Pasó aquel primer día de la segunda etapa del examen de ingreso, las noticias para el público exterior daban información falsa en que el concepto de esta prueba era solo para realizar exámenes de aptitud física, solo algunos ejercicios que pondrían a prueba sus rendimientos y habilidades especiales.
Aunque ciertamente la humanidad había podido evolucionar como tanto se había hablado, no era algo muy sorprendente. Las habilidades que estos individuos desarrollaban eran capacidades que la ciencia tradicional y moderna no podía aún explicar, pero no se les consideraba como una fuerza militar a temer; no por el momento.
- ¿Es cierto que sobrevivieron? - preguntó Lois quien estaba junto a Alicia y sus guardaespaldas en un sala viendo las noticias.
- Sí … Eric, el mismo nos llamó avisándonos de que han venido todos ellos a la capital. - respondió Hayato.
- ¿Todos ellos?
- Sí … incluido dos personas más … el sospechoso encapuchado y una mujer quien parece ser parte del grupo que planearon el atentado. - respondió Thomas.
La joven Valdelomar quedó pensativa.
- ¿Es conveniente que nos encontremos con ellos? - preguntó Lois.
- No … pueden que estén siendo perseguidos; por eso mismo, Eric no ha venido a nuestro local. - afirmó Hayato.
- ¿Qué hay de Hanzo?
- Por lo que sabemos, no ha habido ataques a su grupo … pero ya le hemos avisado.
Aquel suceso había estremecido a Lois y Alicia lo sabía, pero, tratando de tomar valentía quiso idear un plan de contraataque.
- Lois … creo que deberían retirarse … sabes que nos es bueno pelear contra enemigos que ni siquiera conoces. - habló Alicia temerosamente.
Los dos guardaespaldas quedaron algo impresionados de tal consejo que parecía más bien una advertencia.
- La joven Alicia tiene razón … no tenemos información genuina de donde estarán sus bases, ni siquiera sabemos quienes son … estamos en desventaja, además, según el reporte de Eric, este tema no solo involucra a una pequeña ciudad como Luesia, esto está ramificado a todo el país. Esa organización llamada Le Front puede que ya estén investigando sobre nosotros. - habló Thomas.
- … Entonces … ¿Cuál es la idea? - cuestionó Lois algo frustrada.
- Debemos irnos de España … sería fatal que nos encuentren en la capital. - declaró Hayato.
Todos quedaron en silencio.
Saliendo muy de temprano de la mansión Beltrán, un joven se dirigía caminando a la estación de bus más cercana; al haber tomado uno de los buses, se sentó al lado de la ventana y veía el panorama mientras viajaba, mientras tanto el joven recordaba la breve conversación que había tenido ayer con la hija del conde.
Dentro de una habitación claramente adornado con el estilo juvenil, pero con elegancia estaban dos jóvenes dentro.
- Al parecer ya te has dado cuenta del estado de mi prima … pareciere como si tuviere serios traumas que han incrementado cuando llegaron esas dos sirvientas. - dijo Melissa.
- …
- Por ello, quisiera que me respondas algo con sinceridad … ¿Qué es lo que le sucedió a Emily?
Aren no respondió a la pregunta, pero, no era porque no su supiera, ya que, al momento de la sanación de Emily, al poner su mano sobre su frente, igual que con Alicia, él pudo ver algunos rastros de sus recuerdos; por todo ello, trataba de ser discreto.
- … Eso lo dirá ella misma cuando esté lista. - respondió el joven monótonamente.
- Sí … si solo fuese ella, dejaría que así pasara; pero tengo algunas dudas … mi padre la dejó que viniera aquí fácilmente, mas no sabemos que o quienes la secuestraron … y, peor aún … ¿Qué pasará cuando ellos se enteren de que está aquí?
La deducción de aquella mujer era algo formidable; ya había entendido de que la joven había sido secuestrada y analizó los posibles escenarios que sucederían como consecuencia de su llegada.
- ¿Qué planeas? - preguntó Aren.
- Quisiera llevarla a psicólogos para que puedan saber que sucedió, pero ella no quiere salir ni ver a nadie.
- ¿Qué tal si la llevan a un iglesia?
Melissa quedó algo estupefacta de escuchar eso.
- ¿Una … iglesia?
Pronto comenzó a revelar pequeñas risas. Aren se quedó en silencio.
- Wow … no esperaba escuchar algo así de un tipo como tú.
- …
- Se ve que no se puede juzgar por la apariencia … Cambiando de tema, ¿crees que será útil? ¿acaso no todos son unos hipócritas en esos lugares?
- … Ten cuidado … no juzgues por las apariencias. - comentó Aren seriamente.
- ¿Qué? ¿Eres un creyente o algo así?
Aren quedó en silencio.
- Dejando eso … hay algo que quiero preguntarte. - comentó Aren.
- ¿?
- ¿Qué significa ser el hermano jurado de una familia aristócrata?
Al escuchar esto, Melissa se consternó un poco, pero de inmediato guardó la calma.
- Oh, eso es …
«Así que no era mentira lo que escuché … ¿de verdad Emily quiere darle ese título? ¿Acaso no se habían conocido no hace mucho?»
- Si te lo digo, me responderás lo que te pregunté.
Aren quedó en silencio mencionando que no estaba dispuesto a hacerlo. A los pocos segundos, el joven se retiró de la habitación.
Dejando aquel recuerdo en el pasado, el varón siguió viendo por la ventana de aquel bus estando pensativo.
Viendo pronto su mano derecha, Aren suspiró.
«Ya no … tengo poder alguno … la última vez fue con Emily …»
Dirigiendo su mirada nuevamente hacia la ventana, el joven siguió pensando.
«Lo que vi en ese niño … Marcelo … los sentimientos de preocupación como si quisiera eliminar todo rastro de la existencia de esa … flor … … recuerdo la dirección, está en este lugar … pero vi otras cosas … parecían personas, pero … no lo eran …»
Sumergido aún en sus pensamientos, el bus siguió su camino. Sin embargo, detrás de él había un coche que lo había estado siguiendo.
Siendo cerca de las 9 am del segundo día de la prueba, se encontraban dormidos tres jóvenes dentro de una especie de pequeña cueva tapada con árboles, arbustos y demás vegetación.
Aquí estaban escondidos aquel grupo desde la noche anterior y frente a ellos estaban unos animales salvajes rodeando lo que había sido su fogata.
- Ya en serio … ¿Por qué esos animales están aquí? - preguntó Renato.
- No lo sé … ¿No que esta era una zona de camping? Además … si no se permiten los asesinatos, entonces por qué están esos tigres aquí … ¿Dónde están los instructores? - comentaba Daniel deprimido.
- … ¿Cuánto más estaremos aquí? - cuestionó Liam.
Mientras que esperaban a que por algún milagro aquellas bestias perdieran el interés y se fueran, una pertinente conversación se dio.
- Ahora que estamos así … me he preguntado … todos nosotros ocultamos el hecho de tener habilidades especiales, aun en el accidente del tren. - dijo Daniel.
Tanto Liam como Renato quedaron en silencio.
- Bueno, en mi caso he desarrollado la habilidad de controlar y manipular el hierro. - comentó el joven.
- Oye … en serio dirás lo que debería ser un secreto … ¿Por qué no nos dices también tu código? - preguntó Renato sarcásticamente.
Daniel suspiró.
- Escuchen … ya hemos pasado por mucho antes, somos casi como hermanos … además, estamos nuevamente en otra situación similar a la de antes.
Después de unos segundos de haberlo pensado, Renato asintió.
- Sí … bueno … se podría decir … … viendo como estamos ya no sirve de nada ocultarlo, en mi caso puedo generar un arma llameante …
- ¿Qué eso? - preguntó Daniel.
- Cualquier cosa que pueda soportar la temperatura de ebullición del agua puedo prenderlo con fuego … ¿Cómo crees que se hizo la fogata?
- Es decir una espada de fuego.
- Sí … algo así. Ahora mismo tengo una varilla retirable de acero, pero requeriré unos cinco minutos para encenderlo.
- Entonces … con el fuego puede que espantemos a los tigres. - comentó Daniel.
Sin embargo, Renato quedó en silencio.
- Supongo que hacer eso incitará a las bestias a que nos ataquen antes, ¿no es así? - dijo Liam.
- Sí … pero si lo logramos, no solo podré espantarlo, aunque no pueda generar proyectiles de fuego o cosas así, las llamas que se impregnen al arma no requieren oxígeno, ni se apagan con el agua.
Los jóvenes quedaron algo sorprendidos.
- Lo que quiero decir es que no se apagaran hasta que consuman al objetivo. Pero el tiempo de carga es mínimo 5 minutos y dependerá del tamaño del material.
«Cinco minutos … no podré soportar tanto tiempo … debe haber alguna manera.» pensaba Liam.
- Pero … si las llamas que haces no se apagan, entonces la material encendido no se consumiría con el tiempo también. - preguntó Daniel.
- Es cierto, pero así como tengo la habilidad de encenderlo también tengo el de apagarlo.
Liam suspiró.
- Al menos todos tenemos habilidades útiles … aunque lo mantuvimos en secreto … supongo que Glen también es un usuario, ¿no es así?
Tanto Renato como Daniel quedaron al descubierto por haber tratado de mantener en secreto lo que había sucedido en el sótano de aquel hospital en Zaragoza.
De repente, aquellos animales comenzaron a rugir. Esto hizo que los jóvenes ocultos se desconcertaran.
«¡¿Nos encontraron?!»
Al quedar en total silencio, vieron como una bandada salió volando hacia el sur y, a la vez, como los tigres siguieron el mismo camino. Nadie entendía lo que sucedía.
De repente una joven de hermosa apariencia apareció donde estaba la fogata; aquella muchacha que parecía tener unos 16 años caminaba difícilmente y en su pierna derecha parecía tener una herida abierta causada por cuchilladas.
- Bien … es nuestro momento para escapar. - dijo Renato.
- Espera. - habló Daniel.
- ¿Ahora qué?
- No podemos dejarla así … está herida. ¿Acaso esta prueba no permitía asesinatos?
- Eso que importa … ni la conocemos. ¿Qué pasaría si vuelven esas bestias?
Al hablar entre ellos, fueron interrumpidos por Liam.
- Ustedes dos … hagan silencio.
Los dos jóvenes escucharon pronto el sonido de pisadas que provenían de donde había salido aquella joven.
- Vamos … ¿no vas a seguir huyendo? - dijo una voz de un joven quien parecía estar divirtiéndose.
La exhausta muchacha no respondía a las provocaciones de aquel varón que se acercaba.
- Parece que … ese tipo no está aquí para ver la ficha de esa mujer … ¿En serio hay instructores cerca? - dijo Renato.
- Eso no importa … no podemos dejar que ese tipo la asesine.
- … ¿Cuál es tu plan entonces, Daniel? - preguntó Liam algo desafiante.
- … Yo iré y me ocuparé de esto … trataré de distraerlo, solo les pido que se lleven a esa chica. - dijo el albino.
Como si la conciencia de ambos pareciese culparlos de no hacer nada, ambos asintieron.
- Gracias. - dijo Daniel cuando salió de su escondite.
Tanto la víctima como el victimario vieron aparecer a un joven de cabellos blancos y ojos rojos con una daga en mano saliendo de los arbustos.
- ¿Tú … quién eres? - preguntó con preocupación la muchacha.
- Solo estoy para ayudar.
La mujer quedó incrédula.
- Oh … parece que tenemos un héroe, aunque esta sea una prueba para ver quien es apto y quien no sirve. - respondió el victimario.
Sin perder tiempo, con una velocidad que no era humana, aquel arrogante muchacho corrió hacia Daniel tomando por sorpresa.
«¡¿Velocidad … esa es su habilidad?!»
Desenvainado su daga, Daniel trató de predecir donde lo atacaría y formular su contrataque. Pero todo rastro de ese joven desapareció de su vista.
- ¡Detrás de ti! - se escuchó exclamar al mujer.
Detrás de él apareció una silueta, pero lo sorprendente no era eso, sino que la daga que portaba el albino ya no estaba en su mano.
- ¿Qué bonito cuchillo? - dijo aquel varón quien había sometido a Daniel tomando su mano y colocando la hoja de la daga en el cuello haciendo que hubiera un corte donde derramaba un hilo de sangre.
- ¿P-Por qué haces esto? ¿Acaso no oíste que no se permite el asesinato? - dijo Daniel.
- Oh, claro que lo sé.
Solo una sonrisa acompañó a aquellas palabras mientras la daga se enterraba en el cuello de Daniel lentamente.
De repente, una voz se escuchó.
- Creo que ya ha sido suficiente … verte así me rompe el corazón, si es que aún tengo uno.
Aquel sometido joven observó una voz saliendo de donde se había escondido antes. Un joven de cabello y ojos verdes salió con un báculo de acero con gran tranquilidad.
- ¡Renato! ¡¿Qué estás haciendo?! - exclamó Daniel.
- No grites … tan solo estamos para ayudar, ¿no es así, Liam?
Aquel arrogante joven pudo notar que detrás de él estaba un joven quien estaba cuidando de la muchacha herida. Un varón con un parche había salido junto con el otro desde su escondite.
- Ustedes … parecen que son equipo, ¿eh?
- Algo así. - dijo Renato mientras caminaba.
De pronto aquella vara de acero comenzó a dar chispas hasta que de la nada se encendió en llamas de color azulejo.
Esto hizo que todos se sorprendieran de tal suceso.
- ¿Qué estás esperando, Daniel? Salte de ahí. - dijo Renato.
- De qué hablas … ¿no ves que estoy …?
Sí, Daniel notó que aquel quien lo sometía había abierto sus brazos liberándolo de esta forma.
Daniel ni el otro joven entendían lo que estaba pasando.
- ¡Rápido! No podré mantenerlo por mucho más. - exclamó Liam.
Daniel se liberó.
Sin perder tiempo, Renato corrió hacia el atacante, pero no lo golpeó con su vara, sino que le dio un gran puñetazo en el estomago y luego en el rostro. El inmóvil joven no pudo hacer más que recibir estos golpes los cuales hicieron que escupiera hacia el suelo y cayera sobre él.
Pronto, Rento buscó entre los bolsillos del joven caído hasta que sacó una ficha.
- 6401 … parece que este es tu código. - dijo Renato.
El soberbio muchacho comenzó a reír.
- ¡Vámonos! - exclamó Liam.
Los jóvenes no perdieron ningún segundo y se retiraron dejando a aquel extraño joven que tenía unos 17 años quien seguía riendo.
Dentro de un apartamento donde estaban reunidos aquellos quienes escaparon del atentado a la residencia de la alcaldesa de Luesia, conversaban sobre la formulación de un plan en la sala.
- Entonces … mañana mismo mandaré un comunicado al Tribunal Supremo, de ahí coordinaré una audiencia con la Casa Real anunciando lo que encontramos en Luesia, así como las evidencias escritas, mientras tanto, tú comunícate con Lois Valdelomar sobre lo que haremos y manténganse atentos de cualquier persona sospechosa … Sobre todo si es que vienen los amigos de esa chica … Esperemos que puedan atendernos pronto. - comentaba Victoria.
Todos los demás asintieron.
Alistándose todos, siendo primero Eric el que salió a hacer una llamada, pronto se escuchó el timbre del apartamento.
Todos reaccionaron a esto y procuraron ser diligentes en ver quién era. A través de la cámara al lado de la puerta, pudieron ver que era un hombre quien vestía un uniforme de guardia de seguridad de la instalación.
- Si, dígame, ¿Qué sucede? - contestó Lorenz a través del transmisor.
- Eh, disculpe. Tenemos el aviso de la administración de que habrá un imprevisto corte de luz en algunos apartamentos … hemos recibido quejas de los demás inquilinos, así que queremos entregarle este formato de firmas para presentarlo a la administración y vean cómo solucionar este problema.
- … Está bien … déjelo debajo de la puerta, pronto lo recogeré.
- Esta bien. - dejando aquella hoja en el piso el oficial se retiró.
Pasado un par de minutos, Lorenz abrió la puerta siendo cauteloso y recogió el sobre que pesaba un poco sin ningún problema.
- ¿Quién fue? - preguntó Victoria.
- Un guardia de seguridad … dice que ha habido cortes de luz imprevisto en algunos apartamentos.
- ¿Y esa hoja?
- Sí … dijo que era un formato que …
Al ver leído aquella hoja, Lorenz comprendió que no era un formato de firmas; el mensaje escrito decía.
No tuviste que abrir la puerta.
Dentro del sobre estaba un pequeño aparato que dio un pitido que dio señal a la liberación de un gas que se expandió en toda la sala.
- ¡¿Qué es eso?! - exclamó Victoria.
- ¡Nadie respire eso! - ordenó Alexander; sin embargo, ya era muy tarde.
Todos quedaron desmayados en aquella sala.
Pronto, dos personas ingresaron al lugar con máscaras antigás. Un varón fornido sin cabello y una mujer de cabello negro y liso.
- Llévenselos. - ordenó el varón y de inmediato un grupo de hombres ingresaron a la escena.