Recostado boca arriba sobre su cama, un joven parecía estar pensativo mirando el techo.
«¿Cuánto tiempo más tendré que quedarme en este lugar? … ¿Cuándo podré reunirme con Russel? ¿Por qué esa piedra estaba en donde desperté? … ¿Qué sucedió antes de que durmiera por tantos años? … Hahh … necesito encontrar un trabajo … estoy misio.»
Estos y más pensamientos eran los que llenaban de preocupación a la mente del varón de cabellos largos; sin embargo, parecía no haber considerado un problema más.
A su lado, una mujer, que al igual que él estaba boca arriba sobre la cama viendo hacia el techo, se mantenía en silencio.
- ¿De dónde eres? - preguntó Emily.
- De Loarre.
- Ahí no vive nadie.
- Estuve en un castillo.
- … ¿Por qué me salvaste y cómo lo hiciste?
- Fue una petición de aquel niño, Marcelo … yo no te salve …
- ¿Eres alguna clase de ser sobrenatural o algo por el estilo?
- No lo creo … nací en esta tierra a través de mis padres y moriré algún día.
- ¿Crees que esos hombres que me secuestraron sepan que estamos aquí?
- No … seguro siguen buscando por la región de Zaragoza.
Después de esta serie de preguntas a las que Aren no le importó no contestar, la joven hizo otra pregunta más.
- ¿Te molesta que esté aquí?
Esta pregunta era más personal para ella, pues, por alguna razón, aquella mujer se sentía segura de estar al lado de aquel joven, tal y como lo había estado haciendo durante toda aquella semana en la que no salió por ninguna vez al exterior.
Aren la miró de reojo.
- No.
- Ya veo. - dijo Emily con una leve sonrisa ante la sincera respuesta del joven.
- ¿Qué fue lo que te sucedió? - fue la primera pregunta que le había hecho Aren a Emily y, a la vez, la de mayor intimidad.
- … No … deseo hablar de eso. - comentó Emily quien parecía empezar a temblar.
- Entiendo.
- ¿Planeas irte pronto?
- Sí, a lo mucho, me quedaré una semana más si es que lo permiten.
- ¿A dónde planeas ir?
- A ver a un amigo. - respondió Aren.
La sonrisa de la joven se desvaneció; sin embargo, un comentario hizo que esa aparente tristeza se tornara en un cierto interés.
- Me recuerdas a una persona que conozco … de cierta manera, tienen reacciones similares.
- … ¿De quién hablas?
- En Loarre, hubo una niña que conocí … pasado unos años, ella creció y viajamos a Luesia … después de eso, nos separamos.
- ¿Una niña? ¿Cómo se llamaba?
- Alicia … Alicia Enid. - respondió Aren con una leve sonrisa que expresaba nostalgia.
Emily sintió curiosidad por aquella mujer, pero otro sentimiento también apareció: celos.
- ¿Qué edad tiene?
- Unos … veinte años creo.
- Ya veo.
Al finalizar su pequeña y trivial conversación, Emily dio un suspiro como si se preparase para abordar un nuevo tema.
- Hay algo que quisiera proponerte … no … más que una proposición, es una petición la que te hago. - dijo la joven mujer.
Esta declaración despertó el interés del joven.
- Como te lo había contado, soy la heredera de un prominente marquesado … la familia Gutiérrez … ahora mismo estamos en la casa del hermano menor de mi padre, el conde Roger Beltrán. No obstante, he estado pensando la manera de regresar a mi hogar … según lo que conversé con mi tío, la familia real ha puesto a un gobernante provisional mientras están buscando mi paradero …
- Ya veo … la tienes difícil …
- Sí, pero lo peor es que si llegara de alguna forma a retomar mi posición y herencia que por derecho me pertenecen, aún tendría que cumplir algunos requisitos para poder adquirir el marquesado.
- ¿Requisitos?
- Sí … según el testamento de mi padre y conforme a las leyes de sucesión, debo cumplir con varias clausulas … pero hay una que es prioritaria.
- … ¿Cuál es? - preguntó Aren.
- Debo encontrar un marido para que juntos gobernemos.
Esta declaración solo trajo un pensamiento en el joven.
«Ay no … no me gusta a dónde va todo esto …»
- Por un corto tiempo, antes de mi secuestro, estuve buscando potenciales candidatos, pero ninguno fue el adecuado … pero ahora, después de conocerte …
«No no no … me voy a quedar enredado en otro problema.»
- He llegado a la conclusión de pedirte …
«Es un hecho, mañana mismo me voy de aquí.»
- Quisiera que seas mi hermano jurado.
«¿Qué? …»
Esta ultima declaración desencajó los pensamientos de Aren.
- ¿Hermano … jurado? … ¿Qué eso? - preguntó el joven con total desconcierto.
En ese momento, la joven mujer se volteó hacia el lado donde esta Aren para mirarlo fijamente.
- Una de las clausulas mencionaba que si no conseguía un esposo, entonces tenía la opción de tener un hermano jurado. Esto significa que puedo elegir a una persona quien se una a la familia Gutiérrez en juramento y pueda apoyarme … no quiero que lo malinterpretes, aún no deseo casarme, pero necesito heredar el título de marquesa para poder tener control sobre ciertas responsabilidades.
- Oh … ya veo … - respondió Aren espontáneamente al entender las razones.
- Pero actualmente no tengo a gente en la que pueda confiar para el puesto que te he dicho … necesito a alguien quien no me sea un obstáculo; por eso mismo, tú, que no parece importarle estas cosas y que me has brindado tu ayuda, eres al único que puedo pedirle esto. ¿Qué piensas?
El joven quedó en silencio por unos segundos. Emily, al ver que tal petición no era nada simple, no lo presionó más.
- Esta semana que planeas quedarte será el tiempo que te dé para que lo pienses y me des una respuesta … - comentó Emily determinadamente mientras se levantaba de la cama; sin embargo, realmente detrás de esa valentía se escondía una gran desesperación.
La joven se retiró de la habitación.
- Esto … es muy cansado … - murmuró Aren antes de tratar de volver a dormir.
Mientras tanto, Emily quien caminaba de regreso a su habitación parecía estar algo pensativa.
- Recuerde señorita, tal varón que se una a la familia Gutiérrez deberá sobrescribir su nombre portando el apellido del marquesado. - comentaba aquel viejo mayordomo quien había estado leyendo las clausulas a la joven heredera.
- Su nombre completo era … Arias Elrod Di Aren, ¿no es así? … pero su nombre es Aren … pareciere que de donde viene primero va el apellido … entonces … si él aceptara, su nombre sería ahora … Gutiérrez Arias Elrod D. Aren …
Una leve sonrisa se dibujaba en el rostro de la joven mujer quien murmuraba.
- Creo que suena un poco largo … que tal … Gutiérrez Arias ED. Aren … creo que suena mejor …
De esta forma, aquella mujer se retiraba con esperanza en su corazón. Por otro lado, una joven mujer de cabello castaño claro vio pasar a Emily.
«Así que era cierto, ¿eh?» pensó Melissa.
Habiendo llegado el lunes, día de la primera prueba escrita, los postulantes estaban divididos en salones de diferentes facultades rindiendo la prueba.
Se podía ver la gran concentración de muchos de ellos; sin embargo, había otros que parecían no muy cómodos con la situación.
«¿Qué? … ¿Qué es todo esto? … ¿Acaso está en chino? No entiendo nada … ni siquiera he estudiado para esto … ¿Comprobar el teorema de existencia y unidad utilizando derivadas? … ¿Qué es eso? ¿Se come?» pensaba Renato a quien parecía salirle humo de la cabeza mientras que hacía extrañas muecas.
Por otro lado, en promedio los demás parecían darlo todo; sin embargo, terminado el examen y publicados los resultados, se vio el filtro de el primer examen escrito. De los 9,356 postulantes, solo se presentaron la mitad en el segundo examen escrito.
- ¡¿Qué fue …?! ¡¿Acaso les fue peor que yo?! - murmuraba Renato algo exaltado al percibir tal cantidad.
Siendo el momento de dar el segundo examen, lo mismo que la vez pasada le estaba sucediendo a Renato.
«¿Cuál es la idea principal del teorema de relatividad según Einstein? ¿Qué diferencias había entre el socialismo teórico que planteaba Marx con el pragmatismo de Stalin? … ¡¿Qué esto?! … Sé quién es Stalin, pero ¿Marx? … »
Nuevamente el humo salía de la cabeza de Renato.
Habiendo terminado el segundo examen escrito, para el siguiente día, la cantidad de postulantes era de 2,879 personas. Sin embargo, en la mañana de aquel día se pudo ver los rostros desvelados de muchos jóvenes quienes parecían haber estudiado toda la noche. No obstante, algunos de ellos estaban tan frescos como una lechuga.
Nuevamente sentado en aquel pupitre que ya parecía ser una silla de tortura, frente a él, se puso las hojas del último examen escrito como si se tratase de un registro de crímenes quien nadie deseaba leer.
«Hahh … aquí vamos otra vez … Física y química … nunca fui bueno en esto … ¡pero ya qué, vamos a intentarlo!»
Este último examen, había dejado exhaustos a todo estudiante, tanto a los desvelados como los que estaban tranquilos, pero no era por el esfuerzo dado durante la prueba, sino por el hecho de hacerlos darse cuenta de que no sabían nada.
«Alta violada me metió ese examen … ni en el ejército fueron así de duros … » pensó Renato.
Sin embargo, antes de que todos pasasen a retirarse, había una actividad restante aquel día: la entrevista.
Pero para esto, inesperadamente a nadie se le restringió la salido, en ningún examen se les restringía el retiro a los postulantes quienes consideraban ya no seguir luchando.
Dentro de las instalaciones de alguna facultad, se reunieron a aquellos quienes se les podrían llamar sobrevivientes, pues habían mostrado su valía hasta ese entonces.
La cantidad se había reducido a tan solo 1,358 postulantes y en aquel lugar había 453 instructores quienes dirigirían la entrevista. Ciertamente el número era más que suficiente para atender a todos.
Se dividieron en cinco grupos para la entrevista, el primero dio comienzo. Ciertamente se había mencionado que la duración sería de unos 10 minutos a lo mucho, pero esto variaba con respecto de unos a otros.
Renato quien pertenecía al quinto grupo esperó cerca de media hora hasta que al fin el último grupo ingresó.
Al ingresar al interior, pudo notarse unas pantallas colgadas en los techos que daban las indicaciones de los códigos de los postulantes y a dónde deberían dirigirse, igualmente había personal de orientación adicional.
Dentro de una especie de oficina pequeña estaba un hombre de mediana edad quien a su lado se mostraba otro más pero más joven y con mirada arrogante.
De repente, un joven ingreso a la oficina.
- Bien, usted debe ser Liam Von Jarden, ¿no es así? Su código de postulante es 4537.
- Sí. - respondió Liam.
- Bien, yo soy el instructor Gregorio Lizárraga y el que está a mi lado es el instructor Víctor Beraún. Esto no demorará mucho, según lo que registra su expediente es que tiene 15 años, nacido en Inglaterra, usted es el hijo mayor de la distinguida familia Von Jarden quien sirve a la corona real … parece tener buenos antecedentes, además de que ha obtenido puntajes sobresalientes en los dos primeros exámenes escritos … aunque supongo que no es que le importe mucho, ¿no es así?
Esto último pareció ser un comentario provocativo.
- ¿Qué quiere decir? - preguntó el joven.
- Ya sabes … estás aquí por el examen especial, ¿no es así? - comentó agresivamente el otro instructor.
- Sí … tienen razón. - respondió Liam con una sonrisa amenazante.
- Bien … entonces comencemos. - comentó el instructor Gregorio.
- ¿? … ¿acaso no era esto solo una entrevista? - preguntó Liam algo desconcertado.
- Sí, para la mayoría … pero ustedes que se consideran especiales y fueron referidos por antiguos egresados deben pasar por esto, así que no lloriquees. - respondió Víctor.
- Ya veo.
- En los registro especifican que usted fue recomendado por el señor Russel Corvino, ¿no es así?
- Cierto.
- ¿Cómo se conocieron? - preguntó Gregorio.
- No puedo dar detalles sobre eso. - respondió Liam de inmediato.
El instructor Beraún dio un gran suspiro.
- Es por eso que no me gusta atender a lo mocosos … pasemos de una vez a la prueba. - habló Víctor.
- ¿Prueba?
- Sí … antes de que pueda realizar la segunda parte del examen de ingreso … debe mostrarnos una prueba de que usted porta con las cualidades necesarias para ser considerado un potencial Reformado. - explicó Gregorio.
El joven muchacho se quedó en silencio por un momento.
- Está bien. - respondió determinadamente.
- Siendo así el caso, ¿puede de alguna forma mostrar alguna señal que compruebe sus habilidades?
Liam sonrió.
Pasaron unos segundos y nada había ocurrido. Sin embargo, los instructores se mantuvieron en silencio por respeto. Lamentablemente la paciencia del instructor más joven parecía llegar a sus límites.
- ¡Oye, ¿A qué horas harás algo?! ¡No tenemos todo el día!
- H-Has silencio, Víctor.
Liam siguió sonriendo sin prestarle atención.
- ¡¿Acaso eres sordo?! - exclamó nuevamente, pero el muchacho era inmutable.
La paciencia se terminó y, habiendo pasado ya cerca de un minuto, aquel instructor de manera prepotente trató de sacar a Liam de la oficina, pero éste se negó.
- ¡¿Te atreves a llevarme la contra?! ¡¿Acaso no sabes quién nada aquí?! … Ya he tenido que pasar con media decena de tipos que se creen la gran cosa por haber sido referidos por egresados, pero ninguno valía la pena … - comentó con superficial serenidad aquel instructor, pero de inmediato trató agarrar forzadamente las ropas de Liam para tomarlo y botarlo del lugar.
De repente algo extraño sucedió, un fuerte golpe en el rostro fue recibido por aquel prepotente instructor el cual le hizo caer en el suelo.
Al recobrar los sentidos, Víctor miró quién había sido, pero la sorpresa y la obviedad eran evidentes. Aquel hombre de mediana edad le había dado un puñetazo al instructor Beraún antes de que éste pudiera hacerle algo al muchacho.
- ¿P-Por qué?
La respuesta que recibió fue confusa.
- N-No he sido … yo …
- Creo que esto es prueba suficiente, ¿no es así? - comentó Liam dejando de estar en silencio.
- S-Sí … es más que suficiente … - respondió el instructor Lizárraga quien parecía mover su cuerpo extrañamente.
A los segundos, como si hubiera sido liberado, aquel viejo instructor cayó sentado en la silla.
- ¡¿Q-Qué sucedió?! - exclamó Víctor.
Pero como si fuese ignorado, Gregorio preguntó a Liam si es que se podía quitar aquel parche que cubría su ojo izquierdo.
Sin argumentar en contra, el joven hizo tal como se lo pidieron.
La sorpresa fue evidente para ambos instructores, al ver aquel ojo descubierto del muchacho, pudieron reconocer patrones extraños y, a la vez, como el ambiente parecía tensarse.
El ojo izquierdo de Liam tenía un grabado a lo que hoy en día se conocería como la estrella de David. Un hexagrama dibujado en su pupila dorada junto con otros símbolos desconocidos que bordeaban tal estrella.
De inmediato, el joven volvió a taparse aquel extraño ojo y se retiró sin ser detenido, no antes sin haber preguntado.
- ¿Soy apto de pasar a la segunda parte?
- S-Sí ... - respondió Gregorio.