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Chapter 48 - Las Tres Búsquedas I

Llegaba la tarde a las afueras de Madrid, Aren y Melissa junto con los otros dos hombres iban buscando sin rumbo definido el lugar descrito en el papel.

- Ni siquiera sabes donde debemos ir … ¿en serio que esa persona era tu amigo? No creo que haya vivido aquí siquiera. -  comentaba Melissa algo malhumorada.

- Es la primera vez que vengo … tampoco creo que haya vivido aquí, pero …

«No puedo decirles que lo vi en las memorias de ese niño … Lo único que sé es que este es el pueblo de sus recuerdos, pero lo importante es saber dónde está ese jardín … debería poder encontrar esa extraña flor que tanto se reflejaba en su mente … pareciera que era como si deseara que esa flor fuera destruida.»

- Ya, vamos … dime lo que piensas-  dijo Melissa al ver el rostro pensativo de Aren.

- … Nada.

La joven suspiró.

El grupo de la princesa Lisbeth parecía estar cerca del grupo de la duquesa Alison; sin embargo, ninguno de ellos obstaculizó en el camino del otro, pero aun así se mantenían observados.

- ¿Crees que las fuentes son confiables, Bruno?

- Sí … dicen haber avistado ciertas personas rondando cerca de este pueblo … lo que realmente me preocupa es que usted se encuentre en peligro aquí.

- Suficiente de eso, ya tomé una decisión. No sirve de nada lamentarse ahora.

El guardaespalda suspiró.

- Debemos encontrar al menos una de esas 'personas' … si lo que cuentan es cierto, entonces será suficiente evidencia si los capturamos.

- Mi lady, yo me encargaré de eso; espero que no haga ningún acto imprudente. -  comentó Bruno seriamente.

- Sí … ya lo sé.

- Por otro lado, ¿usted conoce a aquel chico que vino con la hija del conde Beltrán?

- ¿Q-Qué? -  Lisbeth quedó algo sorprendida por la repentina pregunta.

- Me pareció ver que usted lo había conocido antes … aunque tal vez solo se quedó cautivada por su apariencia … después de todo ya está en la edad de casarse, ¿no es así? -  comentó algo alegre el guardián quien hacía sonrojar a la princesa.

El ambiente de aquel par se volvía ameno mientras conversaban; sin embargo, no era lo mismo con el grupo de la duquesa Alison.

- ¿Crees que serán una molestia ese par? -  preguntó la duquesa con gran frialdad, pero manteniendo su leve sonrisa y expresión estoica.

- No sabría decir … pareciera como si la hija del conde fuera quien siguiera a aquel tipo de negro … siento que nos estamos perdiendo de información relevante, pero eso no importa; Ernesto y Luis nos informaran si encuentran algo sospechoso sobre ellos.

La joven duquesa suspiró.

- Por otro lado, ¿Qué hay acerca de los espécimen? … ¿Crees que están aquí?

- Sí, no hay duda. He confirmado que tanto Bruno como yo hemos recibido información similar sobre este lugar. Parece que aquí fue el origen de todo.

- Ya veo. Entonces, si llegáramos a toparnos con alguno, te dejaré el trabajo pesado. -  dijo Alison sonriendo.

- Por supuesto. -  afirmó Fausto con gran confianza.

Pasaron varios minutos, pero como si solo se tratara de una excursión los tres grupos solo recorrían aquel pueblo sin encontrar nada de su interés. No obstante, después de la ardua búsqueda, uno de los grupos parecía haber hallado algo de interés.

A las afueras de una de las deterioradas viviendas, Aren pudo ver un jardín cercada por rejillas. Aunque el jardín estuviera seco y estéril, parecía no importarle eso.

«Este lugar … es aquí … esta era la casa que vi en sus recuerdos, pero el jardín no era así …»

- ¿Qué pasa con este lugar? ¿Es aquí donde querías llegar? -  preguntó Melissa algo atemorizada por el sombrío panorama.

- Eso creo … pero lo que busco está dentro. 

Los dos hombres de la duquesa se veían cada vez más desconfiados del objetivo de aquel varón, pero no lo detuvieron.

Afortunadamente la puerta de las rejas estaba oxidada y abierta lo que permitió el ingreso de las cuatro personas. Siendo así todos se adentraron al lugar.

- Ya han pasado más de 40 minutos y no hemos encontrado nada. Este pueblo está totalmente abandonado. -  dijo Lisbeth.

- … No creo haber sido engañado, pero mi informante dijo que avistó a dos personas caminando alrededor de una iglesia abandonada de este pueblo. Debemos encontrar ese lugar. -  contestó Bruno.

- ¿Una iglesia? ¿Qué es esto … una película de terror?

- Esperemos … que no se vuelva así.

 

Revisando en su smartphone, un joven buscaba la dirección de cierto lugar que había escuchado dentro de una habitación.

- Tres … Cantos … ¿Qué ese lugar? … Un famoso pueblo que fue abandonado por contaminación de residuos petroleros … Se dice que murieron algunos nativos a causa de esto y el resto fue reubicado por falta de control de los desechos. Parece que esto sucedió hace 20 años … ¿Por qué iría Aren a un lugar como ese? Pero más importante, ¿Por qué es buscado por ese grupo? ¿En qué se ha metido?

Después de estarlo pensando por unos minutos, Glen llegó a una conclusión.

- Ellos hablaron de una mujer … ¿Será la que trajo Aren la última vez que lo vimos? … ¿Quién es ella? … … Esto cada vez se pone más confuso … ¿qué debería hacer? …

Tal vez se podía creer que la preocupación genuina de un amigo era lo que expresaba aquel joven; sin embargo, una sonrisa pícara se reflejó en su rostro.

- Bueno … es un amigo, no puedo dejarlo solo si es que está en problemas … Además, ya estoy cansado de ese trabajo; es como si fuera explotado todos los días encima de los gritos y el mal ambiente laboral. Está decidido, seguiré buscando más información del lugar …

 

Solo basura y desmontes era lo que se veía a los alrededores; la caminata era vana, pero aún así no desistían de poder encontrar algo o, mejor dicho, a alguien.

Frente a aquel par estaba una estructura de gran diseño; sin embargo, estaba parcialmente deteriorada y destruida. Grafitis y señales de vandalismo pintaban sus paredes: una vieja iglesia, tal vez, la única de aquel abandonado pueblo.

- Así que si había una, ¿eh? -  dijo Lisbeth mientras veía los alrededores.

- Te dije que era una fuente confiable … entonces, ¿ingresamos? -  preguntó Bruno.

La princesa sonrió.

Ambos ingresaron sin decir más. No obstante, no notaron que una silueta de una persona los había estado observando desde atrás.

- Parece que esos dos ya no nos siguen … creo que ahora podemos tomarnos las cosas en serio. -  comentó Fausto quien caminaba junto con la duquesa Alison cerca del área de aquella iglesia.

- Bien … empecemos con el sótano que encontraron Ernesto y el resto. -  dijo la mujer.

- Sí.

Ambos fueron a cierta casa de gran tamaño el cual su puerta estaba destruida; al ingresar, observaron que todo estaba empolvado; sin embargo, en el piso de madera se podía ver recientes marcas de pisadas que se dirigían hacia un pasadizo que tenía una escalera que llevaba al subterráneo.

- Parece que tienden a usar sótanos para ocultar sus experimentos, ¿no es así? -  comentó Alison con sarcasmo.

- Bueno, también ayuda a tenerlos bajo control de ser que existen.

- Sí, eso creo.

Habiendo llegado hasta el sótano, solo se mostraba lo que se esperaría de ver. Antiguos artefactos, herramientas, entre otras cosas; todo resultaba a ser una especie de local de carpintería.

- ¿Dónde está la entrada?

- Según dijeron, está detrás del mueble donde están las herramientas pesadas.

Al acercarse ambos hacia uno de los muebles, pudieron observar que estaba fuera de su lugar dando paso a una especie de entrada secreta.

Alison sonrió con cierta mala intención.

- Entremos …

Estando los cuatro reunidos dentro de una sala que estaba al interior de aquella casa con jardín que Aren había visto, el joven tomó en sus manos aquel papel donde se escribía una dirección.

«Este lugar … aquí era donde él vivía … recuerdo haber visto más personas … pero si este lugar está abandonado, ¿Cómo es posible?»

Mientras que el joven se sumergía en sus pensamientos, un hombre habló.

- Entonces … ¿Qué planean encontrar aquí? -  dijo aquel hombre quien había encontrado a Aren y Melissa cuando se ocultaban.

- … Algún … objeto … -  respondió Melissa sin ser persuasiva.

La desconfianza entre aquellos quienes los seguían solo incrementaba.

- ¿Acaso no vino usted misma a buscar algo, lady Melissa? -  preguntó nuevamente aquel viejo hombre.

- Eh … sí … solo dejo que él haga el trabajo. -  contestaba la joven mientras se acercaba a Aren.

Acercándose al oído de aquel varón de largos cabellos, la mujer murmuró.

- Oye, quieres dejar de estar pensando en la nada y decirme qué vas a hacer.

Aren, como si hubiera recobrado la conciencia ya hace mucho, simplemente se dirigió hacia la parte trasera de la morada.

Todos los siguieron.

Otro jardín de mayor tamaño estaba al fondo de la casa. El lugar estaba cercado y tenía un pequeño establo para aves y roedores al lado del muro.

- ¿En serio? … ¿Otro jardín? …

Los dos varones que los habían escoltado también pensaban lo mismo que la joven mujer. Al contrario que la otra vez, Aren parecía estar revisando todo el lugar con cierta intriga, al ver esto, los dos escoltas reaccionaron.

El joven comenzó a caminar por aquel pequeño huerto donde no había vida alguna. Luego fue a ver donde estaba la jaula para animales, pero parecía algo decepcionado al no encontrar nada en particular.

«Por todos los cielos … ¡¿Qué es lo que está buscando?! … ¿Acaso no entiende que nos están vigilando? Ni siquiera nos dice alguna cosa.» pensaba Melissa con enojo y frustración al no entender el actuar de Aren.

- ¿Desea que lo ayudemos? -  dijo uno de las escoltas, aquel varón de aspecto joven.

- No … no es necesario. -  respondió Aren dejando entender que lo que buscaba no estaba aquí.

- Entonces qué … ¿nos vamos? -  comentó Melissa malhumorada.

- … Sí … eso creo …

En ese momento, momento en el cual Aren se volteó viendo rastros en la pared que parecía como si fuera manchas de sangre dejadas por una mano pequeña, vino hacia él un recuerdo, una pesadilla.

La mente del joven se llenó de gritos y gemidos provenientes de niños y adultos quienes habían vivido en aquella casa. Pero, lo más preocupante era que, en su mente vio personas; extrañas personas que caminaban de forma extraña llena de heridas y babeando.

Aquella gente perseguía a los que vivían dentro de la casa, luego la voz de una mujer se escuchó gritando aterradamente. Los gritos de los niños habían perturbado la mente del joven quien en un momento pudo ver una flor morada algo peculiar que estaba en el mismo jardín donde estaban todos los presentes.

- ¡Todo es un fracaso! ¡Tómalo y llévatelo a un lugar seguro; a la casa del marqués Gutiérrez! ¡Apresúrate, Marcelo!

Lo que después observó fue como las manos de un niño tomaron aquella única flor y corrió escapando de la casa.

Como si estuviera en los zapatos de aquel niño, la vista era que corría sin rumbo y como más de esas extrañas personas que parecían estar drogadas comenzaban a invadir la casa y a perseguirlo a él.

El exhausto gemido del niño alertó a más de estos individuos quienes aumentaban en número detrás de él.

Sin embargo, eran lentos; por tanto, el niño pudo alejarse de ellos. No obstante, después de estar viendo detrás suyo mientras corría, al darse vuelta vio como uno de esas personas estaba frente a él.

Lo único que vio después fue como esa persona de aspecto muerto trató de morderlo.

- Aren

- ¡Aren!

Los gritos de una joven mujer alertaron los sentidos del joven quien había visto todos estos recuerdos.

Al volver en sí, Aren vio que estaba tirado en el suelo y a su alrededor estaba Melissa y los dos varones quienes estaban preocupados por el repentino desplome del joven.

- ¡Oye! ¡¿Estás bien?! -  exclamó Melissa.

-

- Tú … ¿Qué fue lo pasó? -  preguntó el joven varón quien parecía desconcertado.

Aren no respondió.

Al ser ayudado para levantarse por aquel par de escoltas, el joven se limpió la suciedad de su ropa y agradeció por la ayuda tratando de dejar en claro que solo fue un desmayo no perjudicial.

- Ya, en serio … ¿Por qué están aquí-  preguntó el anciano quien tenía por nombre Ernesto al no soportar más la intriga de la visita de esta pareja.

Lo único que el joven respondió fue -  Debemos de irnos de aquí.

Pronto, se escucharon pasos desde las afueras de la casa.

- Parece que nuestra señora o la princesa han vuelto. -  dijo el escolta más joven llamado Luis.

- Bien, vámonos. -  agregó Ernesto.

Fuera de la casa, había siluetas de personas, pero no eran de las dos mujeres.

Aquellas siluetas tenían sus ropas destrozadas y algunos parecían tener graves heridas, pero por alguna razón, no mostraban signos de dolor.