Parecía al juego de policías y ladrones, solo que en este caso el policía era solo uno.
Aunque trataban de correr con todas sus fuerzas, el cansancio y el susto hacían que sus piernas temblaran; aquellos jóvenes daban lo mejor que podían, pero la criatura era más rápida.
- ¡¿Cuánta distancia falta para salir de la niebla?! - preguntó Glen.
- Como medio kilómetro. - respondió Daniel.
- ¡¿Cuántas bombas te quedan?! - exclamó Glen.
- Solo tres más. - respondió Renato.
- Bien … prepárate, tengo un plan.
Aquel grotesco ser que se acercaba cada vez más mostró signos de percatarse de algo sucediendo frente a él.
Solo Aren quien llevaba cargado a Liam y Daniel siguieron corriendo; sin embargo, Glen y Renato se detuvieron haciéndole frente al monstro.
- ¿Crees que funcionará?
- No lo sé … solo requerimos una distracción. - respondió Glen quien al igual que Renato estaba asustado y cansado.
De su bolsillo del pantalón, Glen sacó un encendedor antiguo que al atarlo con su casaca con las bombas lacrimógenas de Renato lo lanzó hacia la dirección donde estaba aquella criatura.
Inmediatamente se pusieron a correr de nuevo.
El monstro notó aquel objeto acercándose, pero como si no le diera importancia, lo esquivó sin esfuerzo; no obstante, al impactar las bombas en el suelo, desencadenó una explosión seguida de un incendio repentino que se expandía por roda la zona quedando atrapado aquel monstro.
Mientras aún corrían, Aren y Daniel escucharon el sonido de una gran explosión lo cual hicieron que se preocuparan grandemente.
- ¡¿Qué diablos fue eso?! - preguntó Liam.
- No será que … - dijo Aren.
Sin embargo, pudieron escuchar otro estruendoso sonido que no pertenecía a aquella explosión.
- Parece que … nos salvaremos después de todo. - dijo Liam al ver el cielo.
Aren y Daniel se preguntaban de lo que hablaba hasta que pudieron escuchar el sonido de hélices pasando sobre ellos en dirección al campamento.
La zona cada vez se despejaba y era más visible el terreno, faltaba poco para que escaparan de la niebla. Sin embargo, mientras que ambos corrían, Aren pudo percatarse a lo lejos la silueta de algo pequeño que se movía hacia ellos lentamente.
- ¿Qué es eso? - se preguntó.
Daniel fue el segundo en darse cuenta y, aunque tenía algo de temor, no se detuvo de correr.
- No importa que sea … si es otra cosa más, acabaré con él. - decía Daniel valerosa pero ingenuamente.
Cuando Liam se percató de lo que hablaban, estando cargado por Aren, puso su mano derecha en el parche de su ojo izquierdo como si estuviera por retirar aquella cosa.
«¡No me queda otra opción!»
Antes de retirarse aquel parche, escuchó el repentino aviso de Aren.
- Esperen … ¿eso es …?
Daniel también se dio cuenta, aquella silueta era realmente el cuerpo de un niño pequeño quien estaba caminando solo.
- ¡¿Un niño?!
Se preguntaron todos.
Sin dejar de correr, Daniel se apresuró más hacia donde estaba aquel infante.
- ¡¿Qué estás haciendo aquí? ¿Dónde están tus padres?
- … … No sé. - respondió el niño inocentemente.
- ¡No deberías estar en lugar así! ¡Tenemos que irnos rápido!
Antes de que el niño pudiera decir otra cosa, Daniel lo cargo en sus brazos y, junto con Aren, siguieron corriendo.
- Pero … pero … - decía el niño quien parecía incómodo.
- Solo espera un rato más, pronto saldremos de aquí. - dijo Daniel quien miraba de reojo hacia su atrás esperando ver señales de Glen y Renato.
«Por favor … vengan pronto.»
Corriendo por casi unos 10 minutos, Aren y Daniel podía ver el final de la niebla y, con ello, el éxito de su huida.
Sin embargo, pudieron escuchar el sonido de pisadas fuertes detrás de ellos; Liam al voltear a ver pudo ver la silueta de una sola persona.
- ¿Acaso es que … ? - murmuró al pensar que solo uno de ellos había salido, pero, a los segundos, pudo ver la silueta de otra persona con la misma altura.
Liam sonrió.
- ¿Qué fue ese sonido? - preguntó Daniel.
- … Hay … dos señores corriendo … - dijo aquel pequeño.
- ¡¿?!
Daniel volteó a ver y pudo notar como dos jóvenes con el rostro sudado, pero determinados salían corriendo hacia ellos.
Daniel se alegró al verlos.
- ¡Chicos! ¡Son ustedes! - exclamó el joven.
- ¡No! … ¡Somos tu abuela! - contestó Renato sarcásticamente.
Liam y Aren aguantaron su risa al igual que Glen; sin embargo, Daniel se quedó burlado.
- Saben … ahora no me parece mala idea, si se hubieran quedado atrapados. - comentó Daniel con sarcasmo.
- Qué feo corazón tienes, Daniel. - comentó Glen.
- Entonces, ¿Qué pasó? - preguntó Liam.
- Luego se los contamos … hay que ver donde escondernos después de salir de esta niebla.
- Eso ya no es necesario. - dijo Aren.
- ¿Qué?
- Sí … han venido ya a rescatarnos. - agregó Liam.
Tanto Renato como Glen estaban realmente felices de escuchar la noticia y, aún más, cuando escucharon a los helicópteros cerca de ellos.
- Oigan … ¿y ese niño? - preguntó Glen.
- Ah … esto es … - trató de explicar Daniel.
Como si estuviera por llorar, Renato habló.
- No … no tú, Daniel … sabía que tenías problemas, pero no era para que secuestraras a un niño.
- Tú … ¡¿quieres ya callarte?! - dijo Daniel.
El resto seguían aguantando la risa.
- O-Oigan … quiero ir a ver a mi amigo. - dijo de repente aquel pequeño.
Todos pensaron haber escuchado mal, pero Daniel volvió a preguntar.
- ¿Amigo? … ¿acaso viniste con otro niño más? - dijo Daniel algo asustado.
- No … es alguien que recién vi.
Nadie podía entender de quien hablaba, pensaban que era algún amigo imaginario y no le prestaron atención.
Pasaron unos minutos más y finalmente salieron todos de la niebla.
Al salir, trataron de descansar un poco; no obstante, notaron que la niebla estaba expandiéndose, pero aún así descansaban un poco, ya que estaban exhaustos.
- S-Solo … unos … segundos más y … seguimos. - dijo Glen quien exhalaba fuertemente.
Así lo hicieron, pero su descanso fue interrumpido con el sonido de una fuerte pisada; era el mismo sonido que habían escuchado al encontrarse por primera vez con aquella criatura.
Esto alarmó al grupo y decidieron seguir corriendo.
- ¿Acaso … sigue vivo? ¿No le afectó la explosión? - preguntó Glen.
- Esa cosa … parece que es más duro de lo que pensábamos. - comentó Renato.
- Debemos alcanzar los helicópteros de una vez … ¿Cuánto nos demoraremos en llegar a donde está el tren? - preguntó Daniel.
- Unos … diez minutos creo. - respondió Liam.
El grupo siguió corriendo, pero el sonido de las pisadas se volvía más seguido de escuchar.
- ¡Maldición! ¡¿Por qué parece una eternidad llegar hasta allá?! - exclamó Glen.
- ¡Deja de gritar! … concentra tus energías en correr. - murmuró Daniel.
Sí, pasaron los minutos hasta que en las miradas de los jóvenes se podía observar el panorama de aquel lugar que se había vuelto un campamento al lado de un tren destruido.
El campamento estaba desolado, pero se escuchaban más al fondo el sonido de los helicópteros fuertemente con el griterío de la gente.
- Hay que recoger nuestros equipajes. - sugirió Daniel.
Todos asintieron e inmediatamente fueron a las cabinas donde habían estado en el principio.
Para este entonces, Renato fue el único quien se dirigió a un lugar distinto, pues él no había venido en la misma cabina que los otros cuatros.
Corriendo aquel joven a donde estaba sus maletas, pudo ver la presencia de un hombre adulto con una niña en sus brazos quien parecía estar desorientado.
- ¡¿Qué sucede?! ¡¿Qué busca?! - preguntó Renato al acercarse a aquel varón que estaba alejado de los demás.
- ¡M-Mi hijo! ¡No lo encuentro! ¡Desapareció de la nada! Es un niño pequeño menor de 9 años … ¡¿Lo has visto?!
Fue entonces que Renato se acordó del niño que llevaba Daniel y le avisó sobre ello.
El hombre con la pequeña niña le dieron las gracias e inmediatamente corrieron hacia donde estaba el grupo de jóvenes.
Cuando Renato siguió su camino ciertamente pudo ver un grupo de seis helicópteros y como los oficiales ordenaban a los sobrevivientes para subir con sus maletas, según lo que decía uno de los oficiales era que había buses en la superficie para transportar a quienes estuvieran en buenas condiciones, el resto iría de emergencia en los helicópteros.
- Parece que el plan no fue del todo un éxito. - dijo Renato con un tono serio y una mirada algo temible en su rostro muy diferente a como se había mostrado antes.
Mientras que el grupo de jóvenes estaban tratando de llevarse sus equipajes, pudieron escuchar la voz de un hombre que gritaba.
- ¡Mauricio!
- ¡Mauricio!
Solo el niño trató de ver por la ventana de la cabina y, luego, gritó.
- ¡Papá!
- ¡Papá! ¡Aquí estoy!
El hombre pudo ver que en una de las ventanas de las cabinas del tren estaba aquel niño. Inmediatamente corrió hacia él para abrazarlo junto con su hija.
Aren y el resto pudieron ver que ese hombre era el padre del niño y, aunque todos tenían sus inquietudes en como pudo extraviarse aquel niño lejos de campamento, la situación no daba tiempo para explicaciones.
El hombre quien había estado cargando una maleta grande en su mano izquierda esperó a que los jóvenes terminaran de alistarse para agradecerles.
- Su amigo me dijo donde estaban … no sé cómo agradecerles, pero … tomen esto …
El hombre increíblemente sacó unas golosinas de su maleta. Parecía ser que aquel hombre tenía guardado algunos víveres sin que nadie lo supiera.
Sin dudar, todos los jóvenes tomaron las golosinas y se las comieron sin preguntar nada. Solo un pensamiento estaba en sus mentes.
«Este hombre es … un buen tipo.»
- Será mejor que nos apresuremos … parece que ya casi todos los demás han subido a los helicópteros. - comentó aquel hombre.
De inmediato se alistaron para irse, pero antes, Aren pudo notar algo al igual que Liam. La niebla estaba apareciendo nuevamente desde el extremo del tren.
Sin esperar, todos se retiraron hacia el lugar de rescate y, viéndolos desde el extremo del tren donde se expandía la niebla, apareció una especie de extremidad llena de cartílagos y un hueso que parecían sostener una cabeza decapitada.
Al llegar al lugar, los jóvenes vieron como faltaban unas pocas personas quienes quedaban para subir a los dos últimos helicópteros.
Un oficial notó la llegada de aquel ultimo grupo y fuertemente les ordenó ingresar a uno de los vehículos.
Ingresando al transporte pudieron ver sentado a un par de oficiales y a Renato sentado al frente de ellos.
- ¡¿Qué rápido?! - dijeron todos al ver que ya tenía su equipaje listo consigo estando en el helicóptero.
- Yo siempre. - contestó aquel joven.
Ya no estando nadie fuera de los helicópteros a excepción de los fallecidos en el lugar, comenzaron a elevarse aquellos vehículos llegando poco a poco hasta la superficie.
Afortunadamente, el especio de aquel lugar permitía la movilización algo limitada de los transportes lo suficiente como para haber descendido hasta el fondo del cañón.
Estando dentro todos en le grupo pudieron sentir paz y calma de toda la travesía que habían pasado.
Los dos oficiales comenzaron a realizarle un par de preguntas sobre el accidente, pero nadie comentó sobre la criatura que habían visto, pues pensaban que los tomarían como locos al contar sobre aquella criatura.
- Saben, chicos … esto ha sido de locos … que no vuelva a suceder nunca. - dijo Glen mientras se estiraba.
- Sí … apoyo la moción. - habló Daniel.
- Bueno … si me disculpan me iré a dormir … pareciera como si me hubiera desvelado por días. - comentó Renato.
Mientras que estos tres seguían conversando relajadamente por un poco más, aquel niño quien habían encontrado se puso frente a la ventana que estaba entre Aren y Liam, y se quedó viendo como llegaban a la superficie.
Estando aquel niño absorbido por aquella vista, Aren percibió como este pequeño comenzó a saludar por la ventana con un su mano y una sonrisa.
Liam se dio cuenta también y vio, a la vez, como Aren estaba viendo por la ventana igualmente.
Al acercase él también, un pensamiento perturbó su ser.
En el aún visible fondo del cañón, se podía observar como el terreno era invadido por una espesa niebla, pero eso no era lo más aterrador, sino que en medio de ella estaba aquella criatura viéndolos como se iban.
Pero al notar más detalladamente, aquella criatura alzó su brazo y comenzó a moverlo como señal de que se estaba despidiendo de ellos.
«N-No puede ser.» pensó Liam.
Entonces, la niebla comenzó a ser más espesa haciendo que aquella cosa se perdiera de sus vistas en medio de ella.
- Ya ven … ese es mi amigo. - dijo aquel niño con toda inocencia.
Este comentario estremeció a Liam; sin embargo, Aren parecía un poco más calmado.
Tomando un respiro y cerrando sus ojos, Liam volteó su mirada y dijo - No vi nada, todo fue … una alucinación.
Aren solo lo miró como si lo comprendiera.
- Oigan … ¿Qué tanto miran por la ventana? - preguntó Glen.
Al ver Daniel, Glen y Renato la inquietud de Liam y Aren, pudieron intuir algo.
- Eh … olviden que pregunté eso … no quiero saber nada. - rectificó Glen.
- Sabias palabras, amigo mío … sabias palabras. - comentó Renato.
Habiendo llegado a la superficie, notaron que no había buses y se les dio un aviso que con este mismo vehículo los llevarían hasta Zaragoza donde los tratarían según su condición a aquel grupo.
Fua así, habiendo pasado tres días desde el accidente, los dos últimos helicópteros que transportaban a los sobrevivientes restantes se alejaron rumbo a la región de Zaragoza dejando así aquel cañón.
Estando en una de las cabinas del tren, específicamente donde se había hospedado aquel temporal líder del campamento, una persona ingresó al lugar.
Caminando con gran naturalidad, se sentó en una de las sillas.
- Y bien … ¿ya sabes quienes son? - se escuchó la voz de una mujer joven.
Desde aquel baúl donde se pudo escuchar las transmisiones de radio del equipo de rescate, salió un hombre de cabellos rubios y mirada con ojeras.
- Algo así … - contestó aquel varón de casaca azul.
- Marcus … no volveré a ayúdate si no me lo dices todo. - advirtió aquella mujer.
- Está bien … ¿por dónde empiezo? … Ya sé … te sorprenderá escuchar que me encontré con un primigenio. - respondió aquel hombre llamado Marcus.
- ¿Primigenio? ¿Qué es eso? - preguntó la mujer incrédulamente.
Antes de poder responder, ambas personas escucharon el ruido de una fuerte pisada y como la niebla comenzaba a aparecer alrededor de ellos.
- ¿Qué es es … ?
Sin dejarla terminar y tapándole la boca, Marcus tomó a la mujer tratando de esconderse, pues parecía que las pisadas se escuchaban más intensas alrededor de ellos.