente.
Todos sintieron esperanza y preocupación a la vez.
- Tengo entendido en los archivos del USB que entregaron un especie de organigrama o, mejor dicho, de títulos de puestos y algunos supuestos lugares de operación de esta organización. Pero, antes de hablar sobre eso, ¿acaso las autoridades de Luesia no habían atrapado a una pareja quienes los inculparon de ser los criminales detrás de los secuestros? … ¿Cómo era que se llamaban? Ah, sí … Alicia Enid y Arias Elrod D. Aren - dijo Lisbeth mientras una hoja escrita sobre la mesa mostraba la foto de ambos jóvenes.
Esta confesión hizo que todos se preocuparan aún más.
- Por alguna razón, parece que haber ciertas anomalías en los registros de estos dos … por un lado, la joven llamada Alicia tiene un historial donde parece faltar varios datos … por otra parte, el registro del hombre llamado Aren parecer ser falsificado … Pero lo que me preocupa más es que parece que la señorita Lois es alguien cercana con la exconvicta Alicia. Por otro lado, estoy informada que el jefe del DIS, Vicent Veramente, ha desaparecido, ¿no es así?
Más que una potencial oportunidad de resolver el caso, parecía que ambas jóvenes estaban en un tribunal.
Las dos jóvenes parecían estar en grandes aprietos y sin poder decir algo que las ayudara, pues los otros dos jóvenes que estaban a su lado tampoco no estaban del todo limpios en su historial.
- Espere un momento, si lo que desea es verificar que estamos relacionados con los culpables de lo que sucede en Luesia, solo perderá su tiempo. - dijo Alexander.
Nadie se esperó que este hablara, pero uno de los que estaban al lado de la princesa habló.
- ¿De verdad? Todo parece que ustedes fueran cómplices … - dijo Marcus con su sonrisa característica.
Lanzando un par de fotografías como si fueran cartas hacia donde estaba la princesa, los guardias reaccionaron como un potencial ataque.
- ¡Esperen! - exclamó el viejo hombre al lado de la princesa.
En la mesa, se pudieron ver las dos fotografías de las autopsias que se hicieron a las dos mujeres que habían sido encontradas asesinadas aquel día que Aren fue atrapado y culpado como el criminal.
- ¿Qué esto? - preguntó Marcus.
- Como podrán ver, aquellas mujeres fueron consideradas como victimas de los secuestros, pero durante la autopsia encontraron algo extraño: ambas tenían el mismo tatuaje en sus pechos.
En aquellas fotos se podía observar una especie de combinación de dos letras que eran la L y F como si fueran una especie de símbolo.
- ¿Dices que ellas pertenecen al grupo criminal por llevar esos tatuajes? - preguntó Lisbeth.
Fue entonces que Victoria se acordó de algo muy importante.
- Ciertamente … los últimos reportes de la autopsia mostraron que aquellas mujeres no estaban registradas en el sistema de identificación de los ciudadanos de España. Además, se hicieron algunos análisis de otros cuerpos hallados previamente y descubrimos que algunos de los cadáveres tenían residuos orgánicos que pertenecían a estas dos mujeres.
La evidencia era contundente, pues ¿Cómo era posible que algunos cadáveres encontrados en diferentes fechas previas compartieran muestras orgánicas de esas dos mujeres fallecidas?
- ¿Tienen aún esos registros? - preguntó el hombre de edad.
- Sí, podemos enviárselos hoy mismo. - contestó Victoria.
Lisbeth, Marcus y el anciano hombre comenzaron a verse como si estuvieran pensando en una respuesta final.
- Bien, por la muestra de suficientes pruebas como para considerar su hipótesis de una potencial organización criminal que está ultrajando cadáveres con fines totalmente antiéticos e inmorales, yo, Lisbeth Antonia Von Éber, la princesa de Asturias y futura reina de España, apruebo la solicitud de realizar una búsqueda del paradero de esta organización por lo cual se les brindará soporte y un equipo de exploración altamente calificado para realizar estas acciones. En caso de encontrar evidencia objetiva y solida sobre alguna de las bases de operación de la organización conocida como Le Front, se otorgará una audiencia inmediata y urgente con Su Majestad, el rey Teodoro Von Éber.
Esta declaración era justo lo que deseaban, pero no creían lograr; con el apoyo de la familia real, no sería difícil llevar a cabo la búsqueda de las bases de Le Front. Sin embargo, esta celebración por parte de Victoria y Lois quedó silenciada por una petición.
- Esperaré el informe de las autopsias de esas mujeres, pero, por otra parte, quisiera que me digan lo que saben sobre este joven llamado Aren. - dijo Lisbeth con un rostro serio.
- ¿Qué? - se preguntaron en Victoria y Lois simultáneamente.
« Aren … es ese tipo … » pensaba Alexander recordando aquella vez que lo conoció; era como si un cierto temor se sentía en todo su ser al recordar a esa persona.
« ¿Aren? Parece que todos aquí lo conocen, pero ¿Quién es?» pensó Lirio quien se mantuvo callada todo el tiempo.
Al lado de la princesa, Marcus sonreía.
Dentro de una habitación de la mansión Beltrán, se encontraban dos jóvenes sentados frente a frente.
- Bien, escúpelo todo, Aren. - dijo Glen con un rostro serio.
- ¿Sobre qué? - preguntó Aren haciéndose el ignorante.
- Ah, ¿Te crees hábil?
- …
Háblame por qué fuiste a ese lugar endemoniado … la mujer que parecía un ángel salió de tu sombra, ¿no es así? … Desde el inicio me preguntaba si había algo extraño en ti, ahora te pregunto ¿Quién o qué eres?
- … Bien, te lo diré … solo si me dices igualmente cómo es que desarrollaste esa habilidad para crear una espada de la nada, Glen.
Los dos jóvenes parecían haber descubierto que ambos escondían cosas; por otro lado, en la terraza donde aún seguían Melissa y Emily, una taza se cayó al piso quebrándose.
- ¿Qué?
- … ¿Eso ha respondido tu pregunta? - contestó Emily fríamente.
- … Entonces tú … deberías estar muerta … - decía Melissa lentamente como si tratara de procesar la información dada por Emily.
- ¿Muerta? No … solo seguiría siendo un juguete para ellos.
- … Así que eso fue lo que pasó … entonces, Aren, él …
- Sí … él me salvó.