En un cuarto donde había varios monitores que registraban en tiempo real el desarrollo de la segunda etapa del examen de ingreso de la ARET, estaban algunos hombres y mujeres vestidos de bata blanca reunidos en el lugar quienes observaban con ciertas expectativas.
- Ya han pasado casi tres horas y solo han despertado 36 postulantes … por otro lado, ya han sucedido cuatro encuentros en tan poco tiempo. - dijo uno de los hombres.
- El gas somnífero tiene un efecto mínimo de seis horas … de por sí todos los que han podido despertar antes ya han demostrado cierta resistencia superior al humano promedio. - dijo una mujer.
- Hasta el momento hemos podido ver cuatro tipos de habilidades diferentes, siendo la más común la comunicación básica con pequeños animales. Aunque esto varía entre ordenar o negociar …
- No es muy extraño de ver esto; por otro lado, la segunda habilidad trata de telequinesis … la postulante 8642 ha demostrado un rango medio de control al poder lanzar tres pequeñas piedras desde diferentes ángulos contra el postulante 1445 usándolo como distracción para escapar.
- Esa chica parece prometedora … pero no es muy comparable con la tercera y cuarta habilidad … ignición y fusión … el postulante 2477 tiene la capacidad de generar pequeñas explosiones en cualquier cosa que toca con un tiempo de carga de 10 segundos … por otro lado, la participante 425 ha podido congelar objetos que toque con una demora de 25 segundos … realmente son prometedores …
- Ya tenemos a cuatro preaprobados, solo necesitan obtener los dos códigos de otros postulantes. - dijo otra mujer.
De repente, un hombre ingresó a la habitación; era un hombre de mediana edad junto con uno más joven.
- Instructor Gregorio …
- Focalicen al postulante 4537. - dijo aquel viejo hombre repentinamente.
Una de las pantallas mostró a un joven con un parche quien caminaba por el terreno con aparente tranquilidad.
- Señor, ¿Hay algo extraño con ese participante? - preguntó un varón.
- …
Sin responder a su pregunta, el viejo Gregorio solo dio unas ultimas palabras antes de irse.
- No aparten la vista de ese muchacho.
Todos quedaron algo preocupados por tal dicho.
Había pasado ya casi dos horas desde que había comenzado a caminar, pero Liam no había encontrado a ninguna otra persona, solo pequeños animales y aves que pasaban.
- ¿De verdad hay otros participantes aquí? No he podido encontrar a nadie … ni siquiera sé qué hora son … pero, por la altura del sol, deben ser cerca de las doce o la una de la tarde …
Cuando seguía en sus murmuraciones, aquel muchacho escuchó como una explosión repentina.
- ¡¿Qué es eso?! - exclamó Liam antes de volver a callarse.
Habiéndose escondido de inmediato en los arbustos y árboles cercanos, el joven se puso alerta observando todos los alrededores. En un momento, pudo notar la presencia de tres siluetas casi a cuatro metros de él.
- Esos son …
Un joven con una muchacha estaba frente a otro varón quien tenía una mirada sombría en su rostro, era aquel muchacho que no se había alarmado por la penalización explicada por la duquesa de Zaragoza.
- Oye … entréganos tu ficha y botella de agua de una vez. - comentaba el joven soberbio junto a la muchacha quien tenía una expresión astuta.
- …
El otro varón indiferente no respondía.
Habiéndolos provocado tal vez sin ocultas intenciones en no responder hizo que la pareja corriese directos hacia él para atacarlo.
Liam estaba totalmente atento a lo que iba a suceder.
De la nada, un proyectil fue lanzado directo al sombrío joven quien seguía indiferente. El sonido del impacto parecía ser a la de una explosión, pero lo increíble era que, al despejarse el polvo levantado, aquel varón seguía inmutable.
Inmediatamente, la muchacha quien se había posicionado detrás del joven exclamó - ¡Ve!
Un repentino lagarto que había salido desde los arbustos se dirigió con gran velocidad a la víctima. Un cocodrilo comenzaba a abrir su boca dejando ver los números dientes listos para despedazar.
«¡¿Un cocodrilo?! … ¡¿De dónde salió eso?!» pensó Liam al verlo.
Pero lo más preocupante era lo que iba a sucederle al muchacho atacado.
Sin embargo, sin moverse, ni sorprenderse; el sombrío joven de apariencia escuálida agarró con sus dos manos la boca del lagarto el cual se había quedado increíblemente inmóvil por la fuerza de agarre del joven.
«¡¿Qué?!»
Todos pensaron los mismo al ver la extraordinaria fuerza y resistencia del muchacho.
- Latina … aléjate de él … - exclamó el atacante a su compañera, pues, sin demora, noto algo extraño.
Aquel muchacho, sin soltar al cocodrilo, hizo algo terrible sin ninguna variación en su expresión. Como si fuera a despellejar los huesos de la carne una gallina, el muchacho abrió la boca del lagarto hasta que mostró una grieta que luego se extendió por todo su cuerpo hasta partirlo en la mitad. Una muerte dolorosa.
La sangre se desparramaba por toda la ropa del muchacho y caía al suelo; sin embargo, el muchacho no soltó cada mitad del cadáver que tenía en sus manos.
- Te lo devuelvo.
Antes de poder pensar, el joven lanzó cada pieza del animal en las direcciones de sus atacantes como si fuesen proyectiles.
La velocidad era impresionante; sin embargo, la precisión era errónea. Ninguno de los dos jóvenes fue herido, pero quedaron totalmente atemorizados.
Habiendo terminado la inútil emboscada, el sombrío joven caminó primero hacia el soberbio varón.
- Dámelo. - dijo el muchacho.
Aquel sometido varón sacó temblando de uno de sus bolsillos una ficha con el número 8,002 sin mostrar nada más que miedo.
- Parece que tú también posees una fuerza sobrehumana … además de ser inteligente en lanzar piedra con la velocidad de un proyectil … a partir de ahora yo también lo usaré. - comentó el joven totalmente indiferente.
Luego se dirigió a la mujer quien no se había movido; en cambio, el pasto se había humedecido alrededor de ella.
- ¿Te orinaste? … Tal vez fui muy duro … dámelo …
La muchacha le dio temblando su ficha.
- Bien … 42 y 753 … supongo que es todo …
Botando las fichas hacia un lugar lejano donde se perdía la vista, el joven dio sus últimas palabras.
- Tienen tanta suerte que no se permitan los asesinatos …
Dicho estas palabras, que explicaban el error de precisión del lanzamiento anterior del joven, procedió a retirarse; sin embargo, al caminar unos pasos, el muchacho quedó quieto en silencio.
- … Parece que hay otro …
Estas palabras hicieron que Liam se asustara instantáneamente.
Increíblemente, el inexpresivo rostro del joven dejó ver una leve sonrisa.
- … Tienes suerte … ya no necesito saber otros códigos … aunque tal vez …
El ambiente cambió drásticamente, la sensación en el aire se llenaba de una intención asesina.
Liam quedó abatido por esta aterradora sensación.
El delgado muchacho comenzó a acercarse hacia donde él estaba escondido. Era claro que lo había descubierto.
Antes de poder hacer algún movimiento, una manó tapó la boca de Liam. Al voltear a ver quien era pudo notar que era alguien que conocía.
Renato hizo una señal de que se quede en silencio. Liam entendió de inmediato.
De la nada, salió de los arbustos una ardilla quien al ver al muchacho que se acercaba corrió hacia otro lado.
- Una … ardilla … tal vez … hahh …
Al suspirar, el sombrío varón dio media vuelta y se marchó.
Pasaron casi unos cinco minutos antes de que ambos se atrevieran a decir algo.
- Tú … ¿Qué haces aquí?
- Así es cómo me agradeces.
- Como sea, tenemos que irnos de aquí.
- … Sí, pero antes … que tal si buscamos las fichas de esos dos tipos … no deben haber caído muy lejos.
- ¡¿De qué hablas?! ¡¿Acaso no viste que ese tipo se dirigió exactamente hacia donde lanzó las fichas?! ¡Es seguro que estará ahí!
Esta afirmación hizo replantearse la improvisada idea del joven.
- Sí … tienes un punto … entonces, ¿forzamos a ese par a que nos digan su código?
La cara de Liam parecía expresar que estaba en desacuerdo.
- Bien … vámonos … - dijo Renato.
Habiendo pasado casi tres horas, dentro de un espacio rodeado por arboles y piedras, se encontraba dos jóvenes quienes parecían haberse encontrado recientemente.
El ambiente resultaba ser algo frío de lo normal; sin embargo, eso solo hizo que el joven albino estuviera más alerta.
- ¿Piensas que tener esa cuchilla podrá hacer la diferencia? - dijo una hermosa joven de negro y lacio cabello quien vestía un especie de vestido azulado con una casaca ligera.
- No se pierde nada intentando. - respondió Daniel.
La joven mujer que tenía un rostro inexpresivo sonrió.
- Entiendo.
Los dos inmediatamente corrieron hacia la dirección del otro, pero la joven notó la vacilación de Daniel en usar la cuchilla negra.
No perdió tiempo, y tomó la mano que sostenía la cuchilla y con la otra acarició tiernamente el rostro del joven.
Un repentino recuerdo inundó la mente de Daniel, una escena cuando su hermana lo acariciaba cuando era un niño, luego la escena cambió a aquella vista que tuvo en el hotel.
Todo esto hizo que cerrara los ojos y se confundiera; la joven mujer notó todas estas aperturas y repentinamente de sus manos parecía salir como un humo blanco que comenzó a congelar el rostro del joven al igual que su mano con la cuchilla.
Daniel cayó al piso.
- ¡Q-Qué frio … hace … ¡ ¿Qué es esto?
Teniendo su cabeza agachada viendo la sombra de aquella joven, una ficha fue lanzada al suelo. Era la ficha de Daniel.
- ¡¿?! … ¡¿Cuándo?!
- Solo necesito saber tu código … ahora que lo sé, ya no tengo nada que ver contigo. - dijo la mujer mientras se retiraba.
Como si hubiera perdido interés total en el caído joven, la mujer desapareció del lugar.
- E-Esto no es bueno … d-debo … levantar-…
Sin poder terminar de hablar, por le constante frío, Daniel se desmayó.
Eran cerca de las 4 pm.
Pasaron las horas y, siendo casi las 10 pm, un joven quien se encontraba viendo noticias en la televisión dentro de su habitación se levantó habiendo apagado el equipo y se dirigió a otro cuarto.
Caminando por los pasadizos, el joven mostraba una pensativa expresión.
«Esto es extraño … al escuchar que habían venido unas conocidas de Emily, pensé que podría llegar a mejorar un poco su condición; pero al contrario, parece su comportamiento ha sido algo extraño … es como si … ella comenzara a desconfiar de todos … Hahh … bueno, por esta última vez, la ayudaré … no me agrada verla así … No creo tampoco que dure mucho el título como su hermano jurado o como sea que lo llamen … también tengo que ir a un último lugar antes de ver a Russel.»
Mientras que Aren seguía sumergido en sus pensamientos, otra joven parecía estar en lo mismo en la oscuridad de su habitación, pero con mayor intensidad.
«Hahh … hahh … no otra vez … esos recuerdos …no quiero que volver a verlos … no quiero saber nada de ellos … pensé que … ya lo había superado … lo estaba haciendo, pero … por qué nuevamente … también, sé que estoy siendo buscada … ¿Dónde estarán ahora? ¿Qué pasa si descubren que estoy aquí? … Noria y Riza … ellas aparecieron siendo avisadas por Melissa … pero ¿acaso ellas no habrán estado confabuladas con Marcelo? ... No puedo confiar en nadie … todos solo buscan las riquezas de mi padre … alguien … por favor …»
Parecía que los pensamientos consumían a la joven mujer y la llevaban a la total desesperación, pero un rayo de esperanza libertó su mente. La puerta de su habitación fue tocada y, a los pocos segundos, aunque no se le había dicho que entrase, un joven ingresó con una respuesta.
- Escucha … después de haberlo pensado, aceptaré tu petición … eso de convertirme en tu hermano jurado o algo así … pero antes … ¡¿?! - habló Aren automáticamente, pero, al ver la expresión de Emily, un escalofrío recorrió por su cuerpo.
Una leve sonrisa acompañada de unos ojos que expresaban alivio, pero ciertas intenciones ocultas de obsesión era lo que pudo notar Aren.
- ¿Emily?
Al prender las luces, Aren confirmó lo que pudo notar en la oscuridad.
«Esa mirada … ya la he visto antes en alguna parte … esto no está para nada bien … ¿Qué ha ocurrido?»
La joven que comenzaba a lagrimear se limpió y calmó.
- … Gracias por responderme … estoy feliz de que me ayudes nuevamente … entonces, mañana mismo iremos con mis tíos a la notaría.
- Espera … antes de eso, te iba a decir que mañana estaré ocupado. Saldré temprano.
- ¿Eh? … ¿Qué necesitas hacer? … ¿Acaso no puedes hacerlo aquí? … Si es algo que necesites comprar o hacer afuera, puedes decírmelo y yo se lo diré a mi tío para que se encargue.
- No … esto es algo personal que debo hacer … entonces, nos veremos mañana en la tarde … descansa bien.
- P-Pero …
Emily no insistió más, pues se había dado cuenta la manera en que se estaba comportando. Siendo así, Aren salió de la habitación y cerró la puerta, pero su día no acababa aún, alguien lo estaba esperando fuera de la habitación de la joven.
Una mujer joven de cabello castaño claro estaba recostada en la pared cerca de la puerta.
- …
- Necesito conversar contigo de algo … vayamos a mi habitación.
El frio en su cuerpo se desvaneció siendo ahora abrazado por un cálido fuego; todo esto hizo que Daniel despertara.
Al abrir sus ojos, notó un cielo estrellado y una fogata que alzaba su humo hacia aquel cielo.
- ¿D-Dónde estoy … ? - preguntó por inercia mientras que el joven se levantaba.
- Parece que la pasaste mal, ¿eh? … Te encontramos todo tieso … pensamos que ya estabas 'frio'. - escuchó Daniel aquella conocida voz.
- No te preocupes … parece que no te vas a resfriar … de verdad que has tenido suerte de que te encontráramos, Daniel. - dijo otra voz familiar.
Al ver bien quienes eran, estaban sentados alrededor de la fogata Liam y Renato.
- Oh … son ustedes …
- ¿Así nos agradeces? - comentó Renato sarcásticamente.
Liam suspiró.
- Siguiendo con el tema … ¿Qué fue lo que te pasó? - preguntó Liam.
Un silencio se escuchó.
- … Fui atacado … por una … chica …
La risa exagerada por Renato se escuchó por los alrededores.
- ¡¿No te puedes callar?! - exclamó Liam.
- P-Pero … ¿una chica, de verdad, hombre? …
Daniel parecía avergonzado.
-¿Y eso que importa? Todos somos postulantes, ¿no es así? Supuestamente todos tenemos las habilidades para rendir esta prueba. - dijo Liam.
- Sí … supongo …
- Gente … ¿no creen que el humo atraiga a otras personas?
- Si, pero somos tres … además, si no lo hacíamos te ibas a congelar. - respondió Renato despreocupado.
Repentinamente, un sonido de ramas crujiendo se escuchó. Parecían oírse varios pasos cerca de ellos.
- Los tres podemos, ¿no es así, Renato? - comentó Daniel sarcásticamente.
- Saben … soy humano, me puedo equivocar …