- Tres Cantos es un pueblo lleno de historias de terror; los investigadores paranormales e inclusive miembros enviados por la iglesia católica han dado manifiesto de que hay entidades extrañas que han sido vistas … Wow … sí que da ganas de darle una visita … - leía un joven a través de su smartphone quien parecía manejar una minivan.
Aquel vehículo iba rumbo hacia las afueras de la capital.
Dentro de aquella antigua iglesia, una pareja parecía estar recorriendo el lugar sin haber encontrado nada interesante.
- No hay rastros de que alguien haya estado aquí … ¿acaso te informaron mal? - preguntó Lisbeth con cierta frustración.
- … Parece ser el caso … busquemos en las afueras, es lo único que nos resta. - respondió Bruno algo decepcionado de sí mismo.
- Vayamos a donde está Alison, tal vez ellos encontraron algo.
La pareja fue rumbo a la salida del local, pero al momento de salir escucharon algo extraño; como si se tratare de una ronca respiración que provenía de los alrededores era lo que oían.
El soplo del viento y la bandada de cuervos distorsionaron aquel sonido que por un momento desconcertó a aquel par. Lisbeth y Bruno pensaron que solo fue algún rechinido o algo por el estilo; por tanto, no se detuvieron y salieron de aquella iglesia, pero detrás de ellos había aparecido una silueta a lo lejos dentro del local.
Dentro de aquella habitación secreta que Alison y Fausto habían encontrado en el sótano de aquella gran casa se pudo observar un conjunto de herramientas que parecían pertenecer a un hospital; en especial, a una sala de cirugías.
Botellas de medicamentos, químicos entre otros; además de tener un par de camas para pacientes entre otras cosas dejaba ver aquel cuarto. Sin embargo, lo más interesante era ver los restos de sangre seca en los muros y pisos. Las preguntas eran claras ¿Qué era ese lugar? Y ¿Realmente estaba abandonado?
- Oh, esto si que es fascinante; estos tipos de sierras pensaba que solo salían en las películas. - hablaba la duquesa quien no parecía atemorizada sino más bien fascinada por aquel escenario.
- Le doy como unas semanas … a lo mucho un mes desde que dejaron este lugar … no está muy empolvado como lo de afuera, pero, aun así, los rastros de sangre parecen ser de hace un tiempo. - deducía Fausto mientras observaba el panorama.
- Bueno, al menos parece que la historia es cierta, pero aún no tenemos evidencia … debemos hallar al menos a uno.
- … Salgamos afuera, tal vez la princesa haya encontrado algo interesante, además no podemos revelarles este lugar.
Aunque no habían encontrado rastros de su objetivo, aquel par que salía del sótano pudieron notar algo extraño: una repentina niebla se había en toda la primera planta.
- ¿Qué estos? ¿Niebla matutina? De ninguna forma. - comentó Alison desconcertada.
- No … tal vez humo, pero … ¿de dónde?
A tan solo unos metros, un paso en el piso de madera se escuchó.
Al salir de aquella casa donde Aren y el resto habían estado, pudieron notar un ambiente extraño; parecía como si no estuvieran solos, pero sus vistas indicaban lo contrario.
- Pensé que estarían aquí … ¿o solo yo escuché como si hubieran estado afuera? - preguntó Ernesto.
- No … yo también escuché como voces, creo … tal vez estén cerca de aquí. - respondió Melissa.
- Bueno, ya que hemos terminado aquí, vayamos a buscar al resto. - habló Luis.
Nadie estuvo en desacuerdo; por tanto, fueron a la plaza donde todos se habían separado esperando encontrarlos ahí.
Habiendo recorrido los alrededores por casi unos diez minutos, Lisbeth y Bruno no encontraron a nadie, ni un solo rastro de la joven duquesa o su guardián.
- ¿Dónde se metieron? … Tal vez sea mejor regresar a la plaza. - comentó Lisbeth.
- … Sí.
- … Oye, ya deja de estar deprimido. Ya no me mostraré enojada, ¿está bien?
- … Sí.
Las respuestas de Bruno eran un tanto desalentadoras a causa de no poder encontrar nada en su viaje. Era como si hubiera perdido credibilidad por no haber hallado a su objetivo.
De pronto, aquel pesar se convirtió en una tardía impresión por lo que estaba sucediendo en el ambiente.
- ¿Qué pasa en ese lugar? ¿Por qué está cubierta de niebla? - preguntó Lisbeth algo intrigada.
- ¿Niebla? ¿A esta hora? - se preguntaba Bruno con la misma impresión.
En ese momento, aquella pareja pudo notar algo extraño; como si fueran manchas negras dentro de la niebla que crecían, se acercaban a ellos.
Bruno se puso delante de Lisbeth en posición de defensa contra cualquier cosa que se estaba acercando.
- ¡¿Qué es eso?! - exclamó la joven princesa al notar como esas manchas parecían ser siluetas algo deformes.
- ¡Quédese atrás! - ordenó el guardaespalda quien de repente sacó una pistola guardada en su uniforme.
Aquella arma era completamente negra y de una estructura algo peculiar, como si fuera de un diseño totalmente personalizado.
Al observar detenidamente aquella silueta, Bruno pudo reconocer qué era lo que se acercaba.
- ¿Fausto?
Dos personas salieron corriendo de aquella niebla.
- ¡¿Alison?! ¡¿Fausto?! - exclamó Lisbeth al ver a aquel par corriendo con cierta desesperación. Era como si estuvieran escapando de algo.
Lo único que escuchó Lisbeth fue una advertencia.
- ¡Corre!
Detrás de ellos, lo que los seguía en aquella niebla se podía notar que era algo grande y desproporcionado. Bruno no demoró en entender y tomó de inmediato a Lisbeth, y salieron de aquel lugar.
No obstante, al momento de querer escapar, una especie de extremidad prolongada hecha de carne y músculos impactó en la tierra a unos centímetros de Lisbeth.
- ¡¿?! … ¡¿Qué mierda es eso?! - exclamó Bruno al ver tal cosa.
Tratando de correr sin mirar atrás, pronto fueron alcanzados por Alison y Fausto.
Todos se dispusieron a huir del lugar que la niebla invadía.
- ¡Alison! ¿¡Qué cosa hicieron?! - preguntó Lisbeth mientras corrían.
- ¡No hicimos nada! ¡Esa cosa apareció de la nada!
- ¡¿Qué cosa?!
- Dejen de gritar … no atraigan más la atención de ese monstro. - murmuró Fausto.
- ¡¿Monstro?! - volvió a exclamar la princesa.
Bruno miró de reojo hacia atrás tratando de entender la situación.
«¿No puede ser verdad? … ¿Las historias de Marcus eran ciertas?» pensó Bruno.
Todos los presentes siguieron corriendo en dirección a la plaza.
Habiendo esperado por casi veinte minutos, Aren, Melissa y el resto esperaban alguna señal de los otros dos grupos, mas no sabían nada de ellos aún.
- ¿No responden la llamada? - preguntó Luis.
- No … me parece extraño que Fausto no responda … - comentó Ernesto quien tenía un smartphone en su mano.
- Eh … quisiera preguntar algo, ¿vendrán a recogernos e iremos caminando como lo hemos hecho hasta ahora? - preguntó Melissa quien parecía cansada de toda la caminata.
- Si, llamaré al equipo que dejamos en espera … pensaba pedirle permiso a lady Alison, pero, como no contestan, supongo que les avisaré.
Mientras que Ernesto se ponía en contacto, Melissa percibió algo extraño en la mirada de Aren. Parecía que él no dejaba de observar aquel camino por el que se fueron uno de los otros grupos.
«Supongo que está algo impaciente … bueno, yo también lo estoy por irme de aquí.»
Sin embargo, esa no era la causa de la constante mirada del joven puesto a lo largo del camino, sino que él había notado algo.
Aren pudo ver a lo lejos a unas tres personas; nadie más se había dado cuenta, pero al verlos detenidamente se observaba algo extraño: parecía que una de esas le faltaba un brazo, además la caminata de esos individuos era extraña; caminaban como si estuvieran arrastrándose.
Caminaban lentos, pero se acercaban.
- Esos son … - comentó Aren quien fue interrumpido por uno de los escoltas.
- ¿Qué es ese humo? ¿Parece … niebla? - comentó Luis.
Esta palabra hizo que Aren reaccionara y centrara su vista a donde estaban viendo los demás.
- Sí, pero … ¿es posible que salga niebla a esta hora?
La mirada de Aren pudo expresar preocupación.
- Está … aquí … - murmuró el joven de cabellos largos.
- ¿? … ¿Dijiste algo? - preguntó Melissa.
Antes de poder responder, todos escucharon un repentino disparo cerca de ellos; en realidad provenía del lugar oculto por la densa niebla.
Sin demora, los dos escoltas sacaron sus armas y se posicionaron; mientras tanto, Melissa quedó desconcertada por lo que había escuchado y más por las acciones de Ernesto y Luis.
A los pocos segundos, se escucharon más disparos.
Los dos escoltas no se apresuraron a disparar al notar a las dos personas que salían de aquella niebla corriendo.
- ¡Son lady Alison y la princesa! - exclamó Luis.
Inmediatamente, se escuchó un grito.
- ¡Todos salgan de aquí! ¡Regresen al punto de encuentro!
Aunque la orden fue clara, lo que todos pudieron notar dentro de la neblina hizo que se congelaran. Una especie de criatura humanoide, pero con varias deformidades. Su cabeza parecía ser ocultada por huesos que salían de sus hombros, detrás suyo tenía una cola extraña que se mecía e impactaba con el piso, pero lo aterrador era aquella extremidad superior izquierda que parecía llena de musculaturas deformes, llagas, tumores y heridas.
Aquella criatura salió de la niebla presentándose ante todos; ese monstro parecía tener cierto interés en el par de mujeres por lo que había dejado a un lado a los dos guardias quienes lo estaban atacando sin efecto alguno.
- ¡¿Q-Qué carajos es eso?! - exclamó Luis al ver el irreal espectáculo.
- No importa, ahora solo debemos escapar de esa cosa. - dijo Ernesto.
Mientras tanto, Lisbeth y Alison llegaron hasta donde estaban Aren y el resto.
- ¡¿Qué están esperando?! ¡Vámonos! - exclamó Lisbeth.
- ¡Pero ¿Qué hay de Fausto y Bruno?!
- ¡Ellos trataran de ralentizar a esa cosa!
De forma insegura, todos se dispusieron a retirarse.
- Bien, vamono-… - antes de que Ernesto pudiera terminar su frase, éste notó algo que a cualquiera podría haberle sucedido y que pondría en riesgo a todo el grupo.
Melissa estaba desmayada en el piso. Un problema ha considerar, pero el tiempo no estaba de su lado.
- ¡¿Por qué ahora?! - exclamó Luis.
Sin pensarlo dos veces, Aren se acercó a ella y la tomó encima de su espalda.
- Vámonos ahora.
Estando el repentino problema resuelto, todos se fueron corriendo por donde vinieron.
Notando que aquel grupo se iba, Fausto y Bruno se sintieron más aliviados.
- Parece que ya no tenemos que preocuparnos por ellos.
- Sí … pero ahora lo más importante es como nos salimos de esta.
Repentinamente, como si fuese un corte totalmente horizontal que desataba una ráfaga lanzada por la extremidad de aquella criatura que se había alargado destruyendo así las construcciones hizo que los dos guardias fueran lanzados hacia atrás.
La habilidad de estos dos se pudo notar al ver como pudieron a las justas defenderse del ataque sin salir lastimados.
- Maldición … ¿hasta donde puede alargar esas cosas? - habló Fausto.
- No importa … ahora mismo debemos mantener distancia de él … creo que no servirás de mucho, ¿no es así, Fausto?
- Ha ha … deja de bromear. - aunque Fausto trataba de parecer confiado, ciertamente aquellas palabras de Bruno no eran del todo incierto.
En las manos de aquel hombre, estaban sujetas dos dagas. Ciertamente eran ineficientes al ser armas de corta distancia en comparación a las dos pistolas que sujetaba Bruno.
Sin embargo, cada vez que la criatura atacaba, Fausto podía esquivar y realizar ataques de rango medio a través de pequeñas ráfagas de viento causadas por el movimiento de sus dagas; sin embargo, no daba mayor daño a aquel monstro.
Lo único que parecía aturdir por segundos eran los impactos de las balas de Bruno; aunque esto tampoco no era que causara daño mortal a la criatura.
Ambos sabían que solo estaban ralentizando lo inevitable.
Corriendo sin mirar atrás, el sonido de los disparos ocurrentes iba desapareciendo. Todo el grupo que había escapado salía corriendo buscando el punto de encuentro con el otro grupo que los recogería.
- ¡¿Qué era esa cosa?! ¡¿De donde salió?! - exclamó Ernesto.
- …
- Alison … ya es muy tarde que trates de ocultarlo. - dijo Lisbeth.
La joven duquesa que parecía cada vez más exhausta habló.
- No lo sé realmente … Fausto y yo estábamos revisando dentro de una casa y de repente toda la primera planta estaba cubierta de niebla … sin embargo, no parecía provenir de afuera, sino que desde los pisos superiores. De pronto, escuchamos un ruido de pisadas sobre la madera apolillado; fue entonces que Fausto lo vio … yo no me di cuenta de nada, sino hasta que el me sacó de la casa saltando por una de las ventanas que estaba cerca … cuando vi aquella ventana … vi a esa cosa quien comenzó a seguirnos …
La historia parecía irreal, pero lo que habían visto avalaba todo lo confesado.
- … Si son así las cosas, tan solo podemos rezar y esperar salir de esta con vida … parece que las historias de este pueblo fantasma si eran verdaderas … - comentó Ernesto.
- Pero ¿Cómo logramos escapar de eso? ¿Acaso no nos tiene ya en la mira? - preguntó Luis.
Todos quedaron pensativos.
- La niebla.
Las miradas se pusieron en aquel varón que había hablado.
- La niebla es su territorio … mientras se expanda y estemos dentro, esa cosa nos seguirá persiguiendo. - confesó Aren.
- … ¿La niebla? ¿quieres decir que si nos alejamos lo suficiente ya no nos perseguirá?
- Sí.
Ernesto suspiró.
- Entonces, cuando lleguemos con el otro grupo, ideemos un plan para escapar. Teniendo ayuda de los vehículos, podremos fácilmente irnos de aquí.
Todos asintieron y, de esta forma, siguieron su recorrido.
Pasaron casi media hora desde que estuvieron corriendo y ya estaban cerca de aquel lugar donde Aren y Melissa se habían encontrado. Estando a algunos metros del paradero de buses, esto no les daba ningún alivio, en cambio, la preocupación por no ver rastro alguno del equipo que vendría a recogerlos solo incrementaba.
De tanto haber corrido, todos decidieron tomar un descanso, ya que aquella niebla ya no se veía.
- ¿Dónde … están esos tipos?
- Ernesto, ¿les diste la localización exacta? - preguntó Luis exhausto.
- Sí … les di la ubicación en tiempo real …
- ¿Ellos te dieron su ubicación? - preguntó Alison.
- No …
- Solo no queda esperar … no creo que … nos hayamos cruzado, en ese caso, los hubiéramos escuchado. - agregó Lisbeth.
- Sí … tiene razón.
Mientras que todos tomaban un respiro, Aren tomó a Melissa quien seguía desmayada y la recostó en el piso.
- ¿Creen que Fausto y Bruno estén bien? - preguntó Lisbeth.
- No lo sé … esa cosa parecía ser inmune a sus ataques … - respondió Alison.
El ambiente era desalentador; sin embargo, la poca esperanza de encontrarse con el equipo que los rescatarían los mantenía cuerdos. Justo en ese momento, Ernesto aprovechó en llamar a más equipos de rescate; se comunicó con su gente a cargo de la duquesa.
Pronto ellos vendrían.
- Ya he pedido refuerzos … solo debemos mantenernos con vida hasta que vengan …
- Bien … descansemos unos minutos más … creo que todavía tenemos algo de tiempo-…
Sin dejar que termine de hablar, gotas salpicaron la mejilla de Alison. Al voltear su mirada notó una escena perturbadora.
La cabeza de Ernesto estaba siendo atravesada por una especie de extremidad llena de músculos y llagas. De repente, tomándolo justamente por la cabeza, aquella masa de músculos se llevó todo el cuerpo de Ernesto hacia detrás de todos.
La niebla volvió a aparecer.