Las noticias matutinas explicaban sobre un extraño suceso en un malecón de la ciudad; el choque de un camión que impacto sobre las tiendas aledañas. Las cámaras de seguridad habían grabado a un grupo reunido, pero no identificaban aun quienes eran.
Esto era así porque todos se habían disfrazado la noche anterior.
Tanto el grupo de Victoria como el de Lois volvieron a sus lugares. Pronto, la alcaldesa fue notificada sobre la intervención de los abogados del grupo Valdelomar en defensa de Alicia Enid, Arias D. Aren y Lois Valdelomar.
Con la repentina desaparición del jefe del DIS quien ocultamente estaba influenciando al resto en acusar a aquel par de jóvenes, la defensa se consolidaba en pruebas veraces sin los obstáculos de una contraparte.
Fue bastante rápido y a los dos días se les otorgó amnistía a los jóvenes implicados injustamente. Sin embargo, Alicia fue mantenida bajo 'vigilancia' debido a que su historial no la respaldaba, mas reconocían el hecho de que el anterior gobierno había perdonado sus delitos anteriores a causa de un 'servicio' que esta mujer proporcionó.
Siendo dejados en libertad, Alicia solo salía por zonas cerca de la residencia Valdelomar con supervisión mientras que preparaba los boletos de viaje.
Todo lo ocurrido en estos días dejaba un mal sabor de boca en Victoria, pues debía de revisar los informes del equipo forense acerca de las dos mujeres muertas encontradas hace un poco más de dos días y. peor aún, sobre aquel abandonado orfanato.
Lo que sí sabía era que los secuestrados eran las personas colgadas encontradas en aquel insólito lugar. Sin embargo, lo que intrigaba más sobre el asunto era que oficialmente habían desaparecido una cantidad de 53 personas en Luesia, mas en el mapa de Lois marcaban tres números que al sumarlos daban 117 personas en total. ¿En realidad eran esa la cantidad de personas secuestras? Pero, de ser así ¿De dónde proviene la cantidad restante?
Esos días se ocupó de analizar los casos junto al grupo Valdelomar, pues aún faltaban por investigar dos centros más según el mapa. Por otro lado, aún debían entender que información proporcionaba el Pbook.
Habiendo pasado dos días desde aquel incidente con el joven desconocido, era ya de noche y, en lo alto del edificio del DIS, se encontraba una silueta que veía el panorama.
Aquel lugar era como una azotea despejada. La persona que estaba allí era aquel joven encapuchado quien se mantenía como si esperara por alguien.
- Fue bueno cambiar la fecha de la reunión.- comento aquel muchacho.
Pasado algunos minutos, la puerta detrás de él comenzó a abrirse dejando pasar a una figura alta de cabellos largos. Vestido con un terno aquel hombre saludó al joven.
- Disculpa la demora.
- …
- ¿Y bien? ¿Qué hay del libro? - preguntó el hombre que portaba una 'sonrisa'.
- Lo tienen ellos.
- ¿No te dije que lo recuperaras aun si te costaba la vida?
Como si la apariencia fría de aquel joven se hubiera descongelado, se mostró agresivamente.
- ¡Te dije que solo trabajaría si tu dejabas a los terceros fuero de esto! ¡Pero incluso me pediste que acabara con ellos sabiendo que estaba herido!
- Vamos, no te pongas así. - sonriendo respondió el hombre de traje.
- ¡Vicent! … ¡¿Acaso no lo entiendes?! ¡Casi muero en dos ocasiones! … Incluso se me cayó el libro en una de mis huidas.
-Vamos, Richard … ve el lado bueno, aún tendrás muchas oportunidades. - dijo el jefe del DIS.
Mientras que ambos conversaban, entre uno de los edificios al lado, igualmente en la azotea, se encontraba oculta una mujer de cabellos castaños quien escuchaba desde una considerable distancia.
- ¿Qué debería hacer? - comentó en voz baja aquella mujer quien era la misma que había visitado a Aren cuando estaba en prisión.
La mujer quien estaba con un vestido verdoso y un collar puesto con la letra LF sacó una pistola que guardaba con la intención de apuntar a los dos varones reunidos en la azotea del DIS.
Sin embargo, antes de que hiciera algún movimiento, una sensación inesperada se apoderó de todo su cuerpo. No podía entender lo que le pasaba hasta que al fijarse en el suelo vio una sombra que se acercaba.
Sí, era miedo. El corazón de la joven se consumaba cuando se percató quien era el que pasaba por su lado. A primera vista, parecía el perfil de una mujer hasta que reconoció su rostro. No paró de caminar mientras pasaba; su vestimenta parecida a un terno se transformaba, como si se adhiriesen pedazos de telas, lentamente formándose en un nuevo traje.
Sin mirarla, aquel hombre dijo - Vete y no regreses.
La mujer calló al suelo cuando el varón se había ido del lugar. De inmediato, se retiró la mujer de cabellos ondulados.
Fue como una brisa helada soplando en las nucas de aquellos varones quienes conversaban lo que sintieron. Dejaron de hablar; la sonrisa de Vicent se desvaneció y solo mostró una repentina preocupación mientras que el joven cesó su enojo y se convirtió en desesperación.
Se escuchó el sonido de una pisada detrás de ellos, pero ninguno volteó a ver aún, era como si estuviesen petrificados. El aire se volvió denso y hacía pesado el ambiente.
El sonido de unos pasos se oyó y, en ese momento, los dos varones reaccionaron y voltearon de inmediato a ver quién era.
Pudieron vislumbrar, cerca de ellos, un hombre de vestimentas oscuras saliendo desde las sombras. La brisa del viento hacía que sus cabellos se despeinaran un poco mientras caminaba manteniendo su rostro serio.
Así que … eran ustedes. - dijo Aren, con una expresión igual de serena al reconocer el aspecto de Vicent, el hombre que lo ayudó aquel día en la mansión de la alcaldesa, y de aquel joven quien había encontrado con los otros dos cadáveres.
«¿Q-Quién es este tipo?» pensaba el misterioso joven llamado Richard, pero al momento se acordó cuando antes de ser encontrado por la policía en aquella vecindad, fue este varón quien se acercó a él.
Con un tono solemne y de sumo respeto, incoherente a su personalidad, Vicent preguntó - ¿Por qué … usted ha venido … a este lugar?
Sin embargo, Aren no respondió su pregunta.
Pasaron unos segundos en silencio y nadie dijo nada hasta que escucharon - Váyanse y no regresen … no lo volveré a decir una tercera vez.
Una advertencia o una amenaza, eso dependía de como lo interpretara cada uno, pero, como si fueran el viento, ambos desaparecieron instantáneamente tal y como Aren había ordenado.
Ya nadie estaba a su alrededor, ni la mujer quien había visto antes. El joven comenzó a ver hacia el cielo quedándose por un largo rato y así terminó aquel día.
Al siguiente día, Alicia preguntó en donde había estado Aren la noche pasada; - Solo un paseo. - respondió Aren. La muchacha no preguntó más pues estaba apurada en alistar sus cosas para irse de la ciudad junto con Aren.
No obstante, Aren comentó que deseaba quedarse unos días más; Alicia se entristeció, pues quería irse cuanto antes y no se detuvo en terminar de organizar sus cosas.
En una sala donde estaba Lois acompañada de Hayato, Thomas, Eric y Hanzo estaba revisando el mapa obtenido en los almacenes Wilbur. Fue entonces que la mujer comenzó a mencionar cual debía ser el siguiente lugar por investigar, mientras tanto Hanzo sacó un libro pequeño anillado que parecía ser una copia.
Al revisarlo se dieron cuenta de que era la copia del Pbook quien el joven había sacado en secreto. Al analizarlo por un par de horas pudieron notar algo; en la sección de mini mapas, el mapa de la ciudad de Luesia estaba garabateado con los tres mismos lugares que el mapa gigante, pero había algo escrito que decía.
Supervisión 12/03/96
Y, posterior a eso, un nombre que se repetía en el mapa.
Le Front
No entendían que significaba este nombre y, al seguir investigando todo ese día no encontraron nada. Buscando en páginas webs aquel nombre, uno de ellos sugirió ingresar a la Deep Web donde pudieron hallar un enlace perteneciente a una 'empresa farmacéutica'.
Le Front, empresa farmacéutica y distribuidora de medicamentos especializados en longevidad y tratamientos contra dolores físicos.
Siguieron leyendo hasta que encontraron la parte de asociados.
En caso de querer ser socio activo de la organización, le invitamos a llenar el siguiente formulario indicando sus 'razones' del porqué desea ser parte de nuestra familia. Seguidamente, en las próximas 48 horas, se le será enviado un correo a su cuenta indicando los pasos para agendar una 'cita' vía online en caso de haber sido aprobado en la primera etapa. Hasta entonces, que pase un buen día.
- Ha ha ... parece que todo este problema recién está comenzando. - comentó Lois con gran preocupación al ver esta información.
En la noche de aquel día, en una especie de gigantes viaductos subterráneos de la ciudad, caminaba, algo cansada, una persona algo herida quien cargaba con ella una especie de lanza antigua, pero el material parecía ser todo de metal.
Aquel varón parecía estar siendo perseguido y, estando herido por la zona de sus costillas, de inmediato se defendió de especies de proyectiles como balas que se dirigían hacia él.
De repente, en su enfrente apareció otra persona quien vestía un polo de manga corta y pantalones jeans. Su cabello era un poco largo y tenía un tatuaje en su brazo derecho que decía Le Front.
- Así que … ¿recién apareces, eh? - comentó Richard sarcásticamente.
Era el inicio de una batalla.
Había pasado un día, Aren, al levantarse del cuarto donde estaba hospedándose, se dio con la noticia de que Alicia ya no estaba en la residencia y que antes de irse dejó un pequeño papel para que se lo entregasen a él.
Gracias por todo, adiós.
Seguido daba la dirección que mencionaba ser un restaurante. De la nada, Lois apareció y ordenó al mayordomo quien le había dicho la noticia a Aren que se retirara.
- Parece que eres muy querido para ella si es que realmente te dejó esa dirección.
Aren no sabía a lo que se refería.
- Aunque Alicia se haya ido en la madrugada, creo que antes de retirarse quería ir ahí contigo … te sugiero que, antes que tú también te vayas, des una vuelta por ese lugar ... ah, y será mejor que lleves ese papel contigo. - comentó Lois con nostalgia.
Dicho así, esa misma noche, fue a ver dónde quedaba el lugar. Esto lo hizo después de comprar su boleto de viaje con los documentos falsos que tenía y según las recomendaciones que Alicia le había mencionado anteriormente.
Un gran restaurante de temáticas chinas y japonesas estaba frente a él y un hombre barriendo la entrada. El hombre era de contextura ancha, pero alto, vestido con lo que se pudiera decir el atuendo de un empleado del lugar.
El restaurante era de tres pisos, y, por lo visto, era algo famoso por estar lleno y de algunos jóvenes a las afuera tomándose fotos junto al establecimiento.
El viejo de ahí parecía no importarle, más bien le era algo entretenido de ver.
Aren caminó hacia aquel empleado y preguntó sobre el lugar; el viejo le dio la bienvenida aún si no era un cliente; era bastante amable. Fue entonces que el joven sacó aquel papel que Alicia había dejado y preguntó si alguien la conocía.
La mirada en el viejo se llenó de nostalgia y, en ese momento, lo invitó a pasar diciéndole que no se preocupara, que la casa invitaría hoy.
El joven lo siguió, pues era comida gratis; y, estando en una mesa, fueron servidos algunos platillos. El viejo empleado comenzó a preguntarle sobre quien le había dado ese papel y dónde estaba esa persona ahora.
Aren se inquietó un poco, pues el hombre parecía de antemano conocer a Alicia; no dudó y preguntó por su nombre.
- Takahiro Sakamoto.
El joven recordó cómo una vez Alicia había mencionado aquel apellido al llegar a la ciudad.
- Sabes … ella era una niña común como cualquier otra, solo que el mundo fue cruel con ella … en la última llamada que tuvimos, me contó que le preocupaba el hecho de que todos los actos que ella había cometido pudieran poner en peligro a su querido amigo … pues, a cualquier lugar que ella fuera, solo encontraría problemas por sus acciones pasadas. - comentó aquel viejo hombre con tristeza - No se toda su vida, pero he escuchado rumores de su pasado … y es algo que aún la tiene prisionera en su mente … espero que algún día pueda encontrar la libertad. - finalizó de comentar sobre aquella persona.
Luego, el viejo empleado quien en realidad era el dueño cambió de tema y habló con alegría y gran amor paternal.
- Y dime … ¿mi niña te ha causado problemas?
Si, en pocas palabras, era la apertura para una larga conversación. Aren comenzó a contar todo desde el día en que se conocieron mientras comían.