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Chapter 47 - Secuestro Arruinado

Los pasos eran lentos, pero no podían exigirle más a aquella herida joven que parecía estar desangrándose. Después del escape de aquel sombrío muchacho y de las bestias que antes aguardaban para atacar a cualquier presa, aquel grupo de jóvenes buscaban un lugar en donde refugiarse.

Hasta el momento, parecía como si las instrucciones dabas con anterioridad, antes de comenzar con esta prueba, no eran cierta. En ningún momento se pudo avistar a algún instructor. Además, la presencia de animales salvajes no era algo que se consideraría como un alivio.

- Hah hah … Esto no es bueno, debemos encontrar un lugar donde ocultarnos … -  comentó Liam quien parecía algo exhausto.

- Miren … ese lugar parece la entrada a una cueva … probemos ahí. -  dijo Renato quien cargaba a la joven herida.

- Bien … Daniel, estate atento si es que alguien nos sigue. 

- Entendido.

Pronto todo el grupo se dirigió a aquella supuesta cueva. Habiendo entrado, entendieron de que no era muy profunda, tal vez tenía solo dos metros de diámetro, pero era suficiente para albergarlos a todos.

Todos al poder reposar pudieron notar con mayor detalle la presencia de aquella joven muchacha a la que habían rescatado; unos largos cabellos rubios junto con una esbelta figura y una expresión refinada; por alguna razón, daba la apariencia de ser hija de una familia de alto estatus.

Sin embargo, lo que más les sorprendió, fue la acción que hizo aquella joven.

Colocando su mano derecha en donde estaba su herida, una especie de tenue luz blanca apareció lo que hizo que su herida se cicatrizara en menos de 30 segundos.

- E-Eso es … 

- Sí … tengo la habilidad de curación, pero solo en heridas menores o superficiales … -  respondió la muchacha.

- ¿Estás segura de revelarnos esto? -  preguntó Liam.

- En estos momentos, ya no me importa eso; no puedo ir con esta herida dejando rastros de sangre.

Los jóvenes vieron que ciertamente en el pasto había esos rastros que fácilmente podrían ser vistos hasta la entrada de la pequeña cueva.

- ¡¿?!

-  Sí … es como piensas; si es que no somos encontrados por otro postulante, seguramente esos animales serán atraídos por el olor de la sangre. -  respondió la mujer a todos los presentes.

- Entonces … debemos irnos de inmediato. -  dijo Daniel algo desconcertado.

Todos confirmaron esto y, viendo como la desconocida mujer parecía estar mejor, no perdieron el tiempo en irse.

Afortunadamente hicieron esto a tiempo; a los segundos de irse, se pudo ver las siluetas de tigres acercándose a aquella cueva atraídos por la sangre.

Mientras el grupo caminaba, comenzaron a presentarse entre ellos.

- Me llamo Ofelia, les agradezco realmente por su ayuda, ¿podrían decirme sus nombres?

- Yo soy Daniel.

- Liam.

- Renato.

- … ¿Ustedes ya se conocían antes? 

La suposición de aquella muchacha dejó un poco impresionados a aquel grupo de jóvenes.

- Sí … ya hace algún tiempo … creo que es mejor tener un grupo que ir solo. Además, no somos el único grupo, ¿verdad? -  comentó Renato.

- ¿Qué? -  preguntó Daniel un poco sorprendido. 

- Así que también lo notaste. -  agregó Liam.

- Sí … en total somos 58 participantes … hasta el momento, solo sabemos de 10 personas incluyéndonos. Del resto, pude notar ha algunos que se agrupaban; sin embargo, hay un grupo que noté que sobresalía del resto. -  explicó Renato.

- ¿Qué quieres decir? Yo no vi nada como eso. -  dijo Daniel.

- Es que ellos no estaban juntos, pero sus miradas se enfocaban recurrentemente entre ellos. Por lo menos, creo que serán unas 6 o 7 postulantes quienes conforman el grupo, pero desconozco como están organizados, ni hablar de quién será su líder.

- Entonces debemos preocuparnos de cuatro situaciones: encontrarnos en aquel tipo sombrío que venció a aquella pareja, del chico que atacó a Ofelia, de los animales salvajes y de aquel grupo. -  confirmó Liam.

- … Entiendo, pero también debemos ver la manera de cómo pasar esta prueba … no podemos solo escondernos hasta mañana. -  dijo Daniel.

Entendiendo el punto de vista del albino, todos trataban de pensar una manera de poder obtener los códigos de las fichas de los demás postulantes.

Sin embargo, una acción recíproca dejó impresionado a aquel grupo.

- Este es mi código … 8104 … -  dijo Ofelia mostrando su ficha a todo el resto sin apenarse.

- Pero … ¿estás segura de esto? -  dijo Daniel sorprendido.

- Sí, es lo menos que puedo hacer por haberme salvado … además, aún hay tiempo, ¿no es así?

- Sí, tienes razón … pero …

Mientras que la impresión de aquellos jóvenes se desvaneciera, parecía haber un pensamiento constante en la mente de Liam.

Sin ya detenerse, aquel grupo siguió por un rumbo desconocido.

Desde aquel cuarto que monitoreaba a los postulantes, aquel grupo de instructores y profesores de la ARET seguían observando el desarrollo de la segunda etapa de la prueba de ingreso.

- Postulantes 189, 3667, 4905, 1498 y 6010 eliminados. Los instructores ya los están trayendo.

- Bueno … solo son cinco, un número aceptable …

- Siendo así solo quedan 53 participantes … ya hemos preaprobado a 20 de ellos; sin embargo, los 33 restantes aún están siendo evaluados.

- Parece que de los restantes, solo aprobarán cerca del 43%, es decir 14 postulantes.

- Sí, hay mayores expectativas en aquel reciente grupo de cinco jóvenes, aunque cuatro de ellos parecían ya conocerse.

- ¿No creen que sería interesante que el grupo de mayor cantidad se enfrentara a este nuevo equipo?

- Suficiente, Reynaldo. No queremos más peligro innecesario. Ya tienen suficiente con afrontar a las bestias que soltamos. Aunque estén entrenadas para no asesinar, igualmente el temor que infunden es una variable predominante.

- Bueno, con que aprueben esos 20 participantes es más que suficiente. Recuerden caballeros y señoritas; lo que queremos es calidad y no cantidad. -  dijo uno de los presentes quien se iba retirando.

El resto, después de escuchar estas palabras, solo se quedaron monitoreando en silencio.

 

El gas comenzaba a desvanecerse y las victimas desmayadas eran recogidas por un grupo de hombres que portaban máscaras de gas.

- Retiremos rápidamente … no debemos levantar sospechas entre los inquilinos, además ¿ya te encargaste del guardia de seguridad? -  preguntó un hombre corpulento y calvo quien parecía ser el líder.

- Sí … lo dejé inconsciente y encerrado en el cuarto de limpieza. -  contestó una joven mujer quien parecía ser la sub líder.

- Bien, entonces un equipo irá por el ascensor y el otro por las escaleras de forma que supervisen que nadie más utilice el ascensor mientras nos llevamos a estos.

El resto del grupo asintió a las órdenes.

Diligentemente, los hombres comenzaron a salir de la habitación llevándose los cuerpos de Alexander, Victoria, Lorenz y Lirio.

- … Así que ella es de Torre Castilla quienes contrataron los superiores, ¿eh? -  comentó el hombre calvo al ver a Lirio.

- Al parecer … ¿Qué hacemos con ella? -  preguntó la joven mujer.

El hombre sonrió.

- La interrogaremos luego … quiero saber cuanto ha hablado sobre nosotros.

Estando el primer grupo dentro del ascensor que tenía la capacidad de llevar a más de diez personas, se iban comunicando a través de sus smartphones con el otro grupo que iba por las escaleras quienes ya estaban posicionados para ver si venía algún inquilino.

- Piso 7, despejado.

- Piso 6, despejado.

- Piso 5, despejado.

Estos eran los mensajes escuchados por quienes estaban descendiendo por el elevador.

Sin embargo, no se dio noticia alguna en el piso 3. Esto desconcertó al primer grupo, pero un repentino apagón dentro del ascensor junto con el abrupto detenimiento del dispositivo los alarmó seriamente.

- ¿Qué sucede? -  preguntó uno de los hombres.

- ¿Una emboscada?

Tanto el líder como la sub líder sonrieron maliciosamente.

De repente un estruendo se escuchó cerca de la puerta cerrada del ascensor y algunos gemidos de hombres en su exterior.

Los alrededores solo se escuchaban pasos que se acercaban.

Todos los integrantes del primer grupo alistaron sus armas, pistolas de una mano que escondían en sus ropas.

No era necesario ordenar que estuvieran atentos, pues parecían ser un grupo experimentado; sin embargo, aquellos hombres se preocuparon al no escuchar ningún ruido más.

- ¡¿?! ¡¿Desde arriba?! -  reaccionó uno de los hombres al escuchar una leve pisada desde el techo del elevador.

Sin embargo, los dos cabecillas no se inmutaron.

Todos comenzaron a disparar hacia el techo, pero esto no alarmó a nadie de los inquilinos, pues sus armas tenían silenciadores.

Al terminar su balacera, no notaron que alguien estuviera arriba de ellos. La situación se hacía cada vez más confusa.

Todos quedaron en silencio, pues trataban de saber cuantos enemigos habían venido y dónde estaban.

Sin embargo, esos pensamientos fueron interrumpidos cuando uno de los hombres parecía haber sido atrapado por algo que no se veía. Sus gemidos reprimidos alertaron al resto.

- ¡¿Q-Qué sucede, Fernando?! -  exclamó uno de ellos.

Solo se pudo escuchar gemidos, pues parecía que perdía aire. A los pocos segundos se desmayó.

Fue entonces que uno de ellos trató de abrir a la fuerza la puerta del ascensor, pero parecía estar totalmente sellada.

- ¿Qué pasa, Walter? ¿Acaso no siempre te jactas de tu fuerza? -  dijo uno de los hombres al ver el inútil esfuerzo de su compañero.

- Quieres callarte y … ayudarme con esto.

Ambos varones hicieron lo posible, pero al poder abrir la puerta unos cuantos centímetros, ésta fue cerrada de inmediato. Era como si una fuerza externa la mantuviera cerrada.

- Ya veo … así que quieren acabar con nosotros dentro de aquí. -  comentó el líder sonriente.

- ¿Qué hacemos? ¿Usamos a los rehenes como carnada? -  preguntó la mujer naturalmente.

- No … las órdenes son claras; debemos llevarlos con vida a la base.

La mujer quedó en silencio mirando algo alegre al líder.

- Supongo que es hora de actuar personalmente.

La mujer cerró sus ojos expresando una sonrisa.

Acercando su mano derecha sobre la puerta, aquel hombre pareció desatar una fuerte presión que hizo que la entrada fuera abierta lanzando la puerta hasta el extremo del pasadizo.

Lentamente, todos salieron del elevador, pero con sumo cuidado ya que debían asegurar a los rehenes y al integrante que se había desmayado. Al ver la zona no encontraron a nadie, sino que los cuerpos tirados del segundo grupo.

- ¿Dónde están? -  murmuraban el equipo.

Solo uno de ellos se dio cuenta de algo extraño, el último en salir quien cargaba el cuerpo de Victorica notó una sombra detrás de él. De pronto, como si fuese una mano invisible tapó la boca de aquel sujeto de forma que no dijera nada.

De igual forma, sin que nadie se diera cuenta los otros tres hombres que llevaban los cuerpos de Alexander, Lirio y Lorenz fueron sometidos sin hacer ningún ruido.

Los ojos cerrados del líder se abrieron un poco, pues parecía haberse percatado de lo que sucedió detrás de él.

A la primera reacción, todos se voltearon conjuntamente y pudieron notar la apariencia de un joven hombre de ropas negras con una mascarilla que ocultaba su rostro.

- ¿Dentro del ascensor? Pero ¿cómo lo hizo? -  murmuró uno de los hombres.

- ¿Podría decirnos quién es usted? -  preguntó el líder cordialmente y sin perder tiempo.

El varón de negro no respondió.

- Parece que no podremos llegar a un acuerdo.

El líder quien parecía alistarse para hacer un ataque notó pronto las voces de los inquilinos que comenzaban a salir de sus apartamentos; esto lo retuvo de hacer alguna clase de ataque. Sin embargo, sabía bien que no podía irse con las manos vacías.

- Esto se ha complicado, ¿eh?

- Booz … parece que se nos acaba el tiempo … recojamos a los que podamos … ni siquiera sabemos si él es el único enemigo, además los inquilinos alertarán a los oficiales. Estamos en desventaja. -  comentó la mujer sin perder los ánimos, más bien parecía que se estaba divirtiendo en todo momento.

El líder suspiró.

- Nada sale exactamente como uno quiere, ¿no es así? Bueno, al menos sabemos dónde están … ya no podrán esconderse.

El grupo quien armado aún apuntaba a aquel sujeto de negro se iba retirando cuidadosamente. Solo pudieron llevarse a alguno de los desmayados, pero el resto fue dejado.

«¿Dejaran a la mayoría de su grupo?» Era lo que pensaba Eric quien en silencio y oculto tras la mascarilla solo veía como se retiraban los secuestradores.

 «Bueno, ahora debo pensar que haré con ellos, pero primero no debemos ser vistos por los inquilinos … no quiero más problemas de los que tengo.» 

Al llegar los vecinos a la escena, pudieron notar como el ascensor estaba destruido y como había algunas personas desconocidas tiradas en el suelo, pero no hubo rastro de Eric ni de los demás.

Estando en la salida de aquel edifico de apartamentos, una repentina llamada llegó al líder.

- ¿Cómo fue?

- Bueno, fue un fracaso; sin embargo, sabemos que la casa Hanz está siendo apoyada por el grupo Valdelomar. -  respondió Booz, quien a pesar del esfuerzo de Eric por ocultarse, pudo reconocerlo.

- Ya veo … ¿Qué hay de la chica?

- Sí … parece que está con ellos. Infórmale a Torre Castilla que, si no se encargan de ella, nosotros actuaremos.

- Entendido ¿Algo más que informar?

- … Sí … nos enfrentamos a 'usuarios de la voluntad'.

La llamada finalizó.

Ingresando a un auto, todos se fueron de aquel lugar.

 

En un puesto de tacos callejeros a la luz del día, un joven empleado trabajaba arduamente, pero parecía ya cansado de la presión de su empleo.

- Asu … ¿Cuánto más estaré en este lugar? -  dijo el joven quien vestía ropas de mesero.

- ¡Oye! ¡Deja de quejarte y atiende a los clientes!

- Sí, sí … ya voy …

Acercándose a una mesa, el muchacho llevaba una bandeja con varios platillos.

- Aquí tienen sus tacos de frijoles y asado, tacos de pastor y sus bebidas.

Pasaban los minutos, pero el local no parecía bajar sus ventas.

De pronto, un mensaje de alivio fue a parar a los oídos del joven.

- Tienes media hora de descanso. -  dijo el gerente de la tienda.

- ¡Al fin! -  exclamó el joven mientras se estiraba.

Yéndose a un callejón donde parecía ser el área de descanso de los empleados, pues estaba justo al lado del local y parecía que nadie más paraba en ese lugar, el varón se sentó con una bolsa de tacos y una bebida que le habían dado de almuerzo.

- Al menos me dan comida gratis.

Mientras pasaban los minutos comiendo, el joven que solo veía hacia el cielo cansado de su trabajo pudo escuchar a algunas personas que se acercaban a aquel callejón.

Eran algunos clientes quienes fueron a comer en ese lugar. Sin embargo, eso le pareció extraño al joven empleado.

- Todo el lugar está lleno, al menos aquí no hay nadie. -  comentó uno de los hombres de aquel grupo quienes al llegar al callejón no vieron nada más que pequeños basureros y desmontes. Sí, el joven empleado se escondió en ellos por inercia.

- Cambiando de tema … ¿Qué hay de la búsqueda? Supuestamente ella está aquí, ¿no es así? -  dijo uno de los hombres.

- Las cámaras de la estación de buses de Zaragoza muestra eso, pero no sabemos exactamente dónde está … por otro lado, el tipo que la ayudó parece que sabe de la situación … debemos atraparlo también.

- Bueno, solo podemos esperar al grupo de información para que nos digan a donde ir.

Mientras hablaban este grupo, el joven escondido quedó algo intrigado.

«¿Estación de buses? ¿Zaragoza?»

 Repentinamente, una llamada fue recibida por uno de los clientes.

- Sí … estamos todos aquí … ¿Tres Cantos? ¿Eso no está a las afueras de la capital? … Entiendo … ¿Solo él? … ¿Qué hay de la mujer? … Ya veo … Ojos rojos y cabello negro largo … ¿Su nombre? … ¿Aren?

- ¿Qué?

Este nombre dejó consternado al joven empleado cuando lo escuchó, dejando escuchar un breve sonido.

Los hombres dieron señal de buscar el origen de aquel ruido. Comenzaron a revisar lo alrededores y cada vez se acercaban a donde se ocultaba el empleado.

Sin embargo, el que había recibido la llamada dio la orden de irse de inmediato como si estuviese apresurado.

Todos hicieron esto y se retiraron.

- ¿Q-Qué … está pasando? -  acalorado se preguntaba el joven quien parecía aliviado, pero preocupado de lo que había escuchado.

A los pocos minutos, el gerente de la tienda fue al callejón.

- ¡Oye, Glen! ¡Tu descanso ya terminó!

No había nadie en ese lugar.