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Chapter 46 - Mañana Desolada

Solo se escuchaban el sonido de las aves junto a las brisas del viento que soplaba sobre los árboles; el terreno alejado de la capital parecía estar lleno de vida, aunque no se pudiera ver ningún alma.

Unos pasos interrumpieron la superficial calma, un joven de cabellos negros que se movían con el viento apareció en aquella escena. Caminando solo cerca de media hora, parecía que vagaba sin rumbo alguno, pero, en cierto momento, se detuvo.

- … Tú … ¿Qué haces aquí? - preguntó el joven.

Como si hubiera hablado a la nada, pasó casi medio minuto y nadie más parecía estar en el lugar.

El joven suspiró y siguió caminando.

Los minutos transcurrían, pero ahora en ciertos momentos se podía escuchar no solo las pisadas del joven, sino que algunos extraños sonidos se escuchaban seguir al varón.

El ruido parecía ser torpe, pues se escuchaba como gemidos a causa de tropiezos. Al haber pasado la hora, el joven nuevamente se detuvo.

- …

El hombre parado en medio de dos pequeñas colinas no pudo esta vez discernir de dónde venían aquello sonidos de antes; el camino era de una sola vía, pero parecía no haber nadie.

El joven suspiró otra vez.

De pronto, el sonido de unas piedrecillas cayendo de una de las colinas alertó al varón.

- …

Parecía ser una falsa alarma, pero a aquellas piedras le siguieron escombros que cayeron repentinamente. Todo hizo que se levantara polvo nublando la visión del hombre.

La pantalla de humo hizo que los sentidos del joven se entorpecieran por un momento, pero un extraño ruido hizo que reaccionara.

Tratando de someter a quien sea que se haya acercado como si fuera por instinto, el joven demostró ciertas habilidades de autodefensa; sin embargo, eso no era lo más sorprendente.

- ¿P-Podrías soltarme … por favor? - se escuchó la voz conocida de una joven mujer.

Aquella silueta, aunque escondida con ropas discretas, seguía revelando la identidad de la mujer. Era la hija del conde Beltrán, tío de Emily.

El joven suspiró por tercera vez.

Se podía ver como un pequeño nido de pájaros que recién habían nacido enfocaba desde las alturas de un árbol a una pareja quien parecía incómoda.

- Y bien … ¿Por qué me has estado siguiendo? - preguntó Aren.

- Ya sabes … solo pasaba por aquí.

- …

- Bueno … te lo diré, si es que tú me dices por qué has venido a este lugar también.

- … … No … solo regresa por donde viniste. - respondió el muchacho desinteresadamente.

- ¿Estas seguir de hablarme así? Siendo un mantenido y ahora yéndote sin avisar. Me imagino lo preocupada que debe estar Emily. - contestó Melissa desafiantemente.

«¿Planea chantajearme?»

- Entonces, ¿Qué dices? - preguntó la mujer con una sonrisa.

- … Solo estoy … visitando un lugar…

- ¿En serio? Y ¿Está relacionado tu visita con la situación actual de mi prima?

«Es astuta.»

- No, es algo personal … ¿Ahora es tu turno de responder?

- … Bueno, quería hablar hoy contigo en la mañana, después de que conversamos en la noche, aún tenía algunas preguntas, pero, con Emily alrededor, no tenía muchas oportunidades. Así que cuando te vi salir hoy temprano, pensé que era el momento oportuno. - explicó la joven.

- Ya veo, pero es conversación tendrá que ser en otro momento, adiós. - respondió Aren mientras volvía a su camino.

- Oh, no hay problema por eso; te acompañaré en tu pequeño viaje.

- … ¿? ¿Estás segura … de ir así?

- ¿A qué te refieres?

- Esa ropa … llamará la atención.

Como si Melissa estuviera algo confundida, habló.

- Pareciere que no fueras de este país, ¿acaso no sabes sobre las tendencias actuales?

- … Viví aislado por un tiempo.

La joven mujer suspiró.

- Desde la toma de poder de la dinastía Éber, los nobles y aristócratas han vuelto a vestir lo que solía ser en el apogeo de la época monárquica, aunque con algunos cambios. Actualmente es una moda de que las celebridades de España suelan utilizar los vestidos de los nobles.

«No lo sabía … debo ser más cuidadoso con lo que pregunto.» Pensó Aren al escuchar esto.

- … Y el lugar a donde nos dirigimos … ¿es peligroso? - preguntó Melissa repentinamente con cierto pesar.

- No lo sé … es la primera vez que voy a este lugar … Por otro lado, ¿no creo que hayas venido sola, no es así?

Melissa sonrió.

- Puede ser; a la verdad vine en un coche con un par de sirvientes de confianza. Sabes, actualmente la situación en la capital no es muy segura que digamos.

- … ¿?

Esta era otra información que ignoraba Aren.

- Así que ellos tampoco saben que has venido.

- Y espero que tú no les digas nada sobre esto. - respondió Melissa.

Habiendo caminado por más de cuarenta minutos, el cansancio y paciencia de la joven mujer parecía llegar a sus límites.

- ¡Ah! ¿Cuándo llegaremos? Ya estoy harta de estar caminando.

- Si quieres puedes regresar.

- Eso es lo que tú quisieras.

En aquel momento, una voz repentina apareció en la mente de Aren; una voz que había escuchado en sus pesadillas.

 

Será mejor que tengas cuidado por donde vas.

 

La repentina voz hizo que el joven quedará confuso, pero aún así no mostró signo de alteración.

- … Tú … ¿Quién eres?

De repente, se escuchó el sonido como de un disparó no muy lejos de ellos haciendo que una bandada de cuervos saliera conmocionada por los cielos.

La voz que parecía pertenecer a una niña volvió a ser escuchada en su mente.

 

Solo salgan de ahí y ocúltense lo más pronto posible.

 

- ¡¿Q-Qué fue ese sonido?! - preguntó Melissa quien parecía consternada por lo sucedido.

- Melissa, sígueme en silencio. - fue la orden de Aren.

- E-Entendido.

Aquel par fue corriendo discretamente tratando de no ser escuchados hacia una arboleda densa que podía ocultarlos por algún tiempo.

Viendo a través de donde se ocultaban, se pudo escuchar el sonido de un motor.

- ¿Qué es lo que está pasando?

- No lo sé … pero lo único que entiendo es que se están acercando.

- ¡¿Quiénes?!

De pronto un coche apareció con gran velocidad en aquel camino donde habían estado aquel par. Parecía que no notaron a quienes se ocultaban entre los árboles y arbustos.

 

Elige pronto, ¿Regresarás o continuarás por tu camino?

 

La voz de aquella niña volvió a hablar.

«Ya hay peligro en regresar … … seguiré hacia adelante … aunque ¿Qué hago con ella?» pensaba Aren al ver a Melissa.

 

Llévatela o tal vez quisieras abandonarla … ¿Qué decides?

 

«Entonces solo hay una opción, ¿eh?»

- ¿Ahora qué hacemos? ¿Nos vamos? - preguntó Melissa algo sudorosa.

- No, seguimos. De igual forma, habrá el riesgo de que nos encuentren cuando regresemos … pero, más importante … ¿tienes un camio de ropa?

Esta pregunta que parecía fuera de lugar, hizo que Melissa quedara anonadada.

Pasaron algunos minutos y un nuevo conjunto de ropas que la hacía parecer a una joven común y corriente podía ser vistos puestos en Melissa.

- Hahh … algo ya me decía que me preparara para esto.

«Realmente tenía otro cambio de ropa debajo de su vestido … que conveniente.»

- Y bien … ya hemos caminado por más de dos horas y solo arboles y pastos hemos visto … ¿Cuándo llegaremos? - preguntó la joven seriamente.

- No lo sé.

Antes de seguir su camino, el sonido de recientes murmuraciones cerca de ellos fue escuchado; esto hizo que se alertara Aren.

- ¡¿?! … Espera … detengámonos un momento. - dijo a Melissa quien se iba ya retirando.

- ¿Qué sucede ahora? Ya estoy lo bastante preocupada como para que algo más suceda.

La mujer pronto quedó sórdida al ver a unos metros de ella a la silueta de un grupo de personas quienes estaban parados en la llanura que se mostraba terminando el bosque.

- Será mejor que regreses … no querrás que sepan que una de los grandes duques invitados no está presente en la apertura … - habló una mujer de cabellos morados y de hermosa apariencia.

- Ha ha … en realidad eso no me interesa por el momento, además ya tengo a alguien reemplazándome. - respondió una mujer de edad similar a la otra joven mujer solo que su cabello era de un dorado pálido, pero su mirada era astuta y casi maliciosa; de extraña belleza.

- Ya veo … como no deseas decirme la razón de por qué estás aquí y no quieres retirarte tampoco … supongo que tendré que forzarte. - dijo la aquella mujer quien había visitado a la duquesa Sofía durante su cumpleaños y detrás de ella estaba su guardián.

- ¿En serio harás que Bruno pelee por ti? … Además no soy la única que se está saltando sus deberes. - dijo aquella rubia mujer con una sonrisa algo indiferente quien, al igual que su contraparte, tenía a su propio guardián quien era un hombre alto de cabello blanco y mirada confiada, pero diligente.

- No tengo ningún problema. Después de todo, estoy para la obedecer las ordenes de la Srta. Lisbeth. - respondió Bruno.

-Entonces, naturalmente, yo también daré la cara por mi lady. - respondió el otro guardaespalda.

La tensión parecía incrementarse entre ambos bandos.

- Fausto, no es necesario que pelees … Propongo una tregua, cada uno haga lo suyo sin estorbarse. ¿Qué te parece, Lisbeth? - dijo la mujer de mirada astuta.

- Alison, deja de aparentar integridad. Sabes que las dos hemos venido por lo mismo. - respondió Libeth con una sonrisa en su rostro.

La mujer llamada Alison comenzó a reír levemente.

- ¿P-Por qué ellas dos están en este lugar? - comenzó a hablar Melissa quien parecía totalmente pasmada de ver tal escena.

- ¿Las conoces?

- S-Sí … son gente … muy peligro- … digo, 'importantes' … c-creo que mejor regresamos … - tartamudeaba la joven.

- Creo que no podremos. - respondió Aren con gran naturalidad.

- ¿Por qué lo dices?

El sonido de un arma preparada para disparar se pudo escuchar detrás de la pareja. Un hombre clavo de edad se presentó detrás de ellos.

- Por favor, no se resistan y salgan por donde les diga.

Los rostros de Aren y Melissa quedaron algo preocupados.

Aquel grupo de cinco personas contando a las dos elegantes mujeres, sus guardaespaldas y un joven más que parecía ser parte del bando de la rubia mujer pudieron escuchar los pasos de varias personas saliendo detrás de ellos.

- … ¿Y ellos … quiénes son? - preguntó Alison algo sorprendida.

Bruno se los quedó mirando con desconfianza.

El par que fue atrapado comenzaron a acercarse a aquel otro grupo. Al acercarse lo suficiente, uno de los presentes recordó algo al ver a uno de ellos.

«Él … él es …» quedo aquellas palabras en la mente de Lisbeth al reconocer el rostro de aquel hombre de cabellos largos quien había visto no hace mucho.

- ¿Lady Lisbeth? ¿Sucede algo? - preguntó Bruno.

- N-No, nada …

«Sí … aunque no lo quiera admitir, yo también tuve esa reacción la primera vez que lo vi.» pensó Melissa al notar la expresión de Lisbeth.

- Bueno, bueno … han llegado en un momento algo tenso, mi nombre es Fausto River, ¿Quiénes son ustedes? - se presentó el guardián de Alison con gran confianza en su sonrisa.

Repentinamente, aquel otro joven que pertenecía al grupo de Alison se acercó a ella y le murmuró algunas cosas.

- Fausto … - comentó Alison.

- Hahh … así que ya no hay tiempo … Mnm … aconsejaría llevarlos con nosotros … Podríamos conocerlos mejor. - dijo el varón cerrando sus ojos con una expresión de molestia.

- Mantenerlos vigilados, ¿no es así? - aclaró Bruno aquellas palabras.

Fausto sonrió.

- ¿Tienes alguna inconformidad con esto, Lisbeth? - preguntó Alison.

- No … siendo así las cosas, es mejor ir todos juntos. Apurémonos, en el camino ya hablaremos- respondió Lisbeth.

Todos se pusieron en marcha, aun si era una obligación nadie objetó.

«Hahh … me he metido en la boca del lobo … ¡¿Por qué tuve que seguirlo?!» enojada, pensaba Melissa.

«… Nunca más me vuelvo a entrometer en asuntos ajenos … aun si fuera por ayudar a un niño.» pensaba, al mismo tiempo, Aren.

Habiendo caminado por más de veinte minutos, a lo lejos parecía ser visto una especie de pueblo, pero estaba deteriorado y no se escuchaba a ningún poblador. Sí, estaba deshabitada.

- Vaya, me sorprende que la señorita de la casa Beltrán y su acompañante estén por estos lugar, casi no la podría reconocer con su actual vestimenta. - comentó Alison.

- S-Sí … Igualmente me sorprende verlas, duquesa Minerva y, su majestad, princesa Lisbeth. - respondió Melissa dando a descubierto las identidades de aquel par de mujeres.

- Oh, solo llámanos por nuestro nombres … no es necesario las formalidades.

- Digo lo mismo, ha pasado varios años desde que nos vimos srta. Melissa. - agregó la princesa Lisbeth.

- Cambiando de tema, la razón por la que están aquí … - mencionaba Bruno.

- Ciertamente, no estamos de paseo; al igual que ustedes, buscamos algo … - respondió el joven de cabellos largos.

- ¡Aren! - exclamó Melissa por creer que estaba siendo maleducado.

- No hay necesidad de ocultarlo … sería irrespetuoso tratar de mentirles.

- Bueno, tomando su palabras, reformularé mi pregunta … ¿Exactamente hacia dónde se dirigen y qué es lo que buscan?

Las miradas desafiantes y serias de ambos jóvenes se miraron de reojo mientras caminaban; incluso los demás pudieron sentir aquella tensión.

- … A la verdad, buscamos una dirección … pero no sé cómo llegar ahí … si no les es molestia, podrían decirnos dónde queda. - comentó Aren mientras sacaba un pedazo de papel escrito.

- C-Claro … déjame verlo … - respondió Fausto quien quedó desconcertado por el cambio en la aptitud de Aren quien parecía ser humilde.

- Ya veo … parece que todos vamos al mismo lugar- comentó Bruno al leer el papel.

- Oh … ¿en serio? … y ¿no saben que es lo que buscan ahí? - preguntó Alison expresando una desconfianza escondida en su sonrisa y mirada al igual que su guardaespalda.

- Solo vinimos por un recado de un 'amigo' que falleció hace poco- respondió Aren indiferentemente.

- Oh … discúlpeme por mi desconsideración- respondió Alison, pero manteniendo aún sus intenciones.

Aquel grupo habían llegado a aquel abandonado pueblo; un cartel casi por caerse decía: Bienvenidos a Tres Cantos.

- Bien, ya hemos llegado … De verdad que es un pueblo bastante deteriorado y antiguo … todo está lleno de plantas silvestres. Vayamos hasta la plaza central y de ahí decidiremos qué hacer. - habló Fausto y todos hicieron esto.

Habiendo llegado a una pequeña plaza, todos se pudieron de acuerdo en como actuarían.

 - Bueno … nos dividiremos en tres grupos, cada uno tendrá alrededor de un par de horas para hacer sus asuntos, tengan cuidado de encontrar animales salvajes u otras cosas en su camino, no se acerquen a ellos. - explicaba Fausto - Srta. Melissa, para su seguridad serán acompañados por Ernesto y Luis, ¿entendido?

- Gracias por su consideración, tan pronto termines con lo nuestro, los estaremos esperando para regresar todos juntos. - agradecía Melissa asintiendo con su cabeza.

«Con que una correa, ¿eh?» pensó Aren.

- Eso sería lo mejor; los veremos más tardes entonces. Espero que puedan encontrar lo que estén buscando. - expresó Lisbeth mientras se despedía del resto.

- Agradezco su consideración. - volvió a agradecer Melissa.

- Nos vemos, entonces. 

Cada grupo se dispersó, cada uno en búsqueda de sus objetivos.